Sunday, September 20, 2015

capitulo 33

Lali apretó el botón de su contestador automático para escuchar los mensajes que tenía. Todos los que había eran de Peter y se le oía muy enfadado.
Era muy cabezota y no estaba dispuesto a que ella lo rechazara. Estaba más enojada consigo misma que con él. Había creído que era un hombre especial y se había entregado a él. ¿Cómo había podido ser tan tonta?
El único interés de Peter había sido el sexo y ni siquiera lo había disimulado en la semana que habían pasado juntos. Él se había mantenido frío y había controlado sus sentimientos, pero ella se había enamorado.
Hacía tres semanas que había regresado de Grecia, pero no conseguía que su vida volviera a ser la de antes. Le costaba dormir y apenas tenía apetito. A pesar de lucir una permanente sonrisa en el trabajo, por dentro se sentía sola y vacía.
Del secuestro nunca se supo nada más. Un abogado de los Lanzani la había recogido en Atenas y la había ayudado a hacer las gestiones necesarias para volver a casa. También la informó de que Joe Tyler y otros hombres habían muerto en un accidente.
Volvió al trabajo y comprobó que la limusina con la que tuvo el accidente estaba reparada. Su jefe le pidió que fuera discreta y que no comentara nada sobre el secuestro. Que dijera que se había tomado unos días de vacaciones. Era evidente el interés de la familia Lanzani en mantener oculto el asunto del secuestro.
En un esfuerzo por animarse, Lali decidió que había llegado el momento de abrir el garaje especializado en reparación de coches clásicos con el que siempre había soñado. Hacía dos años que su abuelo había fallecido y su herencia había pasado a Gimena y a ella. Por ello, contaba con unos buenos ahorros, así que no sería difícil que el banco le concediera un crédito.
Pero todavía no había ido al banco. Su periodo se retrasaba y estaba asustada de que Peter la hubiera dejado embarazada. No se había hecho ninguna prueba, ni había acudido a visitar al médico, confiada en que aquellos temores no fueran realidad. Al fin y al cabo, Peter había puesto cuidado salvo en un par de descuidos.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por unos golpes en la puerta. Se sorprendió al ver a Nicolas. Desde que rompieran y él se fuera a vivir con su hermana, nunca había ido a verla. Sus ojos azules reflejaban cansancio y su traje estaba desarreglado. Hacía tiempo le había parecido un hombre atractivo. Ahora le parecía vulgar.
-¿Qué pasa? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Está enferma Gimena?
-Hemos roto -anunció con solemnidad.
-¿De verdad? -preguntó Lali sorprendida.
-Sí, ayer me fui de casa.

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