Wednesday, September 30, 2015

capitulo 70

—Hay un montón de cosas que no sabes sobre mí —le espetó Peter—. Ésa es una de las razones por la que no seguimos casados.
Suzanne volvió a cruzarse de brazos. Al hacerlo, se le abría cada vez más el escote del jersey y Lali no podía parar de mirarle los pechos.
—¿Podríamos hablar un momento en privado? —le preguntó Suzanne a Peter irritada.
Lali dio un respingo.
—¿Te importa? —le preguntó Peter.
Por supuesto que le importaba porque estaba insegura y asustada y estaba empezando a sentirse como una leona guardando su territorio, pero, por supuesto, no lo iba decir en voz alta, así que tuvo que aguantarse.
—No, adelante —mintió.
Peter siguió a Suzanne, que había bajado los escalones del porche y estaba cruzando la pradera de césped con un provocativo vaivén de caderas. Menos mal que no entraron en las cuadras.
Lali no podía escuchar lo que estaban diciendo, pero se dio cuenta de la cantidad de veces que la ex mujer de Peter intentaba tocarlo con la excusa de quitarle algo de la camisa o de abrocharle un botón, aproximándose tanto a él que podía rozarlo con los pechos.
Cuando vio que la pareja se despedía, se fijó en que Peter se encogió de hombros y en que Suzanne sonreía. A continuación, ella se dirigió a su coche, se montó y se fue y Peter volvió a casa.
—Perdona —le dijo—. No creía que fuera a volver por aquí jamás.
Lali asintió.
—¿Y qué quería?
—Prefiero no hablar de ello ahora —contestó Peter—. Me voy a duchar.
Y, dicho aquello, sin esperar su respuesta, pasó a su lado y se perdió en el interior de la casa.
Lali se giró y se quedó mirándolo, calculando que habían pasado catorce horas de perfecto matrimonio, catorce horas de felicidad.
Catorce horas.
Peter se metió en la ducha y dejó que el agua le resbalara por el cuerpo, deseando que las gotas pudieran borrar los últimos veinte minutos de su vida.
Justamente ahora que creía que las cosas estaban yendo bien porque Lali y él habían hecho una tregua y habían pasado la noche y buena parte de la mañana haciendo el amor...
Tal vez, si no se hubieran levantado de la cama, si se hubiera quedado en ella haciéndole el amor a su esposa durante el resto del día, no habría sucedido nada.
No, imposible, Suzanne le habría arruinado la vida de todas maneras.
¿Por qué demonios tenía que haber vuelto precisamente ahora? Después de la corta conversación que había mantenido con ella a las puertas de la cuadra, lo sabía.
Suzanne había abandonado a su amado Kevin, el hombre con el que se había estado acostando mientras estaba casada con él, y ahora quería una reconciliación. Por lo visto, quería volver con él, decía que seguía enamorada de él y que se arrepentía mucho de haberlo engañado y abandonado.
Por supuesto, Peter no la creía.
En el pasado, lo había hecho, había confiado en ella, se había comportado como un estúpido, cegado por el deseo y convencido de que la amaba, pero había aprendido de sus errores.
Ahora, sabía que una persona que te ama no te deja, no liga con otros hombres delante de ti para ponerte celoso ni te separa de tu familia buscando más tiempo, atención y dinero.
A Suzanne le solía bastar con sonreír, ahuecarse el pelo y pasearle una uña pintada por el centro del pecho para que Peter se excitara y no fuera capaz de pensar con claridad.
¿Pero qué quería en realidad?
Peter creía que era posible realmente que quisiera volver con él, pero lo que no se tragaba eran las razones que le había dado. No, aquella mujer tramaba algo y Peter no iba a permitir que se saliera con la suya.
Sin embargo, aquello no significaba que su visita no hubiera levantado viejos recuerdos. Peter se frotó bien la piel con el jabón con la doble intención de limpiarse el sudor del trabajo y el olor de su ex mujer.
Creía que se había olvidado de ella y, en cierto sentido así era, pero también era verdad que todavía no se había recuperado del dolor de la traición, lo que lo ponía de muy mal humor.
Maldita Suzanne.
Ojalá se hubiera quedado con su querido Kevin y no hubiera vuelto a aparecer en su vida. Tras cerrar el grifo del agua, Peter salió de la ducha y comenzó a secarse.
Además, estaba Lali. Peter era perfectamente consciente de que estaba disgustada porque Suzanne se hubiera presentado en su casa y él no la había ayudado a tranquilizarse negándose a hablar con ella después de que su ex mujer se hubiera ido.
En aquellos momentos había necesitado estar solo para lamerse las heridas y apartar de su cabeza la voz y la imagen de su ex mujer.
Ahora que ya lo había hecho, sabía que le debía una explicación a Lali, tenía que asegurarle que Suzanne no iba a formar parte de sus vidas.

capitulo 69

Lali tuvo que ladear la cabeza para conseguir ver a su marido porque Suzanne llevaba el pelo completamente cardado y le tapaba la visión. Peter llevaba el sombrero puesto sobre los ojos y no había visto a su ex mujer. Por lo visto, tampoco había reconocido su coche porque, de lo contrario, habría sabido inmediatamente quién los había ido a visitar.
Al llegar al porche, levantó la cabeza y vio Suzanne. Al verla, la miró sorprendido, lo que hizo que Lali se alegrara porque lo cierto era que había albergado algún temor de que Peter se alegrara de verla.
Al oír su voz, Suzanne se quedó helada durante un segundo y, a continuación, de repente, gritó, corrió hacia él y se abalanzó sobre Peter.
Lali enarcó una ceja al ver que Peter daba un paso atrás y tenía que hacer equilibrios con los brazos para no caerse.
—Oh, Pit, Peter, cuánto te he echado de menos —gritó Suzanne con fingida dulzura, besándolo en la mejilla repetidas veces.
A Lali le entraron ganas de vomitar.
—Hola, Suzanne —contestó Peter agarrándola de las muñecas y quitándosela de encima—. ¿Qué haces aquí?
A Lali le pareció que Peter estaba irritado, lo que le produjo una gran alegría porque no estaba segura de poder soportar que Peter se alegrara de ver a su ex mujer.
—Te he echado de menos, Pit. Quiero volver contigo y ser feliz a tu lado.
—¿Y Kevin?
—Bueno, eso ya es agua pasada. Fue una estupidez por mi parte irme con él y abandonarte. ¿Me perdonas?
Peter tardó tanto en contestar que Lali sintió una punzada de pánico. ¿Y si se alegraba de ver a su ex mujer? ¿Y si quería volver con ella?
Con ningún objetivo en concreto, abrió la puerta mosquitera y salió al porche, dejando que se cerrara de un portazo. El ruido hizo que Peter levantara la mirada hacia ella.
A continuación, soltó a Suzanne y caminó hacia Lali, agarrándola de la cintura al llegar a su lado.
—Supongo que ya conoces a Lali, mi mujer.
Lali sintió que el corazón le daba un vuelco de alegría al oír aquellas palabras. Parecía que Peter no se iba a deshacer de ella para irse con su ex mujer.
La expresión del rostro de Suzanne era claramente de odio, un odio dirigido directamente a ella.
—No sabía que te hubieras vuelto a casar —comentó.

capitulo 68

Se trataba de Suzanne, la primera mujer de Peter, la primera señora Lanzani.

Lali sintió que la tierra se abría bajo sus pies y que no le llegaba el aire a los pulmones.
¿Qué demonios hacía Suzanne allí? ¿Por qué había aparecido ahora que todo parecía estar comenzando a ir bien?
—¿Y tú quién demonios eres? —le preguntó Suzanne cruzándose de brazos.
Tamaña grosería hizo que Lali saliera de su estado como si le hubieran tirado un cubo de agua fría.
—Soy Lali, Lali Esposito —contestó utilizando su apellido de soltera porque suponía que Suzanne la recordaría—. Nos conocimos en...
Suzanne desvió la mirada hacia el interior de la casa.
—¿Dónde está Peter? Soy su mujer y quiero verlo. ¿Dónde está?
Lali la miró furiosa y apretó los puños, no solamente porque fuera una maleducada y estuviera ignorando su presencia sino porque estaba mintiendo, ya que no era la esposa de Peter.
—Ex mujer —le recordó—. Te recuerdo que eres su ex mujer, Suzanne.
—No por mucho tiempo —contestó la aludida—. Lo del divorcio ha sido simplemente una fase, pero vamos a volver juntos y nos volveremos a casar.
—Siento mucho decirte que eso va a ser imposible porque Peter está casado conmigo.
Suzanne se quedó mirándola con la boca abierta y con los ojos entrecerrados y Lali se preparó para lo peor. No tenía miedo ya que estaba acostumbrada a recibir coces y patadas de vacas y caballos.
No le gustaba en absoluto pelear, pero sabía que podría aguantar la embestida. Sin embargo, antes de que a Suzanne le diera tiempo de responder o a Lali de cerrarle la puerta en las narices, se oyó la voz de Peter desde la pradera.
—Me ha parecido oír llegar un coche. ¿Tenemos visita?

capitulo 67

—No, supongo que no —contestó Lali recordando todo lo que habían hecho las tres veces que se habían despertado a largo de la noche—. Sin embargo, si me abandonas ahora, creo que podría sentirme necesitada de nuevo.
Peter la agarró de las nalgas y apretó contra su cuerpo para que sintiera su erección.
—Uy, eso sería espantoso y yo no puedo permitirlo —comentó.
El beso que le dio a continuación hizo que Lali se excitara por completo y pasaron muchas horas antes de que ninguno de ellos hiciera intento alguno de levantarse de la cama.
Horas después, estaban en la planta de abajo, duchados y vestidos, comiendo lo que habían preparado juntos entre caricias y besos.
—Aunque no me apetece nada, tengo que ir a ver un par de cosas —comentó Peter acariciándole la mano—. ¿Te importa?
A Lali le hubiera gustado que se quedara a su lado para siempre, acariciándola, besándola, mirándola con aquella devoción, pero sabía que no era posible y, además, también sabía que, si se pegaba demasiado a él, Peter podría sentirse agobiado.
—Claro que no —sonrió—. ¿Necesitas ayuda?
—No, no necesito ayuda —contestó Peter poniéndose en pie y tomándola de la mano para que ella también se levantara—. Si quieres, puedes ir a ver al potro, pero ten cuidado porque ya sabes que, a veces, las madres recién paridas se ponen un poco celosas.
Lali asintió, lo acompañó a la puerta y le dio un beso de despedida. Peter le dedicó una maravillosa sonrisa antes de salir de la casa, cruzar la pradera de césped y entrar en las cuadras.
Lali comenzó a recoger la mesa y se dio cuenta de que estaba tarareando. Con un poco de suerte, Peter no se arrepentiría de lo que estaba sucediendo entre ellos y su vida seguiría adelante así para siempre.
Aunque no la quisiera, el sexo era fenomenal entre ellos y se respetaban mutuamente. Además, iban a tener un hijo, lo que reforzaría el vínculo entre ellos.
Lali se dijo que podían ser felices y que se contentaba con aquello. Tal vez, no fuera así siempre, pero de momento estaba dispuesta a vivir el día a día.
Cuando estuvo la cocina recogida, se dirigió al despacho de Peter con idea de hacer unas cuantas cosas en el ordenador para después pasarse un rato por las cuadras.
A lo mejor, cuando Peter terminara lo que tenía que hacer, la acompañaría a ver al potro recién nacido. Le gustaba la idea de ir a verlo juntos porque pronto tendrían un bebé que compartir.
Para cuando terminó, había pasado una hora. Lali se frotó los ojos y se estiró, pensando que Peter ya habría terminado de hacer lo que tuviera que hacer en la cuadra, así que se puso las botas y abrió la puerta.
Al hacerlo, se encontró con una mujer en el porche que se disponía a llamar. Lali ahogó una exclamación de sorpresa y dio un paso atrás. No le costó mucho reconocer a aquella mujer de pelo rubio platino teñido que iba ataviada con un jersey fucsia con demasiado escote, unos pantalones blancos que parecían una segunda piel y unas sandalias de plataforma de varios centímetros de tacón.

