Wednesday, April 29, 2015

capitulo 15

Peter nunca la había llevado a Grecia, aun sabiendo que ella quería visitar de nuevo ese país. Aunque su única hermana, Euguenia, estaba casada con un inglés y vivía en Londres, nunca se la había presentado. Lali se decía a sí misma que, con el tiempo, las cosas cambiarían. Pero no había sido así.
También se convenció a sí misma de que era irrelevante que Peter no le presentase a sus amigos, pero la verdad era que él nunca le había dado opción.
También era cierto que él jamás había hablado del futuro... al menos, no de un futuro lejano. Hacían planes de mes en mes porque eso era todo lo que le permitía su abultada agenda. Nunca había mencionado el matrimonio o los hijos. En cuanto al amor, solía hacer comentarios irónicos al respecto y Lali intentaba evitar el tema.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras entraba en el ático que se había convertido en su hogar. Peter no aceptaba ningún compromiso, pero eso no significaba que fuera su querida. ¿O sí? Por naturaleza, Peter era un hombre reservado y cauto...
Entonces otra duda la asaltó: ¿cómo podía decir que vivían juntos? En realidad, él seguía usando un dúplex que tenía en Londres. Le había dicho que era necesario porque estaba más cerca de su oficina. Además, sus parientes se alojaban allí cuando estaban de visita en Londres. Pero Lali nunca lo había visto.
De repente, veía las bases de su felicidad desaparecer como la arena bañada por las olas. Adoraba a Peter. Había creído que su relación era maravillosa, pero la franca opinión de Candela empezaba a destrozar esa confianza.
¿Cómo había podido estar tan ciega?, se preguntó. ¿Sería posible que, como el dúplex, ella sólo fuera un objeto útil para Peter? Un objeto sexual.
El teléfono empezó a sonar entonces y, después de un momento de vacilación, Lali contestó.
—¿Por qué tienes el móvil apagado? ¿Dónde estabas?
Era Peter, naturalmente.
—Tomando un café con Candela... se me olvidó encenderlo.
—Llegaré mañana, a las ocho. Cuéntame algo.
Por supuesto, estaría tomando un café entre reunión y reunión y necesitaba que ella rellenase ese tiempo libre. Estuviera en el país que estuviera, la llamaba por teléfono y esperaba que Lali lo entretuviese con su charla. Ella nunca le contaba nada desagradable, nunca hablaba mal de nadie, le hacía favores a todo el mundo, lo veía todo por el lado positivo...
Y siempre se le ocurrían cosas que comentar.
Pero aquel día tenía la mente en blanco.
—¿De qué quieres hablar?
—Dime cualquier cosa... que la ropa se acorta para fomentar el negocio de los productos dietéticos, las propiedades adictivas del chocolate, qué día hace, que incluso los días de lluvia pueden ser divertidos, la gente tan encantadora que te has encontrado en el vestíbulo, en la calle, en la
tienda... Estoy acostumbrado a que me cuentes esas cosas.

capitulo 14

—Peter no hizo ningún esfuerzo por celebrarlo el año pasado, ¿verdad?
—No se acordaba de que llevábamos un año juntos. Debería habérselo recordado...
—¿Y qué dijo cuando se lo recordaste?
—Nada.
—Entonces, deja que te dé un consejo —suspiró Candela—. Si quieres seguir con Peter Lanzani, resiste el deseo de celebrar vuestro segundo aniversario.
—¿Por qué?
—Recordarle que lleváis juntos dos años podría hacer soplar el frío viento del cambio.
—¿Qué intentas decir? —exclamó Lali, angustiada.
Candela apretó los labios.
—Mira, yo creo que estás perdiendo el tiempo con ese hombre. Ni siquiera se molestó en aparecer el día que te dieron el premio en la escuela de diseño.
—Porque su vuelo había llegado con retraso.
—¿No me digas? No es eso, Lali. Es que no tiene interés en tu vida, a menos que le afecte directamente.
—Peter no es un artista ni tiene nada que ver con la moda. No espero que se interese por los bolsos que diseño...
—¿Por qué no? Eso es lo que haría cualquiera —la interrumpió su amiga—. No te ha presentado a nadie, ni a su familia, ni a sus amigos... Si te lleva a algún sitio, tiene que ser uno donde no le molesten los paparazzi y donde nadie pueda verlo contigo. Vive su vida y te tiene a ti en una jaula. ¿Por qué no te enfrentas con la verdad, Lali? Eres su querida y...
—¡Eso no es verdad! Peter no me mantiene. Yo no acepto su dinero —la interrumpió Lali—. Bueno, vivo en su apartamento, pero pago todos mis gastos y no acepto regalos caros.
—Pero no es lo que tú pienses, es lo que piensa él y cómo te trata...
—Peter me trata muy bien, Candela.
Su amiga dejó escapar un suspiro.
—¿Cómo no va a tratarte bien? Estas loca por él y Peter lo sabe y lo utiliza. Pero dejó bien claras las reglas desde el principio...
—No, nunca ha habido reglas. No soy su querida... nunca seré su querida —la interrumpió Lali, apretando los labios.
—¿Ha hablado de futuro? ¿Amor, matrimonio, hijos?
Ella hizo una mueca.
—Cariño, tienes derecho a preguntar dónde va vuestra relación —le aconsejó Candela, antes de cambiar de conversación.
Después, Lali no recordaba de qué habían hablado. Recordaba haber sonreído mucho para dejarle claro a su amiga que no se sentía ofendida por sus comentarios. Pero, en realidad, le habían hecho daño... y le habían dado que pensar. Unas horas antes, se sentía feliz con su vida y ahora...
Candela no entendía las limitaciones que ella simplemente aceptaba sin discutir. Por amor.
Pero se veía obligada a reconocer que lo que había dicho era cierto. No
era una opinión, era un recuento de los hechos.

