Tuesday, September 22, 2015

capitulo 57

Desde ese momento, Lali supo que se llevaría bien con Alejo. Siempre se había sentido a gusto con las personas que eran tan claras expresando sus puntos de vista. Peter era más complicado y más difícil de entender. Sin embargo, su abuelo había admitido que estaba arrepentido de haberse perdido la boda y haber molestado con su decisión a su nieto y a su nueva esposa. Estaba deseando conocer más a fondo a aquel hombre.
-¿En qué parte de la casa quiere que tomemos un café? -preguntó Lali a Alejo-. Peter no ha tenido tiempo de enseñarme la casa.
-Si te parece bien, yo mismo te la enseñaré más tarde. Yo nací aquí y Peter también -dijo Alejo y, dirigiéndola hacia una de las terrazas, añadió-. A esta hora, éste es el mejor lugar donde estar.
-Me parece perfecto.
Tomaron unos refrescos. Alejo le contó historias sobre la casa, que había pertenecido a su familia desde hacía generaciones. También le habló de su colección de coches y prometió invitarla a su casa para enseñársela. Antes de irse, Alejo la observó detenida mente.
-Está claro por qué le has gustado a mi nieto. Eres su Helena de Troya.
-Espero que nadie empiece una guerra por mi culpa -dijo Lali sonriendo.
-No subestimes a Peter -dijo Alejo. Se le veía triste y apesadumbrado-. He visto cómo lo miras y me alegro de que lo quieras. Así es como debe ser.
Tres semanas más tarde, Lali vio cómo entraba Peter en la casa. Estaba sentada en el último peldaño de la escalera y eran las dos de la madrugada.
-¿Qué hora es ésta de volver a casa? -preguntó Lali fingiendo estar enfadada.
-Hora de que estuvieras metida en la cama, señora Lanzani -dijo Peter sonriendo y levantando la cabeza para mirarla.
Lali comenzó a bajar las escaleras. Llevaba un camisón blanco.
-Te estaba esperando para meterme en la cama contigo -dijo ella con una mirada pícara. Él sonrió.
-Toma, esto es para el bebé -dijo él entregándole un paquete.
Lali abrió la caja. Dentro había un pequeño tambor. Cada dos o tres días, Peter llevaba algo para el bebé: un tren con sus vías, un oso de peluche, un sonajero,...
-¿Tienes hambre? -preguntó ella.
-Puedo dejar que me tientes -contestó él, pasándole el brazo por los hombros.
Lali se preguntó si alguna vez llegaría a confiar en ella y dejaría de mostrarse tan duro. Quizás pretendiera protegerla de todo lo que estaba ocurriendo sólo porque estaba embarazada. El caso es que era evidente que estaba habiendo problemas en el Imperio Lanzani y Peter no le había hablado de ello. Había eludido todos los intentos de Lali para que compartiera sus preocupaciones.
Trabajaba dieciocho horas al día. El teléfono dejaba de sonar sólo cuando llegaba a casa después de la medianoche. Antes de las ocho, sus asistentes acudían a
la casa a recogerlo y empezaban a despachar con él durante el desayuno. La tensión que se palpaba en el ambiente era una muestra de lo crítica que era la situación.
Peter cerró la puerta de la habitación y la estrechó en sus brazos.

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