capitulo 66

—Es lo que tú me has hecho a mí —protestó Lali.
—Sí, pero yo me recupero tan rápidamente como tú y quiero estar dentro de tu cuerpo cuando llegue al orgasmo.
Dicho aquello, se colocó de rodillas y se sentó sobre los talones, arrastrando a Lali con él. Al instante, Lali se encontró sobre su erección y, mientras le pasaba las piernas alrededor del cuerpo y lo abrazaba, sintió que Peter se introducía en ella, que lo recibió encantada.
Ambos suspiraron ante la gloriosa fricción y se quedaron quietos durante un momento, disfrutando del éxtasis. Luego, Peter la agarró de las nalgas, la levantó lentamente y la volvió a bajar. Hizo aquel movimiento unas cuantas veces. Lali le clavó las uñas en los hombros al tiempo que sentía que las paredes internas de su vagina comenzaban a tener espasmos, los primeros síntomas del orgasmo.
Cuando vio que Peter apretaba los dientes, comprendió que tampoco andaba lejos de alcanzarlo, así que se concentró en subir y bajar cada vez más rápido hasta que todo el cuerpo de Peter se tensó y aulló de placer. Un segundo después, Lali lo siguió gritando también.
Se quedaron así unos minutos. Lo único que se escuchaba era su respiración entrecortada, que llenaba la habitación. A continuación, Peter la depositó con dulzura sobre la cama, la tapó y la abrazó. Sintiéndose más feliz que nadie, Lali se quedó dormida deseando poder decirle las dos palabras que ocupaban su mente.
Te quiero.
En cuanto Lali abrió los ojos a la mañana siguiente, supo que algo había cambiado. Apenas tardó unos segundos en recordar lo que había sucedido la noche anterior y, al hacerlo, sonrió encantada.
Aquello era lo que ella había esperado del matrimonio, aquélla era la noche de bodas que quería haber tenido.
—Ya iba siendo hora de que te despertaras —comentó Peter a sus espaldas.
—Creía que ya estarías trabajando —contestó Lali girando la cabeza hasta verlo.
—Lo he pensado, pero no he sido capaz de levantarme sin ti.
Lali sintió que la piel se le ponía de gallina pues aquél era un lado de Peter, su lado juguetón y romántico, que ella jamás había visto.
—¿Y las vacas no tendrán hambre?
—No. Además, para eso tengo empleados.
Lali se giró por completo hacia él y apoyó el codo sobre la almohada y la cabeza en la palma de la mano. Bajo las sábanas, sus piernas estaban entrelazadas y sintió que comenzaba a excitarse.
—¿Eso quiere decir que te vas a quedar todo el día en la cama satisfaciendo a tu necesitada mujercita?
Peter enarcó una ceja.
—¿Después de lo de anoche todavía dices que estás necesitada?

capitulo 65

Lali sonrió encantada con un nudo de emoción en la garganta.
—Yo también quería que lo hicieras.
Aquello y mucho más. Quería que la acariciara, que la besara y que le hiciera el amor. Quería quedarse dormida entre sus brazos y despertarse de la misma manera, quería hablar con él, reírse con él y compartir los cambios que se estaban operando su cuerpo.
Y ahora que Peter estaba haciendo alguna de aquellas cosas, Lali sentía esperanza y alegría por primera vez en meses.
Peter continuó besándola por la tripa antes de emprender viaje al sur. Lali se revolvió, sintiéndose de repente tímida, y le tiró del pelo para intentar que no siguiera adelante, pero Peter la ignoró y le colocó los muslos en sus hombros.
—Peter, no...
—Calla —le dijo él dándole una palmadita en la nalga—. Llevo soñando con esto mucho tiempo, así que déjame hacer. Tú túmbate y disfruta.
Al sentir su lengua en la entrepierna, Lali, que había cerrado los ojos, vio colores por todas partes y sintió que la respiración se le alteraba ante el placer.
Sentía la lengua de Peter chupando, lamiendo, haciendo círculos. Había empezado lentamente y había ido tomando velocidad poco a poco, conduciéndola al borde del orgasmo varias veces, haciéndola estremecerse.
Cuando se concentró en aquel diminuto punto de deseo enterrado entre los pliegues de su cuerpo, Lali no se molestó en intentar controlar las sensaciones que se apoderaron de ella.
Su cuerpo se contrajo y, a continuación, elevó la pelvis del colchón durante unos segundos antes de que sus huesos se derritieran como la cera de una vela encendida y volviera a bajar. Tenía la respiración entrecortada y estaba sorprendida de no haberse desmayado.
—Eso debe de querer decir que te ha gustado, ¿no? —sonrió Peter.
Lali sonrió, lo agarró de las orejas y lo obligó a subir hasta tenerlo frente así.
—Cállate y bésame, tonto.
Peter chasqueó con la lengua divertido y obedeció. Lali percibió el sabor de su propio cuerpo en la lengua de Peter y gimió de placer al tiempo que deslizaba una mano entre sus cuerpos sudorosos, agarraba su miembro duro y potente. En aquella ocasión, fue Peter el que exhaló una exclamación de deseo y de placer.
A continuación, Lali jugueteó con su erección, deslizando la mano arriba y abajo, apretándola y haciendo círculos con la yema del dedo pulgar sobre la parte alta, rosada y delicada.
Peter la agarró de la muñeca al cabo de un rato, dando por finalizadas las caricias eróticas.
—Ya no puedo más.

capitulo 63 y 64

Lali lo besó, suspirando encantada cuando sus labios se encontraron, besándolo como si Peter fuera el agua que le salvara la vida después de una larga caminata por el desierto.
Peter le tomó el rostro entre las manos y la devoró a besos. Si Lali no hubiera estado tan desesperada y excitada como él, tal vez se habría asustado ante su desesperación.
Sin dejar de besarla, Peter le acarició el cuello y los pechos, deslizando sus manos hasta pararse en su abdomen. Entonces, se apartó ligeramente. El pecho le subía y le bajaba por el ritmo entrecortado de su respiración. Lali también respiraba con dificultad.
—¿No le pasará nada al bebé si nos acostamos? —le preguntó.
—No, claro que no —contestó Lali acariciándole la mejilla y sonriendo—. Te lo prometo, no le pasará nada. No nos vas a hacer daño ni a mí ni a él.
—Gracias a Dios.
Aquélla era la declaración más bonita que Lali había oído de Peter y, si no hubiera sido porque la tomó en brazos y la levantó por los aires a toda velocidad, tal vez se habría reído.
—¿Qué haces?
—Llevarte a mi dormitorio —contestó Peter subiendo los escalones de dos en dos—. Desde que te has venido a vivir conmigo, sueño con tenerte en mi cama. No puedo dormir de lo mucho que te deseo.
—Te recuerdo que duermo al otro lado el pasillo —murmuró Lali—. ¿Por qué no has venido nunca a buscarme? —añadió mordisqueándole el lóbulo de la oreja.


—Porque estaba intentando comportarme como un caballero —contestó Peter—. No quería utilizarte, no quería que pensaras que me estaba aprovechando de ti por estar casados.
—Como yo también te deseo, no te estás aprovechando de mí en absoluto —le aseguró Lali.
Al llegar al dormitorio, Peter entró con Lali en brazos y cerró la puerta con el pie, dirigiéndose directamente a la enorme cama que había en el centro.
—Espero que mañana por la mañana te acuerdes de lo que acabas de decir porque tengo intención de pasarme toda la noche haciéndote el amor y no pienso arrepentirme lo más mínimo —comentó Peter dejándola sobre la cama.
A continuación, se desabrochó el cinturón y los botones de la camisa, se la quitó e hizo lo mismo con los pantalones.
Así, gloriosamente desnudo y erecto, se tumbó al lado de Lali y comenzó a besarla y a acariciarla de nuevo.
—¿Te han dicho alguna vez lo maravillosa y bonita que eres? —le dijo comenzando a desabrochar los diminutos botoncitos de perla de su camisón—. Pues te lo digo yo, pero también te digo que, por favor, no te vuelvas a comprar un camisón con botones como éstos.
Lali sintió que el corazón le daba un vuelco ante semejante cumplido.
—Por favor, dime que este camisón no es de tus preferidos.
—No, claro que no, pero...
—Bien, mañana mismo te compro otro —la interrumpió Peter rasgando la tela.
Lali oyó cómo los botones caían al suelo y ayudó a Peter a deshacerse del camisón, que aterrizó en el suelo junto a su ropa.
Peter se tumbó sobre ella y Lali lo abrazó, encantada de sentir el calor de su cuerpo, encantada de sentir su piel, su pelo, su torso desnudo contra sus pezones, su erección entre las piernas.
Se abrió para él, deseando que la penetrara, pero al parece que Peter no tenía prisa, tal y como ponía de manifiesto que estuviera deleitándose en acariciarle el pelo y los pechos, lo que estaba haciendo que Lali se revolviera nerviosa y excitada.
A continuación, Peter hizo el mismo camino con la boca y Lali dio un respingo y lo abrazó con fuerza porque las sensaciones eran tan intensas que el placer se había convertido casi en dolor.
 Peter se apartó levemente y se quedó mirándola.
—Te ha crecido el pecho —comentó.
A continuación, depositó una de sus manos sobre el abdomen de Lali, que sintió un escalofrío de deseo.
—Está creciendo —continuó Peter mirándola a los ojos—. Me encanta ver cómo cambia tu cuerpo —añadió besándole la tripa—. Llevaba semanas querido hacer esto.

capitulo 62

Lali se quedó mirándolo con sus enormes ojos negros muy abiertos y una mezcla de incertidumbre y deseo. Peter maldijo en silencio al darse cuenta de que por su culpa Lali estaba dudando de su belleza.
Por supuesto que no quería tocarla, pero tampoco quería dañarle la autoestima porque Lali era una mujer realmente bonita que se merecía tener a un buen hombre a su lado y no a él, que no era capaz de corresponder a sus sentimientos.
—Lali... —suspiró acariciándole el pelo y poniéndole la palma de la mano en la nuca.
Lali se mojó los labios con la punta de la lengua. Peter se apretó contra ella, frotándose sensualmente contra su cuerpo donde más necesitaba que lo tocara.
—Creía que ya no me deseabas —murmuró Lali con voz trémula.
—Claro que te deseo —contestó Peter con voz grave—. Lo que pasa es que quería negarlo, quería controlarme, pero me ha sido imposible. Te deseo día y noche, despierto y dormido. Desde que vives conmigo, no hago más que darme duchas de agua helada.
Lali se quedó mirándolo emocionada.
—Vaya, pues cualquiera lo habría dicho —comentó un tanto molesta.
—He intentado engañarte y he intentado engañarme también a mí mismo, pero no me ha salido bien. Ésta no miente —contestó Peter apretando su erección contra la entrepierna de Lali.
Al instante, vio un brillo especial en sus ojos, un brillo de puro deseo, pero Lali se controló y se puso seria.
—¿Qué te parece si te digo que solamente accederé a acostarme contigo si sé qué me quieres y que te tomas en serio que este matrimonio funcione?
Peter apretó las mandíbulas.
—Voy a hacer todo lo que pueda para que este matrimonio funcione.
—Pero no me quieres.
Lo había dicho como una afirmación, pero no en tono acusatorio. Antes de que le diera tiempo de contestar, Lali se encogió de hombros suavemente y sonrió.
—No pasa nada —le dijo—. Si hubieras dicho que me querías, me habría dado cuenta de que sólo lo estabas haciendo para acostarte conmigo. Por lo menos, ahora sé que eres sincero conmigo.
—Yo nunca te he mentido —contestó Peter.
Lali se apretó contra él.
—Si lo hacemos, no hay marcha atrás —ronroneó—. Si consumamos nuestro matrimonio, no podremos pedir la anulación si cambiamos de idea. Tendremos que divorciarnos.
—Jamás se me había pasado por la cabeza —contestó Peter sinceramente—. Cuando dije en la boda «hasta que la muerte nos separe», lo dije en serio.
Era cierto que se había casado con ella para lo bueno y para lo malo, sabiendo exactamente lo que hacía. Aunque no hubiera sido por amor sino para darle a su hijo un hogar estable y proteger la reputación de Lali, Peter tenía intención de que fuera para siempre, pasara lo que pasara.
—Entonces, creo que ya va siendo hora de que disfrutemos de nuestra noche de bodas —contestó Lali acariciándole el pelo.

capitulo 61

O, tal vez, simplemente fuera ella, con su maravillosa sonrisa y sus ojos amables, y aquella manera suya de aceptar a todo el mundo tal y como era, sin querer cambiar a nadie.
Ni siquiera a él, que obviamente tenía muchas cosas que cambiar. Lo cierto era que Peter no tenía ni idea de por qué Lali había accedido a casarse con él.
—¿Peter?
Peter parpadeó y se dio cuenta de que Lali había dejado de hablar y lo estaba mirando como si esperara una respuesta.
—Perdón, se me ha ido la cabeza. ¿Qué me has preguntado?
Lali sacudió la cabeza y Peter se fijó en que todavía tenía el pelo mojado. No era su pelo lo único que estaba mojado pues, aunque ya casi llevaban media hora dentro de casa, todavía tenía zonas del camisón húmedas y, aunque decía que no tenía frío, tenía los pezones duros.
Peter los veía claramente a través de la tela casi transparente. Tal vez, fuera su imaginación o el recuerdo de haberlos tenido entre sus manos y en su boca.
Maldición.
Estaba completamente excitado. De no haber sido por la mesa de madera que lo tapaba, Lali se habría dado cuenta de lo que sentía por ella. Por mucho que hubiera insistido muy serio en que no estaba interesado, su respuesta física lo habría traicionado.
Inhalando y exhalando con paciencia, Peter luchó para controlar su erección y se agarró a la taza con tanta fuerza que se le pusieron los nudillos blancos. Además, se obligó a mirar a Lali a los ojos en lugar de fijarse en su pecho.
—No, nada, tampoco estaba diciendo nada importante —contestó Lali sin darse cuenta de la terrible batalla interna que Peter estaba librando—. Supongo que estarás cansado, así que no hace falta que te quedes haciéndome compañía por educación —añadió levantándose y dirigiéndose con su taza hacia el fregadero.
Peter aprovechó aquel momento, en el que Lali estaba de espaldas a él, para ponerse en pie con la idea de dirigirse a la puerta. Así, podría irse antes de que Lali se diera cuenta de lo abultada que llevaba la bragueta de los vaqueros.
—Toma —dijo dejando la taza en el fregadero.
Su idea era dejar la taza y salir a toda velocidad de la cocina directamente hacia su dormitorio, donde podría encerrarse y evitar la seducción natural de Lali.
Sin embargo, en el mismo momento en el que Peter dejó la taza en el fregadero, Lali se giró hacia él y le rozó con la tripa justo encima de la hebilla del cinturón, lo que lo hizo gemir.
Al instante, sintió que el diafragma se le cerraba, que el corazón le daba un vuelco y que la sangre le hervía en las venas.

Tuesday, September 29, 2015

capitulo 60

Que viviera en su casa y se ocupara de sus cosas era de alguna manera el recordatorio de que estaba casado con ella y que, independientemente de las circunstancias, iban a estar casados por mucho tiempo.
Sin embargo, lo que más le gustaba de Lali no era que hiciera un café maravilloso ni que se ocupara de la contabilidad del rancho, sino ella en sí misma, su presencia, su voz y su olor, su pelo y la forma de caminar, la manera en la que tarareaba cuando cocinaba o cómo olía el baño después de que ella se hubiera dado uno de sus largos y maravillosos baños de espuma.
Todo lo referente a ella lo excitaba. Peter se levantaba todas las mañanas con su olor, que se le antoja tan fuerte que hubiera podido jurar que había pasado la noche a su cuerpo.
¡Su cuerpo!
Aquel cuerpo era como para hacer que un hombre que no creyera en Dios se pusiera a rezar. Sobre todo ahora, con los cambios que el embarazo le estaba produciendo.
Se trataba de cambios sutiles, pero Peter se había percatado absolutamente de todos. Se había fijado en que le habían crecido los pechos y en que se le estaba formando una preciosa tripita.
Lo que más le apetecía en el mundo era acariciarle la tripa y sentir aquel lugar en el que estaba creciendo su hijo. Soñaba con ello.
Sin embargo, por mucho que le apeteciera tocarla, involucrarse en el desarrollo del bebé sería demasiado peligroso porque Peter era consciente de que no se conformaría con tocarle la tripa sino que querría más, querría acariciarle el cuello y el rostro, querría besarla y hacerle el amor.
Por eso, pasaba las noches en blanco, recordando cuando la tenía entre sus brazos y podía acariciarla. Antes, en el pasado, cuando su relación había sido casual y no complicada, temporal en lugar de permanente.
Peter se llevó el chocolate a los labios y deseó que fuera algo frío que calmara su ardor, claro que tampoco le hubiera servido de mucho porque, siempre que tenía a Lali cerca, le subía la temperatura corporal.
Entre mordiscos de tostada y tragos de chocolate, Lali estaba hablando del potro recién nacido. Su voz era suave y alegre y tranquilizó a Peter a pesar de que también lo excitaba.
Ese era el efecto que Lali tenía sobre él. Aunque la deseaba con todo su cuerpo, también había un profundo nivel de comodidad, parecido a un buen fuego en una noche de invierno. Era un tipo de soltura que Peter suponía que tendría una pareja que llevaba viviendo junta cincuenta años.
Claro que siempre había sido así con Lali. Tal vez, porque habían crecido juntos, viéndose constantemente, incluso en la adolescencia, cuando estaban feos y tenían granos, compartiendo huesos rotos y corazones destrozados.

capitulo 59

Peter miró la sartén y se dio cuenta de que Lali estaba molesta, así que se metió las manos en los bolsillos.
—Está bien, me voy a duchar.
Haciendo un gran esfuerzo para no reírse, Lali apretó los dientes porque, a pesar de que sabía que Peter había sentido el tono divertido de su voz, quería permanecer estoica.
—Buena idea.
Peter se giró y subió las escaleras en dirección al baño. Lali comenzó a imaginárselo desnudándose y tuvo que hacer un gran esfuerzo para concentrarse en preparar el chocolate y no derretirse allí mismo.
Aunque Peter hubiera dejado muy claro que no tenía ningún interés en acostarse con ella, ella no podía controlar sus hormonas y Lali suponía que era a causa del embarazo, que le había disparado la libido.
O, tal vez, fuera que una persona siempre quiere lo que no puede tener. En cualquier caso, se sentía como si estuviera a régimen y hubieran colocado ante ella un bufett de postres deliciosos.
Por supuesto, estaba muerta de hambre, salivando, y estaba más que dispuesta a saltarse la dieta.
Lali preparó el chocolate y, de paso, calentó también unas tostadas. A los pocos minutos, Peter bajó duchado, con el pelo mojado y descalzo.
Al verlo así, Lali tuvo que tragar saliva porque el deseo se había apoderado con fuerza de su cuerpo.
—El chocolate ya está caliente y estoy preparando tostadas. A mí me encanta tomarme el chocolate con tostadas con mantequilla.
Sin decir palabra, Peter pasó a su lado y se sentó, agarrando la taza de chocolate caliente entre las manos.
Lali sacó la tostada del tostador, le puso mantequilla, la cortó por la mitad y la dejó sobre la mesa en un plato. A continuación, se sentó junto a Peter y tomó también la taza de chocolate entre las manos.
Peter miraba a Lali, que se paseaba por la cocina tan cómoda y eficiente como siempre. No le había costado absolutamente nada hacerse con la casa desde que había llegado y parecía que hubiera vivido siempre bajo aquel techo.
Por propia iniciativa, se ocupaba de las comidas y de organizar la casa a pesar de que había una señora que se encargaba de la limpieza todas las semanas. Peter se había dado cuenta de que le había ordenado también el despacho, y se lo agradecía mucho.
Así, había encontrado algo que hacer con su tiempo y, además, lo estaba ayudando muchísimo porque se estaba ocupando precisamente de la parte del rancho que a él le gustaba menos, los papeles.
Por lo que había visto, Lali había actualizado el libro de contabilidad, un trabajo que llevaba él semanas atrasando.

capitulo 58

Al llegar, se dio cuenta de que lo que había oído era la voz de Peter, que estaba hablando muy bajito. Al acercarse, vio que Peter estaba de cuclillas en el suelo junto a una yegua que estaba terminando de dar a luz.
Con mucho cuidado para no hacer ruido pues no quería distraer a Peter ni asustar a la yegua, Lali se quedó junto a la puerta observando cómo Peter dedicaba al animal palabras de ánimo y caricias y la ayudaba cuando era necesario.
En pocos momentos, vio aparecer unas diminutas pezuñas y un diminuto hocico y Peter tiró del potro y lo ayudó a nacer.
Al hacerlo, cayó de espaldas y el recién nacido cayó encima de él, lo que lo hizo estallar en carcajadas. Lali sintió que las lágrimas le resbalaban por las mejillas al oír su risa y ver cómo Peter limpiaba al animal y lo observaba mientras se ponía en pie.
Mientras el potro mamaba, Peter se puso en pie y se limpió las manos en los vaqueros. Lali se apresuró a secarse las lágrimas porque no quería que viera que había estado llorando. Cuando Peter la vio, se quedó helado.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó saliendo del establo y cerrando la puerta.
—He visto luz en las cuadras y he venido por si pasaba algo.
—No, no pasa nada. Sólo una yegua que tenía que dar a luz.
—Ya lo he visto —contestó Lali mirando con una sonrisa en el rostro a la madre y al recién nacido—. Es precioso, ¿eh? Bueno, o preciosa.
—Precioso, es un potro —contestó Peter.
Dicho aquello, se quedaron en silencio mirando a madre e hijo.
—No deberías estar aquí —comentó Peter—. Estás empapada. Deberías estar en la cama.
—No podía dormir —contestó Lali fijándose en que Peter también estaba mojado y sucio—. Tú no estás mucho mejor.
Peter se miró e hizo una mueca de disgusto.
—Sí, supongo que me va venir bien una ducha.
—Pues vamos a casa —dijo Lali agarrándolo del brazo e ignorando su protesta de que se iba a manchar—. Mientras tú te duchas, yo preparo chocolate caliente.
Peter apagó las luces de las cuadras, abrió las puertas y ambos corrieron hasta el porche. Una vez dentro de casa, se quitaron los zapatos y las cazadoras y comprobaron que ambos estaban mojados.
—Tú sube a ducharte mientras yo preparo chocolate —insistió Lali.
—Tú también estás mojada y, además, estás...
—Como digas otra vez que estoy embarazada, te arreo —lo interrumpió Lali con una cacerola en la mano—. Sí, es cierto que estoy embarazada, pero eso no significa que sea frágil como una muñeca de porcelana. Yo estoy mojada, pero tú estás mojado y sucio, así que ve a ducharte tú primero.

capitulo 57

Dos semanas después, Lali no podía dormir. Eran cerca de las dos de la madrugada, estaba lloviendo con fuerza y había truenos y relámpagos.
Normalmente, disfrutaba de las tormentas, del viento, el ritmo relajante de las gotas de agua, de la claridad y el olor que había al día siguiente, pero aquella noche todas aquellas cosas hacían que se sintiera más triste que nunca.
Lali suspiró sintiéndose derrotada, se irguió, apartó las sábanas y se puso la bata. A lo mejor, un vaso de leche caliente la ayudaría. Una vez en la cocina, se sirvió una buena cantidad de leche y la metió a calentar en el microondas.
Mientras esperaba, metió el cartón de leche en el frigorífico, se cruzó de brazos y se quedó mirando por la ventana.
Fuera estaba muy oscuro, pero había luz en las cuadras. Lali frunció el ceño. Era extraño que alguien estuviera en las cuadras a aquellas horas de la noche.
Incluso Peter, que se pasaba el día allí para evitarla.
Llevada por la curiosidad, subió las escaleras y comprobó que la puerta del dormitorio de Peter estaba abierta, algo extraño también porque siempre la mantenía cerrada.
Seguramente para mantenerla a ella alejada, claro.
En aquel momento, la alarma del microondas la avisó de que la leche estaba caliente, así que bajó a la cocina.
Mientras se tomaba la leche, volvió a mirar por la ventana y se preguntó qué haría Peter a aquellas horas en las cuadras. ¿Qué habría tan importante que no pudiera esperar al día siguiente? Por supuesto, la única respuesta lógica era que había habido una emergencia con uno de los animales.
Preocupada, se puso unas zapatillas de deporte y una cazadora vaquera para protegerse del frío y cruzó corriendo la distancia que la separaba de las cuadras. Por supuesto, el agua le empapó en cuanto puso un pie fuera de la casa.
Una vez en las cuadras, se coló dentro sin hacer ruido y buscó a Peter, pero no lo vio por ningún lado. Sin embargo, oyó ruidos al fondo de la cuadra y se fue hacia allí.

