Thursday, January 28, 2016

capitulo 65

-Sí claro, imagino que muy pronto te enseñó el camino a la casa de empeños. Tienes que haber tenido una infancia de pesadilla... -El hacía lo que podía. No todos hemos tenido la suerte de nacer de pie, como tú, ¿sabes? Tú eres rico y egoísta, y mi padre pobre y también egoísta, pero, por desgracia para él, tenía la cabeza llena de grandes esperanzas. -¡Y yo también, te lo aseguro! -replicó Peter amargamente-. Lo único en lo que no me equivoqué fue en pensar que tú me necesitabas, porque todo lo demás que esperaba de ti... Esta noche he recibido mi merecido. Aquellas palabras hicieron que se le helara la sangre en las venas. Quiso decirle que nunca le había necesitado, pero, a punto de estallar en lágrimas, no logró articular las palabras. ¿Una fantasía? ¿Sólo había sido eso para él? Aquello era incluso mucho peor que ser utilizada y exhibida como un simple objeto. -La verdad -continuó Peter cada vez más deprimido-, es que cuantas más cosas sé de ti, peor me siento. Y aborrezco sentirme culpable, no lo puedo soportar. ¿Cómo he podido ser tan estúpido? -Por el sexo supongo -contestoLali abatida. Peter se estremeció de pies a cabeza-. ¿Acaso eso te parece tan mal? -preguntó sorprendida. -Peor que mal, me siento como un violador. -No seas tonto. Ha sido una cuestión de mala suerte -le consolo Lali al borde del llanto. -Deberías estar furiosa conmigo... -No merece la pena... estás demasiado borracho. Casi te diría que me gustas más así que sobrio, eres mucho más humano... -¡Christos! ¿Te gusta poner el dedo en la llaga, eh? -mortalmente pálido, Peter se recostó sobre la almohada-. Por lo menos ahora sé que tu opinión sobre mí no puede ser peor... -murmuró incoherentemente. -Duerme -le urgió Lali. -Y cuando uno está en el fondo del pozo, sólo cabe ir mejorando, ¿verdad? -preguntó esperanzado. Lo único bueno de todo aquello, pensó Lali, era que, por lo menos, parecía haberse olvidado de pilotar el helicóptero. Sabía que tendría que odiarlo por haberle roto el corazón con aquella insultante sinceridad, pero, y pesar de la lista de defectos que aún conservaba, lo cierto es que lo amaba, y que lo único que deseaba era abrazarlo y consolarle. Pensó que había tardado tanto tiempo en reconocer cuáles eran sus verdaderos sentimientos porque estar enamorada de él le dolía más que cualquier cosa que hubiera experimentado hasta aquel momento. Y pensar que había llegado a creer que la reacción de Peter se debía a su mala actuación en la cama... Lo cierto era que, en cuanto había descubierto sin el menor género de dudas que él era el primer hombre con el que se acostaba, había empezado a preguntarse por la verdadera naturaleza de su relación con Leland. Por supuesto, había sido entonces cuando había empezado a pensar en el préstamo... lo que le había llevado a enterarse de la peor forma posible del resto de la historia. Recordó con amargura que Liz pensaba que le divertía aparentar que era una chica mala... sin considerar la posibilidad de que Peter se sintiera más excitado por una de ellas que por una virgen auténtica.

capitulo 64

Por fin Lali entendió que Peter se había hecho con una copia del contrato que había firmado tres años antes. -¿Cómo lo has conseguido? -Eso no importa -respondió evasivamente. -¿Y por qué piensas que soy tan estúpida? -Si tuvieras que cumplir las condiciones que se mencionan en ese documento, tendrías que estar pagándole otros diez años -le explicó, entrando de lleno en cuestiones técnicas sobre tasas de interés y plazos de vencimiento. No podía explicarle que se había dejado atrapar porque había sido demasiado orgullosa como para pedirle a alguien que le leyera la letra pequeña y le explicara los términos legales del documento. -Sólo tenías diecinueve años -concluyó Peter-, lo firmaste justo un día antes de irte a vivir con Leland. Es evidente que ese cerdo te chantajeó. -No... yo acepté. Nunca me pidió que me acostara con él ni nada parecido, lo único que quería era exhibirse en público conmigo. No sabía en el lío en que me estaba metiendo hasta que fue demasiado tarde -le explicó Lali estrujando el fax en el puño. -Lo único que quería Leland era devolverle el golpe a Jennifer. Sorprendida de que él supiera aquella sórdida historia, Lali decidió mostrarse franca con él. -Mi padre es un adicto al juego, Peter. Se metió en un serio problema con unos tipos muy peligrosos a los que no podía devolver el dinero que les debía. Yo casi no conocía a Leland, pero acudí a pedirle consejo. Fue entonces cuando me dijo que él me prestaría el dinero si me iba a vivir con él. -Como un cordero al que llevan al matadero, ¿eh? -gruñó Peter-. ¿Has dicho adicto al juego? -Si pudiera, mi padre vendería hasta esta misma cama en la que estamos sin que nos diéramos cuenta. -¿Y dónde está ahora esa joya de hombre? -No tengo ni la menor idea. Nos separamos cuando acepté el préstamo de Leland para pagar sus deudas. Creo que se siente avergonzado por eso. -¿Así que tu maravilloso padre consintió en que te fueras a vivir con Leland para saldar sus deudas de juego? -era evidente que le costaba creer lo que oía. -Era una cuestión de vida o muerte, Peter, de verdad -se defendió Lali-. Ya le habían dado una paliza tremenda, y tenía miedo de que lo mataran. Leland se ofreció a darme el dinero, y eso salvó su vida. -No se merecía que hicieras semejante sacrificio por él... -¡No te atrevas a meterte con mi padre! -Lali estaba indignada-. ¡Me sacó adelante él solo!

capitulo 63

Yació largo rato, atormentada por los remordimientos: no había sido justa con él, se repetía una y otra vez, Liz tenía toda la razón. Se había pasado de lista aparentando ser lo que no era. No dejaba de preguntarse por qué aquel hombre tenía sobre ella una influencia que ningún otro había tenido jamás. De repente, se abrió la puerta y Peter apareció en el umbral. Estaba descalzo y despeinado, y la miraba apretando la mandíbula con una expresión feroz que no le había visto antes. Llevaba unos vaqueros de color negro y una holgada camisa blanca desabrochada. -¡Ahora lo sé todo -murmuró arrastrando las palabras-. Por desgracia, estoy demasiado borracho como para pilotar el helicóptero. Lali se incorporó en la cama, a la defensiva. Peter había bebido demasiado, y eso le daba un aire desvalido que le llegó al corazón. Se levantó de un salto, asiéndole por el brazo. -Ven, túmbate -le rogó. -¡No en esa cama! -replicó con súbita furia-. Ahora mismo la quemaría. Lali se dio cuenta de que su despectivo comentario acerca de sus dotes como amante le había dolido en lo más hondo. ¿Acaso era esa la razón por la que se había emborrachado?», se preguntó mientras tiraba de él. -¡Acuéstate! -le gritó desesperada por su obstinada resistencia. Por increíble que pudiera parecer, Peter la obedeció de inmediato, como si le hubiera puesto una pistola en el pecho. Tenía un aspecto lamentable, parecía el ejemplo viviente de que, como rezaba el viejo proverbio, las mujeres eran el auténtico sexo fuerte. Se había derrumbado por completo al fracasar en un terreno en el que se enorgullecía ser un consumado maestro. Lali se tendió a su lado, dispuesta a confortarlo. -Lo estabas haciendo muy bien justo hasta ese momento -lo consoló-. No pensaba en serio eso que te dije. No debes culparte... -¡El culpable es Leland! -la interrumpió Peter. -¿Le... Leland? -repitió Lali más confundida que nunca. Peter soltó una parrafada en griego-. En inglés, por favor... -¡Es una babosa! -estalló, mientras sacaba del bolsillo del pantalón una hoja de fax. Lali se la quitó de las manos, extendiéndola cuidadosamente. Forzando la vista, reconoció su propia firma al pie de aquel documento, aunque la luz era tan escasa, por no hablar de su nerviosismo, que fue incapaz de descifrarlo. -Leland se aprovechó de tu estupidez... -¿Cómo dices? -preguntó Lali con los ojos como platos. -Sólo una persona realmente ignorante en cuestiones financieras podría haber firmado un documento como ése... y ni siquiera el peor de los usureros habría fijado unas condiciones para el préstamo tan draconianas como las que te impuso ese bastardo.

capitulo 62

No pudo reprimir un gemido cuando él empezó a acariciarla en la parte más íntima de su cuerpo, a punto casi de suplicarle que acabara de una vez con aquella insoportable espera. Peter aún se hizo de rogar un poco más, acariciándola y besándola, satisfecho sin duda al comprobar el inmenso poder que ejercía sobre ella. Cuando por fin él se colocó encima de ella, empezó a temblar, tan excitada que por un momento pensó que estaba a punto de desmayarse. Por eso no estaba preparada en absoluto para sentir aquel intenso dolor, mezclado con un placer desconocido para ella. Sin poderlo evitar, profirió un grito y le empujó para que se apartara de ella, aunque para entonces Peter ya se había detenido y la contemplaba incrédulo. -¿Por qué me miras de esa forma? -susurró, avergonzada de que su cuerpo hubiera podido traicionarla hasta ese extremo. -¡Cristo! ¡Eres... virgen! -logró articular al fin Peter, pálido y sudoroso. Lali deseó que la tierra se la tragara-. ¡Realmente te he hecho daño! -Peter se hizo a un lado sin dejar de mirarla con la misma expresión asombrada-. ¿Estás bien? Sin decir palabra, Lali se levantó de la cama y huyó al cuarto de baño. ¡Santo Cielo! Peter debía sentirse realmente asqueado. -¡Lali! Tenemos que hablar de esto inmediatamente -gruñó. Lali cerró la puerta de golpe. Allí acababa su carrera de mujer fatal, pensó, completamente humillada. No se sentía con fuerzas para soportar sus preguntas. Con los ojos llenos de lágrimas, recordó las terribles palabras que él le dijera antes de hacer el amor. -¿Lali? -Peter dio unos golpes en la puerta-. ¡Sal ahora mismo! -¡Vete al infierno! -exclamó, rezando para que el agua que caía en la bañera disimulara el temblor de su voz. -¿Estás bien? -¡Por Dios Santo, Peter! Sólo estoy dándome un baño, no voy a ahogarme... aunque con esa técnica tuya tan estupenda entiendo que te preocupes... Antes de acabar de decir aquellas terribles palabras, Lali lamentó haberlo hecho. Sabía que él no había pretendido hacerle daño, que no tenía la menor culpa de lo ocurrido, y decirle semejante cosa sólo en venganza, por que se sentía humillada y avergonzada, no había sido nada justo. Se produjo un opresivo silencio. Cuando ya estaba en la bañera, empezó a pensar que era una tontería molestarse por lo que Peter le había dicho. Ahora que ya sabía que le había dicho la verdad respecto a su relación con Leland, seguramente la miraría con otros ojos... a no ser que estuviera horrorizado precisamente por su inocencia. Recordó aquella ocasión que Peter había mencionado, siete meses atrás, cuando sus miradas se cruzaron en la sala de reuniones. Desde entonces él había estado esperando que dejara a Leland; de hecho, ni siquiera podía soportar hablar de él, lo que demostraba que aquella antigua relación con su ex-cuñado le importaba mucho más de lo que había querido aparentar durante su primera visita a casa de Liz. Los hombres eran seres extraños, se dijo, y ninguno lo era tanto como Peter. Tardó mucho en salir de la bañera; cuando lo hizo, se puso una larga bata de seda y volvió al dormitorio que, para su sorpresa, estaba vacío. Se tumbó en la cama, aunque estaba demasiado tensa como para conciliar el sueño, esperando que Peter regresara. Seguramente, pensó aprensivamente, estaría furioso después de lo ocurrido.

capitulo 61

Estaba a punto de perder el control de su cuerpo, pero ya no la importaba. Lo único que deseaba es que él no dejara de acariciarla. Se sentía como intoxicada por una droga poderosa. Sin quererlo, casi sin darse cuenta, lo llamó por su nombre desde el fondo de sus entrañas. Peter entonces la besó interminablemente, y cuando por fin se detuvo, se la quedó mirando como si quisiera descifrar sus más íntimos pensamientos. -¿Peter...? -alzó una mano temblorosa para acariciar la línea de sus labios, pero él torció la cabeza. Desolada, Lali retiró la mano sin saber muy bien qué hacer. -No hacías más que mirarme -le reprochó Peter-, pero en cuanto yo te devolvía la mirada, siempre hacías como si no me hubieras visto... excepto aquella vez, hace siete meses. Entonces supe que algún día serías completamente mía. Lali desvió la mirada asombrada. Le parecía terrible que él hubiera descubierto en su interior aquel ansia, cuando ni siquiera ella misma era capaz de admitirla. -Esperé a que tú hicieras algún movimiento -continuó Peter-, pero tú continuabas con Leland. Empecé a preguntarme si no serías completamente tonta. -Pero si yo no... -empezó a protestar. -¡Oh, sí! Ahora entiendo por qué te quedaste con él. Le debías demasiado dinero. Debió ser entonces cuando decidiste ponerte en venta... cuando pienso en eso me dan ganas de romper cosas. Aprendiste tan bien la lección que no paraste hasta conseguir de mí el precio más alto por tus favores. -¿Cómo te atreves...? -¿Acaso este matrimonio no es lo que he tenido que pagar para conseguirte? -Eres... un... cerdo -bisbiseó Lali, sintiendo que se ahogaba al escuchar aquella ponzoñosa acusación. -Te dejaré a un lado en cuanto empieces a resultar peligrosa -le juró Peter. -¡Empieza por dejarme salir de esta cama! -le rogó Lali. -Ni lo pienses. He pagado un precio muy alto por este placer. -¡No! -Sabes muy bien que eres incapaz de resistirte -murmur Peter acercando su boca a la de ella-. Te conviertes en cera entre mis manos en cuanto estoy cerca. Ese es mi único consuelo por comportarme como un imbécil con una mujer como tú. -¡Cómo te atreves! Pero por toda respuesta Peter se limitó a poner una mano entre sus muslos mientras la besaba de nuevo. Aquello fue suficiente para que Lali sintiera que se deshacía, mientras él agotaba sobre su piel todo su extenso repertorio de caricias. Una tras otra fueron cayendo todas las defensas que tan cuidadosamente había levantado para protegerse.

