Sunday, September 27, 2015

capitulo 32

Sacudiendo la cabeza atónito, Peter siguió a Adrian al interior de la casa y, nada más hacerlo, percibió el delicioso aroma del café recién hecho. Lali había colocado una fuente de galletas caseras en el centro de la mesa y estaba sirviendo tres tazas.
Desde luego, Lali se había esmerado por agradarle y Peter sintió que el corazón se le encogía. Lo cierto era que, a lo mejor, Lali era una esposa maravillosa. No, a lo mejor, no, seguro.
Mientras escuchaba a medias la conversación que Lali mantenía con su padre, Peter se imaginó ante un sacerdote de nuevo y sintió que el miedo se apoderaba de él, pero se dijo que Lali no tenía nada que ver con Suzanne.
Lali tendría la casa bien atendida, lo estaría esperando con una cena maravillosa y caliente todas las noches y todas las noches compartirían todavía más calor bajo las sábanas. Lali era una mujer que reía sin parar y que lo hacía reír a él.
Desde luego, el conjunto era de lo más apetecible. Y él podía ser un esposo bueno para ella sin implicarse demasiado emocionalmente. Sí, Peter estaba seguro de que podría vivir con ella, casarse con ella y hacerla feliz sin arriesgar el corazón.
Su única preocupación era que Lali no pudiera hacer lo mismo. Las mujeres eran diferentes, más sensibles. ¿Qué ocurriría si Lali desarrollara sentimientos por él que él no pudiera devolver? ¿Qué ocurriría si se hiciera demasiadas ilusiones y terminara sufriendo?
Sin embargo, parecía que Lali había entendido perfectamente sus recelos porque sabía su situación con Suzanne y, en todo el tiempo que llevaban saliendo y acostándose, jamás le había pedido más de lo que quisiera darle.
Nunca le había pedido que le hablara de su ex mujer ni que compartiera con ella su dolor para analizarlo e intentar ayudarlo. Lali se limitaba a aceptar su relación y a él tal y como eran.
Si fuera capaz de aceptar un matrimonio exactamente igual, tendrían opción de construir una vida juntos y darle gusto a su padre al mismo tiempo. Además, si aceptaba la oferta de Adrian, sus padres dejarían de presionarlo para que se sobrepusiera a la traición de Suzanne, para que siguiera adelante con su vida y encontrara a otra mujer con la que ser feliz.
Al darse cuenta de lo que estaba considerando, le subió la temperatura corporal y, al mismo tiempo, sintió cómo un sudor helado le resbalaba por la espalda.
De repente, se dio cuenta de que Lali y Adrian la miraban y se percató de que se había ido completamente de la conversación.
—Perdón, estaba pensando en mis cosas —se disculpó.
—No pasa nada —sonrió Lali poniéndose en pie y llevando las tazas al fregadero.
Al observarla, Peter se maravilló ante la gracia de sus movimientos, sus piernas largas y fuertes y su trasero redondeado.
Al instante, sintió una presión conocida en la entrepierna y una sensación cálida, como mantequilla derretida, por las venas.
—¿Quieres que demos un paseo, Lali? —le preguntó poniéndose en pie.
—Sí, claro —contestó ella—. Papá, ¿te importa quedarte solo?
—No, hija, claro que no. Ya me ocupo yo de fregar esto.
—Muy bien —contestó Lali yendo hacia la puerta.

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