capitulo 13

CASI dos años después, Lali estaba en un lujoso café de Londres,
esperando la llegada de su amiga Candela.
Sus pensamientos estaban muy lejos de allí, centrados en Peter. Se preguntaba cómo iban a celebrar el segundo aniversario de aquel primer encuentro. ¿Buscando un granero abandonado en medio de la nieve? No, ésa no sería buena idea, pensó, sonriendo para sí misma. A Peter no le gustaba el frío y tenía poca tolerancia para los inconvenientes.
—Siento llegar tarde —se disculpó una delgada pelirroja de ojos castaños, dejando una cámara fotográfica sobre la mesa.
—No pasa nada.
—Cariño, si dejas que te siga creciendo el pelo —dijo Candela entonces, señalando la melena rubia que casi le llegaba a la cintura— la gente va a pensar que quieres ser Rapunzel.
—¿Cómo? —exclamó Lali, sorprendida.
—Rapunzel, ya sabes, la del cuento de hadas. A la que encerraron en una torre y se dejó el pelo largo para usarlo como escala —rió su amiga—. Desgraciadamente para ella, no fue un príncipe azul el que subió por la escala a rescatarla... sino la bruja. Te lo advierto.
Lali soltó una carcajada. Estaba acostumbrada a la forma de ver la vida de su sofisticada amiga. Hija de un famoso artista, Candela había sobrevivido a una infancia bohemia e inestable para convertirse en una fotógrafa de éxito. Pero seguía teniendo cicatrices infligidas por unos pa-dres que habían vivido vidas tempestuosas.
—¿Qué tal tu príncipe azul? —bromeó Candela, después de pedir un café.
—Peter está muy bien. Muy ocupado, por supuesto, pero me llama todos los días cuando está fuera del país...
—Tu móvil es el equivalente a una cadena —bromeó su amiga—. Creo recordar que, si lo apagas, te pide explicaciones por triplicado.
—No, mujer, lo que pasa es que le gusta saber dónde estoy. Se preocupa por mí —replicó Lali—. ¿Sabes que, dentro de diez días, Peter y yo habremos estado juntos dos años?
—Ah, qué bien. El hombre que no se compromete jamás está buscando una medalla de oro. Podrías dedicarte a escribir columnas de cotilleo... pero, claro, el mundo tendría que saber que existes y, lamentablemente, eres un secreto bien escondido.
—Peter no soporta la atención de los medios y sabe que a mí tampoco me gusta. Estoy contenta de permanecer en la sombra —murmuró Lali, diciéndose a sí misma, por costumbre, que el tiempo que tenía para disfrutar con Peter sería tiempo perdido si debía compartirlo con los periodistas—. Ahora mismo, estoy intentando encontrar una forma especial de celebrar nuestro aniversario...

capitulo 12

—Eres muy dulce... pero deberías haberme dicho que era el primero.
—Eso es asunto mío —murmuró Lali, enterrando la cara en su pecho.
—Pero ahora es asunto mío también —insistió Peter, levantando su barbilla con un dedo para mirarla a los ojos—. Creo que, en un futuro muy cercano, decidirás mudarte a Londres. Y yo seré tu amante.
—¿Por qué? —preguntó Lali, aunque no podía disimular su alegría.
Él sonrió, seguro de sí mismo.
—Porque te lo pediré y tú no podrás resistirte.
Con el corazón latiendo como una pelota de goma dentro de su pecho, Lali sonrió. En sus ojos había un brillo de calidez, de generosidad, el rasgo más importante de su carácter.

capitulo 11

Él empezó a desabrochar el abrigo y luego se detuvo, con un brillo de confusión en los ojos. No sabía cómo habían llegado a esa situación, pero no estaba preparado para detenerse.
—Nos hemos vuelto locos...
Lali se agarró a las solapas de su chaqueta.
—Calla... no lo estropees.
Peter la tumbó de espaldas y desabrochó el abrigo del todo.
—Dime cuándo debo parar...
Sin intención alguna de detenerlo, Lali temblaba disfrutando de sus caricias. Durante veintiocho años había sido buena y, por una vez, durante una noche, iba a ser mala y, además, iba a disfrutar.
Peter le desabrochó el sujetador y dejó escapar una especie de rugido al ver sus blancos pechos a la luz de la hoguera.
—Tienes un cuerpo increíble.
Ella lo miró, con una mezcla de vergüenza y deseo, para ver si le estaba tomando el pelo. No, en sus ojos de color verde envejecido veía sinceridad. Con reverencia, él empezó a jugar con sus delicados pezones, que ya habían empezado a endurecerse. Por dentro, Lali sentía que se estaba quemando. En unos segundos, el mundo entero se había centrado en aquel hombre y en lo que le estaba haciendo.
Él empezó a acariciar sus pezones con la lengua y el escalofrío interior se hizo tan poderoso, que Lali no podía estarse quieta. Su piel era in-creíblemente sensible y la humedad entre sus piernas la avergonzaba y la excitaba al mismo tiempo.
—Peter... —murmuró su nombre, hasta que él la tocó donde quería que la tocase.
La sensación fue electrizante y la llevó a un sitio en el que nunca había estado, donde lo único que importaba eran sus caricias y el deseo que nacía con ellas. Lali se movió, se envolvió en él, perdida en el olor de su piel, de su pelo, en la dureza de su cuerpo masculino.
—No puedo esperar... —le confesó Peter, la pasión rompiendo las barreras de su poderoso control, excitado como no lo había estado nunca.
Con un gemido ronco, se enterró en su húmeda cueva y... se encontró con una inesperada resistencia.
—¿Eres virgen? —murmuró, atónito.
—No te pares... —dijo ella, enredando los brazos alrededor de su cuello.
Peter se movía con un ritmo frenético, tan primitivo como las sensaciones que experimentaba. La excitación la llevó al éxtasis, a un sitio donde sólo importaba el placer. Después, se sintió asombrosamente feliz, emocionada.
Él la miró un momento y luego volvió a abrochar el abrigo, besando su frente.

capitulo 10

Pero estaba más interesada por lo que había dicho antes. Aunque pareciese un milagro, había dicho que le parecía sexy. Lali se veía a sí mis-ma como una chica más bien normal... y un poco gordita. Llevaba toda la vida deseando ser delgada. Para eso, había hecho dietas, ejercicio... su peso variaba de mes en mes, pero nunca había conseguido la figura que deseaba. Incluso su madre solía lamentar que tuviera tan buen apetito.
Sin embargo, Peter, un hombre guapísimo, la encontraba sexy. Y lo había probado sucumbiendo a unos encantos que ella no creía poseer. Lali pensó que lo querría para siempre por permitirle, aunque sólo fuera una vez, sentirse como una mujer guapa. Había esperado lo que le parecía una eternidad para oír esas palabras y de verdad creyó que moriría sin oírlas.
—¿A qué se dedica? —le preguntó.
—Inversiones.
—O sea, que está todo el día delante de un ordenador haciendo números... supongo que será un poco aburrido, ¿no? Pero, en fin, alguien tiene que hacerlo.
Peter había conocido a muchas mujeres que fingían interés por las finanzas sólo para impresionarlo. Lali, sin embargo, hacía todo lo contrario.
—¿Quiere chocolate? —preguntó ella entonces, sacando del bolso una enorme chocolatina.
—Sí, antes de que se derrita —rió Peter, tomando la chocolatina que Lali, sin querer, había puesto demasiado cerca de la hoguera.
Pero al recordar el sabor de sus labios la risa desapareció, reemplazada por un turbador deseo de volver a besarla. Tomó un trozo de chocolate, pero en lugar de comerlo lo puso entre sus labios.
—Oh —Lali cerró los ojos—. Qué rico.
Peter se quedó transfigurado por su expresión. No podía apartar los ojos de ella. Se preguntó si reaccionaría así en la cama... Intentaba controlar aquel absurdo ataque de deseo, pero su normalmente disciplinada libido se portaba como un tren a punto de descarrilar.
—Haría cualquier cosa por un trozo de chocolate...
No terminó la frase al ver el brillo en los ojos del hombre. Reconociendo el deseo en esos ojos, se inclinó hacia delante, sin pensarlo siquiera, para buscar sus labios. Con un gemido ronco, Peter se puso de rodillas en el suelo y la besó hasta que empezó a darle vueltas la cabeza.
—Yo te compraría chocolate todos los días —dijo absurdamente.
—No quería... no quería que fuese una provocación —murmuró Lali.
—Lo sé —sonrió él, tomando su cara entre las manos—. Pero que seas tan sincera me parece muy refrescante —añadió, tuteándola.
—Otras personas piensan que soy demasiado extrovertida.
—Yo no conozco a mucha gente así. Y te deseo tanto que me duele... Es la primera vez que me pasa esto.
Lali sintió como si estuviera fuera de sí misma. Era como si aquel beso se hubiera convertido en un alien dentro de su cuerpo. Se sentía provo-
cativa, feliz y tan tentadora como Cleopatra. Tantos años reprimiendo estoicamente sus deseos, viendo pasar la vida, controlando los anhelos y sueños que poblaban su fecunda imaginación, escondiéndolos tras una fachada de persona práctica... y por fin podían volar libres. Peter era su fantasía hecha realidad.
—A mí también —consiguió decir.

