Thursday, September 24, 2015

capitulo 3

«Mi héroe», pensó Lali.
Siempre le había pasado lo mismo con Peter. En cuanto le sonreía, Lali sentía que el corazón le daba un vuelco. Si pronunciaba su nombre, Lali sentía que la tierra se abría bajo sus pies.
No era la primera vez que Peter acudía en su rescate porque Peter era todo un caballero.
—Me parece una idea genial, gracias —contestó Lali poniéndose en pie—. Voy a decirle a mi padre que me voy.
Peter asintió y se quedó esperando a Lali mientras ella se acercaba al grupo que estaba jugando al póquer.
—Hola, papá —lo saludó poniéndole las manos sobre los hombros y besándole la mejilla.
Adrian Esposito dejó las cartas sobre la mesa y chasqueó la lengua.
—He vuelto a ganar, chicos —les dijo a sus amigos sin perder tiempo en recoger las ganancias que había sobre la mesa—. ¿Qué tal estás, hija? —le preguntó a continuación girándose hacia ella.
—Estoy cansada y me quiero ir a casa —contestó Lali—. Peter se ha ofrecido a llevarme, así que tú te puedes quedar jugando a las cartas todo el tiempo que quieras.
Adrian miró a Peter y asintió.
—Muy amable por su parte —comentó—. ¿No te importa que me quede?
—Claro que no —sonrió Lali—. Diviértete, pero no bebas porque tienes que conducir.
Su padre sonrió también.
—No te preocupes por mí, cariño, sólo me he tomado una cerveza y ya no voy a beber más.
—Muy bien —se despidió Lali besándolo de nuevo—. Hasta mañana —añadió mirando a los amigos de su padre.
A continuación, volvió al lado de Peter.
—¿Nos vamos? —le preguntó él.
Lali asintió, recogió su bolso de la mesa y siguió a Peter hasta su furgoneta azul. Una vez allí, Peter le abrió la puerta, esperó a que subiera, cerró la puerta y dio la vuelta al vehículo para subir él también.
Una vez dentro, puso el motor en marcha, encendió el aire acondicionado y puso en funcionamiento la radio.
—Gracias de nuevo —murmuró Lali al darse cuenta de que Peter no tenía intención de conversar—. Ya me veía pasando la noche acurrucada sobre una de las
mesas. Si hubiera sabido que mi padre tenía intención de pasarse toda la velada jugando a las cartas, habríamos venido en dos coches.
—De nada —contestó Peter—. Tu casa me pilla de paso —sonrió.

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