Saturday, March 12, 2016
capitulo 24
Lali terminó de poner la mesa.
-Podrías decirle algo bonito cuando se lo veas puesto.
-Tenlo por seguro, cariño -dijo Peter, observando cómo Lali se echaba hacia atrás al darse cuenta de que
iba a acariciarla-. Desde la semana pasada me estás provocando, pero mi paciencia tiene un límite.
-¿Es que tienes algo de paciencia?
-Según las circunstancias normales, tengo bastante -contestoPeter poniendo nerviosa a Lali. Lo que más odiaba Lali, era que se sonrojaba con frecuencia.
-Pues no lo sabía -contestó.
Peter no contestó y Lali se le quedó mirando. No podía apartar sus ojos de él y la intensidad de esa
mirada la hizo estremecerse. Peter se acercó a ella. Lali podía percibir el olor de su colonia y oír los
latidos de su corazón.
-Eres muy fría -dijo Peter-, igual que el hielo. Me he preguntado desde hace años si serías capaz de
derretirte.
-No pienses... que vas a poder hacerlo -susurró Lali. Peter podía sentir el efecto que hacía en Lali el
contacto de sus manos y sus caricias.
-Soy un hombre -dijo Peter-. Y es algo que parece ser que has pasado por alto desde hace mucho tiempo.
Tengo las necesidades normales de cualquier persona.
El corazón de Lali latía a toda velocidad. Quiso apartarse, pero Peter la acercó aún más a su cuerpo.
-No huyas. No voy a hacerte daño -susurró Peter-. Al menos, esta vez no. Tengo mucha curiosidad por ti, y
quiero saber por qué eres tan fría conmigo.
-Tú haces que mi vida sea triste -contestó Lali-. Me sacas de mi casa y me obligas a casarme contigo, me
insultas... y encima tienes la osadía de preguntarme por qué me aparto cuando te acercas a mí.
-Siempre has estado huyendo de mí, incluso mucho antes de traerte aquí. Exactamente desde hace dos
veranos.
-Sólo he intentado defenderme.
-Te referirás a cuando me atacas y haces que estalle -dijo Peter-. Sé que algunas veces me he portado muy
mal contigo. Esa confesión era sorprendente, porque Peter jamás había cedido ni pedido perdón. Lali se
quedó mirándole.
-Y no sabes por qué, ¿verdad? -preguntó Peter.
-Porque te soy antipática.
Peter se sonrió.
-Dios, eres una novata. Estás fuera de lugar, igual que las orquídeas en el invernadero -le dijo Peter
agarrándole de la barbilla-. Eso me recuerda algo. No quiero que me vuelvas a poner esas malditas flores en
mi despacho. Bandy hizo una observación acerca de ellas esta mañana... y también del árbol de Navidad que
pusiste. Me dijo que me estabas suavizando.
-¿Y qué pasa con eso? Eres tan rudo que no puedes disfrutar de los pequeños placeres de la vida.
Ese comentario hizo que Peter se enfadara.
-Nosotros no necesitamos todo eso -dijo Peter-. Los árboles de Navidad, las guirnaldas de las puertas y
demás adornos... al final, tendré que buscarme un encaje y cosérmelo en la ropa interior.
A Lali le entraron ganas de reírse, pero se puso la mano en la boca e intentó disimular.
Peter seguía teniéndola agarrada. La mano que tenía en su espalda, la abrazó con más fuerza y Lali se
dio cuenta de que la proximidad estaba haciendo efecto en él.
-Tocas el piano, ¿verdad? -preguntó Peter cogiéndole una mano.
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