capitulo 55 y 56

Lo malo era que, si se le había metido en la cabeza seducirlo, tal y como había intentado en la cocina, ¿cómo demonios iba a conseguir Peter resistirse? ¿Cuánto tiempo podría aguantar?
No creía que mucho porque todavía le hervía la sangre en las venas, todavía sentía la urgencia de hacerle el amor, así que, haciendo un esfuerzo sobrehumano, se obligó a dar de comer a los caballos.
Iba a tener que ser más fuerte, iba a tener que actuar con más determinación e iba a tener que evitar estar cerca de su nueva esposa todo lo posible.
A Lali le estaba pareciendo que el matrimonio no era tan maravilloso como la gente decía.
En el mes y medio que llevaba casada con Peter, apenas habían hablado y, cuando lo habían hecho, había sido siempre sobre temas mundanos como el tiempo, el ganado o la cena.
Aquello era para volverse loca.
Siempre que intentaba acercarse a él, Peter actuaba como si lo hubiera quemado y con cualquier excusa salía de la casa en dirección a las cuadras.
Además, no parecía estar dándose cuenta de los cambios que se estaban operando en su cuerpo. Para Lali, se estaba tratando de cambios muy pronunciados. Le habían crecido los pechos y los tenía mucho más sensibles, le había salido un poco de tripita y las camisetas comenzaban a quedarle pequeñas.
Cualquiera que se hubiera fijado un poco, se habría dado cuenta de que estaba embarazada.
Por desgracia, Peter no era una de esas personas. Su relación era, más o menos, la de dos compañeros de piso en lugar de la de un marido y una mujer, y aquello estaba empezando a ponerla de los nervios.
Su padre y los padres de Peter estaban encantados con la noticia de que iban a ser abuelos y, de momento, ninguno de ellos había preguntado por qué estaba embarazada de tres meses cuando hacía solamente un mes que se habían casado.
Lali estaba cada día más aburrida pero, cuando había bajado a las cuadras para echar una mano, Peter le había dejado muy claro que no era bienvenida allí y que no debía hacer esfuerzos porque estaba embarazada.
¿Esfuerzos? Pero si no hacía absolutamente nada. Lo único que hacía era cocinar y mantener la casa limpia. Por lo menos, cuando vivía con su padre, tenía cosas que hacer en el rancho y se mantenía ocupada.
Tal vez, pudiera ayudar con la parte administrativa del rancho. Peter pasaba tantas horas fuera, en las cuadras, trabajando con las vacas y los caballos, que Lali supuso que no tendría mucho tiempo que dedicarle a los libros de contabilidad. Peter tenía un despacho montado en casada con ordenador, pero Lali no recordaba haberlo visto nunca allí.
Claro que, a lo mejor, allí era donde pasaba las noches porque, como no compartían habitación ni cama...
En cualquier caso, Lali necesitaba algo en lo que ocupar su tiempo, así que lo primero que hizo el lunes por la mañana cuando se levantó fue vestirse, preparar el desayuno, desayunar con Peter, que apenas habló, y, en cuanto se hubo ido en dirección a las cuadras, dirigirse a su despacho.
Tal y como había pensado, hacía mucho tiempo que Peter no actualizaba las facturas porque había recibos por todas partes. También había listas de ganado y recibos de compras y ventas.
En lugar de sentirse agobiada ante tanto trabajo, Lali se sintió contenta porque, por fin, había encontrado algo en lo que ocupar su tiempo y atención, un objetivo para su vida matrimonial aparte de ser esposa y ama de casa.
Tal vez, con un poco de suerte, podría demostrarle a Peter que podía echarle una mano y ser de mucha ayuda en el Circle R.
Tal vez, no le sirviera para resolver sus problemas, pero, por lo menos, hacer aquel trabajo la iba ayudar a sentirse útil y a no pensar en la terrible farsa de su matrimonio.

capitulo 54

Peter cruzó la pradera, saltó la valla y metió la cabeza hasta los hombros en el abrevadero de los caballos.
Maldición.
¿Acaso Lali quería volverlo loco?
Como si no hubiera sido suficiente tener que controlarse durante todo el día mientras la observaba bailar con aquel precioso vestido blanco que dejaba al descubierto su piel pálida y suave y sus maravillosas piernas, al llegar a casa se había duchado y había bajado a buscarlo ataviada con un camisón que no dejaba nada para la imaginación.
Era cierto que el conjunto, compuesto por camisón y bata, le llegaba casi por los tobillos, pero la tela era suntuosa, marcaba las formas del cuerpo de Lali y era casi transparente, así que se le veían los pezones y el vello oscuro de la entrepierna.
Llevaba el pelo mojado y olía a limpio y a su jabón. Nada más verla, se había excitado y había tenido que hacer un gran esfuerzo para no hacerle el amor allí mismo, en el suelo de la cocina.
Y, para colmo, había tenido que soportar sentir sus maravillosas curvas apretadas contra su cuerpo, quemándole la ropa, quemándole la boca. No había tenido más remedio que salir huyendo de la cocina para no hacer algo de lo que se pudiera arrepentir, algo que se había prometido a sí mismo no volver a hacer.
No se iba a acostar con su esposa.
Peter era consciente de que se suponía que debería hacerlo, sobre todo en su noche de bodas, y Lali había dejado muy claro que era lo que quería, pero él, no.
No quería ni tocarla, no quería aprovecharse de la situación. Lali se había casado con él no porque quisiera sino porque estaba embarazada y eso hacía que Peter se sintiera extraño.
Además, no quería acercarse demasiado a ella, ni física ni emocionalmente. Sobre todo, después de haberla visto entre los brazos de su hermano y después de tener los recuerdos de la traición de su ex mujer más presentes que nunca.
No ahora que estaban legalmente casados, obligados a vivir juntos. Había demasiadas posibilidades de verse demasiado involucrado, de empezar a tomarle cariño de verdad, y Peter no quería correr aquel riesgo.
Por eso había decidido que lo mejor era mantener la distancia. No quería que Lali se hiciera ilusiones porque su matrimonio era una farsa.
Peter sacó la cabeza del abrevadero y se sacudió como un perro.
Mientras entraba en las cuadras, se dijo que el único problema de su brillante plan era que parecía que Lali no estaba en la misma página que él. Lali parecía encantada ante la idea de zambullirse de pies a cabeza en un matrimonio de verdad.

capitulo 53

Lali se apoyó en la puerta como quien no quiere la cosa, buscando una postura natural y sensual a la vez.
—Tú has tenido un día exactamente igual de largo que yo —apuntó.
Peter terminó de vaciar el lavaplatos y lo cerró.
—Yo estoy acostumbrado y, además, no estoy embarazada —contestó.
En eso, tenía razón, pero Lali tampoco creía que hubiera sido para tanto porque, al fin y al cabo, simplemente había pasado el día casándose, no montando a caballo o escalando el monte Everest.
—Por si no te has dado cuenta, ésta es nuestra noche de bodas —comentó decidiendo que era mejor ir directamente al grano—. Se supone que no tenemos que irnos a dormir hasta dentro de un buen rato.
A continuación, dio unos cuantos pasos adelante y se colocó directamente frente a Peter, lo miró a los ojos y comenzó a desabrocharle la camisa.
—Claro que nos podemos ir a la cama cuando quieras.
Dicho aquello, lo besó en la mandíbula, en la mejilla y en la comisura de los labios, se agarró a las trabillas de los vaqueros y se apretó contra su cuerpo.
Cuando lo besó en la boca, se dio cuenta de que Peter no estaba respondiendo a sus estímulos. Era cierto que había movimiento a la altura de la bragueta, pero Peter no se movía, no la estaba besando.
Lali se apartó suavemente, abrió los ojos y lo miró. El rostro de Peter estaba impávido y tenía los dedos apretados.
—¿Qué te pasa?
—Deberías descansar —insistió Peter tomándola de los hombros y apartándola—. Ha sido un día muy largo.
—¿Cómo? —se extrañó Lali.
—Hemos tenido un día muy largo —contestó Peter por enésima vez—. Pareces cansada. Deberías irte a la cama.
Así que, en lugar de hacerle el amor a su mujer, Peter le estaba diciendo que tenía aspecto de estar cansada y que debería irse a la cama sin él.
Lali no sabía si sentirse dolida o enfadada, así que decidió sentirse las dos cosas.
—Estás de broma, ¿no?
Peter negó con la cabeza y se puso a moverse por la cocina organizando cosas que ya estaban hechas, como limpiar la encimera de nuevo o colocar el detergente que había junto a la ventana medio centímetro más a la izquierda.
—Vete a dormir —le dijo sin mirarla a los ojos—. Yo tengo que ir a las cuadras.
Y, dicho aquello, se giró y salió de la casa dejando a Lali sola en su noche de bodas.

capitulo 52

Lali se dejó caer en la cama boca arriba con un gemido de frustración. Había tan sólo una cosa que le interesaba de estar casada con Peter y, por lo visto, ahora resultaba que se la iba a negar.
Bueno, eso habría que verlo.
Lali se puso en pie y buscó en una de las bolsas.
—Aquí está —exclamó al encontrar lo que estaba buscando.
Entre las manos tenía un salto de cama de raso que se había comprado la primera vez que Peter le había pedido que se casara con él.
Lali abrió la puerta con cautela y buscó a Peter con la mirada. No oía nada, pero se percató de que la puerta de su habitación estaba cerrada y la del baño abierta.
Lali se metió dentro y comenzó a desnudarse. Todavía iba vestida de novia, así que tardó un rato. Lo primero que hizo fue quitarse las flores del pelo y, luego, se quitó el vestido, los zapatos, las medias, las braguitas y el sujetador.
A continuación, se dio una ducha, se lavó el pelo y se acicaló lo mejor que pudo. En aquellos momentos, le habría gustado haberse llevado sus cremas, sus geles y sus champús, pero tuvo que contentarse con el jabón de Peter.
Claro que también era cierto que Peter siempre olía de maravilla, así que oler a él al utilizar su jabón era un sustituto decente hasta que, con un poco de suerte, pudiera obtener aquel olor de su propio cuerpo.
Lali se secó el pelo y el cuerpo, se puso el salto de cama, que la favorecía enormemente, se soltó el pelo y salió al pasillo.
La puerta del dormitorio de Peter estaba abierta, pero él no estaba por ningún lado, lo que quería decir que estaba en la planta baja o fuera de la casa. Lali bajó descalza a buscarlo. Una vez abajo, oyó ruidos en la cocina y allí se dirigió.
Al llegar, observó que Peter estaba colocando la vajilla en los armarios y se quedó mirándolo, admirando sus movimientos, sus músculos.
Se había cambiado y llevaba de nuevo los vaqueros y la camisa de siempre. Lali se fijó en que tenía pajas en los dobladillo de los vaqueros y supuso que había ido a las cuadras. Menos mal que ya había vuelto porque, de no haber sido así, habría tenido que elegir entre esperarlo en el salón o salir a buscarlo y eso habría supuesto tener que aguantar las miradas y los comentarios de sus empleados.
Claro que tampoco estaba muy segura de haber tenido el valor de haber salido a buscarlo si aquél hubiera sido el caso.
Peter, que en aquellos momentos estaba organizando la cubertería, se giró y se quedó mirándola. Sus ojos se deslizaron sobre el cuerpo de Lali, desde la cabeza hasta los pies, y tuvo que agarrarse a la encimera, pero pronto consiguió recuperarse. —Hola —la saludó.
Lali se dio cuenta encantada de que estaba nervioso. Bueno, por lo menos, había conseguido captar su atención aunque estuviera intentando disimular.
—Hola —contestó.
—Creía que estabas descansando.
—No estoy cansada —mintió Lali.
—Has tenido un día muy largo y no deberías excederte.

capitulo 51

La ceremonia y la pequeña celebración que tuvo lugar a continuación transcurrieron sin percances. Teniendo en cuenta que ni el novio ni la novia querían estar donde estaban, había sido todo un logro.
Cuando abandonaron la celebración, que había tenido lugar también en casa de los padres de Peter, Lali pensó que era divertida tanta ironía.
A continuación, se dirigieron a su casa o, mejor dicho, a casa de su padre porque tenían que hacer la mudanza, recoger las cosas de Lali y llevarlas al rancho de Peter.
Tras tres viajes de una casa a otra, Lali se encontraba agotada a pesar de que Peter no le había permitido llevar nada pesado. Todavía le quedaban muchas cosas por llevarse, pero el rancho de su padre estaba a tan sólo un par de kilómetros, así que Lali bostezó, subió las escaleras seguida por Peter y, una vez en el rellano de la planta superior, se dirigió a la habitación de invitados donde habían estado dejando sus cosas.
—Pareces cansada —comentó Peter mientras Lali se sentaba en el borde de la cama.
A continuación, dejó la caja que llevaba en el suelo.
—¿Por qué no te echas una siesta?
Lo cierto era que Lali podría haberse quedado dormida fácilmente porque el día había sido realmente estresante, pero era el día de su boda. Bueno, su noche de bodas. Lali miró el reloj que había sobre la mesilla de noche y vio que eran solamente las siete de la tarde.
Al no obtener contestación, Peter se irguió, se metió las manos en los bolsillos, avanzó hacia la puerta y se fue.
¡Y Lali, que esperaba que saltara sobre ella y que diera rienda suelta a la pasión durante una semana!
¡Ya!

