Saturday, September 26, 2015

capitulo 25

Y ahora estaba de nuevo bajo él, dejando que la tomara.
Nada más nada menos que en el coche.
Peter se dijo que debería parar, disculparse y llevarla a casa o, por lo menos, llevarla a algún lugar decente donde terminar lo que habían empezado, a su casa o a un hotel, a algún lugar con una cama y sábanas limpias, pero ya era demasiado tarde, así que Peter le separó las piernas y se introdujo en su cuerpo por completo.
Lali no podía pensar y apenas podía respirar sintiendo el peso de Peter sobre su cuerpo. Su calor, su intensidad, sentirlo dentro de ella era desbordante.
Quería que se moviera, quería que le diera lo que necesitaba antes de que la urgencia por llegar al orgasmo se le antojara insoportable.
—Peter, por favor —suplicó.
Cuando Peter comenzó a moverse, Lali suspiró aliviada. En aquella ocasión, no hubo caricias añadidas y Lali no las necesitaba. Lo único que quería era que se moviera.
Excitado, rápido, ahora.
Peter aumentó el ritmo de sus movimientos, penetrando en su cuerpo cada vez con más fuerza hasta que Lali sintió que se le nublaba la vista y le pareció que estallaban cohetes por todas partes.
Se mordió el labio inferior para no gritar, pero acabó gritando cuando el orgasmo se apoderó de ella y una gigante oleada de sensaciones la llenó por completo.
Peter se introdujo en su cuerpo un par de veces más antes de gritar y dejarse caer sobre ella. Lali oía su respiración entrecortada y sentía el latido de su corazón contra su pecho.
Pasaron varios minutos hasta que ambos fue capaces de moverse. Peter se apartó a regañadientes, ayudó a Lali a sentarse y le puso bien la ropa. A continuación, se quedaron sentados uno frente al otro.
—Madre mía, la que acabamos de montar —comentó Lali tras un breve silencio.
El parabrisas y las ventanas estaban empañados por la condensación y no veían el exterior.
—Desde luego —rió Peter—. ¿Tienes hambre? —añadió poniéndose el sombrero.
—Sí, tengo un hambre que me muero —contestó Lali sinceramente.
Peter limpió el parabrisas con la mano, puso el motor en marcha y diez minutos después estaban sentados en la cafetería de Rosie.
El local estaba abierto hasta las diez, pero por la noche no solía haber mucha gente, así que solamente estaban una camarera y la cocinera trabajando y Peter y Lali eran los únicos clientes.
Se sentaron a una mesa en la parte de atrás del restaurante y pidieron té helado y dos platos especiales, a saber, espaguetis con salsa boloñesa y pan de ajo.

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