Wednesday, January 27, 2016

capitulo 60

-¿Es una amenaza acaso? -preguntó Lali con la respiración entrecortada. -¿Es miedo o deseo eso que oigo? -con una carcajada cargada de sensualidad, Peter se despojó de la camisa y se quedó mirándola-. Sólo por ver la expresión de tu cara, merecía la pena todo esto. Lali escondió la cabeza, roja de vergüenza. Peter se levantó de nuevo, mucho más tranquilo después de conseguir recuperar el control de la situación. -Y acerca de eso que has dicho, ¿qué pasa? ¿acaso no conoces a los hombres? Llevo semanas sin acostarme con nadie. Te deseo desde hace mucho tiempo, y no estoy acostumbrado a esperar y a pelear por nadie. Cuando se tiene todo, como es mi caso, lo que cuesta ganar adquiere una importancia tremenda... -Y supongo que cuando por fin lo consigues, pierde todo su interés -intervino Lali irónicamente. -Eso lo dices tú -replicó Peter enarcando las cejas, como si no hubiera estado hablando en ningún momento de ellos dos-. Eso lo decide sólo el tiempo. Yo siempre vivo en el presente, y eso mismo deberías hacer tú, pethi mou. Acabó de desvestirse rápidamente. Lali le contempló fascinada; aunque desde la noche del accidente la imagen de su cuerpo desnudo se había grabado a fuego en su mente, se estremeció de pies a cabeza al comprobar nuevamente la fascinación que ejercía sobre ella. No había visto nunca a un hombre tan hermoso, volvió a decirse mientras reparaba en sus anchos hombros, las esbeltas caderas y poderosos muslos. -Has estado tan callada desde la boda... y ahora, de repente, te echas sobre mi cama como una hermosa estatua de piedra... Casi estoy por pensar que, por ridículo que parezca, me tienes miedo. Lali soltó una áspera carcajada. Le asombraba que se mostrara desnudo con tanta tranquilidad. Peter se tumbó a su lado y empezó a acariciarle lentamente el pelo; le asió por los hombros obligándola a mirarlo de frente. -Ya es hora de que me cobre mi recompensa -susurró-. Ahora nada puede impedírmelo. -Peter... -sintió que se ahogaba en aquellos ojos que parecían hechos esmeralda. Pero él empezó a acariciar la comisura de sus labios con la punta de la lengua. -Estás helada, pero yo te derretiré -dijo roncamente mientras le desabrochaba el sujetador con manos expertas. Lali sentía todo su cuerpo preso de una deliciosa tensión. Cerró los ojos, dejándose llevar. Cada beso que él le daba aumentaba aquel dulce tormento. Peter se colocó sobre ella, acariciándole suavemente el seno. Sonrió al ver que ella se arqueaba, incapaz de soportar aquella tortura. -Me encanta que te guste -musitó Peter-. Me encanta ver cómo pierdes el control. -¡No me gusta...! -protestó Lali débilmente. -Te gustará -le interrumpió Peter, y agachando la cabeza empezó a lamerle unpezón, provocando que la recorriera una oleada de placer aún más intenso. -No... -apenas gimió. -No te resistas -Peter continuó acariciándola sabiamente.

capitulo 59

Aquellas palabras la redujeron a un hosco silencio hasta que llegaron a un hermoso dormitorio. Inmediatamente Lali se quedó mirando la cama. Como si no pudiera soportar permanecer un segundo separado de ella, Peter la abrazó de nuevo y, muy poco a poco, empezó a bajarle la cremallera del vestido. Un soplo de aire frío le recorrió la espalda desnuda mientras él se agachaba a besarla. -De hecho -empezó Lali de nuevo-, lo único que quería decirte es que no tengo mucha experiencia... -¡Theos! -Peter se apartó como si le hubiera picado una serpiente. Se quedó frente a ella, mirándola tan amenazadoramente que sintió que se le helaba la sangre en las venas. -¿Pero, qué pasa...? -¿Por qué me haces esto? -preguntó Peter furioso mientras se quitaba la corbata-. ¿A qué vienen tus estúpidas mentiras? ¿Acaso pensabas que iba a creerte? Lali se sentía como una tonta, allí en medio de la alfombra, despeinada y con el vestido desabrochado. Si aquella era su reacción al enterarse de que no era una mujer muy sofisticada, ¿qué habría hecho si llegaba a decirle que, en realidad, su experiencia era nula? Por nada del mundo quería acostarse con un hombre que parecía tan enfadado. -Y seguro que ahora empiezas a contarme una serie de mentiras acerca de Leland... ¡Ni se te ocurra! -le advirtió Peter-. No tengo la menor gana de saber los detalles de tu vida amorosa. Te acepto tal y como eres... a fin de cuentas, eso es lo único que puedo hacer -Lali empezó a subirse el vestido tímidamente-. ¿Y por qué te quedas ahí plantada como una niña a la que acaban de castigar? -Es que te veo muy alterado... -empezó a decir Lali. -Frustrado querrás decir. No has hecho más que rechazarme desde que me casé contigo -la corrigió Peter impaciente. -Y tú no has pensado en otra cosa que en acostarte conmigo -replicó Lali sin sentir el menor remordimiento. ¿Cómo se atrevía a decirle que parecía una niña? Orgullosamente, dejó caer el vestido a sus pies. Peter se la quedó mirando como hipnotizado. Lali exhibía ante él su espectacular silueta; sólo llevaba unas minúsculas braguitas blancas y un sujetador de encaje del mismo color. Ante aquella visión se quedó sin habla. Como si estuviera desfilando en la pasarela, se dirigió perezosamente hacia la cama y se tendió en ella. -¿A qué estás esperando? ¿A que saque una bandera blanca? -preguntó provocadoramente. -Esperaba algo menos preparado, más cálido -admitió Peter tumbándose en el otro lado de la cama, devorándola con la mirada-. No tienes ni idea de cómo me siento, ¿verdad? -¿Qué quieres decir? -preguntó Lali, repentinamente incómoda. -Vas a entenderlo enseguida -se limitó a responder Peter mientras se desabotonaba la camisa.

capitulo 58

Pero todo lo que ella pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza y rezar entre dientes. -Había olvidado que tienes mucho vértigo -se disculpó cuando por fin aterrizaron-. Siempre vengo a Chymos en helicóptero, así que dentro de poco te acostumbrarás -Lali lo miró espantada ante la perspectiva de pasar otra vez por un trago semejante-. Lo que a ti te hace falta es un poco de práctica -continuó Peter convencido-. Como tengo carné de piloto, te sacaré todos los días a dar una vuelta en el helicóptero para que superes esa fobia. Petrificada al oír semejante amenaza, Lali lo miró atónita. -¿Acaso crees que tu misión en la vida es torturarme de ese modo? Peter pareció considerar por un momento aquella pregunta; sus labios se curvaron en una sensual sonrisa mientras la miraba con toda intención. -No, pethi mou, sólo quiero matarte de placer, en mi cama... Poco a poco, Lali fue recuperando el color. Ya se podía ver la villa, reluciente en lo alto de una colina. A sus pies se extendía una preciosa playa de arena fina y desde la misma se divisaba una serie de impresionantes acantilados que caían sobre un un mar del azul más brillante. -Nací en Chymos -le explicó Peter-. Cuando era pequeño siempre pasaba aquí las vacaciones. Aunque soy hijo único, nunca me sentí solo porque tengo multitud de primos. Desde que murió mi padre, vengo a la isla cuando quiero retirarme del mundo. Tienes mucha suerte, pethi mou -le dijo mientras la guiaba al interior de la villa-, nunca hasta ahora había venido con ninguna mujer. El vestíbulo daba paso a un confortable salón. Todas las paredes estaban cubiertas de fotos, y estanterías con libros; había varios sofás de cómodo aspecto y cálidas alfombras cubrían el suelo. -¡No se parece en nada a tu apartamento! -exclamó Lali agradablemente sorprendida. -La casa de Londres la decoró una de mis primas. La expliqué lo que quería, pero la verdad es que no la vigilé mucho mientras trabajaba -Peter la abrazó por la espalda-. Estamos solos, he dado vacaciones al servicio. Lali se puso tensa. Peter la besó tan delicadamente justo al Iado de la oreja que se sintió desfallecer; él rió brevemente, y levantándola en vilo como si pesara menos que una pluma, la llevó a través de un largo pasillo. -Peter -murmuró Lali nerviosa. Era su última oportunidad-, ya sé que crees que me acosté con... -No quiero saber nada de los hombres que me han precedido -la interrumpió categórico-. ¿Por qué os empeñaréis las mujeres en hacer semejantes confesiones en los momentos más inoportunos?

capitulo 57

Para ser un hombre de apariencia tan sofisticada y controlada, Peter parecía haber estado a punto de perder el control. Si se había puesto así sólo por un beso, ¿cómo reaccionaría aquella noche? Sin dudar, saldría a la luz su temperamento griego, fiero y viril, dispuesto a saciar su pasión por ella de una vez por todas. Probablemente, como sospechaba que ella había tenido numerosos amantes, no se entretendría mucho en los preliminares... quizá hasta esperaba que a ella la consumiera la misma impaciencia. Por Dios Santo, se dijo exasperada: Peter no era ningún adolescente. Lo más probable es que fuera un amante consumado y delicado y que nunca se enterara de que ella era virgen. Recordaba haber leído en una revista que la mayor parte de los hombres eran incapaces de advertir la diferencia. Avergonzada de sí misma, decidió que lo mejor sería concentrarse en el paisaje. Notaba que, a medida que declinaba la tensión de aquel día, se iba sintiendo cada vez más cansada. -¿Estás bien? -le preguntó Peter preocupado por su palidez cuando llegaron al aeropuerto. -Sólo un poco cansada -replicó evasivamente. Subieron a su avión privado que les conduciría directamente a Grecia. Nada más despegar les sirvieron un exquisito almuerzo del que ella apenas probó bocado. De repente, advirtió que todavía llevaba puesto el anillo de boda. Y sin embargo, no quería pensar en Peter como en su marido, pues era plenamente consciente de que él no la consideraba en absoluto su esposa. Con una mueca, se quitó la joya del dedo y la colocó en la mesa, frente a Peter. -Toma, te lo devuelvo -le dijo descuidadamente. Peter la miró como si lo hubiera abofeteado. -No hay duda de que eres una mujer muy hermosa -empezó a decir lleno de ira-, pero a veces me dan ganas de ahogarte. ¿Por qué te quitas el anillo ahora que estamos solos? -Porque no me siento cómoda con él puesto -replicó, y sin darle más explicaciones, reclinó el asiento y cerró los ojos. Por mucho que le ofendiera, no pensaba llevar un anillo que sabía que tendría que quitarse muy pronto. Y con aquel convencimiento se quedó dormida. Peter la despertó poco después de que el avión aterrizara en Atenas. -No se puede decir que seas una compañera muy animada -bufó. -Lo siento, estaba completamente agotada. -Sí, ya me he dado cuenta... Se trasladaron a un helicóptero que les llevaría hasta la isla. Cuando el aparato empezó a elevarse, Lali tuvo que reprimir un grito de miedo. Se quedó mirando fijamente la nuca del piloto, dispuesta a no dejar traslucir el pánico que sentía. -Ya casi hemos llegado -anunció por fin Peter-. Quiero que veas la isla mientras nos acercamos a la bahía -le indicó, mientras el helicóptero viraba peligrosamente.

capitulo 56

-¿Dónde demonios has estado? -le reprochó- ¿Por qué has tardado tanto en llegar? Peter pareció encontrar muy divertida semejante pregunta. -Tuvimos que esperar media hora en el aeropuerto antes de aterrizar... no pude hacer nada para arreglarlo, te lo aseguro. -Ah, bueno -Lali sintió que le ardían las mejillas. -Gracias por ponerte mi vestido favorito. Estás espectacular -le murmuró roncamente antes de acercarse a estrechar la mano del sacerdote. Cuando comenzó al fin la ceremonia, Lali miró desolada sus manos vacías. Ni siquiera tenía un ramo de flores, y su vestido le parecía más inadecuado que nunca, por contraste con la sencillez y el recogimiento de aquella antigua iglesia. Antes de que pudiera evitarlo, se le llenaron los ojos de lágrimas, que luchó por reprimir con todas sus fuerzas. Peter le puso un anillo en el dedo y todo terminó. Cuando el novio se agachó para besarla, ella hizo un rápido movimiento para presentarle la mejilla. -¿Qué es lo que te pasa? -le preguntó enfadado cuando bajaban los escalones-. ¿A cuento de qué vienen esas lágrimas? -Me siento muy culpable... hemos hecho unas promesas que no pensamos mantener... Se sentó en el Mercedes que, por lo visto, iba a conducer Peter personalmente. El silencio entre ellos iba espesándose por segundos. -Dime si hay alguna posibilidad, por pequeña que sea, de que muestres un poco de alegría nupcial -dijo Peter al fin sardónicamente. -No me siento como una novia -repuso Lali-. Creí que eso te gustaría. Peter se desvió por un camino secundario y detuvo el coche. Lali se quitó el cinturón de seguridad, y antes de que pudiera preguntarle para qué se habían parado, Peter se volvió hacia ella y la besó en los labios con toda su alma. Al principio, ella intentó resistirse, pero pronto sintió que le arrasaba la misma pasión arrolladora. La cabeza empezó a darle vueltas, los latidos de su corazón se hicieron cada vez más ensordecedores e, inconscientemente, le rodeó el cuello con sus brazos. Cuando Peter introdujo la lengua en su boca, casi gimió de puro placer, y entonces, tan bruscamente como se había abalanzado sobre ella, él se desasió de su abrazo. -Ahora no tenemos tiempo para esto. No quiero que tengan que esperamos en el aeropuerto. Lali agachó la cabeza avergonzada, pero cuando Peter se acomodó en su asiento y puso el coche en marcha, se dio cuenta de que estaba visiblemente excitado. Ruborizándose, desvió la mirada: sólo entonces empezó a preocuparse por las imprevisibles consecuencias de su inexperiencia.

Tuesday, January 26, 2016

capitulo 55

Lali todavía no se había recuperado de la tensa reunión que acababa de mantener con Catriona Ferguson cuando recibió la visita del abogado de Peter. La joven le pidió que le leyera el documento en voz alta, para enterarse bien de todas las cláusulas. Si hubiera sido una mujer tan ambiciosa como Peter creía que era, se habría quedado extasiada: a cambio de su discreción, el millonario le ofrecía una cuantiosa asignación mensual, además de pagarle todos los gastos; cuando el matrimonio acabara, recibiría una cuantiosa suma. Sólo cuando terminó se dio cuenta de que se había clavado las uñas con tanta fuerza que casi se había hecho daño. Sólo se decidió a firmar al pensar que al cabo de seis meses, toda aquella amargura habría terminado por fin y le podría tirar a la cara a Peter aquel documento. La iglesia estaba en la cima de una colina de Yorkshire. Como era un día laborable, el pueblo estaba muy tranquilo. Lali consultó su reloj por enésima vez. Peter ya se retrasaba más de diez minutos. El sacerdote y su esposa esperaban a su lado, sin saber muy bien qué decir. No era posible que la hubiera dejado plantada, se repetía una y otra vez, no tenía sentido. Aquella mañana Peter la había enviado un coche que la condujo hasta el pueblo. Y recordó que en los días anteriores a la boda la había telefoneado un par de veces... aunque, se dijo con amargura, hubiera sido mejor que no lo hiciera. Toda posible naturalidad se había desvanecido como por ensalmo al darse cuenta de la excitación que le producía el simple hecho de oír su voz. «Hoy voy a casarme. Éste es el día de mi boda», se repetía incrédula. No podía apartar a aquel hombre de sus pensamientos en ningún momento; en cuanto se quedaba dormida, su imagen venía a turbar sus sueños. Como en el fondo sabía que aquella boda no era más que una farsa, se había puesto su vestido rojo: un traje atrevido para una mujer atrevida, se había dicho a sí misma. Seguramente Peter pensaría que era una buena elección. Poco después, se puso tensa al oír un coche. A los pocos segundos apareció un flamante Mercedes en el que iba Peter, seguido de otro coche. Se había puesto para la ocasión un traje azul marino, con una camisa blanca de seda y una corbata a juego. Se detuvo un instante para esperar a su abogado, quien se apeó del otro coche. ¡Como si tuviera todo el tiempo del mundo!, pensó Lali, enfurecida ante semejante descortesía. Por fin, Peter subió los escalones calmosamente hasta llegar a su lado.

capitulo 54

-¿De verdad piensas que Peter va a creerse que Leland se aprovechó de mí en todos los sentidos excepto precisamente en el que todo el mundo da por supuesto? -contraatacó Lali, sorprendida por la actitud de su amiga. -El que no le hayas dicho nada define muy bien tu relación con Peter. Tengo la sensación de que, en el fondo, no quieres que sepa la verdad. -¿Y por qué no, si puede saberse? -Yo creo que tú estás convencida de que resultas mucho más deseable con esa reputación de chica mala que te has construido -le explicó Liz haciendo que se ruborizara-. Vas por ahí con esa actitud arrogante y esa ropa que te hace parecer una mujer de rompe y rasga, y la gente cree que realmente lo eres... -Liz, por favor... -Déjame terminar -insistió su amiga-: sé muy bien que ésa es la forma que tienes de enfrentarte a los que te han hecho daño; te escondes en una especie de armadura, fingiendo ser lo que no eres en absoluto. Así que dime, ¿acaso es extraño que Peter no sepa cómo eres en realidad? ¡Pero si nunca lo ha visto! Lali se revolvió incómoda en su asiento. A él la Lali Esposito real, que ni siquiera sabía leer y escribir correctamente, le resultaría mortalmente aburrida. Y para qué hablar de lo que pensaría un hombre tan experimentado como él de una chica tan sosa e ingenua como ella, que ni siquiera se había acostado nunca con nadie. Liz empezó a preocuparse al verla tan callada. -Escucha, eres lo más parecido a una hermana que tengo en la vida. Sólo quiero que seas feliz, y me temo que si sigues manteniendo esta actitud con Peter, vas a acabar haciéndote mucho daño a ti misma. Con los ojos llenos de lágrimas, Lali abrazó muy fuerte a su amiga. Se reprochó haber sido tan franca y preocuparla de aquel modo. De ahí en adelante, se propuso avergonzada, se guardaría sus pensamientos para sí misma. Peter la llamó aquella tarde, y habló con ella en el mismo tono que utilizaría con alguno de sus empleados. Le comunicó que su abogado iría a verla con el contrato prenupcial y que la boda se celebraría la semana siguiente en el norte de Inglaterra. -¿Tan pronto? -Sí, voy a solicitar un permiso especial. -¿Y por qué tenemos que ir tan lejos? -Si nos casamos aquí, llamaríamos la atención. Lali se mordió el labio con angustia. Evidentemente, Peter iba a usar su inteligencia y riqueza unidas para conseguir el mayor secreto posible. -¿Iremos juntos? -No, por separado. Ya nos encontraremos allí. -Oh... -por lo visto.. se había ocupado hasta del más mínimo detalle. -Me temo que no podremos vernos hasta ese mismo día. -¿Y por qué no? -deseó haberse mordido la lengua antes de formular aquella pregunta. -Por supuesto, después de la boda me tomaré algunos días libres -le explicó Peter fríamente-, pero para eso tengo que dejar algunos asuntos resueltos. Me voy a Japón esta misma tarde, y después pasaré en Indonesia el resto de la semana. -Vas a estar agotado. -Tranquila, sobreviviré. Mientras tanto, te sugiero que canceles tu contrato con la agencia. -Estaba a punto de firmar uno nuevo -confesó Lali. -Muy bien, entonces sólo tienes que decirles que has cambiado de idea.

capitulo 53

-Estás muy nerviosa... -¿Como uno de tus purasangre quizá? Reprimiendo un juramento, Peter se levantó y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos. -Lali, ¿por qué te comportas de repente como una niña caprichosa? -¿Cómo te atreves...? Por toda respuesta, Peter empezó a besarla apasionadamente hasta que notó que ella se dejaba llevar y empezaba a temblar de puro deseo. Entonces, se separó y la miró largamente. -Avisaré al chófer -dijo finalmente-. Te llamaré pronto. También se me han quitado a mí las ganas de comer. Lali sintió que la rechazaba, y de repente intuyó lo difícil que le iba a resultar seguir adelante con aquel funesto pacto. Pero no consintió que la debilidad la dominara: de una forma u otra lograría sobrevivir con el orgullo intacto. Aplacaría aquel insano deseo que sentía por él y continuaría adelante con su vida. -Así que, aunque haya sido de forma tan poco convencional, Peter te ha pedido que te cases con él -Liz suspiró satisfecha. -Sólo cuando se dio cuenta de que era su última oportunidad. -Por lo visto, muchos hombres reaccionan de la misma forma. Aunque ese Peter ya tiene treinta y tres años, parece que piensa que puede pasarse toda la vida revoloteando de flor en flor, por así decirlo. Espero que aprendas algo de esta experiencia, y, si fueras un poco lista, podrías enseñarle un par de cosas... -¿Por ejemplo? -Este matrimonio será como vosotros queráis que sea. -¿Es que no me has oído? -preguntó Lali confusa-. No es un matrimonio de verdad, Liz. -Lo que pasa es que estás muy enfadada con Peter. No puedo creer que seas capaz de separarte en cuanto pasen los seis meses. -Lo haré, Liz, te lo juro. -Ahora sí que no pienso escucharte -dijo su amiga enfadada-. Y por lo que respecta a Peter, está igual de equivocado que tú si piensa que puede vivir contigo, aunque sea sólo de vez en cuando, sin que la gente se entere. -No, Liz: sabe muy bien lo que se hace. No espera que estemos juntos mucho tiempo. Liz apretó los labios. -Sólo quiero preguntarte una cosa: ¿por qué no le cuentas a Peter la verdad de lo que pasó con Leland? -¡Ni siquiera quiso escucharme cuando intenté hacerlo! -Puedes obligarle a que te escuche, no creo que te dé tanto miedo.

capitulo 52

-Supongo que porque no me gustas -admitió Lali. -¿Qué significa eso? -Peter estaba más perplejo que furioso-. ¿Acaso es lo que se le dice al hombre que acaba de pedirte en matrimonio? -Precisamente, la semana pasada hice una lista de dos páginas enteras anotando las cosas que no me gustan de ti... No entiendo de qué te sorprendes. No tienes el menor interés en mí, lo único que deseas es mi cuerpo... -Estás muy nerviosa, así que no haré caso de lo que me has dicho -la interrumpió Peter procurando controlarse-. Vamos a comer. -Una cosa más -dijo Lali dulcemente mientras se sentaba a la mesa-: ¿Has pensando compartir tus favores entre Natalie Cibaud y yo? -¿Acaso te has vuelto loca? -Eso no es una respuesta. Peter apretó la servilleta con fuerza, mirándola con ojos brillantes. -Por supuesto no pienso enredarme con ninguna otra mujer mientras esté contigo -concedió furioso. -Muy bien. ¿Y para cuándo has planeado el feliz acontecimiento? -¿Te refieres a la boda? Lo más pronto posible. Será muy íntima. -Me parece tan bonito que no tengas ni la menor duda de que voy a decir que sí -comentó Lali malévolamente. -Te advierto que si lo que quieres es que te arrastre a la cama para cerrar esa boquita que tienes, vas por el buen camino -Lali tragó saliva, intentando controlar sus ansias de atacarlo continuamente-. Me dijiste que lo único que te haría cambiar de idea sería una proposición de matrimonio. Ya te la he hecho, así que déjame tranquilo. Lali se esforzó por comer algo, pero no pudo. Intentó iniciar una conversación, pero era demasiado tarde, ya que Peter estaba de un humor pésimo. Evidentemente, se había imaginado que todo lo que harían sería beber champán hasta el momento en que la llevara a la cama. -¿Sabes que todos esos rumores sobre nosotros han contribuido a relanzar mi carrera? -Ie preguntó al fin. -Hoy ha sido tu último día de éxito. No quiero que te exhibas medio desnuda en la pasarela, ni tampoco que trabajes -dijo Peter sucintamente. -Oh -replicó Lali. Estaba deseando ponerse a gritar. -Sé sensata: piensa que tienes que estar permanentemente disponible cuando yo te necesite... -Como la esclava de una harén... -Lali. -Escucha, me está entrando un dolor de cabeza terrible -Lali apartó su plato y se levantó de repente-. Quiero volver a casa. -Muy pronto, éste será tu hogar -le recordó secamente. -No me gustan los cuadros, ni los suelos de mármol, ni estas enormes habitaciones casi vacías, con muebles tan feos... No quiero vivir con diez pisos vacíos por debajo de éste -exclamó Lali a punto de echarse a llorar.

capitulo 51

Pero, ¿qué pasaría si ella conseguía trocar aquella aparente humillación en un triunfo? Podría al fin liberarse de todo lo que había contribuido a arruinar su vida en los últimos años: de la deuda, de una profesión que detestaba y del mismísimo Peter. Si reunía el valor suficiente, lo conseguiría: se casaría con él para divorciarse seis meses más tarde. Se imaginaba a sí misma lanzándole un cheque a Peter a la cara y diciéndole que no necesitaba para nada su dinero ahora que tenía el suyo propio. Volvió a mirarse en el espejo con una expresión de triunfo. No pensaba derramar ni una sola lágrima más. Se quedó muy sorprendida al ver que Peter la estaba esperando en el vestíbulo. -¿Estás bien? -le preguntó, como si de verdad le importara. -Estaba pensando en mis condiciones -replicó con una sonrisa desafiante-. Tengo que estar segura de que nuestro acuerdo me hará sentir realmente como si hubiera ganado el premio gordo -le dijo. -Mis abogados se ocuparán de todos los detalles -dijo Peter frunciendo el ceño-. ¿Por qué tienes que ser tan grosera? ¿Grosera? ¡Por Dios Santo! ¡Qué sensible se había vuelto de repente! Lo que no quería, evidentemente, era enfrentarse a los detalles más sórdidos del trato que él mismo le había propuesto. No cabía duda de que estaba dispuesto a ser más que generoso con ella, pero, como la mayor parte de los mortales, deseaba hacerse la ilusión de que le querían por sí mismo. Lali decidió que ya utilizaría más adelante aquella sorprendente debilidad que acababa de descubrir. Lali abrió mucho los ojos, simulando asombro. -Yo creía que te gustaba decir las cosas a las claras... -Te he traído hasta aquí para celebrar un simple y sensato acuerdo entre los dos, no para empezar otra pelea -alzó una mano para retirarle con un delicado gesto el pelo de la cara, y poco a poco la bajó para detenerse en la línea de su escote. Lali casi podía ver la intensidad de la lujuria con la que la miraba de arriba abajo, deteniéndose en sus estrechas caderas y aquellas increíbles piernas-. No... no tengo ninguna gana de pelear contigo -repitió roncamente. -Si estás pensando en lo que yo creo para celebrar el trato, la respuesta es no -dijo Lali con una gran sonrisa mientras se servía otra copa de champán-. No me iré a la cama contigo hasta la noche de bodas, ni un solo minuto antes. Y ahora, ¿qué tal si comemos? -¿Comer? -Ya que no podemos hacer otra cosa... -sugirió Lali dulcemente. -¡Dios! ¡Ven aquí! -gruñó Peter atrayéndola hacia sí-. ¿Por qué te empeñas en volverme loco? ¿A qué viene ese afán de contradecirme continuamente? Así no se comportan las mujeres. ¿Por qué no puedes darme por una vez lo que te pido?

Monday, January 25, 2016

capitulo 50

-Sé razonable: ¿acaso crees que puedo presentar a mi familia a una esposa que ha sido la amante de Leland? -preguntó Peter en el mismo tono que usaría para convencer a un niño tozudo-. Hay cosas que, sencillamente, no pueden hacerse. ¿Cómo van a respetarme si hago algo tan bajo? Ellos me consideran un ejemplo de conducta. Lali mantenía los ojos cerrados; en aquel momento entendió porqué muchas mujeres pierden la cabeza y son capaces de matar. Se sentía llena de dolor y de ira: le estaba ofreciendo un matrimonio del que nadie llegaría a saber nada porque su conducta había sido tan escandalosa que no merecía ser aceptada o comprendida por la exquisita familia Lanzani. -Me siento mal -murmuró al fin. -No, nada de eso -la contradijo Peter. -Me... siento... muy mal . -El lavabo está al otro lado del hall -dijo Peter desaprobadoramente-. La verdad, no me esperaba esta reacción. Puedo entender que los detalles del trato no te hagan mucha gracia, pero, al fin y al cabo, te estoy ofreciendo un matrimonio legal. -¿Ah, sí? -se limitó a decir Lali sin darse la vuelta. Se encerró por fin en el lavabo, donde un espejo enorme le devolvió una imagen de sí misma desconocida, pálida y desencajada como la heroína de una tragedia antigua. Se repitió una y mil veces que no amaba a aquel cerdo, que lo único que sentía por él era pura atracción animal. Deseaba gritar, echarse a llorar, romper cosas, pero se limitó a pasear frenética de un lado para otro, dándole mil vueltas a la oferta de Peter: Le había ofrecido todo un edificio, pero no quería vivir con ella; deseaba más que nada hacerle el amor, pero estaba dispuesto a presentarla en público. Amor y odio, las dos caras de una misma moneda. ¿Y aquella había sido su propuesta de matrimonio? Lali se echó a reír amargamente. Peter sólo quería utilizarla, continuaba considerándola una especie de muñeca que deseaba conseguir a cualquier precio... por alto que éste fuera. Con un gesto de dolor, pensó en los dos hombres que, antes que Peter, habían tenido una gran influencia en su vida: su padre y Leland. Por primera vez pensó en su padre sin sentimentalismos inútiles. Russ se había jugado todo su dinero y después se había marchado, dejando que se enfrentara sola a sus deudas. Leland no sólo le había robado tres años de su vida, sino que, además, había destruido su reputación. ¿Cuántas veces se había repetido que no volvería a consentir que ningún hombre la utilizara? Por primera vez le vino a la mente la idea de cambiar los papeles. ¿Qué pasaría si, para variar, fuera ella la manipuladora? ¿Acaso no le hacía falta un marido para heredar parte de la fortuna de su madrina? Hasta aquel momento, la idea de atrapar a algún incauto con tal fin le había parecido casi un crimen. Curiosamente, nunca se había sentido tan bien. Aquel cambio debía ser producto de la mala influencia de Peter. No sólo la había humillado y turbado hasta extremos inimaginables, sino que se había propuesto, además, convertir el sagrado vínculo del matrimonio en una especie de broma cruel. Seguro que se había propuesto que el suyo durara apenas el tiempo necesario para cansarse de ella.

capitulo 49

-¿Por qué no me dejas en paz de una vez? -murmur Lali fijándose en una mesa exquisitamente dispuesta. -Porque tú no me dejas. Con esa manera que tienes de mirarme... -Peter se rió brevemente-Realmente me siento incapaz de tirar la toalla cuando me miras así. -¿Y cómo te miro? -Seguramente de la misma forma que yo a ti -replicó mientras descorchaba una botella de champán-: con deseo y resentimiento a la vez. Pero estoy a punto de eliminar lo segundo para siempre -dijo enigmáticamente mientras le tendía una copa-. Ese rumor insidioso según el cual Peter es incapaz de comprometerse es una completa falsedad, y pienso demostrarlo. He estado pensando mucho tiempo y he encontrado una solución muy simple. -No me digas que vas a... -se estremeció Lali. -¿Qué es el matrimonio al fin y al cabo? Un contrato legal, nada más -continuó frívolamente, aunque Lali sintió que se le helaba la sangre en las venas-. Una vez establecido este principio he decidido hacer un trato contigo que nos convenga a los dos: si tú firmas un contrato prenupcial, yo me casaré contigo. -Re... repite eso -tartamudeó Lali alucinada. Peter parecía muy satisfecho consigo mismo. -La condición principal es que no te aprovecharás del prestigio social que te daría convertirte en mi esposa. Viviríamos separados la mayor parte del tiempo. Cuando venga a Londres y te quiera a mi lado, te quedarás en este apartamento. Todo el edificio es mío. El único sitio donde compartiremos el mismo techo será en mi isla de Grecia. ¿Qué te parece? A Lali le temblaba tanto la mano que a punto estuvo de derramar el champán. ¿Acaso le estaba pidiendo que se casara con él? Y si así era, ¿a cuento de qué venía todo aquello de vivir en casas separadas y del prestigio social? Peter le quitó delicadamente la copa de la mano y la condujo hasta un sofá, sentándose acto seguido a su lado. -Si lo que necesitas para sentirte segura y aceptar acostarte conmigo es un certificado de matrimonio, te lo daré -le dijo amablemente-. Pero como, evidentemente, nuestra relación no va a durar siempre, haremos una especie de contrato privado entre los dos. Lali cerró los ojos: nunca le había hecho tanto daño como en aquel momento. ¿Acaso su reputación era tan mala que ni siquiera quería que la vieran a su lado? -Piénsalo bien antes de tomar una decisión -le advirtió Peter al observar su evidente turbación-. Me parece un trato justo y realista... -¡Es una burla! -explotó Lali. Y fue precisamente en aquel momento terrible cuando se dio cuenta de que, probablemente, estaba enamorada de Peter. Nunca se había sentido peor que entonces, cuando por fin entendió cómo y por qué había conseguido aquel hombre tener semejante poder sobre ella. Aquella revelación acabó con su rebeldía.

capitulo 48

-El señor Lanzani la espera en el último piso, señorita Esposito. -¡No sabía que la limusina la enviaba él! ¡Esto es insultante! -se dio cuenta de que sonaba bastante patética, así que se mordió el labio, procurando controlarse. Todo lo ocurrido era culpa suya, tenía qué haberle preguntado al chófer a dónde la llevaba. Un guardaespaldas bloqueó la puerta hasta que llegaron al último piso. Lali salió a una gran estancia octogonal. No se trataba del apartamento que ella conocía, lo que no hizo sino aumentar su aprensión. Al otro extremo de la habitación una puerta se abría a una especie de salón con amplios ventanales por donde entraba la luz a raudales; otra puerta comunicaba con lo que parecía ser un invernadero o un jardín. El corazón le latía con fuerza en el pecho. Temerosa y expectante a la vez, se dirigió hacia el jardín en busca de un poco de aire fresco. Demasiado tarde se dio cuenta de que estaba en la azotea de un rascacielos; se quedó clavada ante la balaustrada, incapaz de moverse o de mirar hacia el suelo. -¡Vaya! No me digas que también tienes vértigo... -dijo una voz a sus espaldas. Lali sintió que unas manos le asían con firmeza por los hombros y la ayudaban a retirarse de la balaustrada. -No se me había ocurrido, pero podía haberte dejado en el borde hasta convencerte... Eso me pasa por querer ser un hombre honorable -dijo Peter llevándola otra vez al interior del edificio. -¿Qué demonios quieres decir con eso del honor? -preguntó Lali en cuanto consiguió recuperarse del susto. -Ten más respeto: para un griego eso es algo muy importante -le advirtió Peter. Lali se lo quedó mirando sorprendida; él le devolvió una fría mirada, que no retiró hasta que a ella se le hizo insoportable. Le estaba dando a entender que no era nada para él, y que no le importaba siquiera si vivía o moría. -Cada vez que nos vemos te encuentro más nerviosa -señaló Peter cruelmente-. Y más pálida y delgada también. Aunque sigues siendo muy guapa, no sé cuánto tiempo más va a aguantar el estrés al que te sometes. -A veces te comportas como un auténtico... -replicó Lali mientras el color volvía a sus mejillas. -Y lo más extraño de todo es que nunca antes me he portado así con ninguna mujer -la interrumpió Peter sin el menor remordimiento. Lo más humillante para Lali es que le seguía pareciendo el hombre más atractivo que había visto nunca. No podía desviar la vista de su rostro, ni olvidar la suavidad de aquel cabello negro como el ébano. Para empeorar las cosas, llevaba un traje gris plateado, el color que mejor le sentaba, de un corte impecable que no hacía sino resaltar su imponente físico. De todo su cuerpo emanaba una energía casi visible, mientras que, para su desgracia, cada vez resultaba más evidente su propia debilidad. -Tranquila. Esta vez quiero hacerte una proposición de lo más decente antes de que nos sentemos a comer -le confió Peter pasándole un brazo por la espalda para llevarla hacia el comedor-. Confía en mí... Te vas a sentir como si te hubiera tocado la lotería.