capitulo 9

Experimentaba muchas sensaciones diferentes, pero no estaba molesta; sorprendida, sí. Aturdida y emocionada también. Había vivido durante mu-chos años en un mundo exento de emociones. Peter era lo más emocionante que le había pasado nunca y era tan grande su fascinación, que le dolía negarse el placer de mirarlo.
—Pensaba dejarla aquí sola... —empezó a decir él, estupefacto por su falta de control.
—¿Por qué? —lo interrumpió ella, asustada.
—Para buscar un teléfono. Tiene que haber alguna casa por aquí.
—Pero yo llevo su abrigo... Será mejor esperar hasta que se haga de día —murmuró Lali, mirando por la ventana. Los copos de nieve se arremo-linaban con el viento y ya ni siquiera podía ver la carretera.
Nerviosa, se puso en cuclillas para calentarse las manos frente a la hoguera.
—Hábleme de su entrevista —la invitó Peter, percatándose de su aturdimiento—. ¿Qué tipo de trabajo está buscando?
—Acompañante de una anciana, pero al final no me han hecho la entrevista —suspiró ella—. Cuando llegué a la casa, me dijeron que un familiar había ido a vivir con la señora y que el puesto ya no estaba libre. —¿Y no se molestaron en llamarla para cancelar la entrevista?
—No.
—¿Y la dejaron ir, con esta tormenta de nieve? —exclamó Peter, furioso.
—Les pregunté por qué no me habían llamado, pero la señora con la que hablé me dijo que ella no tenía nada que ver porque no había puesto el anuncio —suspiró Lali, encogiéndose de hombros—. Así es la vida.
—Es usted demasiado buena. ¿Por qué quería un trabajo de ese estilo?
—No estoy capacitada para hacer otra cosa... al menos, de momento — Lali quería un techo y un trabajo fijo antes de poder hacer lo que era su gran ambición: estudiar diseño—. También necesito alojamiento y ese trabajo me habría venido muy bien. ¿Dónde iba usted?
—A Londres.
—¿Por qué me ha besado?
Resultaba difícil saber cuál de los dos se quedó más sorprendido por esa pregunta: Lali, que no había pensado antes de hablar o Peter, a quien nunca le habían exigido explicar sus motivaciones.
—¿Usted por qué cree?
Lali se miró las manos.
—No tengo ni idea... lo he preguntado por curiosidad.
—Es usted muy sexy.
Ella levantó la mirada.
—¿Lo dice en serio?
—Sí. Y soy un experto, se lo aseguro —contestó Peter, sin vacilar.
Lali sonrió. Le gustaba su franqueza. De modo que tenía éxito con las
mujeres... Normal. Era un hombre muy guapo y debía tener chicas haciendo cola.

capitulo 8

—Yo no estoy acostumbrada al alcohol, no puedo...
—Tome un trago, no sea tonta —sonrió él, sacando la petaca.
Lali tomó un traguito y se puso a toser.
—Veo que lo decía en serio.
Ella respiró profundamente, moviendo los pies.
—Sí, pero es que tengo un frío...
Peter abrió los brazos.
—Venga, acérquese. Piense en mí como si fuera una manta.
—No, yo no puedo...
—No pasa nada, señorita. Tardará un rato en entrar en calor.
Lali levantó unos ojos tan cafe como el  en un día de verano.
—Sí, supongo...
—¿Lleva lentillas de color? —la interrumpió Peter, frunciendo el ceño ante la estupidez de la pregunta.
—¿Lentillas de color? Pero si ni siquiera puedo comprar maquillaje —los nervios de Lali la traicionaron cuando dio un pasito torpe hacia él. De repente, su corazón había empezado a dar saltos y apenas se atrevía a respirar.
—Tiene una piel perfecta, no lo necesita —dijo Peter con voz ronca, aplastándola contra su pecho. Tan cerca, no podía dejar de notar la sua-vidad de sus curvas. A pesar de los esfuerzos que hacía por controlar su reacción masculina, su libido estaba a cien por hora.
Lali no podía pensar aplastada contra aquel torso masculino. Cuando levantó la cara, sus ojos se encontraron y sintió que le pesaban las piernas, que tenía una extraña tensión en la pelvis. El hombre inclinó la cabeza y ella imaginó lo que iba a pasar antes de que pasara... pero aún sin creer que fuera a hacerlo.
Peter capturó su boca con urgencia. El beso la devastó, largo, interminable, su lengua explorando el interior de su boca. Estaba sin de-fensa contra esa salvaje sensación, porque su cuerpo despertó, de repente, a la vida. La tensión que sentía en el bajo vientre se convirtió en una espiral de calor que la recorrió entera con efectos explosivos. Sólo el deseo de respirar venció a ese perverso calor cuando tuvo que apartarse para llevar oxígeno a sus pulmones.
Peter la miraba con los ojos oscurecidos.
—Teos mu... No tenía intención... No debería haberla tocado, lo siento.
—¿Está casado? —preguntó Lali.
—No.
—¿Prometido? —Lali ya no tenía frío. Todo su cuerpo era como un horno.
—No —contestó él, arrugando el ceño.
—Entonces, no tiene que disculparse —declaró Lali, sin aliento, intentando evitar su mirada. Lo que le había hecho sentir era una revelación para ella y la había dejado increíblemente vulnerable y confusa.
Su primer beso de verdad y él se disculpaba. Sería horrible confesar que la había excitado, que si quería volver a hacerlo, tenía vía libre.
Lali se puso colorada hasta la raíz del pelo... ¿de dónde había salido
ese pensamiento tan desvergonzado?
—Lo siento, la he molestado —dijo Peter.
Ella lo miró, con los ojos brillantes como chocolate.
—No, no me ha molestado.

capitulo 7

Peter estaba colocando troncos en el centro del granero. De nuevo, se sintió impresionada por su rapidez y eficacia. Era un hombre de recursos, pensó. No se quejaba, sencillamente hacía lo que tenía que hacer. Desde luego, había elegido a un ganador para quedarse tirada en la carretera.
Lali lo estudió, admirando el elegante corte de pelo, el carísimo y bien cortado traje gris que llevaba, con una camisa oscura y una corbata de seda. Parecía un ejecutivo, un hombre sofisticado, el tipo de hombre con el que le habría dado reparo hablar en circunstancias normales.
—Tenemos un pequeño problema... yo no fumo.
—Ah, creo que puedo ayudarle —se ofreció Lali, sacando un mechero del bolso—. Yo tampoco fumo, pero pensé que mi futuro jefe podría fumar y... bueno, no quería mostrar una actitud de censura.
Mientras escuchaba aquella sorprendente declaración, Peter descubrió que aquella chica no era la menos atractiva que había conocido en su vida. Todo lo contrario. En el interior del granero, su pelo rubio parecía casi de plata en contraste con el cuello oscuro del abrigo. Tenía las mejillas coloradas y los ojos brillantes. Estaba sonriendo y cuando sonreía todo su rostro se iluminaba. Perdida dentro de su abrigo, le resultaba extrañamente atractiva...
—Tome —dijo ella, ofreciéndole el mechero.
—Efjaristó —se lo agradeció Peter, preguntándose por qué le gustaba esa extraña. Era rubia y más bien bajita, cuando a él le gustaban las morenas de piernas largas.
—Parakaló... de nada —contestó Lali, moviendo los pies para entrar en calor—. ¿Es usted griego?
Peter la miró, sorprendido.
—Sí.
Iba medio desnuda debajo de su abrigo, por eso la encontraba atractiva, se dijo a sí mismo, intentando apartar la mirada.
—A mí me encanta Grecia... bueno, sólo estuve una vez, pero me pareció un país precioso —siguió Lali—. Está usted acostumbrado a hacer fuego, ¿no?
—Pues no —contestó él, cortante—. Pero no hay que ser Einstein para hacer una hoguera.
Lali se puso colorada. Y cuando Peter vio su expresión fue como si le hubieran dado una patada en el estómago. ¿Desde cuándo era tan grosero? ¿Por qué no la trataba con un poco más de delicadeza?
—Perdone. Soy hombre de pocas palabras, pero es usted buena compañía —le aseguró.
Sonriendo como una colegiala, ella metió las manos por las mangas del abrigo.
—¿De verdad?
—De verdad —murmuró él, sorprendido y casi conmovido por su respuesta al más simple de los halagos.
La pobre tenía tanto frío, que sus escalofríos eran visibles. Cuando la leña empezó a arder, Peter estiró su metro noventa y cinco y se acercó.
—Hay una petaca en el bolsillo izquierdo. Tome un trago o se quedará helada.

capitulo 6

¿No era esa una típica respuesta masculina? Aunque no era tan común como a los hombres les gustaba creer, pensó Lali. Ni su padre ni su hermano la habían ayudado nunca. De hecho, los dos hombres de su vida habían huido de los sacrificios que exigía la enfermedad de su madre. Lali tuvo que aceptar que ninguno de los dos era suficientemente fuerte como para estar a la altura y como ella sí lo estaba, no tenía sentido culparlos por su debilidad.
—¿Cómo se llama? —le preguntó—. Yo me llamo Lali Esposito.
—Peter —contestó él, tomándola por la cintura para ayudarla a saltar una cerca.
—Ah, gracias —a Lali le sorprendió que tuviera tanta fuerza.
No recordaba que ningún hombre la hubiese tomado en brazos desde que tenía diez años. Pero nunca olvidaría las crueles bromas de sus compañeros por sus «generosas proporciones», nada parecidas a las de las chicas más populares del colegio.
Cuando estaba a punto de resbalar sobre un montón de nieve,Peter la tomó del brazo.
—Tenga cuidado.
Lali tenía los pies congelados y le resultaba difícil caminar. El edificio de piedra parecía cada vez más cerca e hizo un esfuerzo, pero la nieve era tan profunda que le resultaba imposible saber dónde ponía los pies.
Irritado, Peter la tomó en brazos para hacer los últimos metros.
—Déjeme en el suelo, por favor... se hará daño en la espalda... peso mucho y...
—No pesa mucho. Además, si se cae, podría romperse una pierna.
—Y usted no quiere problemas, ya lo sé —suspiró Lali mientras la dejaba en el suelo.
Dentro del granero estaban a resguardo de la tormenta, afortunadamente, pero antes de que pudiera reaccionar, Peter le estaba quitando la gabardina y la chaqueta a la vez.
—Pero bueno...
—Quítese la ropa y póngase mi abrigo —la interrumpió él.
Lali se puso colorada, pero aceptó el abrigo. Era demasiado práctica como para discutir.
—Voy a intentar encender un fuego —dijo Peter.
Lo mejor sería dejarla en el granero con una buena hoguera mientras él buscaba un teléfono. Saldría de allí más rápido por su cuenta.
Había gran cantidad de leña apilada contra un muro y Lali se escondió allí para quitarse la ropa con manos temblorosas. Quitarse los pantalones le resultó difícil porque tenía los dedos helados y la tela empapada se pegaba a sus piernas. Se quitó el jersey con la misma dificultad y luego, temblando violentamente, en sujetador, braguitas y botines, se puso el abrigo del extraño. Le llegaba hasta los pies y parecía una niña con la ropa de un adulto. El forro de seda le hizo sentir un escalofrío, pero el peso del paño le daba calor...

capitulo 5

—Es una pena que no pudiera evitar el árbol —siguió Lali.
—Evitarla a usted era mi prioridad, señorita —replicó él, irritado ante lo que veía como un velado ataque a sus dotes como conductor—. Y en ese intento, podría haberme matado.
El escalofrío de deseo había desaparecido. Peter lo achacó al golpe contra el árbol que, seguramente, lo había privado de juicio y causado que su libido le gastase una mala pasada. Esa chica debía ser la menos atractiva que había conocido en su vida.
—Pero afortunadamente, los dos debemos dar las gracias por...
—Teos mu! Explíqueme por qué debo yo dar las gracias en este momento —la interrumpió él. Seguía nevando y la nieve empezaba a teñir su pelo de blanco—. Está nevando, empieza a anochecer, mi coche favorito ha quedado reducido a cenizas junto con mi móvil y estoy en medio de una carretera desierta con una extraña.
—Pero estamos vivos. Ninguno de los dos ha resultado herido —señaló Lali, intentando disimular que le castañeteaban los dientes.
Peter dejó escapar un suspiro. Estaba perdido en medio de una carretera desierta con Pollyanna.
—¿Puedo usar su móvil?
—Lo siento, no tengo móvil.
—Entonces supongo que vivirá cerca de aquí... ¿dónde está su casa? — preguntó él, mirando alrededor.
—No vivo por aquí. Ni siquiera sé dónde estoy.
Peter arrugó el ceño, como si acabara de confesarle algo terrible.
—¿Cómo puede ser eso?
—No soy de aquí —explicó Lali—. Es que me trajeron para una entrevista de trabajo. Luego empecé a andar y... pensé que no estaría lejos de la carretera general...
—¿Cuánto tiempo lleva caminando?
—Un par de horas. Pero no he visto ninguna casa. Por eso no quería que pasara usted sin verme. Estaba un poco preocupada...
Peter se percató de que estaba temblando. Tenía la gabardina empapada.
—¿Por qué está tan mojada?
—Hay un riachuelo por ahí detrás... no lo había visto hasta que me caí en él.
Él la estudió, muy serio.
—Debería habérmelo dicho antes. Con esta temperatura, podría acabar sufriendo hipotermia... y yo no quiero problemas.
—No voy a darle ningún problema —replicó ella.
—He visto un granero un poco más atrás. Deberíamos cobijarnos allí...
—No, en serio, estoy bien. En cuanto empiece a caminar otra vez se me pasará el frío —murmuró Lali.
Pero Peter vio que se le empezaban a poner los labios azules.
—No entrará en calor hasta que se quite esa ropa mojada —dijo, tomándola del brazo.
La idea de quitarse la ropa delante de un completo extraño era
sencillamente absurda, pero le sorprendió su respuesta inmediata a lo que veía como una emergencia. En un segundo, el extraño había olvidado el deportivo destrozado para echarle una mano.

capitulo 4

Sin aliento, Lali se quedó en el suelo, intentando respirar mientras pensaba que aquel hombre le había salvado la vida. Cuando levantó la mirada, se encontró con una piel de bronce y unos exóticos ojos de color verdes, muy brillantes.
Tenía la ropa empapada, pero lo que le importaba en aquel momento era saber por qué esos ojos le resultaban tan familiares. De niña había visitado un zoo en el que había un león en su jaula, furioso y frustrado. Con los ojos brillantes, desafiando a todo aquel que osara mirarlo, el animal paseaba por su humillante celda con una dignidad que a Lali le había roto el corazón.
—¿Se ha hecho daño? —preguntó él, con una voz ronca de profundo acento mediterráneo que le produjo escalofríos.
Lali negó con la cabeza. El hecho de que la hubiera aplastado contra el arcén lleno de nieve no tenía importancia en comparación con esos ojos. Tenía las pestañas muy largas, un rostro angular y muy masculino que poseía una belleza hipnótica.
Peter observó los ojos más cafe que había visto nunca. Estaba convencido de que no podían ser de verdad de ese color chocolate y sos-pechaba también del pálido cabello rubio que enmarcaba su rostro ovalado.
—¿Qué demonios hacía en medio de la carretera?
—¿Le importaría apartarse? —murmuró Lali.
Peter se apartó musitando algo en su idioma. No se había dado cuenta de que estaba encima de la mujer responsable de la destrucción de su coche. Cuando tomó su mano para ayudarla a levantarse, se le ocurrió un pensamiento extraño: tenía la piel tan blanca, suave y tentadora como la nata.
—No estaba en medio de la carretera... temí que pasara de largo sin verme —explicó Lali, temblando de frío.
El hombre era altísimo, tan alto, que tenía que echar la cabeza hacia atrás para hablar con él.
—Estaba en medio de la carretera —insistió Peter—. Tuve que dar un volantazo para no atropellarla.
Lali miró el coche, que seguía ardiendo. Era evidente que en poco tiempo sólo quedarían un montón de hierros quemados. Era un modelo de-portivo y, seguramente, muy caro. Y que intentase culparla por el accidente la hizo sentir un escalofrío de ansiedad.
—Siento mucho lo de su coche —se disculpó, para evitar conflictos. Habiendo crecido en una familia con fuertes personalidades, estaba acos-tumbrada a asumir el papel de pacificadora.
Peter miró los patéticos restos de su Ferrari, que sólo había conducido dos veces, y luego miró a la chica. Su ropa era vulgar, barata. De mediana estatura, era lo que su padre habría llamado una «chica sana» y lo que sus delgadísimas amigas, que disfrutaban metiéndose unas con otras, habrían descrito como «gorda». Pero entonces recordó lo femeninas que le habían parecido sus curvas mientras estaba tumbado sobre ella y sintió un
escalofrío de deseo.

capitulo 3

Lali sabía que no se ganaba nada perdiendo los nervios por algo que uno no puede cambiar. Sin embargo, incluso para ella era difícil olvidar las ilusiones con las que había salido de casa para acudir a la entrevista...
Ahora se sentía como una ingenua por haber puesto en ella tantas esperanzas. ¿No llevaba meses buscando trabajo? ¿No sabía lo difícil que era encontrar un empleo fijo? Desgraciadamente, no estaba cualificada para ningún empleo. No tenía nada que hacer en un mundo que parecía obsesionado por los títulos universitarios. Además, no contaba con experiencia profesional y así era un problema conseguir referencias.
Lali tenía veintiocho años y llevaba más de una década cuidando de su madre enferma. La relación de sus padres se había deteriorado a causa de la enfermedad y su padre se había marchado de casa. Después de un año, había cesado todo contacto entre ellos. Su hermano, Agustin, que era diez años mayor que ella, era ingeniero. Vivía en el extranjero y sólo hacía visitas ocasionales.
Casado ahora e instalado en Nueva Zelanda, el Agustin que volvió para el funeral de su madre unos meses antes casi le había parecido un extraño. Pero cuando su hermano se enteró de que él era el único beneficiario del testamento se sintió tan aliviado, que le habló francamente de sus problemas económicos. De hecho, le había dicho que el dinero de la venta de la casa sería un salvavidas para él. Sabiendo que tenía que mantener a sus tres hijos, Lali ni siquiera le recordó que sería un salvavidas para él, pero ella no recibiría ni un céntimo. Entonces, no sabía que le iba a resultar tan difícil encontrar trabajo o alojamiento.
El silencio del paisaje cubierto de nieve fue roto entonces por el ruido de un motor en la distancia. Sonriendo, Lali se acercó a la carretera para llamar la atención del conductor...
Peter no vio a la mujer mientras tomaba la curva y luego no le quedó más remedio que dar un volantazo. El deportivo patinó en el hielo, dio una vuelta sobre sí mismo y se deslizó por la carretera hasta chocar contra un árbol...
Con los oídos retumbándole por el terrible crujido del metal, Lali se quedó donde estaba, inmóvil. Incrédula y boquiabierta, observó al conductor, un hombre alto y moreno, salir del coche a toda velocidad. Se movía tan rápidamente como su coche, fue lo primero que pensó.
—¡Apártese! —le gritó él, pues el fuerte olor a gasolina le había alertado del peligro—. ¡Apártese de ahí!
El coche se incendió y Lali intentó apartarse, pero el hombre tiró de su brazo para alejarla más rápidamente. Tras ellos, el tanque de gasolina ex-plotó y la fuerza de la explosión la levantó del suelo. El extraño evitó la
caída sujetándola por la cintura, pero la tumbó en el arcén y se colocó en-cima para protegerla.

capitulo 2

Peter Lanzani apretó el volante con fuerza cuando su Ferrari
Maranello amenazó con patinar sobre la helada carretera.
El paisaje rural de campos y árboles estaba cubierto por una gran capa de purísima nieve. No había otros coches. En un día en que la policía había aconsejado a la gente quedarse en casa y evitar las peligrosas condiciones de la carretera, Peter disfrutaba del reto de probar su habilidad al volante. Aunque poseía una legendaria colección de coches casi nunca tenía la oportunidad de conducirlos él mismo. Podría no saber muy bien dónde estaba, pero eso le preocupaba poco. Seguía confiando en que, en cualquier momento, encontraría una entrada a la autopista que le per-mitiría regresar a Londres y, por tanto, a la civilización.
Peter no se arredraba ante dificultad alguna... sencillamente porque las dificultades no existían para él. Llevaba una existencia tranquila y bien organizada. Cualquier problema, cualquier incomodidad se evitaba con una buena inyección de dinero. Y el dinero no era obstáculo para un hombre como él.
La fortuna de los Lanzani, forjada originalmente en la construcción de barcos, había empezado a mermar cuando Peter era un adolescente. Aun así, su conservadora familia se quedó estupefacta cuando decidió no seguir los pasos de su padre y su abuelo, convirtiéndose en cambio en financiero. Unos años después, sin embargo, los murmullos de desaprobación se habían convertido en aplausos cuando Peter tuvo un éxito meteórico.
Ahora, a menudo aconsejaba a gobiernos sobre sus inversiones.Peter era, a la edad de treinta y cuatro años, no sólo adorado como un ídolo por su familia, sino un magnate de las finanzas y un adicto al trabajo.
En cuestiones más personales, ninguna mujer le había interesado durante más de tres meses. Su poderosa libido y sus emociones estaban fé-rreamente controladas por una mente ágil y bien disciplinada. Su padre, sin embargo, había estado a punto de casarse por cuarta vez antes de morir...
La manía de su padre de enamorarse de mujeres cada vez menos adecuadas siempre le resultó exasperante. Él no era así; de hecho, la prensa lo había acusado de ser de hielo por su trato con las mujeres. Orgulloso de su cuadriculado cerebro, Peter había hecho una relación de las diez cualidades que debería reunir una mujer para entrar en la lista de posibles candidatas. Ninguna lo había conseguido, ni siquiera se habían acercado.
Lali metió las manos en las mangas de su gabardina gris y movió los pies para que no se le quedasen congelados.
Se había perdido y por allí no había nadie para darle indicaciones de cómo llegar a la carretera general. Pero el pesimismo era algo ajeno a la
naturaleza de Lali. Largos años viviendo una vida muy austera le habían enseñado que una visión negativa de las cosas desanimaba a cualquiera y no reportaba beneficio alguno. Ella era de las que siempre miraba el lado bueno de las cosas. De modo que, aunque se había perdido en medio de una carretera helada y desierta, estaba convencida de que algún conductor amable aparecería en cualquier momento. Daba igual que lo que le había pasado aquel día hubiera hecho gritar de frustración a la persona más tranquila del mundo.

La Amante del Griego

El multimillonario griego Peter Lanzani nunca había estado con la misma mujer más de tres meses... Hasta que Lali
Esposito apareció en su vida... y en su cama. Sin embargo, incluso después de dos años de relación, Peter no tenía la menor intención de pedirle a Lali que se casara con él.
Lali deseaba más, por eso cuando Peter la acusó injustamente de haberlo traicionado, supo que debía abandonar al hombre que amaba y empezar de nuevo. Lo que no sospechaba entonces era que se había quedado embarazada...
Aquel embarazo iba a cambiar mucho la idea que él tenía del matrimonio...

capitulo 95

-Me encantaría... -contestó Lali sinceramente-, pero vamos a tener que esperar a que nazca el niño.
-Da igual -contestó Peter sin pensárselo dos veces.
Once meses después, Lali y Peter renovaron sus votos en una preciosa capilla situada muy cerca del Castello Lanzani.
La feliz pareja sólo tenía ojos el uno para el otro. Después de la ceremonia, siguió una maravillosa comida y una alegre fiesta a la que asistieron las mejores amigas de Lali, Maria y Euguenia, con sus maridos, Benjamin y Nico.
Rocio y Pablo Martines se sentaron en la mesa de los novios porque en el último año Lali y Rocio se habían hecho muy amigas.
Por supuesto, también estaba su hermana Luz y el invitado de honor fue Santino, el miembro más joven de la familia Lanzani, que apenas contaba tres meses de vida y se pasó la mayor parte de las celebraciones durmiendo.
Aquella noche, Lali lo arropó mientras observaba el pelo negro que había heredado de su padre y se decía que también tenía su misma sonrisa.
Lo cierto era que su vida era maravillosa. Se habían trasladado a vivir al Castello y Peter viajaba cada vez menos para poder estar más tiempo con su familia.
-Qué bonita vista... -dijo su marido a sus espaldas.
-Ya sé que está mal decirlo porque es nuestro hijo, pero, ¿verdad que es muy guapo?
-No me refería a Santino, amata mia.
-¿Ah, no? -dijo Lali viendo el deseo en los ojos de su marido y quedándose sin aliento.
-Estás guapísima y me siento increíblemente orgulloso de que seas mi mujer -contestó Peter con satisfacción-. ¿Te das cuenta de que hoy es nuestra noche de bodas porque la primera vez no tuvimos?
Lali lo abrazó y lo besó mientras Peter la tomaba en brazos y la llevaba al dormitorio.
-¿Me sigues queriendo? -le preguntó emocionada.
-Cada día te quiero más -sonrió Peter.
Con el corazón henchido de felicidad, Lali le pasó los brazos por el cuello y lo atrajo hacia sí.                FIN.........

capitulo 94

-¿No te das cuenta de lo importante que es para mí? Me lo dijiste en Cerdeña y tenías razón. Fui feliz viviendo tu cuento, más feliz de lo que había sido jamás.
Lali lo miró a los ojos sorprendida.
-Imagínate mi decepción cuando me di cuenta de que el cuento era mentira, de que nunca me habías amado cuando yo ya me había hecho a la idea y me gustaba.
-¿De verdad? -preguntó Lali con voz trémula.
-Me había enamorado de ti, pero nunca me había enamorado antes y no supe reconocer lo que me estaba sucediendo. Pensaba en ti incluso durante las reuniones más importantes.
-¡Madre mía! -exclamó Lali pasándole los brazos por el cuello-. Yo también te quiero. Te quiero tanto... te voy a hacer muy feliz.
Peter la abrazó con fuerza y así permanecieron, fundidos en un abrazo, durante un buen rato, disfrutando de una proximidad que ambos habían creído perdida.
-Estoy tan a gusto contigo -murmuró Peter.
-¿Ves como quererme no es tan malo?
—Lo es cuando desapareces y me amenazas con abandonarme.
-Te prometo que no volverá a suceder -declaró Lali solemnemente.
Peter la besó en la boca con ternura.
-Creo que hace cuatro años me di cuenta de lo peligrosa que podrías llegar a ser para un soltero, cara mia.
-Entonces, era algo inmadura para ti, pero me enamoré en cuanto te vi.
-Aunque no quise admitirlo ni siquiera a mí mismo, me sentía profundamente atraído por ti. Por eso volví varias veces a la peluquería en la que trabajabas -confesó Peter-. Sin embargo, después de casarnos, decidí no volver porque no me fiaba de mí mismo.
-¿De verdad?
-De verdad. Sin embargo, todavía sigo llevando tu fotografía en la cartera -murmuró Peter.
Lali sonrió encantada.
-Me encantaría verte vestida de novia. Deberíamos volvernos a casar.

capitulo 93

-Te acusé de ser una cazafortunas porque, así, me evitaba el tener que enfrentarme a lo que realmente sentía por ti.
-No entiendo.
-Cuando tenía amnesia, me acostumbré a estar contigo. Cuando recobré la memoria, me enfadé contigo porque me habías engañado.
-No fue ésa mi intención -se lamentó Lali-. En cualquier caso, para mí no fue eso lo que pasó entre nosotros -protestó.
-Me engañaste y, a partir de entonces, no me fío de mí mismo en lo que a ti respecta. Sin embargo, a pesar de que no me fiaba de ti, seguía deseándote, seguía queriendo estar contigo y no solamente por el sexo.
-Pues a mí me dijiste que era sólo por eso—contestó Lali algo esperanzada.
-Era mentira... estaba... estaba...
-¿Qué?
-¡Asustado! -admitió Peter-. Estaba asustado. Jamás me había sentido así, pero en Cerdeña volví a confiar en ti y comencé a relajarme.
-Y entonces fue cuando te dije que estaba embarazada.
-De nuevo me habías ocultado la verdad. Ojalá me lo hubieras contado inmediatamente. Jamás había estado tan bien con una mujer, pero durante aquella maravillosa semana tú me estabas ocultando que íbamos a tener un hijo. Aquello me dolió mucho y me hizo preguntarme qué otras cosas me estarías ocultando.
-Me daba miedo tu reacción -se defendió Lali.
-Tendrías que haber sido sincera conmigo. Volví a perder la confianza en ti y, a partir de ese momento, todo se volvió una locura.
-El que te volviste loco fuiste tú -lo corrigió Lali-. Sin embargo, te perdono. No me ofende que no quieras tener un hijo que no habías planeado; tener conmigo...
-Quiero tener ese hijo, pero me daba miedo que me estuvieras engañando de nuevo -admitió Peter-. Desde entonces, no he dejado de luchar conmigo mismo. Aunque te parezca una tontería, no puedo dejar de preguntarme si lo único por lo que estabas conmigo era por el niño. -A mí me ha pasado lo mismo -murmuró Lali.
-Eso me llevó a acusarte de cosas que sabía que no eran ciertas -se disculpó Peter-. Nunca dudé de que el niño fuera mío, pero me daba miedo que volvieras a hacerme daño, así que decidí hacértelo yo primero.
Lali no podía dar crédito a lo que estaba oyendo. ¿De verdad Peter acababa de decir que le había hecho daño?
-Ya no puedo seguir luchando contra lo que siento por ti. ¿Me das otra oportunidad?
Lali sintió que se le saltaban las lágrimas y negó con la cabeza.
-Por favor -suplicó Peter estrechándole las manos.
Lali volvió a negar con la cabeza.

capitulo 92

-La primera semana, creí morir. Me habías abandonado dejándome una carta de cuatro líneas como quien se disculpa por no poder acudir a una cena -le explicó-. No me lo podía creer. No sabía dónde estabas. ¡Casi me vuelvo loco!
Lali no se podía creer lo que estaba escuchando.
-Nunca pensé que te fueras a sentir así...
-Deberías haberme contado la verdad sobre nuestro matrimonio.
Lali se dio cuenta de que tenía razón en eso, pero nunca se le ocurrió que su ausencia lo iba a hacer sufrir.
-Confiaba en ti -continuó Peter mirándola con intensidad-. Admito que no tenía más remedio al principio, pero nuestra relación iba bien y bajé la guardia rápidamente. Creí que éramos una pareja. Pensaba en ti como en mi esposa y, de repente, todo se acabó.
Lali sintió que se le formaba un doloroso nudo en la garganta.
-Supongo que pensarás que soy una egoísta, pero te aseguro que jamás se me pasó por la imaginación que me fueras a echar de menos...
-¿Te crees que soy un témpano de hielo? -se rió Peter con amargura.
-Eres un hombre demasiado controlado y muy disciplinado.
-Me educaron para ser fuerte y para no mostrarme jamás vulnerable a los ojos de una mujer. Mi abuelo y mi padre pasaron por matrimonios desastrosos y me influyeron enormemente. Para cuando Alejo quiso hacerme cambiar de opinión, ya era demasiado tarde. Por eso redactó aquel testamento de locos, fue su último intento para abrirme los ojos, para hacerme comprender que, si hacía un esfuerzo y me arriesgaba, podría reescribir la historia de la familia y tener un matrimonio feliz.
-Bueno, eso no le ha salido bien -contestó Lali al borde de las lágrimas-, pero al menos no has perdido el Castello Lanzani.
-Quiero que sepas que venía hacia casa cuando me ha llamado Pablo.
-¿Por qué los hombres siempre os aliáis?
-¿Porque tenemos miedo? Cuando me ha detallado el documento que querías que te redactara, he comprendido avergonzado hasta dónde te he hecho llegar.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué no estás contento? No entiendo por qué estás avergonzado. Lo que yo quería era dejar por escrito que no pienso reclamarte jamás nada.
-Pero tienes todo el derecho del mundo a compartir lo que yo tengo.
-¡Quiero que te quede claro que ni quiero ni necesito nada de ti!
Peter tomó aire y echó los hombros hacia atrás.

capitulo 91

De repente, se preguntó por qué se tomaba tantas molestias para quedar bien a los ojos de Peter. Al fin y al cabo, no la quería, tenía muy mala opinión de ella e incluso verla en el desayuno lo ponía de mal humor.
Le costaba creer que pocos días atrás hubiera sido tan feliz con él y lo que ya le resultaba imposible de creer era que hubiera pensado que aquello era un bache del que podrían salir bien parados.
El problema con Peter era que Lali estaba dispuesta a aceptar lo que fuera, aunque fueran unas migajas, y eso era exactamente lo que había conseguido.
Sin embargo, había llegado el momento de actuar como una mujer madura y adulta, tenía que pensar en sus necesidades y tenía que acabar con una relación que le estaba haciendo mucho daño.
Ahora comprendía que Peter jamás le contaría a su hermana la verdad de su matrimonio. Aunque quisiera ocultarlo porque lo veía como una debilidad, Peter era un hombre de honor.
Se había agarrado a aquella excusa para estar con él, pero había llegado el momento de cortar por lo sano, de sacar la dignidad del armario en el que la había encerrado. Peter le hacía daño y debía separarse de él.
Al oír el teléfono del coche, sintió mariposas en el estómago.
-Por favor no me preguntes cómo me encuentro, porque sé que no te importa lo más mínimo -le espetó-. ¡Me voy y espero que tú y tu dinero seáis muy felices!
Dicho aquello, colgó el teléfono con manos temblorosas. No se podía creer que acabara de decirle aquello, pero era lo que se merecía. Era la última vez que jugaba con su amor. Aquel amor se lo iba a llevar su hijo.
El teléfono volvió a sonar, pero Lali no contestó. Entonces, sonó su teléfono móvil, pero lo apagó. No había nada más que decir.
Media hora después, estaba en su habitación haciendo las maletas cuando la puerta se abrió con un gran estruendo y entró Peter.
-¡No te puedes ir! ¡No lo podría soportar!
Aquello tomó a Lali por sorpresa.
-¿Tienes idea de cómo lo pasé la otra vez?
Atónita ante aquel arranque de sinceridad en un hombre que jamás demostraba sus sentimientos, Lali negó con la cabeza lentamente.

