Friday, September 25, 2015

capitulo 14 y 15

Muchas veces había albergado ilusiones y se había hecho fantasías, pero no era ninguna ingenua. Era una mujer realista que sabía que el sexo era sexo incluso cuando lo había compartido con el hombre del que siempre había estado enamorada. —Bueno, ya nos veremos —se despidió.
La ocasión perfecta para que Peter le pidiera una cita, le dijera que la llamaría un día de aquéllos, lo que fuera que implicara que lo que había ocurrido entre ellos había sido algo más que una aventura de una noche.
—Sí —contestó Peter sin embargo—. Buenas noches —se despidió a continuación poniendo en marcha el motor.
Lali se obligó a sonreír.
—Buenas noches —contestó.
A continuación, se quedó mirando cómo la furgoneta de Peter se perdía en dirección a la carretera y, cuando las luces rojas se perdieron de vista, se estremeció y sintió un terrible frío en el centro de su pecho que no tenía nada que ver con la fresca brisa de la noche.
Lali consultó la lista de la compra y comprobó que tenía todo lo que necesitaba excepto la harina para hacer pan, así que se metió por el pasillo en el que estaban aquellos productos y rastreó las estanterías en busca de la marca y el tipo que quería.
Para su desgracia, estaba en la balda más alta y no llegaba. Haciendo alarde de gran ingenio, apartó el carrito, se subió con cuidado a unas latas grandes que había en la primera balda y, agarrándose a otra balda que le llegaba por la cintura intentó llegar hasta la bolsa que le interesaba, pero, aunque la rozó con los dedos, todavía le quedaban unos milímetros para poder agarrarla.
—¿Necesitas ayuda?
Sobresaltada, se soltó de la estantería a la que estaba agarrada y cayó hacia atrás. Por suerte, unas manos y un torso fuertes la agarraron y le permitieron recuperar el equilibrio.
Al girarse, se encontró con los ojos verdes de Peter. Claro que tampoco necesitaba verlo para saber de quién se trataba porque hubiera reconocido su voz en cualquier lugar.
—Hola —lo saludó sintiendo que le faltaba el aire.
Habían pasado dos semanas desde la fiesta del Cuatro de Julio, desde aquella noche en el establo, dos semanas en las que no había sabido nada de él y durante las que no lo había vuelto a ver.
Aquello no la había sorprendido. Lo cierto era que lo que sí que la habría sorprendido realmente hubiera sido que se pasara por su casa o que la hubiera llamado por teléfono. En cualquier caso, el hecho de que no la hubiera sorprendido que no lo hubiera hecho no quería decir que no estuviera disgustada.
Estaba disgustada porque Peter fuera capaz de irse sin mirar atrás después de lo que habían compartido, pero también estaba disgustada ante la posibilidad de que, al haberse acostado, su maravillosa amistad se hubiera terminado.
Y ahí lo tenía, ante ella, mirándola por debajo del borde de su sombrero Stetson negro. No parecía particularmente contento de verla, pero claro que Peter no parecía contento con nada desde que Suzanne se había ido.
—Hola —la saludó—. ¿Es esto lo que querías? —añadió agarrando una bolsa de harina con facilidad y entregándosela.
Lali la aceptó, la apretó contra su pecho y tragó saliva intentando pensar en algo ingenioso que decir para romper la tensión que se había instalado entre ellos e
intentar volver a tener la camaradería que habían compartido antes de que el sexo hubiera enturbiado las aguas entre ellos.

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