Monday, September 28, 2015

capitulo 50

Lali estaba tardando demasiado en ponerse a andar, así que Peter la miró a los ojos y le hizo una señal con la cabeza. Lali la captó y comenzó a avanzar hacia él. A pesar de que Peter ya había pasado por todo aquello antes, no podía negar que estaba preciosa.
Adrian le entregó a su hija con lágrimas en los ojos y Peter se encontró ante el cura con Lali a su lado. Lali le apretó la mano y Peter supuso que era por puros nervios, así que se la apretó también para tranquilizarla.
Aunque no tenía ninguna esperanza de que aquel matrimonio le saliera mejor que el primero, estaba dispuesto a hacer todo lo que estuviera en su mano para ser un buen padre y un esposo decente.
—Juan Pedro Lanzani, ¿quieres por esposa a esta mujer para amarla, honrarla y respetarla hasta que la muerte os separe? —le preguntó el sacerdote.
Peter miró a Lali a los ojos.
—Sí, quiero —contestó.
Lali le colocó la alianza y escuchó mientras el sacerdote le hacía la misma pregunta.
—Mariana Esposito, ¿quieres a este hombre para amarlo, honrarlo y respetarlo hasta que la muerte os separe?
—Sí, quiero —contestó con tranquilidad a pesar de que estaba nerviosísima.
El sacerdote los declaró marido y mujer y le indicó a Peter que podía besar a la novia, momento en el que los invitados estallaron en gritos de júbilo.
Antes de que los rodearan, Peter se inclinó sobre Lali y la besó. Para su sorpresa, ella lo besó también y se aferró a su brazo.
A Peter no le hubiera importado seguir besándola, pero la gente que se había acercado a darles la enhorabuena se lo impidió.
Para su sorpresa, se sentía más cómodo junto a su nueva esposa de lo que había esperado.

capitulo 49

Todo lo que tendría que haber sido un placer, como elegir las flores, hacerse el vestido de novia o mandar las invitaciones, se convirtieron en meras obligaciones que Lali llevaba a cabo fingiendo nervios y emoción.
Peter y ella habían quedado unas cuantas veces para que nadie sospechara que no eran una pareja feliz. Lali había pensado en más de una ocasión que eso era lo que la esperaba para el resto de su vida, fingir que era feliz.
Bueno, al menos, tendría a su hijo y podría hacerlo feliz a él.
En aquel momento, alguien llamó a la puerta. Era la madre de Peter.
—Sólo faltas tú —sonrió Theresa.
—Ya voy —contestó Lali poniéndose en pie y alisando las arrugas de su traje de novia con la mano.
Mientras seguía a su futura suegra hacia el jardín donde se iba a celebrar la ceremonia, Lali notó que el corazón le latía aceleradamente. Cuando llegó al pie de las escaleras, encontró a su padre esperándola e hizo todo lo que pudo para dedicarle una sonrisa radiante.
—Qué guapa estás —dijo Adrian con la voz tomada por la emoción—. Me recuerdas a tu madre el día que nos casamos.
Ante la mención de su madre, Lali sintió que se le saltaban las lágrimas, pero consiguió controlarse.
Su madre habría sido la única persona a la que le podría haber confiado lo que le estaba pasando, pero no estaba. Lali tenía que hacer lo que tenía que hacer ella sola, así que avanzó del brazo de su padre en dirección al jardín.
Una vez fuera, caminaron sobre la alfombra roja rodeada de sillas blancas a ambos lados en las que estaban sus familiares y amigos con sus mejores galas.
Y, al fondo, junto al altar, estaba Peter.
Lali se quedó mirándolo y creyó que se le paraba el corazón.
Peter siempre estaba guapo, pero aquel día lo estaba más que nunca, con su traje negro y sus botas nuevas, con el pelo tan negro que parecía azul bajo el sol. Peter también la había visto y la estaba mirando.
Aunque no se casaban por amor, era obvio que el deseo seguía vivo entre ellos. Por lo menos, por parte de Lali, que era consciente de que lo mejor que podía hacer era ocultarle que con una mirada o una caricia se derretiría.
—¿Preparada? —le preguntó su padre.
Lali asintió tragando saliva y rezando para llegar al altar sin desmayarse, vomitar o ponerse a llorar.
En aquel momento, empezó la música y todos los congregados se pusieron en pie y miraron hacia la casa, esperando ver aparecer a la novia.
Peter había visto a Lali y le había parecido que, si no hubiera sido porque iba del brazo de su padre, habría salido corriendo, lo que no le extrañaba porque él habría
hecho lo mismo de no haber estado acompañado por su hermano, el cura y cincuenta invitados.
Por enésima vez, se metió el dedo por el cuello de la camisa, que le apretaba hasta asfixiarlo.
Maldición.

capitulo 48

Aunque Peter tuviera un papel activo en la vida de su hijo, el estigma estaría presente y, además, no era lo mismo criarse con ambos padres en la misma casa que ver a tu padre solamente los fines de semana.
—Podemos hacer que funcione —insistió Peter tocándole el brazo—. Casi todos los preparativos de la boda estaban listos y, a no ser que tú le hayas dicho a alguien que la habíamos cancelado, nadie lo sabe. Podemos seguir adelante como estaba previsto.
Peter hablaba con seriedad, pero como si estuviera planeando comprar más cabezas de ganado, sin emoción. Obviamente, no lo emocionaba la idea de pasar la vida a su lado. Se quería casar con ella porque era un hombre responsable y creía que aquello era lo correcto.
A Lali le hubiera gustado poder oponerse a su lógica, pero a ella la habían educado igual que a él, con la misma escala de valores. Además, No quería ser madre soltera, no quería que la gente hablara de ella.
Si Peter la quisiera un poquito... pero no, era obvio que no sentía nada por ella. Aquello la entristecía profundamente porque, a pesar de todo lo ocurrido, ella lo seguía amando con todo su corazón.
Lali ni siquiera sabía por qué le había pedido que se casara con él. Ahora, ya no importaba. Ahora, lo único que importaba era el bienestar de su hijo, sus deseos y sentimientos quedaban en segundo plano.
Aunque no le hacía ninguna gracia casarse con un hombre que no la amaba, tenía que anteponer los derechos de su hijo a tener una infancia feliz y exenta de cotilleos, así que cerró los ojos y decidió sacrificar su felicidad por la de su bebé.
—Muy bien —accedió.
—Muy bien —contestó Peter—. Vamos a adelantar la fecha y no le vamos a decir a nadie lo del niño, ¿de acuerdo?
—De acuerdo —contestó Lali avanzando hacia su coche—. Ya nos veremos.
Peter la tomó del brazo.
—¿Puedo hacer algo?
—No, gracias. De momento, estoy bien.
—Si cambias de opinión, me lo dices, ¿eh?
—Claro —contestó Lali obligándose a sonreír.
A continuación, se metió en el coche y se alejó mientras Peter se quedaba mirando el vehículo. Una vez a solas, Emma se dijo que estaba prometida otra vez y no supo si sentirse aliviada o descorazonada. Se iba a casar con el mismo hombre, pero dos cosas habían cambiado: estaba embarazada y ahora sabía que era todo una farsa.
Lali se pasó las siguientes semanas ocupada con los vómitos matinales y los preparativos de la boda, que había sido adelantada varios meses y que se iba a celebrar ahora en el rancho de los Lanzani en lugar de en la iglesia.

capitulo 47

Lali tuvo que hacer un gran esfuerzo para no estallar en carcajadas.
—Ya lo hemos intentado y no funcionó —le recordó.
Peter tragó saliva.
—Yo creo que deberíamos volver a intentarlo.
Lali cerró los ojos.
—¿Por qué? —le preguntó al abrirlos.
—Porque estás embarazada.
Claro, porque estaba embarazada, no porque estuviera enamorado de ella. A juzgar por la expresión de su rostro, Peter no iba a querer escuchar un «no» por respuesta.
—También es mi hijo, Lali. Quiero que lleve mi apellido y que crezca con su madre y con su padre.
Lali sabía que Peter lo estaba intentando con todas sus fuerzas, pero no era suficiente.
—Ésa no es razón para casarse, Peter.
—¿Cómo que no? Todo el mundo se va a enterar de que estás embarazada. Dirán de ti que eres una fresca y del niño que es un bastardo —le recordó masajeándose la nuca—. Gabriel's Crossing es un lugar maravilloso y sus habitantes son buena gente, pero los dos sabemos que hay unas cuantas personas que hablan demasiado. A lo mejor, nunca te lo dicen a la cara, pero hablarán de ti a tus espaldas, hablarán de nuestro hijo cuando no esté. ¿Te parece justo traer un niño al mundo con esa carga?
Lali negó con la cabeza, sintiéndose culpable.
Era cierto que Gabriel's Crossing era un lugar maravilloso, pero también era cierto que había personas de creencias obsoletas y, aunque Lali estaba convencida de que nadie los trataría mal ni a ella ni al niño, sí que creía que hablarían a sus espaldas.
Al final, algún día, su hijo oiría la palabra «bastardo» o «ilegítimo» y querría saber por qué se lo llamaban.

capitulo 45 y 46

Peter le sirvió un vaso de leche y se sirvió otro de té con hielo para él. Antes de sentarse, abrió otro armario, sacó un botella de Jack Daniel's y se echó un chorrito en el té.
—Lo siento, supongo que a ti también te vendría bien, pero... Lo siento, pero lo necesito... —añadió dándole un buen trago al té.
A continuación, dejó el vaso de té frente a Lali, que no se molestó ni en tocarlo.
—¿No me vas a preguntar? —le dijo.
—¿Qué quieres que te pregunte?
—¿No quieres saber si eres el padre?
Aquellas palabras le cayeron a Peter como un jarro de agua fría, pero se dijo que se las tenía bien merecidas después de cómo se había comportado en la fiesta.
No había tenido motivos para sospechar que lo estuviera engañando y, menos, con su hermano. Claro que tampoco había tenido motivos nunca para sospechar de Suzanne y resultó que había estado engañándolo casi desde el principio de su matrimonio.
Aquello de no haberse dado cuenta le había dolido tanto que había decidido no volver a dejarse engañar jamás.
Sí, era cierto, le costaba confiar. Aun así, cuando Lali le había dicho que estaba embarazada, no se le había pasado ni por asomo por la cabeza que pudiera ser de otro hombre.
No sabía por qué. Suponía que el hecho de que una mujer lo hubiera engañado no quería decir que todas fueran iguales. El caso era que no creía que Lali se hubiera estado acostando con otro mientras estaba con él.
—No, no te lo voy a preguntar —contestó—. No me hace falta.
A lo mejor a Lali le parecía que aquella contestación no casaba con cómo se había comportado en la fiesta, pero no dijo nada. Aun así, Peter se percató de que se relajaba y alargaba la mano para llevarse el vaso de leche a los labios.
Peter aprovechó para dar él también otro trago a su extraña mezcla. Ojalá fuera whisky solo.
—¿Desde cuándo lo sabes? —le preguntó.
Lali miró la hora que era.
—Desde hace aproximadamente cuarenta minutos.
Peter enarcó una ceja sorprendido.
—No me encontraba bien —le explicó Lali—. Llevo tres días vomitando y hoy he decidido que había llegado el momento de salir de dudas. Cuando volvía a casa, he pasado por la entrada de tu rancho y he pensado que debías saberlo. Tarde o temprano, se va a enterar todo el mundo —añadió apartando la mirada y poniéndose en pie de repente—. No quiero nada de ti. No he venido a hacerte sentir culpable ni a
pedirte nada. Simplemente... he creído que debías saberlo —concluyó dirigiéndose a la puerta y abriéndola—. Bueno, ya nos veremos. Que tengas un buen día.
¿Un buen día?
¿Pero acaso se creía aquella mujer que podía aparecer en su casa, decirle «hola, estoy embarazada, simplemente me ha parecido que debías saberlo» y desaparecer deseándole que tuviera un buen día?
No, de eso, nada.
—Lali —dijo Peter poniéndose en pie y yendo hacia ella.
Cuando estuvo frente a Lali, sintió tantas ganas de tocarla que tuvo que meterse las manos en los bolsillos.
—Dime.
Peter estaba sudando ante lo que se le acababa de ocurrir. Aunque no fuera exactamente lo que quería, era lo que debía hacer. Así que tomó aire, la miró a los ojos y pronunció las cuatro palabras que habrían de cambiar su vida.
—Creo que deberíamos casarnos.

capitulo 44

—Como suelen suceder estas cosas —le espetó Lali mirándolo con frialdad—. No sé exactamente qué día porque nos acostamos muchas veces antes de terminar nuestra relación. Por lo visto, no tomamos las suficientes medidas.
Peter no contestó. Todavía no había asimilado que iba a ser padre.
Padre.
Jamás se le había pasado por la cabeza tener hijos. Él, que había creído que casarse con Lali resultaría fácil y sencillo, que iría sobre ruedas sin que él tuviera que preocuparse demasiado.
Había accedido a casarse con ella por hacerle un favor a su padre, pensando que el hecho de que se conocieran de toda la vida, de que fueran buenos amigos y de que el sexo entre ellos fuera estupendo, era más que suficiente para que su matrimonio funcionara.
Cuando pensaba en el futuro, se imaginaba compartiendo una casa con ella, compartiendo la cama con ella, trabajando la tierra juntos.
Sin embargo, jamás se había imaginado teniendo hijos con ella. No se había parado a pensar si a ella le hubiera gustado tenerlos. Posiblemente, sí. Aun así, él se habría opuesto.
La idea lo aterrorizaba.
Además, no le parecía justo porque tener hijos con Lali equivalía a dejar que se hiciera ilusiones, que creyera que su matrimonio era de verdad cuando él sabía que no era así.
Peter se pasó los dedos por el pelo y tomó aire. Las palabras de Lali lo habían dejado helado. Por lo visto, el destino se estaba riendo de él. Aunque había accedido a casarse con ella, jamás había pensado en tener hijos, tal y como demostraba el hecho de que se hubiera cuidado mucho de poner medios anticonceptivos siempre que se habían acostado.
Excepto las dos primeras veces, claro...
Y ahora que lo habían dejado y que no se iban a casar resultaba que Lali estaba embarazada.
—Bueno, ¿es que no vas a decir nada? —le espetó Lali.
—¿Quieres pasar? No sé tú, pero yo necesito beber algo —contestó Peter echándose a un lado para dejarla entrar.
Lali lo siguió hasta la cocina, donde se sentó mientras Peter abría un armario y sacaba dos vasos.
—¿Qué quieres? Hay zumo de naranja, leche y té. No sé si el té te irá muy bien porque tiene teína.
Al girarse hacia Lali, la encontró mirándolo con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Obviamente, estaba enfadada y Peter lo entendía perfectamente porque, si estaba tan perdida como él, debía de estar enfadada, confusa y asustada.

capitulo 43

Para llegar a su casa tenía que pasar por la entrada del rancho de Peter y, al hacerlo, frenó en seco y decidió que no tenía por qué llevar ella sola todo aquello. Peter había tenido tanto que ver como ella en la concepción de aquel bebé, así que debía responsabilizarse de su paternidad.
Nerviosa y con las palmas de las manos sudándole, avanzó por el camino que llevaba a casa de Peter. Aquello era lo que menos le apetecía hacer en la vida. Sabía que tenía que hacerlo, pero hubiera preferido estar en cualquier otro lugar del mundo.
Tras aparcar el coche, se obligó a salir de él aunque le pesaban los pies como si fueran de plomo, subió los escalones del porche, se secó las manos en los vaqueros y llamó a la puerta.
Era casi la hora de comer, así que había muchas posibilidades de que estuviera en casa, pero, si no era así, estaba dispuesta a ir a buscarlo a las cuadras.
Iba a llamar otra vez cuando se abrió la puerta y se encontró cara a cara con Peter.
—Lali.
Parecía sorprendido de verla.
—Tenemos que hablar —contestó Lali sin preámbulos ni saludos educados.
—¿De qué? —le preguntó Peter con desinterés.
Lali metió la mano en el bolso y sacó el resultado del test.
—¿Qué es eso? —le preguntó Peter.
—¿A ti qué te parece? —contestó Lali molesta.
—No sé. ¿Un termómetro de esos modernos?
—No, no es un termómetro. Ojalá lo fuera —contestó Lali poniendo los ojos en blanco.
Lali volvió a meter la mano en el bolso y en aquella ocasión sacó la caja entera de la prueba de embarazo y se la puso ante los ojos.
—¿Ves esto? Es un test de embarazo y ese signo que ves ahí, el más, quiere decir que ha salido positivo.
Peter reaccionó por fin y la miró con incredulidad.
—¿Me estás diciendo que...?
—Que estoy embarazada.
Peter se quedó mirando a Lali con cara de bobo, abrió la mosquitera y salió al porche.
—¿Estás embarazada? —repitió.
—Sí —contestó Lali mostrándole de nuevo el test.
—¿Cuándo...? ¿Cómo ha sucedido? —tartamudeó Peter.

capitulo 42

Lali negó con la cabeza y salió a tanta velocidad que los neumáticos rechinaron contra la grava del camino. Su padre debía de haberse quedado alucinado, preguntándose qué demonios le pasaba para comportarse así.
¿Cómo explicarle que se había quedado embarazada de un hombre con el que ya no se iba a casar?
Lali se rió de manera histérica y sintió que se le saltaban las lágrimas. ¿Cómo se le había complicado tanto la vida en tan poco tiempo?
¿Qué haría si resultaba que, efectivamente, estaba embarazada?
Llegó al pueblo en tiempo récord y aparcó frente a la tienda. Intentando no correr, entró y se dirigió frente a las baldas en las que estaban los tests de embarazo. Tras elegir uno que aseguraba cien por cien de precisión se dirigió a pagar.
Sintió un gran alivio al ver que la persona que estaba cobrando era un adolescente al que no conocía de nada. Rezó para que él tampoco la conociera. De lo contrario, el pueblo entero sabría aquel mismo día que la hija de Adrian Esposito se había comprado una prueba de embarazo.
¡Lo que le faltaba!
El chico apenas apartó la mirada de la revista de coches que estaba leyendo, pasó la caja por el lector y le cobró. Lali salió de la tienda y se dirigió a la biblioteca. Seguro que a aquellas horas no habría nadie y podría ir al baño a hacerse la prueba sin despertar sospechas.
Al entrar, saludó a la señora Alderson con una sonrisa, todavía tuvo el nervio de pararse frente a la estantería de novedades para disimular y, por fin, se dirigió al baño. Tras leer las instrucciones varias veces, orinó en el palito y esperó.
Tras rezar, se sentó sobre el inodoro y abrió los ojos.
Menos mal que se había sentado porque allí, bien clarito, había un signo de más enorme.
En las instrucciones ponía bien claro que un más significaba que se estaba embarazada y un menos, que no.
Eso quería decir que estaba embarazada.
Lali sintió náuseas y tuvo que respirar varias veces muy profundamente. ¿Qué demonios iba a hacer?
Tras un buen rato allí sentada con la cabeza en blanco, recogió sus cosas y salió sigilosamente. Al pasar frente al mostrador de recepción, se despidió de la bibliotecaria y se dirigió a su coche.
Una vez al volante, puso rumbo a su casa aunque no tenía ninguna intención de contarle nada a su padre.
Se le pasó por la cabeza desaparecer, huir, irse a Europa, a Hawái o al otro extremo del estado de Texas, pero ¿de qué le serviría eso? Para empezar, no quería abandonar a su padre ni irse de su hogar y, además, no tenía dinero para empezar sola en algún
lugar. En cualquier caso, jamás podría cambiar el hecho de que estaba embarazada de Peter Lanzani.

capitulo 41

Lali se puso en pie apoyándose en el borde de la bañera y, débil y temblorosa, se acercó al lavabo para lavarse la boca y la cara con agua fría.
Era el cuarto día consecutivo que vomitaba y confiaba plenamente en encontrarse bien por la tarde, como los otros días.
Al principio, había creído que se había resfriado o que tenía la gripe. Luego, había pensado que, tal vez, el cansancio, los dolores de cabeza y las náuseas eran consecuencia de la tensión provocada por la ruptura con Peter porque llevaba disgustada los ocho días que habían transcurrido desde entonces.
Aquella noche se había ido a casa justo después que él sin molestarse en dar explicaciones a nadie. Al llegar a casa, se había metido en la cama y se había puesto a llorar.
Si por ella fuera, seguiría allí, pero no quería preocupar a su padre, así que se obligaba a levantarse todos los días y a hacer vida normal.
Sin embargo, era consciente de que, tarde o temprano, iba a tener que contarle a todo el mundo que la boda se había suspendido. Aun así, todavía no podía hacerlo. Le dolía demasiado.
Por los comentarios de su padre y de los demás, por lo visto, nadie sabía nada de la ruptura. Peter tampoco debía de haber dicho nada todavía.
En aquellos momentos, sin embargo, el asunto no le importaba demasiado porque tenía otros problemas más graves.
Iba con retraso.
Lali estaba empezando a sospechar que estaba embarazada.
Dos semanas de retrasos, náuseas matutinas, sueño y sensibilidad exacerbada... tenía muchas posibilidades de estarlo.
Solamente había una manera de salir de dudas, así que Lali tomó aire, salió del baño, agarró su cazadora y su bolso y se dirigió al coche.
Estaba llegando cuando su padre salió del establo y la saludó.
—Buenos días, dormilona. ¿Adónde vas?
—Buenos días, papá. Voy un momento al pueblo —contestó Lali metiéndose en el vehículo, cerrando la puerta y poniendo el motor en marcha.
—Muy bien, no tardes.

Sunday, September 27, 2015

capitulo 39 y 40

—Bueno, supongo que es mejor que me haya enterado antes de la boda. Hubiera sido muy estúpido por mi parte haberme casado de nuevo con otra mentirosa —comentó con lengua viperina.
—Espera un momento... —dijo Pablo.
—Y con mi propio hermano —continuó Peter.
—Peter... —intervino Lali— no es lo que tú piensas —añadió dando un paso al frente y alargando el brazo para ponerle la mano en el pecho, pero Peter dio un paso atrás y la miró con desprecio.
—Nunca lo es —contestó con desdén.
—Ten cuidado con lo que dices, Peter —murmuró Pablo detrás de Lali—. Si tengo que partirte la cara en tu fiesta de compromiso, te la parto.
Peter dio un paso al frente con actitud amenazante y miró a su hermano con furia.
—Sí, y si tienes que liarte con mi prometida también te lías con ella, ¿no?
—Ya basta —intervino Lali—. Pablo, muchas gracias por tu ayuda, pero creo que tengo que hablar con tu hermano a solas.
Su reacción ante una conversación inocente con su hermano era suficiente para tenerlo claro.Lali no quería estar con un hombre que automáticamente iba a pensar lo peor de ella continuamente.
No podría vivir así, siempre observada, siempre vigilada, siempre bajo sospecha de acusación, así que tomó aire, cerró los ojos y rezó para no irse abajo delante de Peter como le había sucedido con Pablo.
—Mira, esto no va a funcionar —le dijo muy segura de sí misma a pesar de que por dentro temblaba de pies a cabeza—. Entre Pablo y yo no hay nada y te estoy diciendo la verdad, pero nunca me creerás porque no has superado lo que te hizo Suzanne. Yo no me puedo casar con un hombre que no confía en mí —añadió apretando los puños para no alargar las manos hacia él y dar al traste con la decisión que había tomado de acabar con aquella relación—. Lo siento mucho, pero creo que es mejor que suspendamos la boda.
Peter se quedó mirándola y apretó la mandíbula.
—Tienes razón. Nunca habría funcionado.
Dicho aquello, se giró y desapareció en la noche. Lali se quedó observándolo, consciente de que había tomado la decisión adecuada, pero desesperada ante ella.
Peter era el único hombre al que había amado en la vida y ahora se daba cuenta de que también era el único hombre al que jamás podría tener.
—¿Estás segura? —contestó Pablo mirándola a los ojos y relajándose.
—Sí, estoy segura.
—Muy bien. Estaré dentro. Si me necesitas, grita.
Lali asintió, pero no dijo nada, sabiendo que, si decía algo, Peter se lo tomaría como una señal inequívoca de que lo estaba engañando con su hermano.
Pablo avanzó hasta la puerta y, una vez allí, se giró hacia su hermano.
—Si le haces daño, haré que te arrepientas —lo avisó antes de entrar.
—Demasiado tarde —murmuró Peter aunque su hermano ya no lo oía—. Ya me arrepiento.
Lali sintió que el corazón se le encogía ante lo que implicaban aquellas palabras, pero se obligó a levantar el mentón en actitud digna.
—Peter, lo que has visto... Pablo me estaba consolando porque estaba disgustada. Esto no era una reunión clandestina. Yo no soy Suzanne —le explicó con vehemencia—. Yo jamás te traicionaría y tu hermano tampoco.
—Yo sólo sé lo que he visto — insistió Peter.
—Lo que has visto es a tu prometida llorando sobre el hombro de tu hermano. Sólo eso.
Sin embargo, sabía que sus palabras caían en oídos sordos. Dijera lo que dijera, Peter no la iba a creer. Pensaba lo peor porque una vez lo habían engañado y todavía no había superado la experiencia.
Por mucho que dijera o hiciera, Peter jamás la creería. Lali sintió un profundo dolor en el corazón al darse cuenta de que no podía casarse con él, de que no podía mantener una relación con él cuando era obvio que Peter jamás confiaría en ella.

