Monday, September 28, 2015

capitulo 49

Todo lo que tendría que haber sido un placer, como elegir las flores, hacerse el vestido de novia o mandar las invitaciones, se convirtieron en meras obligaciones que Lali llevaba a cabo fingiendo nervios y emoción.
Peter y ella habían quedado unas cuantas veces para que nadie sospechara que no eran una pareja feliz. Lali había pensado en más de una ocasión que eso era lo que la esperaba para el resto de su vida, fingir que era feliz.
Bueno, al menos, tendría a su hijo y podría hacerlo feliz a él.
En aquel momento, alguien llamó a la puerta. Era la madre de Peter.
—Sólo faltas tú —sonrió Theresa.
—Ya voy —contestó Lali poniéndose en pie y alisando las arrugas de su traje de novia con la mano.
Mientras seguía a su futura suegra hacia el jardín donde se iba a celebrar la ceremonia, Lali notó que el corazón le latía aceleradamente. Cuando llegó al pie de las escaleras, encontró a su padre esperándola e hizo todo lo que pudo para dedicarle una sonrisa radiante.
—Qué guapa estás —dijo Adrian con la voz tomada por la emoción—. Me recuerdas a tu madre el día que nos casamos.
Ante la mención de su madre, Lali sintió que se le saltaban las lágrimas, pero consiguió controlarse.
Su madre habría sido la única persona a la que le podría haber confiado lo que le estaba pasando, pero no estaba. Lali tenía que hacer lo que tenía que hacer ella sola, así que avanzó del brazo de su padre en dirección al jardín.
Una vez fuera, caminaron sobre la alfombra roja rodeada de sillas blancas a ambos lados en las que estaban sus familiares y amigos con sus mejores galas.
Y, al fondo, junto al altar, estaba Peter.
Lali se quedó mirándolo y creyó que se le paraba el corazón.
Peter siempre estaba guapo, pero aquel día lo estaba más que nunca, con su traje negro y sus botas nuevas, con el pelo tan negro que parecía azul bajo el sol. Peter también la había visto y la estaba mirando.
Aunque no se casaban por amor, era obvio que el deseo seguía vivo entre ellos. Por lo menos, por parte de Lali, que era consciente de que lo mejor que podía hacer era ocultarle que con una mirada o una caricia se derretiría.
—¿Preparada? —le preguntó su padre.
Lali asintió tragando saliva y rezando para llegar al altar sin desmayarse, vomitar o ponerse a llorar.
En aquel momento, empezó la música y todos los congregados se pusieron en pie y miraron hacia la casa, esperando ver aparecer a la novia.
Peter había visto a Lali y le había parecido que, si no hubiera sido porque iba del brazo de su padre, habría salido corriendo, lo que no le extrañaba porque él habría
hecho lo mismo de no haber estado acompañado por su hermano, el cura y cincuenta invitados.
Por enésima vez, se metió el dedo por el cuello de la camisa, que le apretaba hasta asfixiarlo.
Maldición.

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