Monday, September 28, 2015

capitulo 42

Lali negó con la cabeza y salió a tanta velocidad que los neumáticos rechinaron contra la grava del camino. Su padre debía de haberse quedado alucinado, preguntándose qué demonios le pasaba para comportarse así.
¿Cómo explicarle que se había quedado embarazada de un hombre con el que ya no se iba a casar?
Lali se rió de manera histérica y sintió que se le saltaban las lágrimas. ¿Cómo se le había complicado tanto la vida en tan poco tiempo?
¿Qué haría si resultaba que, efectivamente, estaba embarazada?
Llegó al pueblo en tiempo récord y aparcó frente a la tienda. Intentando no correr, entró y se dirigió frente a las baldas en las que estaban los tests de embarazo. Tras elegir uno que aseguraba cien por cien de precisión se dirigió a pagar.
Sintió un gran alivio al ver que la persona que estaba cobrando era un adolescente al que no conocía de nada. Rezó para que él tampoco la conociera. De lo contrario, el pueblo entero sabría aquel mismo día que la hija de Adrian Esposito se había comprado una prueba de embarazo.
¡Lo que le faltaba!
El chico apenas apartó la mirada de la revista de coches que estaba leyendo, pasó la caja por el lector y le cobró. Lali salió de la tienda y se dirigió a la biblioteca. Seguro que a aquellas horas no habría nadie y podría ir al baño a hacerse la prueba sin despertar sospechas.
Al entrar, saludó a la señora Alderson con una sonrisa, todavía tuvo el nervio de pararse frente a la estantería de novedades para disimular y, por fin, se dirigió al baño. Tras leer las instrucciones varias veces, orinó en el palito y esperó.
Tras rezar, se sentó sobre el inodoro y abrió los ojos.
Menos mal que se había sentado porque allí, bien clarito, había un signo de más enorme.
En las instrucciones ponía bien claro que un más significaba que se estaba embarazada y un menos, que no.
Eso quería decir que estaba embarazada.
Lali sintió náuseas y tuvo que respirar varias veces muy profundamente. ¿Qué demonios iba a hacer?
Tras un buen rato allí sentada con la cabeza en blanco, recogió sus cosas y salió sigilosamente. Al pasar frente al mostrador de recepción, se despidió de la bibliotecaria y se dirigió a su coche.
Una vez al volante, puso rumbo a su casa aunque no tenía ninguna intención de contarle nada a su padre.
Se le pasó por la cabeza desaparecer, huir, irse a Europa, a Hawái o al otro extremo del estado de Texas, pero ¿de qué le serviría eso? Para empezar, no quería abandonar a su padre ni irse de su hogar y, además, no tenía dinero para empezar sola en algún
lugar. En cualquier caso, jamás podría cambiar el hecho de que estaba embarazada de Peter Lanzani.

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