Wednesday, September 30, 2015

capitulo 63 y 64

Lali lo besó, suspirando encantada cuando sus labios se encontraron, besándolo como si Peter fuera el agua que le salvara la vida después de una larga caminata por el desierto.
Peter le tomó el rostro entre las manos y la devoró a besos. Si Lali no hubiera estado tan desesperada y excitada como él, tal vez se habría asustado ante su desesperación.
Sin dejar de besarla, Peter le acarició el cuello y los pechos, deslizando sus manos hasta pararse en su abdomen. Entonces, se apartó ligeramente. El pecho le subía y le bajaba por el ritmo entrecortado de su respiración. Lali también respiraba con dificultad.
—¿No le pasará nada al bebé si nos acostamos? —le preguntó.
—No, claro que no —contestó Lali acariciándole la mejilla y sonriendo—. Te lo prometo, no le pasará nada. No nos vas a hacer daño ni a mí ni a él.
—Gracias a Dios.
Aquélla era la declaración más bonita que Lali había oído de Peter y, si no hubiera sido porque la tomó en brazos y la levantó por los aires a toda velocidad, tal vez se habría reído.
—¿Qué haces?
—Llevarte a mi dormitorio —contestó Peter subiendo los escalones de dos en dos—. Desde que te has venido a vivir conmigo, sueño con tenerte en mi cama. No puedo dormir de lo mucho que te deseo.
—Te recuerdo que duermo al otro lado el pasillo —murmuró Lali—. ¿Por qué no has venido nunca a buscarme? —añadió mordisqueándole el lóbulo de la oreja.


—Porque estaba intentando comportarme como un caballero —contestó Peter—. No quería utilizarte, no quería que pensaras que me estaba aprovechando de ti por estar casados.
—Como yo también te deseo, no te estás aprovechando de mí en absoluto —le aseguró Lali.
Al llegar al dormitorio, Peter entró con Lali en brazos y cerró la puerta con el pie, dirigiéndose directamente a la enorme cama que había en el centro.
—Espero que mañana por la mañana te acuerdes de lo que acabas de decir porque tengo intención de pasarme toda la noche haciéndote el amor y no pienso arrepentirme lo más mínimo —comentó Peter dejándola sobre la cama.
A continuación, se desabrochó el cinturón y los botones de la camisa, se la quitó e hizo lo mismo con los pantalones.
Así, gloriosamente desnudo y erecto, se tumbó al lado de Lali y comenzó a besarla y a acariciarla de nuevo.
—¿Te han dicho alguna vez lo maravillosa y bonita que eres? —le dijo comenzando a desabrochar los diminutos botoncitos de perla de su camisón—. Pues te lo digo yo, pero también te digo que, por favor, no te vuelvas a comprar un camisón con botones como éstos.
Lali sintió que el corazón le daba un vuelco ante semejante cumplido.
—Por favor, dime que este camisón no es de tus preferidos.
—No, claro que no, pero...
—Bien, mañana mismo te compro otro —la interrumpió Peter rasgando la tela.
Lali oyó cómo los botones caían al suelo y ayudó a Peter a deshacerse del camisón, que aterrizó en el suelo junto a su ropa.
Peter se tumbó sobre ella y Lali lo abrazó, encantada de sentir el calor de su cuerpo, encantada de sentir su piel, su pelo, su torso desnudo contra sus pezones, su erección entre las piernas.
Se abrió para él, deseando que la penetrara, pero al parece que Peter no tenía prisa, tal y como ponía de manifiesto que estuviera deleitándose en acariciarle el pelo y los pechos, lo que estaba haciendo que Lali se revolviera nerviosa y excitada.
A continuación, Peter hizo el mismo camino con la boca y Lali dio un respingo y lo abrazó con fuerza porque las sensaciones eran tan intensas que el placer se había convertido casi en dolor.
 Peter se apartó levemente y se quedó mirándola.
—Te ha crecido el pecho —comentó.
A continuación, depositó una de sus manos sobre el abdomen de Lali, que sintió un escalofrío de deseo.
—Está creciendo —continuó Peter mirándola a los ojos—. Me encanta ver cómo cambia tu cuerpo —añadió besándole la tripa—. Llevaba semanas querido hacer esto.

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