capitulo 38

Le estaba hablando con tanto cariño y su mirada era tan amable que Lali se abrazó a él y se puso a llorar desesperadamente.
Pablo dejó que se desahogara a gusto, abrazándola y acariciándole la espalda y, cuando por fin Lali decidió que se había desahogado, le dio un pañuelo para que se secara las lágrimas.
—Gracias —le dijo Lali.
—¿Qué te pasa?
—No debería contártelo porque es tu hermano. Debe de ser que estoy muy nerviosa por la boda.
—Obviamente, mi hermano ha hecho algo.
—Más bien, todo lo contrario —contestó Lali jugando nerviosa con el pañuelo—. Desde que me pidió que me casara con él, no ha hecho absolutamente nada. Es como si no quisiera casarse. No está interesado en absoluto en los preparativos de la ceremonia ni en nuestro futuro ni en esta fiesta que tu madre ha organizado con toda su ilusión —le explicó Lali—. Yo creía que estar comprometida con él, que casarme con tu hermano me iba a hacer feliz, pero ahora preferiría que hubiéramos seguido acostándonos simplemente.
Pablo la miró con los ojos como platos, pero Lali ignoró su reacción. Por lo visto, Peter no era el único que creía que era una virgen inocente.
—Mira, lo que pasa es que mi hermano es tonto. El primer error que cometió fue casarse con Suzanne cuando era obvio que aquello iba a ser un desastre. Su segundo error fue lamentarse tanto cuando lo abandonó y el tercer error... —la consoló Pablo apartándole un rizo de la cara y sonriendo con cariño—. Su tercer error, el peor de todos, es hacerte llorar a ti cuando debería estar abrazándote y diciéndote lo mucho que te quiere.
Al oír aquellas palabras, Lali se emocionó y volvió a llorar de nuevo, así que Pablo la tomó otra vez entre sus brazos.
—Shh, no pasa nada —le dijo—. Peter no quiere hacerte daño, pero está muy confundido. Ya sabes como es entendía perfectamente aquellas palabras, pero eso no significaba que hicieran que se sintiera mejor. El miedo a estar comprometida con un hombre que no se quería casar con ella la llenaba de amargura.
En ese momento, oyó que una puerta se abría a sus espaldas y se apresuró a apartarse de Pablo y a limpiarse las lágrimas porque no quería que ningún invitado la viera así, pero, cuando se giró, comprobó que no era un invitado sino Peter, que la estaba mirando muy enfadado.

capitulo 37

Lali tragó saliva y se obligó a sonreír a un caballero que le había contado una historia supuestamente graciosa de la que Lali no había escuchado ni una sola palabra.
«Peter es así», se dijo.
Se había repetido una y otra vez que el hombre con el que se iba a casar era una persona muy introvertida a la que no le gustaba estar con mucha gente, a la que no le gustaban las fiestas y, sobre todo, a la que no le gustaba ser el protagonista de nada.
Además, ya había estado casado antes. Se había casado suponiendo que iba a ser para toda la vida y Lali suponía que pasar por todo esto de nuevo no debía de resultar fácil para él.
Probablemente, estuviera agobiado por los recuerdos dolorosos, pero debía darle una oportunidad para que ella pudiera demostrarle que la infidelidad de su ex mujer no se iba a repetir y que con ella podía ser feliz.
Lo cierto era que, aunque amaba apasionadamente a Peter, aunque quería desesperadamente convertirse en su esposa, tener un prometido que la trataba con frialdad y que se mostraba indiferente ante los preparativos de su propia boda era suficiente para hacerla dudar.
De repente, le pareció que la habitación en la que estaba era demasiado pequeña y sintió claustrofobia, comenzó a faltarle el aire y decidió salir a calmarse.
Sonriendo a todo el mundo con el que se encontraba, se abrió camino hasta la cocina y salió al exterior.
Una vez a solas, se agarró con fuerza a la barandilla del porche y se quedó mirando los maravillosos colores del atardecer.
—Ahí dentro hay mucha gente, ¿verdad? —dijo una voz a sus espaldas.
Lali dio un respingo y, al girarse, se encontró con Pablo.
—Hola —lo saludó confundida—. No sabía que habías venido. Peter me había dicho que estabas en Chicago.
—Sí, pero no me podía perder la fiesta de compromiso de mi hermano y de mi vecina favorita —contestó Pablo sonriendo y acercándose a ella para besarla con cariño en la mejilla—. ¿Qué tal estás?
—Bien —contestó Lali apartando la mirada—. ¿Y tú?
—Vaya, me sorprende tu contestación. Se supone que te vas a casar, que deberías está radiante. Deberías estar muy emocionada.
—Estoy muy emocionada —dijo Lali en tono lacónico.
—Si estás emocionada así, no me gustaría verte deprimida —sonrió el hermano de Peter—. Venga, a mí no puedes engañar, Lali. ¿Qué te pasa?
—Nada —mintió Lali intentando sonreír.
—Lali...

capitulo 36

—Muy bien —dijo él sin embargo en tono serio—. Vamos a casa a contárselo a tu padre.
—Espera un momento. ¿No quieres celebrarlo? —contestó Lali apretándose contra su cuerpo.
—Sí, claro que quiero celebrarlo —contestó Peter besándola.
Sin embargo, fue un beso rápido y, a continuación, la agarró de la mano y la llevó hacia su casa.
Aquella reacción hizo reír a Lali y se dijo, mientras avanzaba con él por el camino del bosque, que su vida junto a Peter iba resultar muy interesante.
Lali le dio un sorbo al vino, la segunda copa que se tomaba desde que había llegado hacía una hora a casa de los Lanzani, que estaba llena de amigos y familiares que la madre de Peter había reunido para celebrar su compromiso.
Había flores y globos por todas partes y sobre la chimenea había un cartel en el que ponía:
¡Enhorabuena a Peter y a Lali!.
Desde luego, estaba todo pensado al detalle, pero Lali se sentía intimidada. En cuanto Theresa Lanzani se había enterado de que se iban a casar, había insistido para que le permitieran organizarles una fiesta a la que había invitado a la mitad del pueblo.
Lo que había empezado siendo una reunión de vino tinto y música clásica se había convertido en una fiesta con canciones country y alcohol a diestro y siniestro.
Lo que resultaba una verdadera ironía porque aquel entusiasmo de sus padres y los planes de su madre habían hecho que Peter se apagara. Desde la misma noche en la que se lo había propuesto, ella había dicho que sí y se lo habían contado a sus respectivas familias, no había vuelto a mostrar ningún interés ni en el compromiso ni en la boda.
Había aceptado a regañadientes la fiesta de su madre y le había hecho Lali que hiciera lo que quisiera con la ceremonia y la celebración. Le había dejado a ella que eligiera la fecha y que se encargara de todos los preparativos.
Lali entendía perfectamente que no quisiera involucrarse demasiado porque a los hombres no les solía gustar tener que elegir flores ni colores y consideraban que eso era cosa de mujeres.
Sin embargo, esperaba que la hubiera ayudado a elegir cosas como el lugar de la ceremonia, la iglesia o el jardín de sus padres, o que tal vez hubiera hecho alguna sugerencia sobre la lista de invitados. Sin embargo, Peter se había lavado las manos y la había dejado completamente sola.
Aquella noche habían llegado juntos a casa de sus padres, tal y como les había indicado su madre, ya que Theresa tenía todo planeado para que todos los invitados
llegaran antes que los protagonistas de la velada y, cuando Peter y Lali habían hecho su entrada triunfal, todo el mundo había gritado y aplaudido con entusiasmo.
Desde entonces, no había vuelto a ver a Peter.

capitulo 35

Lali sabía que había momentos en los que la gente se quedaba sin palabras, pero a ella nunca le había sucedido hasta aquel instante. Notaba que la cabeza le daba vueltas tan rápido que temía desmayarse y, aunque los pulmones le quemaban por la falta de aire, no era capaz de inhalar.
Peter le acababa de pedir que se casara con él. Peter. Se lo acababa de pedir a ella. Le acababa de pedir que se casara con él.
—Pero...
—Aunque no sea por amor —la interrumpió Peter agarrándola de los hombros—. Aunque no nos queramos, nos llevamos bien y yo creo que nuestro matrimonio podría funcionar. Nos llevamos bien. Desde luego, en la cama nos va fenomenal y te prometo que siempre te cuidaré. Puedes confiar en mí.
En un abrir y cerrar de ojos, Lali pasó del éxtasis más maravilloso a sentirse como si le hubiera dado una bofetada. Ella que había creído que, por fin, Peter se había enamorado de ella, tuvo que soportar oír que no la amaba y que veía su matrimonio como una unión conveniente para ambos.
Su primer impulso fue decirle que aquella oferta era lo más repugnante que le habían dicho en la vida, pero, a continuación, pensó en el valor que había tenido que reunir Peter para hacérsela.
Lali era consciente de lo mucho que Peter había sufrido por la traición de su primera esposa, así que dar aquel paso y pedirle que se casara con él, aunque para ella no fuera la propuesta de amor soñada, era increíble.
Además, ella llevaba enamorada de él toda la vida y aquélla era su oportunidad de estar a su lado.
Aunque Peter no la quisiera en aquellos momentos, tal vez, algún día lo haría. La gente cambiaba y la mayoría de las personas acababan curándose después de una ruptura dolorosa.
Si se casara con él, tendría la oportunidad todos los días de borrar el dolor que Suzanne le había causado y llenar su corazón de su presencia. No todas las mujeres eran como su ex esposa y ahora tenía ante sí la oportunidad de demostrárselo.
Lo cierto era que Lali quería estar a su lado cuando su corazón sanara por fin y se dijo que por aquella causa era capaz de embarcarse durante un par de años en un matrimonio sin amor.
Lali supo que estaba haciendo lo correcto.
—Sí, me quiero casar contigo —contestó abrazándolo de la cintura y besándolo.
Al instante, le pareció que Peter temblaba.

capitulo 33 y 34

Peter se la abrió y, mientras ella salía, se giró hacia su padre.
—Me lo he pensado y he decidido aceptar tu oferta —le dijo en voz baja para que su hija no se enterara.
A continuación, salió y cerró la puerta tras él, dejando a Adrian sonriendo satisfecho.
Lali se giró hacia Peter, que estaba bajando los escalones del porche. Sin mediar palabra, la agarró de la mano y comenzaron a andar.
—¿Adónde vamos? —le preguntó Lali.
—A ningún sitio en especial, simplemente me apetecía hablar contigo a solas.
—¿Sólo hablar? —sonrió Lali.
—Sí, sólo hablar —contestó Peter.
Lo había dicho en un tono tan serio que Lali sintió que el miedo se apoderaba de ella. Ya está, iba a romper su relación. Lali se dijo que no debería estar sorprendida, que sabía que, tarde temprano, aquello tenía que suceder.
Aun así, sintió que el corazón se le encogía de dolor.
«No, por favor, que dure un poquito más, lo único que quiero es un poco más de tiempo para poder estar con él, para amarlo y para fingir que él también me ama», rezó.
Lali tomó aire e intentó mantener la calma, diciéndose que aquello era inevitable y que, probablemente, era lo mejor. Era una mujer hecha y derecha y tenía que poder manejar aquella situación con soltura.
Por supuesto, lo iba a echar de menos, pero podrían seguir siendo amigos. En lugar de salir como una pareja, se encontrarían en la calle y charlarían un rato. En lugar de hacer el amor, se sonreirían y fingirían que nunca se habían visto desnudos, que nunca se habían hecho gritar el uno al otro de éxtasis.
De repente, Lali se dio cuenta de que Peter le apretaba el brazo. Habían dejado de andar, estaban en algún lugar entre los árboles de detrás de su casa.
—¿De qué quieres que hablemos? —le preguntó tragando saliva y haciendo un gran esfuerzo para no llorar.
Peter se apoyó en el tronco de un enorme álamo y la agarró de la mano, apretándola con su cuerpo, lo que hizo que Lali se preguntara para qué se molestaba en mostrarse cariñoso si la iba a dejar.
—De nuestro futuro —contestó Peter.
Lali notó que el pulso le latía aceleradamente y que le sudaban las palmas de las manos de nerviosismo.
—¿Qué pasa con nuestro futuro?
—He estado pensando.
Sí, había estado pensando y había decidido que prefería un futuro sin ella.
—Estas últimas semanas... nos lo hemos pasado muy bien. Nos ha ido muy bien juntos.
Sí, era cierto que se lo habían pasado fenomenal, incluso a veces se lo habían pasado en grande, pero, por lo visto, aquello no contaba.
—He estado pensando...
Sí, eso ya lo había dicho.
—... que, tal vez, podríamos convertir nuestra relación en una relación permanente.
Por supuesto. Desde que Suzanne lo había dejado...
Lali se quedó de piedra y notó que el aire no le llegaba con fluidez a los pulmones. ¿Qué era lo que Peter acababa de decir?
—¿Cómo has dicho? —le pregunto con voz trémula.
—Lali —contestó Peter mirándola muy solemne a los ojos—, ¿te quieres casar conmigo?