capitulo 47

A pesar de que sabía a lo que se enfrentaba, Lali decidió aceptar su oferta porque necesitaba el dinero... y no sólo para reparar el tejado, sino para devolverle el préstamo a Peter. Aunque tenía muy claro que el dinero no iba a darle ninguna felicidad, sin él jamás conseguiría ser libre. Y lo que Lali deseaba más que nada en el mundo era la posibilidad de tomar sus propias decisiones. -¡Pero bueno! -exclamó Catriona al ver su expresión de derrota-. ¡Pero que le ha pasado a la famosa Reina de Hielo! Mientras hacía el equipaje, Lali se dijo que había sido Peter el que había destruido para siempre aquella imagen al obligarla a enfrentarse a emociones que hasta entonces le eran desconocidas... dolorosas, mortificantes. Deseaba con más ahínco aún que Catriona volver a ser de hielo. Lali abandonó la pasarela entre clamorosos aplausos. Estaba deseando quitarse aquel aparatoso vestido que le apretaba por todas partes. Por fin había terminado todo. Se sentía tan aliviada que estaba a punto de echarse a temblar. Nunca en su vida lo había pasado peor. Antes de que pudiera llegar a los camerinos se tropezó con Manny Di Venci, el diseñador, un hombre enorme, completamente calvo. -¡Has estado maravillosa! No, no, no te cambies todavía, ven conmigo -le instó, llevándola a través de un oscuro pasillo-. Eres la mejor relaciones públicas que jamás he tenido, así que te mereces seguir así de guapa en la comida que te espera. Seguramente, pensó, Catriona había planeado que pasara la velada con algunos VIPS a los que querría impresionar. Salieron a un callejón donde esperaba un coche con la puerta abierta. Cuando se sentó, se dio cuenta de que se trataba de una lujosa limusina con los cristales ahumados. Vio que alguien había dejado en un rincón la bolsa con sus cosas. Se sentía cada vez más incómoda con aquel traje de cóctel de un azul intenso. No llevaba nada debajo del corpiño ajustado de amplio escote, y la falda, además de estrecha, era excesivamente corta. No le apetecía mucho tratar con algún posible cliente con aquellas pintas, pero se consoló pensando que aquella situación no duraría siempre. En cuanto Peter apareciera en público en compañía de otra mujer, ella pasaría al olvido automáticamente. Cuando la limusina se detuvo, Lali salió en lo que parecía ser un aparcamiento subterráneo. Horrorizada, empezó a pensar que la habían secuestrado, hasta que reconoció a lo lejos la voz de uno de los guardaespaldas de Peter, lo que la hizo sentirse aún peor. -¿Dónde estoy? -le preguntó al sirviente que la esperaba en uno de los ascensores.

capitulo 46

Lali se quedó pasmada, pues nunca antes había tenido el honor de recibir una visita de su jefa, quien, además, odiaba el campo. -¡Lali, querida! -exclamó en cuanto la tuvo delante-. ¡Tengo grandes noticias! ¡Vas a ser la sensación de la temporada! -¿Tienes trabajo para mí? -preguntó la joven en el colmo de la sorpresa. -Cariño, parece que estás otra vez en la cresta de la ola: pasado mañana habrá un desfile de Di Venci en Londres..., creo que es una gala benéfica o algo parecido... es la oportunidad que estábamos esperando para que debutaras en la pasarela. -¿En la cresta de la ola has dicho? -Lali no llegaba a entender a cuento de qué venía aquel repentino cambio de suerte. -Las revistas de cotilleos están que arden -comentó Catriona divertida mientras consultaba su agenda electrónica-. ¿Acaso no las lees? -No, no he comprado ninguna. -Bueno, querida, ya sabes que me gusta ser discreta: tu vida privada es cosa tuya -a pesar de sus palabras, Catriona apenas podía reprimir su curiosidad-. Sin embargo, es tan emocionante lo que te ha pasado... ¡Si es nada menos que uno de los hombres más ricos del mundo! -No tengo ni la menor idea de a qué te refieres... -Pues al hombre que ha relanzado tu carrera de forma tan espectacular -replicó Catriona enarcando las cejas-. Aunque le velaron el carrete, el fotógrafo que os sorprendió ha contado por todas partes que os vio... -Te refieres a Peter... -Te puedo jurar que me quedé pasmada cuando vino a verme un caballero que, según mis informes, está muy relacionado con ese tiburón de las finanzas griego -parloteó Catriona, cada vez más e entusiasmada-. Así que, sin dudarlo, le di tu dirección. Me dijo que Peter Lanzani nunca olvida un favor... ni tampoco un desaire, si vamos a eso. -Yo... -Lali se había puesto mortalmente pálida. -No entiendo qué diantres haces vegetando en este lugar -continuó Catriona-. No sé qué le habrás dado, cariño, pero le tienes comiendo en tu mano; ¡Si hasta se rumorea que esta misma semana ha dejado a Natalie Cibaud! Y, aun teniendo en cuenta su pésima reputación -añadió pícaramente-, es un auténtico pez gordo, ¡un diamante de veinticuatro quilates! -No hay nada entre nosotros -pudo por fin declarar Lali. La cabeza le daba vueltas, incapaz de procesar toda aquella información. -Aunque se haya terminado todo, será mejor que no se lo digas a nadie -le aconsejó Catriona procurando disimular su decepción-. Tu popularidad actual se la debes a él... Lali pensó que no dejaba de ser irónico. Peter debía estar furioso, seguro que pensaba que era ella la que le había ido con el soplo a la prensa. Catriona echó un vistazo a su reloj. -Escucha, ¿qué te parece si regresas conmigo a la ciudad? Te aconsejo que vuelvas a casa de esa amiga tuya. Todos los periodistas te están buscando como locos, y no nos conviene que te encuentren tan pronto. Tu aparición en la pasarela tiene que ser triunfal.

Sunday, January 24, 2016

capitulo 45

Por supuesto -replicó Peter cortante-. Elegiré a mi esposa con la cabeza, no con mi líbido. Lali hizo un gesto de repugnancia ante semejante declaración. Le estaba costando mucho mantenerse en calma para poder enfrentarse a aquel formidable antagonista. -Me parece que tu sitio está en el Museo de Ciencias, con los dinosaurios -se mofó. -Lo único que te digo es que si ahora me marcho, no regresaré nunca más, ¿qué dices a eso? -Que te marches ya de una vez -replicó Lali al instante. -¡Dios! Cómo me gustaría arrastrarte escaleras arriba hasta esa cama y demostrarte lo que te estás perdiendo... Sorprendida, Lali se lo quedó mirando sin saber qué decir. Se sentía como si estuviera ardiendo en un incendio provocado por ella misma. -¡Sigue soñando! -le espetó por fin con todo el desprecio que fue capaz de reunir, aunque un temblor en su voz estuvo a punto de traicionarla. Entonces se oyó el motor de un coche que se acercaba por el camino. Peter hizo un gesto con la cabeza para despedirse, y se marchó. Lali pasó los siguientes cinco días como en un trance. Vinieron unos hombres con una grúa para llevarse el ferrari, y también le pidió a un constructor que revisara el tejado y le diera un presupuesto. Como ya se temía, había que retejarlo completamente, lo que, dado el estado de sus finanzas, por el momento le resultaba imposible. Salió a cenar con Patrick Devison, e hizo lo que pudo para sentirse atraída por él. Se trataba de un hombre atractivo y simpático, y aunque consintió en que la besara, no sintió absolutamente nada. Cuando él le pidió otra cita, ella le rechazó con una excusa cualquiera. Para empeorar las cosas, era incapaz de dormir. Pasaba las noches imaginando que peleaba con Peter... o que hacía el amor con él salvajamente, cuando no, y aquello era lo más humillante de todo, que se casaba con aquel griego odioso. Apenas se reconocía a sí misma. Una tarde se sentó e hizo una lista de todos los defectos de Peter. Llenó dos páginas, y acabó llorando, amargamente encima de ellas. Detestaba a aquella especie de Neanderthal, pero, por otra parte, su recuerdo la obsesionaba hasta tal punto que apenas podía comer o pensar en otra cosa. ¿Cómo se había dejado llevar hasta ese punto? Nunca hubiera creído que la simple atracción sexual pudiera ser tan devastadora. Se sentía furiosa consigo misma, y terriblemente avergonzada además. El quinto día, a media mañana, oyó que un coche se acercaba por el sendero. Un porsche plateado aparcó ante su puerta y de él salió la mismísima Catriona Ferguson.

capitulol 44

Cálidas lágrimas rodaron por sus mejillas. Le detestaba por la forma en que le había hecho ver lo tonta y débil que podía llegar a ser, por usar todas aquellas artimañas con el único fin de hacerle caer en la tentación, por demostrarle que era mucho más vulnerable de lo que creía. Al cabo de cinco minutos Peter apareció en el salón completamente vestido. Su furia era tal que sus ojos parecían despedir chispas. -Eres una zorra -murmuró entre dientes, en tono bajo y ronco. Su boca se contraía en una especie de mueca-. Primero casi te metes en la cama conmigo y al segundo te pones a coquetear con otro hombre prácticamente delante de mis narices. -¡No estaba en la cama contigo!... al menos no como tú crees -se defendió. -Tú no deseas a ningún otro hombre -le espetó Peter-. ¡Sólo me deseas a mí! -No pienso ser tu amante -dijo, pálida como un fantasma-. Te lo dije desde el primer momento. Y aunque me hubiera acostado contigo -añadió-, también te pediría que te marcharas. Enredarme en una relación contigo sólo sería degradarme a mí misma... -¡Como si yo fuera a seducirte a estas alturas! -se burló Peter-. ¿Degradarte has dicho? -repitió incrédulo-. Si el único estúpido aquí he sido yo, al tratarte como si merecieras la pena. -Ya sé que no me crees, pero te repito que nunca fui la amante de Leland... -empezó a decir. -No, claro: tú dirías que fuiste su novia -se burló Peter. -No, yo... -¡Theos! -exclamó Peter fuera de sus casillas-. ¡Qué ciego he estado! Lo único que has estado haciendo desde el principio es intentar conseguir más de mí... y para seguir forzando las cosas, has decidido que lo mejor es darme celos con otro hombre... -¡No! -casi gritó Lali, incapaz de soportar la imagen que Peter se estaba haciendo de ella. -Si por un segundo has pensado que podrías obligarme a ofrecerte un anillo de compromiso a cambio de acostarme contigo es porque debes estar completamente loca. -¿De verdad? -aquellas duras palabras la hicieron por fin reaccionar-. Pues es una lástima, porque eso es lo único que me haría cambiar de idea -declaró, dispuesta a utilizar cualquier arma a su alcance para hacerle daño. Atónito al comprobar que sus peores sospechas eran ciertas, Peter se la quedó mirando sin saber qué decir. -Si alguna vez me caso -declaró al fin con un hilo de voz-, mi esposa será una auténtica dama, educada y con una reputación intachable. Lali se encogió acobardada; ella misma le había dado la soga con la que se estaba ahorcando. Sin embargo, su orgullo la ayudó a enfrentarse de nuevo a él. -Sin embargo, eso no te impedirá seguir teniendo amantes, ¿verdad?

capitulo 43

Sólo entonces pareció darse cuenta Lali de lo que había estado a punto de hacer; avergonzada, se levantó de la cama de un salto. -¡Eres un cerdo! -le insultó mientras se colocaba la camiseta en su sitio y, sin esperar su respuesta, se abalanzó escaleras abajo. Cuando abrió la puerta se encontró con Patrick Devenson, su vecino más próximo, al que había conocido el día anterior. -¿Sabes que hay un ferrari medio hundido en el arroyo de enfrente? Todavía temblorosa, Lali se limitó a asentir con la cabeza como una marioneta. No se podía creer lo poco que le había faltado para dejarse seducir por aquel miserable. -Lo he visto cuando volvía a casa -le explicó Patrick, un rubio y atractivo veterinario-. Como sabía que estabas en casa, decidí parar para ver si estabas bien, ¿lo estás? -insistió preocupado. -El conductor está arriba, descansando -consiguió articular Lali. -¿Quieres que le eche un vistazo? -No es necesario -dijo Lali con la respiracipn entrecortada. -¿Y no quieres llamar al médico? -preguntó Patrick señalando su teléfono móvil. -Te estaría muy agradecida si me dejaras hacer una llamada. -Claro -asintió el joven-. ¿Te importa si entro? Está lloviendo mucho. -Por supuesto, perdona. Lali echó a correr escaleras arriba y le pasó el móvil a Peter. -Llama ahora mismo para que vengan a buscarte si no quieres que te eche a patadas yo misma. Peter asió el teléfono impasible, pero no sin antes lanzarle una mirada cargada de odio. Marcó un número, dio algunas órdenes en griego e, inmediatamente salió de la cama. Lali se quedó pasmada no tanto por la intensidad de aquella mirada como por la visión de aquel hombre desnudo y visiblemente excitado. Turbada, salió a toda prisa de la habitación. -Gracias -dijo, devolviéndole el teléfono a Patrick. -¿Se había tomado una copa de más, verdad? -preguntó señalando el dormitorio-. Es una pena como ha quedado el coche. ¿Es tu novio? -preguntó mientras se dirigía hacia la puerta. -No, no lo es. -Entonces, ¿querrías cenar conmigo mañana? Lali estuvo a punto de rechazar su invitación, pero en el último momento cambió de idea. -¿Por qué no? -repuso. Sabía que Peter estaría escuchando cada palabra desde el dormitorio. -¡Estupendo! -exclamó Patrick complacido-. ¿Te parece bien a las ocho? -Sí, muy bien. Se lo quedó mirando mientras subía a su todo terreno, y no pudo por menos que pensar lo sencilla que debía ser la vida de aquel joven en comparación con la de Peter, tan manipulador y egocéntrico. Odiaba a aquel hombre con toda su alma.

