Tuesday, September 29, 2015

capitulo 52

Lali se dejó caer en la cama boca arriba con un gemido de frustración. Había tan sólo una cosa que le interesaba de estar casada con Peter y, por lo visto, ahora resultaba que se la iba a negar.
Bueno, eso habría que verlo.
Lali se puso en pie y buscó en una de las bolsas.
—Aquí está —exclamó al encontrar lo que estaba buscando.
Entre las manos tenía un salto de cama de raso que se había comprado la primera vez que Peter le había pedido que se casara con él.
Lali abrió la puerta con cautela y buscó a Peter con la mirada. No oía nada, pero se percató de que la puerta de su habitación estaba cerrada y la del baño abierta.
Lali se metió dentro y comenzó a desnudarse. Todavía iba vestida de novia, así que tardó un rato. Lo primero que hizo fue quitarse las flores del pelo y, luego, se quitó el vestido, los zapatos, las medias, las braguitas y el sujetador.
A continuación, se dio una ducha, se lavó el pelo y se acicaló lo mejor que pudo. En aquellos momentos, le habría gustado haberse llevado sus cremas, sus geles y sus champús, pero tuvo que contentarse con el jabón de Peter.
Claro que también era cierto que Peter siempre olía de maravilla, así que oler a él al utilizar su jabón era un sustituto decente hasta que, con un poco de suerte, pudiera obtener aquel olor de su propio cuerpo.
Lali se secó el pelo y el cuerpo, se puso el salto de cama, que la favorecía enormemente, se soltó el pelo y salió al pasillo.
La puerta del dormitorio de Peter estaba abierta, pero él no estaba por ningún lado, lo que quería decir que estaba en la planta baja o fuera de la casa. Lali bajó descalza a buscarlo. Una vez abajo, oyó ruidos en la cocina y allí se dirigió.
Al llegar, observó que Peter estaba colocando la vajilla en los armarios y se quedó mirándolo, admirando sus movimientos, sus músculos.
Se había cambiado y llevaba de nuevo los vaqueros y la camisa de siempre. Lali se fijó en que tenía pajas en los dobladillo de los vaqueros y supuso que había ido a las cuadras. Menos mal que ya había vuelto porque, de no haber sido así, habría tenido que elegir entre esperarlo en el salón o salir a buscarlo y eso habría supuesto tener que aguantar las miradas y los comentarios de sus empleados.
Claro que tampoco estaba muy segura de haber tenido el valor de haber salido a buscarlo si aquél hubiera sido el caso.
Peter, que en aquellos momentos estaba organizando la cubertería, se giró y se quedó mirándola. Sus ojos se deslizaron sobre el cuerpo de Lali, desde la cabeza hasta los pies, y tuvo que agarrarse a la encimera, pero pronto consiguió recuperarse. —Hola —la saludó.
Lali se dio cuenta encantada de que estaba nervioso. Bueno, por lo menos, había conseguido captar su atención aunque estuviera intentando disimular.
—Hola —contestó.
—Creía que estabas descansando.
—No estoy cansada —mintió Lali.
—Has tenido un día muy largo y no deberías excederte.

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