Saturday, September 26, 2015

capitulo 30

Peter no estaba en absoluto de acuerdo. Considerando la gran cantidad de veces en las últimas semanas que Lali y él se habían escapado al establo y a su habitación cuando su padre no estaba, a Peter aquella casa le parecía de lo más divertida.
En cualquier caso, no le parecía que fuera una buena idea hacérselo saber al padre de Lali porque, precisamente, estaba intentando que no se enterara de que se estaba acostando con su hija.
Peter se puso en pie y siguió Adrian al porche. El padre de Lali se sentó en una mecedora de madera situada junto a la puerta de la cocina y se sacó un cigarrillo del bolsillo. A continuación, lo olió, suspiró y se lo guardó de nuevo.
—Normalmente, sólo doy un par de palabras después de la cena, pero mi hija se preocupa mucho, así que muchas noches lo único que hago es olerlo.
Peter se colocó frente a él y se apoyó en la barandilla del porche, cruzó los pies a la altura del tobillo y se quedó mirándolo.
—Querías que habláramos, ¿no? —le preguntó al padre de Lali al cabo de unos minutos en silencio.
—Sí, así es —contestó Adrian poniéndose en pie y acercándose a Peter—. Lali es todo lo que tengo, ¿lo sabes, verdad?
—Por supuesto.
—Me preocupo por ella tanto como ella se preocupa por mí.
—Por supuesto —repitió Peter sin saber muy bien hacia dónde iba aquella conversación.
—Sobre todo, me preocupa qué será de ella cuando yo no esté.
—¿Qué ocurre? ¿Estás enfermo?—le preguntó Peter preocupado.
—No, estoy sano como un toro, según el médico, pero me voy haciendo mayor y me puede pasar cualquier cosa. Nadie sabe cuándo va a morir y, cuando llegue mi hora, me gustaría que mi hija estuviera a buen recaudo.
—Lo entiendo perfectamente.
—Por eso quería hablar contigo.
—¿Cómo? —dijo Peter enarcando una ceja.
—Quiero hacerte una propuesta —contestó Alejo—. Lali es la única hija que tengo y, aunque pueda sonar machista, no tengo varones a los que dejar mi rancho. A mi hija le encanta este lugar y se le dan muy bien los quehaceres del rancho, pero sé que no querrá hacerse cargo de él cuando yo no esté.
Peter asintió.
—Nuestras familias siempre se han llevado bien, Lali y tú habéis crecido juntos y nuestras tierras son colindantes, así que voy a ir directamente al grano. Peter, me gustaría que te casaras con mi hija.
Peter se quedó mirándolo con los ojos como platos, sin saber qué decir y con la impresión de que el corazón se le había parado.

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