capitulo 42

-¿Qué es lo que pretendes? -preguntó Lali suspicaz. -Quiero convencerte de que confiar en mí sólo te traerá ventajas. Como ves, ni siquiera te he puesto un dedo encima -señaló, como si considerara tal cosa una heroicidad. Lo terrible del caso era que ella estaba deseando que la tocara. Por fin el alzó el brazo y le soltó la cinta del pelo, hundió los dedos en la sedosa melena y, poco a poco, la atrajo hacia sí. -¿Acaso no es esto lo que los dos deseamos? -le preguntó. -No... -se resistió Lali, aunque su piel ardía mientras él recorría el contorno de sus labios con la punta del dedo-. Esto no significa nada para mí -insistió desesperada. -Mira que eres tozuda -se burló Peter. Ella pensó que si seguía mirándola con la misma intensidad acabaría fundiéndose. -No soy tozuda, sólo que... -se detuvo sin saber cómo seguir, incapaz también de reunir las fuerzas necesarias para separarse de él. -Te gusta pelear, ¿eh? -susurró Peter. Lali se sentía como en una nube, ensordecida casi por los latidos de su propio corazón-. Eres una mujer por la que merece la pena luchar. Sería mucho mejor si no te resistieras, si te dejaras llevar... -Pero... -Nada de peros -la interrumpió Peter colocando un dedo en sus labios para hacerla callar-. Me necesitas -insistió, acercándose aún más a ella. -No... -musitó. -Sí -dijo Peter antes de besarla. Le separó los labios delicadamente con la punta de la lengua Ilevándola a un estado de excitación tal que casi se dejó caer encima de él. Aprovechándose de aquel momento de debilidad, Peter la estrechó con más fuerza entre sus brazos. -No -gimió Lali de nuevo. Él empezó a acariciarle un seno, y el placer que eso la produjo fue tan intenso e insoportable que sólo con un enorme esfuerzo consiguió controlarse. Levantó la cabeza para verle mejor, pero en vez de aplacar su deseo, sólo consiguió avivarlo aún más. -¿No? -repitió Peter juguetonamente. Se sentía atraída por su irresistible virilidad como una mariposa hacia la llama de una vela. Peter se dio cuenta de que estaba a punto de rendirse, y sonriendo como un lobo en el momento de atacar a su presa, empezó a besarla apasionadamente. La tendió sobre el lecho sin dejar de acariciarla. Lali temblaba de pies a cabeza de puro deseo, y cuando él introdujo una mano por debajo de la camiseta para acariciarlo primero y besarlo después los senos desnudos creyó que se derretiría de placer. Durante un interminable momento lo único que pudo hacer fue acariciarlo a su vez. De repente, Peter levantó la cabeza alarmado. -¿Qué es eso? -preguntó. -¿El qué? -inquirió Lali parpadeando confusa. -Alguien está llamando a la puerta.

capitulo 41

Lali se desasió bruscamente y volvió al piso de abajo. Sabía que lo que tenía que hacer era buscar la fregona y limpiar el suelo, pero lo cierto es que estaba temblando como un flan. En parte era por el shock sufrido, pero sobre todo porque durante todo el tiempo que había durado la cura no había dejado de preguntarse, como una tonta adolescente, qué llevaría puesto Peter debajo de las sábanas. Minutos más tarde consiguió recobrarse lo suficiente como para subir de nuevo al dormitorio con un montón de cacharros para las goteras, el cubo y la fregona. Se puso a limpiar el suelo, furiosa consigo misma por no haber hecho caso de las indicaciones del agente inmobiliario; era evidente que tendría que retejar toda la casa antes de que llegara el invierno, aunque no tenía ni la menor idea de cómo iba a costear semejante obra. -¿Cómo te encuentras? -preguntó después de haber colocado todos los recipientes en el suelo. -¡Fenomenal! -fue su irónica respuesta-. La verdad es que no entiendo por qué prefieres ahogarte dentro de estas cuatro paredes en vez de venirte conmigo. -Pues ya ves: nada de lo que hagas o digas conseguirá convencerme. No tengo la menor intención de vivir con ningún hombre... -No te estaba pidiendo que vivieras conmigo -la corrigió Peter-. Me gusta tener mi propio espacio. Estaba pensando más bien en comprarte algo e ir a verte de vez en cuando... -¡No estoy en venta! -le record Lali furiosa. -Sólo vendrías si te ofrezco un anillo de compromiso, ¿no? -la interrumpió Peter-. Pues te diré una cosa: puede que esté obsesionado por poseer ese delicioso cuerpo tuyo, que tiembla de puro deseo en cuanto estoy cerca -murmuró apasionadamente, al tiempo que le asía delicadamente una mano sin que ella no pudiera oponer la menor resistencia-, a cambio estoy dispuesto a darte todo lo que desees con sumo gusto, excepto eso precisamente, pethi mou. -Si no tuvieras esa herida en la cabeza te abofetearía -amenazó Lali-. ¡Déjame en paz de una vez! Soltándole la mano, Peter se la quedó mirando con una sonrisa irónica. -Después de lo que te hizo Leland, no me extraña que te comportes así. Sí, ya sé que te echó del hospital y que hizo llamar a su mujer, dejándote tirada y sin un céntimo. Por eso ahora piensas que es más seguro conseguir un marido que un amante. Pero yo no soy Leland... Lali estaba aterrada y fascinada a la vez por el poder de aquel hombre. Presentía que era más que capaz de de seducirla, pues a cada segundo que pasaba en su compañía, más terrible era la tentación de ceder. Le odiaba, pero también lo deseaba, y se odiaba a sí misma por ser tan débil. -Ven, acércate -le apremió Peter-. No ganas nada con resistirte. Te prometo que nunca me aprovecharé de ti como hizo Leland.

Saturday, January 23, 2016

capitulo 40

-Veo tu dedo gordo -contestoPeter secamente-. ¿Qué tontería de pregunta es ésa? Roja como un tomate, Lali dio un salto al ver que él se soltaba la corbata. -¿Vas a quitarte la ropa? -Sí, así estaré más cómodo. -E.. entonces mejor me marcho. De... de todas formas tengo que buscar cubos para el agua -se disculpó Lali cobardemente mientras se precipitaba hacia la puerta. Sólo de imaginarse el cuerpo semidesnudo de Peter provocó que le recorriera por todo el cuerpo una corriente de excitación. Se disculpó a sí misma diciéndose que aquella inesperada reacción era producto de la tensión acumulada en las últimas horas. Volvió a lamentar no haber llevado a Peter al hospital, aunque sabía que hubiera resultado inútil intentar convencerle. Cuando iba a por el cubo y la fregona, se le ocurrió que lo mejor sería buscar un antiséptico para la herida de Peter. Temía que fuera más grave de lo que parecía, pues casi estaba segura de que, aunque fuera por unos breves instantes, había perdido el conocimiento después de la pelea; recordaba muy bien que se había quedado con los ojos cerrados, pues aquellas increíbles pestañas que tenía casi rozaban los pómulos... ¡Santo Cielo! ¿Qué demonios le estaba pasando? Peter ya se había metido en la cama cuando ella volvió al cuarto. Parecía que se había dormido. Casi sin atreverse a respirar, Lali se quedó mirándolo un largo instante, fascinada por la fuerza que emanaba de él incluso cuando yacía inmóvil. De repente se dijo que sería mejor dejarse de bobadas e intentar despertarle, no fuera a ser que tuviera de verdad una conmoción cerebral. Se acercó a la cama y le sacudió ligeramente el hombro desnudo; apartó la mano de inmediato, como si se hubiera quemado al contacto con aquella piel ardiente. Peter abrió por fin los ojos. -Me has manchado de sangre toda la almohada -consiguió articular Lali. Tenía la garganta completamente seca. -Te compraré una nueva. -No hace falta que me compres nada... y estáte quieto -le conminó-, quiero ver cómo tienes la herida. Ayudándose de un paño de cocina, y procurando disimular su nerviosismo, Lali le limpió la sangre de la cara; de repente, él alzó una de sus manos y le rodeó delicadamente la muñeca. -Estás temblando como una hoja. -Te podían haber apuñalado o algo parecido. Me pongo enferma sólo de pensarlo... Te aseguro que podría haberme enfrentado a ese chico yo sola... -A mí me parece que no. Entre todos ellos podían haberte arrastrado a un callejón oscuro, y después... -No pienso darte las gracias por lo que hiciste: si me hubieras dejado en paz, nada de esto habría sucedido -afirmó Lali enérgicamente-. Me hubiera quedado en el hotel hasta acabar el turno y después el camarero me hubiera traído en coche a casa. Vive muy cerca.

capitulo 39

-No me atrevo. Eres tan gafe que si ahora salgo del coche seguro que me ahogo en el arroyo. -¡Pero si no es nada profundo! -Me tranquiliza oír eso -forcejeó con la portezuela hasta que consiguió salir al camino embarrado. -¡Lo siento! -se disculpó Lali-. Me asusté mucho cuando vi tanta agua en el camino. -¡Pero si no es nada! ¿Qué harás cuando veas el océano entonces? -Pensé que el arroyo se había desbordado, y que la corriente nos arrastraría en la oscuridad, por eso frené tan de golpe -intentó explicar Lali mientras se encaminaban a la casa. Por fin abrió la puerta principal y encendió la luz. Peter tuvo que agacharse para entrar, y se quedó mirando la desnuda estancia sin hacer el menor comentario. Lali tuvo que reconocer que cuando el fuego no estaba encendido, parecía aún más triste y desolada. -El piso de arriba está un poco mejor. Si quieres, puedes acostarte en mi cama. -No sé si merezco tanta amabilidad. ¿Dónde está el teléfono? -No tengo -confesó Lali. -¿Estás bromeando? -¿Es que no tienes un móvil? -replicó un poco molesta. -Debió caérseme durante la pelea -dijo Peter, y jurando por lo bajo en griego empezó a subir las escaleras tambaleándose un poco. -Tendría que verte un médico -insistió Lali preocupada. -¡Tonterías! Lo único que necesito es descansar un poco... -¡Cuidado con la cabeza! -le advirtió Lali justo un segundo antes de que se chocara con el dintel de la puerta-. ¡Oh, no! -gimió, corriendo a su lado. Rápidamente le condujo hacia el interior del dormitorio antes de que se hiciera más daño. -Hay charcos en el suelo -señaló Peter parpadeando confuso. -No digas bobadas -dijo Lali, y precisamente entonces le cayó en la nariz una enorme gota de agua. Levantó la cabeza hacia el techo cubierto de vigas de madera y, horrorizada, descubrió un montón de goteras. De hecho, el suelo estaba casi completamente cubierto de agua. -Esto parece una cabaña -dijo Peter. Lali maldijo entre dientes y se acercó a comprobar cómo estaba la cama. Por suerte, era lo único en la habitación que estaba completamente seco. Peter se dejó caer en una esquina del colchón. Quiso colocar su chaqueta en uno de los postes de la cama, pero no tuvo fuerzas y ésta cayó de lleno en un charco. -No tenía que haberte hecho caso -se reprochó Lali mirando la prenda hecha un trapo--. Tenía que haberte llevado a urgencias. -Sólo me duele un poco la cabeza, nada más -protestó Peter arrogante-. Deja de tratarme como a un niño. -¿Cuántos dedos ves? -preguntó ansiosamente plantando delante de él el dedo gordo. Estaba tan nerviosa que no fue capaz de extender ninguno más.

