Tuesday, September 29, 2015

capitulo 60

Que viviera en su casa y se ocupara de sus cosas era de alguna manera el recordatorio de que estaba casado con ella y que, independientemente de las circunstancias, iban a estar casados por mucho tiempo.
Sin embargo, lo que más le gustaba de Lali no era que hiciera un café maravilloso ni que se ocupara de la contabilidad del rancho, sino ella en sí misma, su presencia, su voz y su olor, su pelo y la forma de caminar, la manera en la que tarareaba cuando cocinaba o cómo olía el baño después de que ella se hubiera dado uno de sus largos y maravillosos baños de espuma.
Todo lo referente a ella lo excitaba. Peter se levantaba todas las mañanas con su olor, que se le antoja tan fuerte que hubiera podido jurar que había pasado la noche a su cuerpo.
¡Su cuerpo!
Aquel cuerpo era como para hacer que un hombre que no creyera en Dios se pusiera a rezar. Sobre todo ahora, con los cambios que el embarazo le estaba produciendo.
Se trataba de cambios sutiles, pero Peter se había percatado absolutamente de todos. Se había fijado en que le habían crecido los pechos y en que se le estaba formando una preciosa tripita.
Lo que más le apetecía en el mundo era acariciarle la tripa y sentir aquel lugar en el que estaba creciendo su hijo. Soñaba con ello.
Sin embargo, por mucho que le apeteciera tocarla, involucrarse en el desarrollo del bebé sería demasiado peligroso porque Peter era consciente de que no se conformaría con tocarle la tripa sino que querría más, querría acariciarle el cuello y el rostro, querría besarla y hacerle el amor.
Por eso, pasaba las noches en blanco, recordando cuando la tenía entre sus brazos y podía acariciarla. Antes, en el pasado, cuando su relación había sido casual y no complicada, temporal en lugar de permanente.
Peter se llevó el chocolate a los labios y deseó que fuera algo frío que calmara su ardor, claro que tampoco le hubiera servido de mucho porque, siempre que tenía a Lali cerca, le subía la temperatura corporal.
Entre mordiscos de tostada y tragos de chocolate, Lali estaba hablando del potro recién nacido. Su voz era suave y alegre y tranquilizó a Peter a pesar de que también lo excitaba.
Ese era el efecto que Lali tenía sobre él. Aunque la deseaba con todo su cuerpo, también había un profundo nivel de comodidad, parecido a un buen fuego en una noche de invierno. Era un tipo de soltura que Peter suponía que tendría una pareja que llevaba viviendo junta cincuenta años.
Claro que siempre había sido así con Lali. Tal vez, porque habían crecido juntos, viéndose constantemente, incluso en la adolescencia, cuando estaban feos y tenían granos, compartiendo huesos rotos y corazones destrozados.

3 comments: