Wednesday, September 30, 2015

capitulo 66

—Es lo que tú me has hecho a mí —protestó Lali.
—Sí, pero yo me recupero tan rápidamente como tú y quiero estar dentro de tu cuerpo cuando llegue al orgasmo.
Dicho aquello, se colocó de rodillas y se sentó sobre los talones, arrastrando a Lali con él. Al instante, Lali se encontró sobre su erección y, mientras le pasaba las piernas alrededor del cuerpo y lo abrazaba, sintió que Peter se introducía en ella, que lo recibió encantada.
Ambos suspiraron ante la gloriosa fricción y se quedaron quietos durante un momento, disfrutando del éxtasis. Luego, Peter la agarró de las nalgas, la levantó lentamente y la volvió a bajar. Hizo aquel movimiento unas cuantas veces. Lali le clavó las uñas en los hombros al tiempo que sentía que las paredes internas de su vagina comenzaban a tener espasmos, los primeros síntomas del orgasmo.
Cuando vio que Peter apretaba los dientes, comprendió que tampoco andaba lejos de alcanzarlo, así que se concentró en subir y bajar cada vez más rápido hasta que todo el cuerpo de Peter se tensó y aulló de placer. Un segundo después, Lali lo siguió gritando también.
Se quedaron así unos minutos. Lo único que se escuchaba era su respiración entrecortada, que llenaba la habitación. A continuación, Peter la depositó con dulzura sobre la cama, la tapó y la abrazó. Sintiéndose más feliz que nadie, Lali se quedó dormida deseando poder decirle las dos palabras que ocupaban su mente.
Te quiero.
En cuanto Lali abrió los ojos a la mañana siguiente, supo que algo había cambiado. Apenas tardó unos segundos en recordar lo que había sucedido la noche anterior y, al hacerlo, sonrió encantada.
Aquello era lo que ella había esperado del matrimonio, aquélla era la noche de bodas que quería haber tenido.
—Ya iba siendo hora de que te despertaras —comentó Peter a sus espaldas.
—Creía que ya estarías trabajando —contestó Lali girando la cabeza hasta verlo.
—Lo he pensado, pero no he sido capaz de levantarme sin ti.
Lali sintió que la piel se le ponía de gallina pues aquél era un lado de Peter, su lado juguetón y romántico, que ella jamás había visto.
—¿Y las vacas no tendrán hambre?
—No. Además, para eso tengo empleados.
Lali se giró por completo hacia él y apoyó el codo sobre la almohada y la cabeza en la palma de la mano. Bajo las sábanas, sus piernas estaban entrelazadas y sintió que comenzaba a excitarse.
—¿Eso quiere decir que te vas a quedar todo el día en la cama satisfaciendo a tu necesitada mujercita?
Peter enarcó una ceja.
—¿Después de lo de anoche todavía dices que estás necesitada?

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