Wednesday, September 30, 2015

capitulo 61

O, tal vez, simplemente fuera ella, con su maravillosa sonrisa y sus ojos amables, y aquella manera suya de aceptar a todo el mundo tal y como era, sin querer cambiar a nadie.
Ni siquiera a él, que obviamente tenía muchas cosas que cambiar. Lo cierto era que Peter no tenía ni idea de por qué Lali había accedido a casarse con él.
—¿Peter?
Peter parpadeó y se dio cuenta de que Lali había dejado de hablar y lo estaba mirando como si esperara una respuesta.
—Perdón, se me ha ido la cabeza. ¿Qué me has preguntado?
Lali sacudió la cabeza y Peter se fijó en que todavía tenía el pelo mojado. No era su pelo lo único que estaba mojado pues, aunque ya casi llevaban media hora dentro de casa, todavía tenía zonas del camisón húmedas y, aunque decía que no tenía frío, tenía los pezones duros.
Peter los veía claramente a través de la tela casi transparente. Tal vez, fuera su imaginación o el recuerdo de haberlos tenido entre sus manos y en su boca.
Maldición.
Estaba completamente excitado. De no haber sido por la mesa de madera que lo tapaba, Lali se habría dado cuenta de lo que sentía por ella. Por mucho que hubiera insistido muy serio en que no estaba interesado, su respuesta física lo habría traicionado.
Inhalando y exhalando con paciencia, Peter luchó para controlar su erección y se agarró a la taza con tanta fuerza que se le pusieron los nudillos blancos. Además, se obligó a mirar a Lali a los ojos en lugar de fijarse en su pecho.
—No, nada, tampoco estaba diciendo nada importante —contestó Lali sin darse cuenta de la terrible batalla interna que Peter estaba librando—. Supongo que estarás cansado, así que no hace falta que te quedes haciéndome compañía por educación —añadió levantándose y dirigiéndose con su taza hacia el fregadero.
Peter aprovechó aquel momento, en el que Lali estaba de espaldas a él, para ponerse en pie con la idea de dirigirse a la puerta. Así, podría irse antes de que Lali se diera cuenta de lo abultada que llevaba la bragueta de los vaqueros.
—Toma —dijo dejando la taza en el fregadero.
Su idea era dejar la taza y salir a toda velocidad de la cocina directamente hacia su dormitorio, donde podría encerrarse y evitar la seducción natural de Lali.
Sin embargo, en el mismo momento en el que Peter dejó la taza en el fregadero, Lali se giró hacia él y le rozó con la tripa justo encima de la hebilla del cinturón, lo que lo hizo gemir.
Al instante, sintió que el diafragma se le cerraba, que el corazón le daba un vuelco y que la sangre le hervía en las venas.

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