capitulo 32

Sacudiendo la cabeza atónito, Peter siguió a Adrian al interior de la casa y, nada más hacerlo, percibió el delicioso aroma del café recién hecho. Lali había colocado una fuente de galletas caseras en el centro de la mesa y estaba sirviendo tres tazas.
Desde luego, Lali se había esmerado por agradarle y Peter sintió que el corazón se le encogía. Lo cierto era que, a lo mejor, Lali era una esposa maravillosa. No, a lo mejor, no, seguro.
Mientras escuchaba a medias la conversación que Lali mantenía con su padre, Peter se imaginó ante un sacerdote de nuevo y sintió que el miedo se apoderaba de él, pero se dijo que Lali no tenía nada que ver con Suzanne.
Lali tendría la casa bien atendida, lo estaría esperando con una cena maravillosa y caliente todas las noches y todas las noches compartirían todavía más calor bajo las sábanas. Lali era una mujer que reía sin parar y que lo hacía reír a él.
Desde luego, el conjunto era de lo más apetecible. Y él podía ser un esposo bueno para ella sin implicarse demasiado emocionalmente. Sí, Peter estaba seguro de que podría vivir con ella, casarse con ella y hacerla feliz sin arriesgar el corazón.
Su única preocupación era que Lali no pudiera hacer lo mismo. Las mujeres eran diferentes, más sensibles. ¿Qué ocurriría si Lali desarrollara sentimientos por él que él no pudiera devolver? ¿Qué ocurriría si se hiciera demasiadas ilusiones y terminara sufriendo?
Sin embargo, parecía que Lali había entendido perfectamente sus recelos porque sabía su situación con Suzanne y, en todo el tiempo que llevaban saliendo y acostándose, jamás le había pedido más de lo que quisiera darle.
Nunca le había pedido que le hablara de su ex mujer ni que compartiera con ella su dolor para analizarlo e intentar ayudarlo. Lali se limitaba a aceptar su relación y a él tal y como eran.
Si fuera capaz de aceptar un matrimonio exactamente igual, tendrían opción de construir una vida juntos y darle gusto a su padre al mismo tiempo. Además, si aceptaba la oferta de Adrian, sus padres dejarían de presionarlo para que se sobrepusiera a la traición de Suzanne, para que siguiera adelante con su vida y encontrara a otra mujer con la que ser feliz.
Al darse cuenta de lo que estaba considerando, le subió la temperatura corporal y, al mismo tiempo, sintió cómo un sudor helado le resbalaba por la espalda.
De repente, se dio cuenta de que Lali y Adrian la miraban y se percató de que se había ido completamente de la conversación.
—Perdón, estaba pensando en mis cosas —se disculpó.
—No pasa nada —sonrió Lali poniéndose en pie y llevando las tazas al fregadero.
Al observarla, Peter se maravilló ante la gracia de sus movimientos, sus piernas largas y fuertes y su trasero redondeado.
Al instante, sintió una presión conocida en la entrepierna y una sensación cálida, como mantequilla derretida, por las venas.
—¿Quieres que demos un paseo, Lali? —le preguntó poniéndose en pie.
—Sí, claro —contestó ella—. Papá, ¿te importa quedarte solo?
—No, hija, claro que no. Ya me ocupo yo de fregar esto.
—Muy bien —contestó Lali yendo hacia la puerta.

capitulo 31

—Sí, ya sé que es una petición un tanto extraña —continuó el padre de Lali—. Sin embargo, os he estado observando estas últimas semanas. Lali está feliz y a mí me hace muy feliz ver que vais en serio. Te diré que a tus padres y a mí siempre nos hizo ilusión pensar que algún día terminaríais juntos. Jamás hemos querido presionaros, pero han sido muchas las noches en las que hemos hablado de este tema mientras jugábamos a las cartas.
Peter no tenía ni idea de todo aquello. Aunque era cierto que sus familias siempre se habían llevado muy bien y que Pablo, Lali y él habían crecido juntos, nunca se le había ocurrido que ni él ni su hermano pudieran estar interesados en ella.
Por supuesto, no porque hubiera nada de malo con Lali. Al contrario, se trataba de una chica maravillosa y guapa, pero siempre la había tenido casi como una hermana. Peter se dijo que la próxima vez que viera a su hermano le tenía que preguntar si a él sí se le había pasado por la cabeza tener algo con ella.
—Supongo que necesitas tiempo para pensártelo, pero quiero que sepas que me haría mucha ilusión poder dejarte mi rancho si fueras mi yerno porque sé que lo cuidarías bien. Eres un hombre responsable, honesto y bueno. Si te casas con mi hija y te ocupas del rancho, yo me iré tranquilo sabiendo que dejo todo en buenas manos.
Peter se rascó la barbilla, preguntándose si no estaría teniendo una alucinación. Todo aquello no tenía sentido. No podía ser que en pleno siglo XXI un padre quisiera hacer un matrimonio de conveniencia para su hija.
Aun así, comprendía perfectamente a Adrian y el amor y la preocupación que había detrás de la oferta que le acababa de hacer. El rancho Double D llevaba siendo de su familia muchas generaciones, Adrian había vivido allí toda su vida y amaba aquella tierra.
Peter entendía perfectamente que aquel hombre quisiera dejar el rancho en buenas manos cuando se fuera y, por supuesto, entendía también que quisiera que su hija estuviera bien.
Aunque a muchos les pudiera sonar machista, lo cierto era que Adrian sólo quería lo mejor para su hija y para su rancho.
Eso no quería decir que Peter fuera a aceptar, por supuesto. Después de divorciarse de Suzanne, se había jurado a sí mismo que jamás volvería a dejarse atrapar. Aunque Lali y él se hubieran acostado unas cuantas veces últimamente, no tenía ninguna intención de caer de nuevo en la misma trampa.
—Lo siento mucho, pero...
—No hace falta que me des una contestación ahora mismo —lo interrumpió Adrian—. Tómate tu tiempo, piénsatelo bien. Sé que lo que te propongo es muy importante y no quiero que te precipites. Quiero que estés completamente seguro porque mi hija se merece lo mejor y tú también —añadió dándole una palmada en la espalda y dirigiéndose a la puerta de la cocina—. En cualquier caso, quiero que sepas que lo consideraría un favor personal hacia mí. No se me ocurre nadie mejor que tú para ocuparse de mi rancho y cuidar de mi hija cuando yo ya no esté.

Saturday, September 26, 2015

capitulo 30

Peter no estaba en absoluto de acuerdo. Considerando la gran cantidad de veces en las últimas semanas que Lali y él se habían escapado al establo y a su habitación cuando su padre no estaba, a Peter aquella casa le parecía de lo más divertida.
En cualquier caso, no le parecía que fuera una buena idea hacérselo saber al padre de Lali porque, precisamente, estaba intentando que no se enterara de que se estaba acostando con su hija.
Peter se puso en pie y siguió Adrian al porche. El padre de Lali se sentó en una mecedora de madera situada junto a la puerta de la cocina y se sacó un cigarrillo del bolsillo. A continuación, lo olió, suspiró y se lo guardó de nuevo.
—Normalmente, sólo doy un par de palabras después de la cena, pero mi hija se preocupa mucho, así que muchas noches lo único que hago es olerlo.
Peter se colocó frente a él y se apoyó en la barandilla del porche, cruzó los pies a la altura del tobillo y se quedó mirándolo.
—Querías que habláramos, ¿no? —le preguntó al padre de Lali al cabo de unos minutos en silencio.
—Sí, así es —contestó Adrian poniéndose en pie y acercándose a Peter—. Lali es todo lo que tengo, ¿lo sabes, verdad?
—Por supuesto.
—Me preocupo por ella tanto como ella se preocupa por mí.
—Por supuesto —repitió Peter sin saber muy bien hacia dónde iba aquella conversación.
—Sobre todo, me preocupa qué será de ella cuando yo no esté.
—¿Qué ocurre? ¿Estás enfermo?—le preguntó Peter preocupado.
—No, estoy sano como un toro, según el médico, pero me voy haciendo mayor y me puede pasar cualquier cosa. Nadie sabe cuándo va a morir y, cuando llegue mi hora, me gustaría que mi hija estuviera a buen recaudo.
—Lo entiendo perfectamente.
—Por eso quería hablar contigo.
—¿Cómo? —dijo Peter enarcando una ceja.
—Quiero hacerte una propuesta —contestó Alejo—. Lali es la única hija que tengo y, aunque pueda sonar machista, no tengo varones a los que dejar mi rancho. A mi hija le encanta este lugar y se le dan muy bien los quehaceres del rancho, pero sé que no querrá hacerse cargo de él cuando yo no esté.
Peter asintió.
—Nuestras familias siempre se han llevado bien, Lali y tú habéis crecido juntos y nuestras tierras son colindantes, así que voy a ir directamente al grano. Peter, me gustaría que te casaras con mi hija.
Peter se quedó mirándolo con los ojos como platos, sin saber qué decir y con la impresión de que el corazón se le había parado.

capitulo 29

Peter apartó su plato y tomó aire, lo que le hizo tener la sensación de que le apretaban la cinturilla del pantalón. De nuevo, había vuelto a comer demasiado, lo que era culpa de Lali por ser tan buena cocinera.
Llevaban tres semanas saliendo juntos y aquélla era la tercera vez que Peter se quedaba a cenar en su casa, algo que se estaba convirtiendo en una costumbre semanal.
Aunque al principio se había mostrado nervioso por tener que sentarse frente a su padre, preguntándose si iba a saltar en cualquier momento sobre él para castrarlo, ahora estaba empezando a disfrutar de las veladas en casa de los Esposito.
Lali cocinaba de maravilla, y además, se esforzaba en hacer sus platos favoritos cuando él iba a cenar, algo que a Peter no le había pasado desapercibido.
—¿Quieres más? —le preguntó Lali poniéndose en pie para recoger los cuencos del puré de patata y de las judías verdes.
—No, gracias, ya no puedo más —contestó Peter acariciándose la tripa y sonriendo satisfecho.
—Mi hija cocina muy bien, ¿verdad? —intervino Adrian—. Como su madre.
—Desde luego —contestó Peter—. Hacía mucho tiempo que no comía tan bien.
Era cierto que él solía comer comida preparada que calentaba en el microondas o sobras que su madre le hacía llegar cuando estaba preocupada por si no comía bien.
—No se lo digas a mi madre, ¿eh?
—No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo —contestó el padre de Lali chasqueando con la lengua.
A continuación, se giró hacia Lali, que estaba guardando lo que había sobrado de la cena en pequeñas fiambreras y metiéndolas en la nevera.
—Lali, ¿te importa que Peter y yo salgamos un momento al porche a hablar y ahora pasamos a ayudarte?
Peter se sorprendió ante las palabras del padre de Lali, pero, viendo que su expresión era amistosa, no creyó que lo fuera a llevar al establo para pegarle un tiro.
—Sí, claro podéis iros tranquilamente —contestó Lali—. Pero nada de fumar, ¿eh, papá? Te lo digo en serio. Por favor, Peter, no lo dejes fumar.
Peter se giró hacia Lali y le guiñó el ojo.
—Desde luego, esta casa está cada día más aburrida —comentó fingiendo que estaba enfadado.