capitulo 38

-¿Qué es lo que pretendes? -No estás en condiciones de conducir. -¿Y eso por qué? -¡Por favor, Peter! Estás sangrando, probablemente estés también conmocionado. Por una maldita vez en tu vida, haz lo que te dicen. El consideró durante unos instantes semejante posibilidad, hasta que por fin dio su brazo a torcer. -¿Sabes conducir un Ferrari? -Por supuesto -contestó Lali entre dientes mientras ponía en marcha el coche. -Las luces -le indicó Peter aprensivamente-. Tienes que encender las luces... o si lo prefieres, cierro los ojos... -¡Cállate! Estoy intentando concentrarme -Lali dio por fin con el interruptor-. Es muy típico de ti eso de sacar faltas. Por cierto, a ver, ¿dónde estaban tus guardaespaldas? -¿Cómo te atreves a decirme eso? -Peter intentó incorporarse un poco, pero el cinturón de seguridad se lo impidió-. Puedo cuidar de mí mismo. -¿Contra cinco matones a la vez? -preguntó Lali. Todavía se le revolvían las tripas al recordar la pelea; se sentía terriblemente culpable por lo sucedido-. Te llevaré a Urgencias. -No necesito ningún médico, estoy perfectamente -se resistió Peter. -No quiero ser responsable de que mueras por conmoción cerebral o algo parecido -replicó Lali inexorable. -Sólo tengo unos cuantos arañazos y moretones, lo único que me hace falta es descansar un poco. Después pediré que me lleven un coche. Aquel era el auténtico Peter: organizador, dispuesto a llevar la voz cantante. Lali captó la indirecta y condujo en dirección a su casa probablemente a la velocidad mínima a la que había ido ese coche jamás. La lluvia había arreciado, haciendo que se redujera considerablemente la visibilidad. -De acuerdo, puedes venir a casa conmigo, pero sólo estarás una hora -le advirtió. -¡Qué generosa eres! Lali se ruborizó al recordar el interés que se había tomado Peter durante su enfermedad para asegurarse de que estaba bien atendida. Sin embargo, no había tenido que ocuparse personalmente de su bienestar, se había limitado a pagar a otros para que la cuidaran. De hecho, no podía imaginar a Peter sacrificándose por nadie. De repente, notó que el camino a la casa estaba completamente enfangado; alarmada, frenó de golpe, provocando que el coche diera un brusco patinazo. Sin que pudiera hacer nada por evitarlo, chocó de golpe contra el borde del camino. -Aunque parece que nuestro ángel de la guardia esté de vacaciones, por suerte aún seguimos vivos -ironizó Peter mientras apagaba el contacto. -Ahora supongo que te dedicarás a hacer un montón de comentarios ofensivos sobre las mujeres que conducen, ¿no? -siseó Lali aferrándose aún al volante.

capitulo 37

-salió del coche y se plantó frente a ella-: El personal era insuficiente y mal preparado, los clientes llevaban horas esperando a que se les atendiera, las mesas estaban sucias... ¡Pero si hasta la alfombra estaba hecha un asco! Si el director no toma las medidas oportunas, pienso despedirlo. Lali se quedó sin habla, no sólo por su vehemencia sino porque se había cambiado de ropa, y el ligero traje gris pálido que llevaba puesto le sentaba como un guante. Se lo quedó mirando mientras notaba correr la adrenalina por sus venas. -Te odio por haberme seguido hasta aquí... -empezó. -¡Pero si estabas esperando que lo hiciera! -la interrumpió Peter, y en cuanto lo hubo dicho ella supo que era cierto. -Me voy a casa andando, no pienso meterme en tu coche -se fijó en que, una vez más él estaba calándose por su culpa. -No quiero desperdiciar toda la noche esperándote a la puerta de tu casa -gruñó. -¿Así que ya sabes donde vivo? -Lali apenas podía dar crédito a lo que acababa de oír-. Pues no te molestes en ir hasta allí, no pienso abrirte la puerta. -¿No te das cuenta de que pueden agredirte por alguno de esos caminos tan solitarios? ¿Acaso merece la pena? Lali asió el paraguas con fuerza y emprendió el camino con decisión. No había recorrido ni diez metros cuando vio delante de ella un grupo de jóvenes que la miraban aviesamente. Cuando pasó a su lado, empezaron a decirle groserías que la hicieron acelerar el paso. Notó que una mano se posaba a sus espaldas, y antes de que pudiera desasirse, los acontecimientos se precipitaron: Peter apareció a su lado y soltó un puñetazo a su atacante; de inmediato, sus compinches acudieron en su ayuda, por lo que pronto se organizó una tremenda pelea. Lali se puso a gritar con todas sus fuerzas, absolutamente aterrorizada. -¡Soltadlo! -gritaba, al tiempo que propinaba patadas y paraguazos a los gamberros, que se dieron a la fuga en cuanto empezó a acudir gente de los bares cercanos, alarmados por el griterío. Lali se agachó al lado de Peter, sosteniéndole la cabeza mojada. -jEres un tonto! -repetía una y otra vez. Por fin Peter meneó la cabeza muy lentamente; tenía una herida que sangraba en una de las sienes. -Eran cinco contra uno -murmuró dolorido. -Súbete al coche, no vaya a ser que regresen -dijo Lali ayudándole a incorporarse-. Podían haberte machacado. -Bueno, no creo que sea para tanto... -protestó Peter. -Hay una comisaría justo al final de la calle... -No pienso poner una denuncia a esos gamberros desharrapados -gruñó Peter poniéndose en pie-. Total ya han recibido un par de buenos puñetazos... -No tantos como tú -puntualizó Lali ayudándole a acomodarse en el asiento delantero.

capitulo 36

¿cómo iba a saber que aquel hotel era de Peter? Recordó la inmensa lista de empresas que había en el Edificio Lanzani de Londres, en la que se mencionaban desde compañías petrolíferas, hasta industrias de telecomunicaciones, pasando por los seguros y otros servicios. -Lali... digo, señorita Esposito, por favor -la llamó Dennis humildemente. Se preguntó qué le habría dicho Peter para amansarlo hasta ese punto-. El señor Lanzani dice que puede tomarse la tarde libre. -No puedo, estoy trabajando -replicó. -Pero... -Dennis estaba pasmado. -Estoy contratada para trabajar esta noche y necesito el dinero -continuó Lali, y levantando la barbilla desafiante se acercó a la mesa de Peter para servirle el brandy-. No eres más que un presuntuoso y un egoísta -le espetó. Antes de que pudiera evitarlo, él le puso la mano en el codo y la obligó a permanecer a su lado. La lanzó una mirada tan verde y ardiente . -Si te diera una pala, seguro que te ponías a cavar tu propia tumba tan contenta. Vete a por tu abrigo y vámonos. -No, éste es mi trabajo y no pienso... -Te pondré las cosas fáciles: estás despedida -dijo Peter con rudeza. Con la mano que tenía libre, Lali asió la copa de brandy y se la echó por encima de los pantalones. Peter se echó hacia atrás sorprendido y furioso. -Si no puedes soportar el fuego, será mejor que te mantengas alejado de la cocina -murmuró Lali, y alzando la cabeza con la misma arrogancia que una reina, se dio la vuelta. Cuando Lali salió del vestuario del personal, se encontró con que Dennis la estaba esperando. -Debes estar loca para tratar de ese modo a Peter Lanzani. -Me importa un bledo, ya no trabajo aquí -replicó Lali sacudiendo la cabeza-. ¿Puedes darme mi paga, por favor? -¿Tu... tu paga? -Sí, ¿pasa algo? -preguntó beligerante. Se hizo un largo silencio. -Está bien, te la daré -admitió Dennis por fin-, pero no sé qué pensará el señor Lanzani... Cuando salió a la calle, estaba lloviendo a mares, y, a pesar de que llevaba paraguas, Lali se empapó de pies a cabeza. Cuando apenas había caminado unos pasos, se detuvo a su lado un fantástico coche deportivo. -Sube -dijo Peter desde el interior. -¡Vete a paseo! Podrás tiranizar si quieres a tus empleados, pero no a mí. -¿Tiranizar? -Peter estaba sinceramente sorprendido-. ¿Pero tú te has fijado bien en qué condiciones estaba ese local?

Thursday, January 21, 2016

capitulo 35

Lali se obligó a acercarse a Peter, quien tamborileaba impaciente sobre la mesa. -¿Sí? -preguntó. -Ese uniforme que llevas es tan corto que pareces una camarera francesa de opereta -le espetó-. Cada vez que te agachas, alguno de estos tipos baja la cabeza para ver mejor el panorama, ¡incluso el maitre! Lali enrojeció bruscamente. Efectivamente, el uniforme le estaba un poco pequeño, pero ya había estirado el bajo todo lo posible. -¿Vas a beber algo o no? -insistió secamente. -Primero me gustaría que me limpiaras la mesa -dijo Peter señalando con disgusto la superficie de madera-. Luego me traes un brandy y te sientas conmigo. -¡No digas bobadas! ¡Estoy trabajando! -contestoLali afanándose por dejar la mesa impecable. -Trabajas para mí, y si yo digo que quiero que te sientes, te sientas -replicó Peter dominante. Lali se quedó en suspenso. -¿Qué quieres decir con eso de que trabajo para ti? -Este hotel pertenece a mi cadena -gruño-, y, de momento, no me está gustando nada lo que veo. Lali se quedó helada. Apiló los platos sucios y se dirigió a la cocina sintiéndose enferma. Peter hizo una señal a Dennis y le ordenó que se sentara a su mesa. El joven parecía la misma imagen de la desolación. Aunque se apresuró para servir los pedidos, Lali no pudo evitar que se elevara un coro de quejas entre los clientes. -¡Yo no he pedido esto! ¡Le he dicho que me trajera una ensalada, no patatas fritas! -¡Y yo las quería asadas! -¡Señorita, este filete no está bien...! Desesperada, Lali se dio cuenta de que había mezclado todos los pedidos. Haciéndose cargo de la situación, Peter se levantó de la mesa y le pidió el bloc. -¿Qué es esto? -preguntó severamente-. ¿Jeroglíficos egipcios acaso? Aquí no hay quien entienda nada. Lali estaba mortalmente pálida. -Creo que me he equivocado -se disculpó. Empezaron a temblarle las piernas-. Lo siento... -No se preocupen -dijo Peter a los clientes-, enseguida les serviremos lo que han pedido. Vamos, Lali, muévete. Vio que Dennis llamaba a alguien por el teléfono interno. Parecía un hombre superado por los acontecimientos. Al poco entró el director del hotel, que de inmediato se sentó con Peter, con la misma expresión de un ternero entrando en el matadero. Lali se dio cuenta de que era ella la que había provocado aquel desastre, pero ¿cómo iba a saber que aquel hotel era de Peter? Recordó la inmensa lista de empresas que había en el Edificio Lanzani de Londres, en la que se mencionaban desde compañías petrolíferas, hasta industrias de telecomunicaciones, pasando por los seguros y otros servicios.

capitulo 34

Le encantó la pequeña chimenea que alegraba el salón, aunque no podía decir lo mismo del fregadero o del estado de los sanitarios del cuarto de baño. Apenas tenía los muebles imprescindibles, aunque esperaba que le trajeran una cama nueva aquel mismo día. La casa estaba a unos dos kilómetros del pueblo más cercano. En cuanto le trajeran la cama, pensó, llamaría al hotel para preguntar sin podían ofrecerle algún trabajo. Como estaban en plena temporada alta, supuso que no le sería muy difícil lograrlo. Cinco días más tarde Lali estaba en su tercer día de trabajo a media jornada como camarera en el animado bar del hotel. Empezaba a pensar que aquel puesto no era tan estupendo como había supuesto en un principio. ¿Por qué no había preguntado si tendría que servir comidas antes de aceptar? Estaba acostumbrada a servir bebidas, pero le costaba mucho anotar pedidos complicados a toda velocidad. Lali vio a Peter en cuanto éste entró en el bar. En cuanto su imponente silueta se recortó en la puerta, todo el mundo se volvió hacia él. Era como un gigante entre pigmeos. Llevaba un traje gris oscuro, con una camisa de seda y una corbata a juego. Parecía insultantemente rico, casi un poco fuera de lugar incluso. Lali notó que el corazón empezaba a latirle a toda velocidad; de repente, la estancia le pareció más abarrotada que nunca, casi le faltaba aire para respirar. Peter se la quedó mirando fijamente, haciendo que se sintiera como un conejillo sorprendido por las luces de un coche. Con un gran esfuerzo, consiguió concentrarse para acabar de tomar nota en la mesa que estaba atendiendo. Plegó los menús y se dirigió a las cocinas lo más rápido que pudo. Pero no lo suficiente como para que Peter no la interrumpiera. -Para un momento -le ordenó en voz baja. -¿Cómo me has encontrado? -Catriona Ferguson, la directora de la agencia, no tuvo ningún inconveniente en decírmelo -dijo. Con un rápido movimiento, Lali consiguió eludirlo y continuar hacia la cocina. Cuando salió comprobó con desmayo que Peter se había sentado en una de las mesas que le tocaba atender. Aunque se esforzó por ignorarlo, sabía que él no la quitaba ojo de encima. Empezaron a sudarle las manos y a temblar, hasta tal punto que casi se derramó encima una de las bebidas que iba servir. Por fin se le acercó Dennis, el jefe de camareros. -¿Has visto al tipo de la mesa seis? -preguntó casi disculpándose, mirando su hermoso rostro con expresión de carnero degollado-. Es extraño: algo en él me resulta familiar, pero no sé dónde le he podido ver antes.

