Wednesday, September 30, 2015

capitulo 67

—No, supongo que no —contestó Lali recordando todo lo que habían hecho las tres veces que se habían despertado a largo de la noche—. Sin embargo, si me abandonas ahora, creo que podría sentirme necesitada de nuevo.
Peter la agarró de las nalgas y apretó contra su cuerpo para que sintiera su erección.
—Uy, eso sería espantoso y yo no puedo permitirlo —comentó.
El beso que le dio a continuación hizo que Lali se excitara por completo y pasaron muchas horas antes de que ninguno de ellos hiciera intento alguno de levantarse de la cama.
Horas después, estaban en la planta de abajo, duchados y vestidos, comiendo lo que habían preparado juntos entre caricias y besos.
—Aunque no me apetece nada, tengo que ir a ver un par de cosas —comentó Peter acariciándole la mano—. ¿Te importa?
A Lali le hubiera gustado que se quedara a su lado para siempre, acariciándola, besándola, mirándola con aquella devoción, pero sabía que no era posible y, además, también sabía que, si se pegaba demasiado a él, Peter podría sentirse agobiado.
—Claro que no —sonrió—. ¿Necesitas ayuda?
—No, no necesito ayuda —contestó Peter poniéndose en pie y tomándola de la mano para que ella también se levantara—. Si quieres, puedes ir a ver al potro, pero ten cuidado porque ya sabes que, a veces, las madres recién paridas se ponen un poco celosas.
Lali asintió, lo acompañó a la puerta y le dio un beso de despedida. Peter le dedicó una maravillosa sonrisa antes de salir de la casa, cruzar la pradera de césped y entrar en las cuadras.
Lali comenzó a recoger la mesa y se dio cuenta de que estaba tarareando. Con un poco de suerte, Peter no se arrepentiría de lo que estaba sucediendo entre ellos y su vida seguiría adelante así para siempre.
Aunque no la quisiera, el sexo era fenomenal entre ellos y se respetaban mutuamente. Además, iban a tener un hijo, lo que reforzaría el vínculo entre ellos.
Lali se dijo que podían ser felices y que se contentaba con aquello. Tal vez, no fuera así siempre, pero de momento estaba dispuesta a vivir el día a día.
Cuando estuvo la cocina recogida, se dirigió al despacho de Peter con idea de hacer unas cuantas cosas en el ordenador para después pasarse un rato por las cuadras.
A lo mejor, cuando Peter terminara lo que tenía que hacer, la acompañaría a ver al potro recién nacido. Le gustaba la idea de ir a verlo juntos porque pronto tendrían un bebé que compartir.
Para cuando terminó, había pasado una hora. Lali se frotó los ojos y se estiró, pensando que Peter ya habría terminado de hacer lo que tuviera que hacer en la cuadra, así que se puso las botas y abrió la puerta.
Al hacerlo, se encontró con una mujer en el porche que se disponía a llamar. Lali ahogó una exclamación de sorpresa y dio un paso atrás. No le costó mucho reconocer a aquella mujer de pelo rubio platino teñido que iba ataviada con un jersey fucsia con demasiado escote, unos pantalones blancos que parecían una segunda piel y unas sandalias de plataforma de varios centímetros de tacón.

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