Tuesday, September 29, 2015

capitulo 58

Al llegar, se dio cuenta de que lo que había oído era la voz de Peter, que estaba hablando muy bajito. Al acercarse, vio que Peter estaba de cuclillas en el suelo junto a una yegua que estaba terminando de dar a luz.
Con mucho cuidado para no hacer ruido pues no quería distraer a Peter ni asustar a la yegua, Lali se quedó junto a la puerta observando cómo Peter dedicaba al animal palabras de ánimo y caricias y la ayudaba cuando era necesario.
En pocos momentos, vio aparecer unas diminutas pezuñas y un diminuto hocico y Peter tiró del potro y lo ayudó a nacer.
Al hacerlo, cayó de espaldas y el recién nacido cayó encima de él, lo que lo hizo estallar en carcajadas. Lali sintió que las lágrimas le resbalaban por las mejillas al oír su risa y ver cómo Peter limpiaba al animal y lo observaba mientras se ponía en pie.
Mientras el potro mamaba, Peter se puso en pie y se limpió las manos en los vaqueros. Lali se apresuró a secarse las lágrimas porque no quería que viera que había estado llorando. Cuando Peter la vio, se quedó helado.
—¿Qué haces aquí? —le preguntó saliendo del establo y cerrando la puerta.
—He visto luz en las cuadras y he venido por si pasaba algo.
—No, no pasa nada. Sólo una yegua que tenía que dar a luz.
—Ya lo he visto —contestó Lali mirando con una sonrisa en el rostro a la madre y al recién nacido—. Es precioso, ¿eh? Bueno, o preciosa.
—Precioso, es un potro —contestó Peter.
Dicho aquello, se quedaron en silencio mirando a madre e hijo.
—No deberías estar aquí —comentó Peter—. Estás empapada. Deberías estar en la cama.
—No podía dormir —contestó Lali fijándose en que Peter también estaba mojado y sucio—. Tú no estás mucho mejor.
Peter se miró e hizo una mueca de disgusto.
—Sí, supongo que me va venir bien una ducha.
—Pues vamos a casa —dijo Lali agarrándolo del brazo e ignorando su protesta de que se iba a manchar—. Mientras tú te duchas, yo preparo chocolate caliente.
Peter apagó las luces de las cuadras, abrió las puertas y ambos corrieron hasta el porche. Una vez dentro de casa, se quitaron los zapatos y las cazadoras y comprobaron que ambos estaban mojados.
—Tú sube a ducharte mientras yo preparo chocolate —insistió Lali.
—Tú también estás mojada y, además, estás...
—Como digas otra vez que estoy embarazada, te arreo —lo interrumpió Lali con una cacerola en la mano—. Sí, es cierto que estoy embarazada, pero eso no significa que sea frágil como una muñeca de porcelana. Yo estoy mojada, pero tú estás mojado y sucio, así que ve a ducharte tú primero.

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