capitulo 33

Si tenía la valentía suficiente, podría empezar de nuevo. A fin de cuentas, en Londres sólo le quedaban los miserables restos de una carrera de modelo que le había dado más sinsabores que alegrías. Suponía que podría encontrar un trabajo en la comarca como camarera o dependienta, puestos en los que, además, contaba con cierta experiencia. Cuando Liz regresó, Lali estaba ya más que decidida, así que se limitó a exponer sus planes ante su cada vez más atónita amiga. -Si la casa está realmente mal, te costará una fortuna ponerla en condiciones, Lali -le recordó preocupada-. No quiero descorazonarte, pero me parece que... -Liz, escucha: nunca he querido ser modelo y, ahora, además, no tengo ningún trabajo -argumentó Lali-. Ésta puede ser mi oportunidad para empezar una nueva vida. Cueste lo que cueste, quiero intentarlo. Dejaré la dirección en la agencia, por si quieren contratarme para algo, pero lo cierto es que no puedo permitirme quedarme sentada sin hacer nada. Por lo menos, si consigo ganar algo de dinero, podré empezar a devolverle el préstamo a Peter. Lali hubiera querido evitar tener que contarle a su amiga que había estado enferma, pero no le parecía justo no decirle que un extraño había estado cuidando de la casa durante su ausencia. Sin embargo, Liz pareció preocuparse más por su enfermedad y el papel desempeñado en ella por Peter . -¡Juraría que ese hombre está completamente enamorado de ti! -exclamó, sacudiendo la cabeza. -¡Ja! ¡Ni siquiera sabe lo que significa esa palabra! Lo que pasa es que haría cualquier cosa por conseguir lo que desea. Debe creer que cuantos más favores me haga, más obligada me sentiré a corresponderle. -Lali, si te hubiera dejado aquí sola, probablemente habrías muerto. ¿No deberías estarle agradecida? -preguntó Liz incómoda-. Podía haberse limitado a llamar a una ambulancia. -¿Y perderse la oportunidad de tenerme en sus garras? -replicó Lali cínicamente-. ¡Ni hablar! Sé muy bien cómo funciona su cerebro. -Puede que tengáis mucho más en común de lo que estás dispuesta a admitir -comentó su amiga reflexivamente. Lali llegó al chalet dos días después. A la luz del atardecer, tenía un aspecto un poco sombrío, pero estaba situado en un lugar muy hermoso. Había un sendero que llegaba hasta la puerta bordeado de preciosos árboles. Había conseguido ingresar algo de dinero en su cuenta vendiendo la mayor parte de su guardarropa. Tras explorar detenidamente su nuevo hogar, su entusiasmo no decayó un ápice. Aunque las paredes pedían a gritos una mano de pintura, decidió que las reparaciones de las que le habían hablado en la agencia inmobiliaria podrían esperar.

capitulo 32

-Será mejor que se mantenga al margen de esto -le advirtió Lali mientras llamaba al ascensor. -El señor Lanzani no desea que se marche, señorita Esposito. Se va a enfadar... -¿Y? -Hará que la sigamos, señorita... -confesó. -Nada de eso -murmuró amablemente Lali-. No me gustaría tener que avisar a la policía. Además, estoy segura de que los periódicos darían la noticia, y al gran jefe no le gusta nada la publicidad, ¿verdad? El ascensor llegó por fin y ella se apresuró a colocar sus maletas. -Permita que le de un consejo: el señor Lanzani puede ser un enemigo implacable. Lali se dijo que no era de extrañar que aquel hombre estuviera tan pagado de sí mismo. Su riqueza e ilimitado poder le debían haber hecho creer que era un semidiós, acostumbrado siempre a obtener cuanto deseaba. Se juró a sí misma que a ella nunca la conseguiría: su mente era sólo suya, lo mismo que su cuerpo, y él no podría tenerla, jamás. Por fin llegó a casa de Liz, de la que, siguiendo sus órdenes, ya se había marchado la persona contratada por Peter. Exhausta, se preparó una taza de café y se puso a revisar el correo, donde encontró una carta dirigida a ella. La había enviado una agencia inmobiliaria, y, debido a los nervios y a la dislexia, al principio le costó un poco entender lo que decía. En realidad, deseaban contactar con Russ, pero les había sido imposible encontrar su dirección, por lo que se dirigían a ella como persona de contacto. Solicitaba instrucciones respecto a una propiedad de su padre que había quedado vacante. Poco a poco, Lali fue haciendo memoria. Sus acomodados abuelos habían muerto cuando su padre era aún un niño. Ya entonces se le consideraba la oveja negra de la familia, y sólo había heredado una pequeña casa y la correspondiente parcela en Cambridgeshire. Sin embargo, no pudo ocuparla ni venderla porque vivía en ella una antigua inquilina que no estaba dispuesta a marcharse. Lali telefoneó de inmediato a la agencia. -No puedo decirles dónde está mi padre por que no lo sé -admitió tristemente-. Hace mucho que no sé nada de él. -La anciana inquilina se ha ido a vivir con unos parientes. Si su padre desea arrendar la propiedad de nuevo, tendrá que hacer muchas reformas. Sin embargo -continuó el agente-, la propiedad está en un lugar ideal para edificar, y si su padre lo desea, podemos encargarnos de venderla. Lali estaba segura de que eso precisamente sería que su padre querría... para derrochar el dinero en las carreras de caballos en el juego. Respiró hondo y preguntó si había algún problema para que ella pasara a buscar las llaves y se hiciera cargo de la casa. Cuando colgó el teléfono, era tal el torbellino de ideas que bullía en su cabeza que tuvo que sentarse para pensar con calma. Lo único cierto era que necesitaba una casa y que siempre le había gustado vivir en el campo.

capitulo 31

-No tendrás que soportar el acoso de la prensa mientras estés conmigo -le ofreció Peter muy seguro de sí mismo-. Yo te protegeré. Tampoco tendrás que volver a empeñar nada. Y mucho menos volver a hacer esos tontos anuncios en los que salías peinándote las trenzas en medio de un prado alpino cubierto de flores... Ella se limitó a cerrar los ojos, sin fuerzas para pelear con él. Era como un tanque que lo arrasara todo a su paso. Sólo un misil podría detenerlo. -El silencio te sienta bien -comentó satisfecho. -Te odio -murmuró Lali. -Lo que odias es desearme tanto -la contradijo Peter con énfasis-. Y me parece justo, no creas: cuando te imagino tumbada al Iado de Leland, tan tiesa como un bloque de hielo, a mí tampoco me hace gracia la idea de desearte tanto. Lali escondió la cara entre las sábanas, muerta de vergüenza. -Limítate a comer mucho y a descansar -le aconsejó Peter agachándose hacia ella-. Para cuando vuelva de Grecia tienes que estar totalmente recuperada. Lali dio un mordisco a la almohada, hirviendo de rabia. En aquel momento habría vendido su alma al diablo a cambio de poder darle una buena bofetada. Al cabo de un rato se atrevió a asomar la cabeza, suponiendo que ya se había ido. Sin embargo, él aún estaba en la puerta. -Por cierto -le dijo antes de salir-, espero que seas discreta con la prensa acerca de esta relación... -¡No tenemos ninguna relación! -le interrumpió-. No admitiría haber estado en tu apartamento aunque los paparazzi me sometieran a tortura. Peter se la quedó mirando satisfecho un instante antes de marcharse, dejándola tan abatida y acobardada como un ratoncillo que acabara de escapar de las garras de un gato. Por fin acabó de empaquetar sus cosas. Mientras yacía enferma, Peter había hecho que le llevaran todas sus ropas de la casa de Liz. Se había puesto furiosa al enterarse. ¿Acaso pensaba de verdad que se quedaría con él después de curarse? Durante los dos días que siguieron a la marcha de Peter, hizo todo lo posible por recuperarse cuanto antes. Por fin el especialista le dijo que estaba ya curada, aunque le recomendó que se tomara las cosas con calma. Decidió que lo mejor sería ser sensata y aprovechar la oportunidad que se le presentaba de descansar tranquilamente en la casa de Peter, atendida por sus sirvientes griegos. Sin embargo, decidió marcharse antes de que volviera Peter, el mismo día en que Liz tenía previsto regresar. Dos de los guardaespaldas de Peter se la quedaron mirando inquietos mientras amontonaba sus cosas en el vestíbulo. Ninguno de ellos hizo el menor intento por ayudarla. -El señor Lanzani... -empezó a decirle el más veterano.

Wednesday, January 20, 2016

capitulo 30

-El mayor especialista en este campo es muy amigo mío. Como respondiste muy bien al tratamiento, no vio la necesidad de trasladarte. -¡Nadie me preguntó nada! -se quejó Lali, y empezó a rascarse en la cadera. Sin previo aviso, Peter retiró la sábana. -¡No se te ocurra rascarte! Tendrás cicatrices por todo el cuerpo si lo haces. Si vuelvo a pillarte, te ataré las manos para impedírtelo -le amenazó. -Eres un cerdo -le insultó Lali, a punto de perder los estribos ante aquella arrogancia-. No tenías ningún derecho a traerme aquí. -No estás en condiciones de decirme lo que tengo o no que hacer -le recordó Peter brutalmente-. No pienso discutir mientras sigas convaleciente. Si te sirve de consuelo para tu maltrecha vanidad, te diré que esas manchas me han acabado pareciendo de lo más atractivo... -¡Cállate! -gritó Lali, y acto seguido se desplomó sobre los almohadones agotada por el esfuerzo. A pesar de su debilidad, Peter le había parecido tan atractivo como le recordaba: llevaba un traje beige con una corbata color caramelo y una camisa de seda a juego. Aquellos colores tan suaves contrastaban de maravilla con su piel morena. Por contraste, Lali se veía más desaliñada que nunca; furiosa, se dio la vuelta para no verlo. -Estaré en Atenas diez días -dijo Peter conciliador rodeando la cama-. Espero que te recuperes del todo en mi ausencia. -No pienso estar aquí cuando regrese... ¡Oh, no! ¡La casa de Liz se ha quedado vacía todos estos días! -exclamó Lali sintiéndose muy culpable. -No, he contratado a una persona para que vaya a cuidarla. A Lali le dio un vuelco el corazón: aquel hombre no sólo se había hecho cargo del préstamo de Leland, sino que había pagado el tratamiento médico que estaba recibiendo, y, para colmo, también se había ocupado de la casa de Liz. No podría devolverle todo aquello ni en lo que le quedaba de vida. -Gracias -murmuró secamente, aunque sólo fuera por el favor que le había hecho a su amiga. -De nada -replicó irónicamente-. Y espero que estés aquí cuando vuelva, pues, de lo contrario, iré a buscarte... -¡No se te ocurra hablarme como si fueras mi dueño! -exclamó Lali frenética-. Hace tan sólo unos cuantos días estabas con esa actriz francesa... y me dijiste que nunca más volverías a llamar a mi puerta. -Eres tú la que ha llamado a la mía... ¡Ah! Te refieres a esto... -dijo, y sacó una joya de oro de su cartera, dejándosela al Iado en la cama. Lali se quedó mirando atónita el brazalete que había empeñado. -El titular del periódico decía Reina de Hielo en el Monte de Piedad -dijo Peter enarcando las cejas sardónicamente-. Supongo que el mismo dueño llamó a los periodistas. Encontré el recibo en tu bolso y pude recuperarlo. Lali lo miró boquiabierta.

capitulo 29

¿Se siente un poco mejor, señorita  Esposito? Lali parpadeó un poco. Aquella cara le resultaba vagamente familiar. Una mujer con una bata blanca, evidentemente una enfermera, estaba a su lado tomándole el pulso. -¿Qué es lo que me ha pasado? -murmuró. Apenas recordaba nada más que los accesos de tos, el dolor agudo en el pecho y la dificultad para respirar. -Acaba de pasar una neumonía. No es corriente, y puede resultar bastante peligroso -le explicó la enfermera-. Ha estado delirando casi cinco días. -¿Cinco días? -Lali se quedó mirando el espacioso dormitorio en el que se encontraba. Indudablemente, estaba en el apartamento de Peter. Aunque los muebles eran elegantes y muy caros, no había el menor toque femenino en la decoración. -Tuvo mucha suerte de que el señor Lanzani la encontrara a tiempo -continuó la enfermera, sacándola de su abstracción-. Se puede decir que la salvó la vida al darse cuenta de la gravedad de su enfermedad tan rápido. -¡No! ¡No quiero deberle nada más! -gimió Lali horrorizada. La joven la miró incrédula. -¿Cómo puede decir eso después de que el señor Lanzani haya puesto a su disposición a los mejores especialistas del país y haya contratado todo un equipo de enfermeras para atenderla...? -La señorita Esposito ha estado muy enferma, así que puede decir lo que quiera -la interrumpió Peter desde la puerta de la habitación-. Puede tomarse un descanso, enfermera, yo me quedaré con la paciente. -Sí, señor Lanzani-ruborizándose, la enfermera se retiró a toda prisa. Impulsivamente, Lali se echó la sábana por encima de la cabeza. -¡Vaya! Por lo que veo la enferma mejora por momentos -comentó Peter en cuanto se hubo cerrado la puerta-. Y sigue siendo tan ingrata como siempre... No sé por qué, pero eso no me sorprende. -¡Vete! -murmuró Lali, repentinamente consciente de que tenía el pelo muy sucio y de que, probablemente, los granos se habrían multiplicado. -Estoy en mi apartamento -dijo Peter secamente-, y no pienso marcharme. Te diré que he venido a verte todos estos días para comprobar cómo estabas. -No me importa Si tan enferma estaba, ¿por qué no me llevaste al hospital? -preguntó Lali debajo de la sábana.