capitulo 90

Mientras se paseaba por su habitación, se dio cuenta de que sólo había una manera de hacerlo. Tenía que hablar con un abogado para que le redactara un documento legal en el que quedara claro de una vez por todas que sus intenciones no eran pecuniarias. Pablo Martines estaría muy contento de que firmara ante él la renuncia a los billones de los Lanzani antes de irse de Suiza con su dignidad intacta.
Cuando llegó al bufete del abogado aquella misma mañana, una secretaria la llevó a su despacho inmediatamente. A Lali le sorprendió que Pablo la recibiera tan deprisa y la dejó anonadada que el abogado la recibiera con amabilidad y le diera las gracias por ir. -Rocio quería ir a vuestra casa para pedir perdón, pero yo me había pasado tanto contigo que creí que era mejor dejar que la tempestad pasara -se disculpó Pablo-. Te amenacé y te asusté, pero quiero que sepas que no suelo tratar así a las mujeres.
-Estoy segura de ello -contestó Lali.
-Cuando Peter se dio cuenta de que te habías ido por mi culpa, se puso como una fiera y con toda la razón. -No fue culpa tuya.
-Sí, sí lo fue -insistió Pablo-. Me metí en algo que no me concernía. Ahora que lo entiendo todo, comprendo que había algo entre Peter y tú de lo que yo no sabía nada. Por eso, acudí en su rescate -rió-. Como si Peter necesitara que alguien lo rescatara.
-Hubo una serie de malos entendidos, eso fue todo. Ahora, todo ha terminado. En realidad, he venido a verte por algo completamente diferente -le dijo Lali consiguiendo tapar su dolor con una falsa calma-. Necesito que un abogado me redacte un documento legal y necesito que lo haga bastante deprisa.
Tras haberle contado lo que quería, Pablo la miró atónito.
-Esto es un conflicto de intereses para mí. No puedo representarte a ti y a Peter.
Necesitas otro abogado.
-Muy bien -contestó Lali poniéndose en pie.
-Espero que algún día seamos amigos y como amigo te aconsejo que no hagas lo que me has dicho que quieres hacer -se despidió el abogado-. Me temo que Peter no lo entendería y se sentiría dolido.
Mientras volvía a casa, Lali se dio cuenta de que Pablo era un buen hombre. No tenía nada que ver con Peter, que era frío y distante. Era imposible que el abogado entendiera que era imposible hacer daño a Peter.
La única que estaba sufriendo allí era ella.

capitulo 89

A LA MAÑANA siguiente, Peter llevó a Lali al ginecólogo. Peter la desconcertó preguntando un montón de cosas, que el médico contestó al detalle. Lali se sintió como un útero con piernas y le dolió muchísimo que Peter diera muestras de interés por su hijo ante una tercera persona y no ante ella.
Se preguntó si no sería que lo había hecho para guardar las apariencias.
En los tres interminables días siguientes, Lali se sumió en una total infelicidad. Peter se iba a trabajar al amanecer y volvía muy tarde por la noche. No desayunaba ni comía ni cenaba con ella y no hacía ningún esfuerzo por reducir la tensión que se había instalado entre ellos.
Sin embargo, la llamaba un par de veces al día para ver qué tal estaba. Parecía que eso era lo único que le importaba y que no estaba dispuesto a hacer nada más. Desde luego, la puerta que había entre sus habitaciones estaba cerrada a cal y canto. Lali se despertó el cuarto día cuando amaneció, se duchó y se vistió para correr escaleras abajo y poder desayunar con él.
-¿Qué haces levantada a estas horas? -le preguntó él frunciendo el ceño.
-Quería verte. Si no desayuno contigo, iba a tener que ir al banco e interrumpir tu jornada laboral, algo que me prohibiste hace tiempo -sonrió.
Peter la miró y sonrió levemente.
-Te voy a echar de menos -confesó Lali haciendo un esfuerzo.
-¡No quiero oírlo! -exclamó Peter dejando el periódico a un lado y poniéndose en pie.
Lali lo miró con los ojos muy abiertos.
-No me lo creo. Cuando quiera algo contigo, te lo haré saber.
Lali lloró de humillación mientras la limusina se alejaba.
Ya había soportado bastante. ¡No iba a consentir que Peter la tratara como una prostituta con la que podía compartir la cama siempre que a él le diera la gana!
No debería haber ido con él a Cerdeña. Había sido un gran error. Peter ya le había dejado claro para entonces que la despreciaba, pero ella se había negado a ver la realidad.
Decidió irse de Suiza, pero antes de hacerlo tenía que limpiar su nombre para que Peter entendiera que se había equivocado con ella.

capitulo 88

-Quería tenerlo algún día -confesó Peter con la misma emoción con la que diría que quería comprarse un coche nuevo-. Lo cierto es que va a llegar antes de lo previsto, pero ya me haré a la idea.
Lali apretó los puños con fuerza y se clavó las uñas en las palmas de las manos. Volvió a su sitio y decidió que debía darle tiempo. Peter era un hombre muy cabezota y lo mejor era intentar comprenderlo para ganarse su confianza.
¡Lo amaba tanto!
Seguro que, al final, acababa aceptándola. ¿De verdad? ¿Peter Lanzani iba a aceptar tener una esposa que era peluquera?
De momento, parecía preocupado por ella, pero eso era sólo porque estaba embarazada. Podría divorciarse de ella en cuanto diera a luz.
Lo cierto era que nunca la había aceptado como su esposa, pero no podía culparlo por ello pues, al fin y al cabo, nunca le había dicho que se fuera a vivir con él y, desde luego, nunca le había pedido un hijo.
No debía perder de vista la realidad y la realidad era dolorosa. Peter se sentía atrapado.
Prefería recobrar su libertad.
¿Qué podía esperar del hombre al que amaba?
¿Sexo? ¿Joyas? ¿Estaba dispuesta a que Peter le echara en cara constantemente sus errores? ¿Estaba dispuesta a que le hiciera sentirse pequeña y vendida?

capitulo 87

-Te recuerdo que eso te pareció de lo más excitante -contestó Lali.
-Confié en ti. Ése fue mi error y sé que voy a pagar por él -le espetó Peter-. Sin embargo, tú vas a vivir conmigo teniendo muy claro lo que eres. ¡Una asquerosa que se metió en mi cama en busca de dinero!
-No me hables así -gritó Lali furiosa-. Si sigues haciéndolo, te voy a dar una bofetada.
En un abrir y cerrar de ojos, Peter la tomó en brazos.
-¡Bájame!-exclamó Lali.
-No, es tarde y tienes que dormir.
-Sé ir sola a la cama.
-¿Por qué te crees que he vuelto? Eres mi esposa y vamos a tener un hijo, así que, a pesar de lo enfadado que estoy contigo, no quiero que te ocurra nada.
Lali cerró los ojos con fuerza y dejó que Peter la depositara sobre la cama y la tapara como si fuera su tatarabuela. Al recordar la pasión que habían compartido unas horas antes, sintió ganas de llorar.
Fue la primera vez que durmieron en habitaciones separadas y aquello le dolió como si le hubiera clavado un cuchillo en el corazón. Era obvio que Peter quería marcar distancias entre ellos.
A la mañana siguiente, volvieron a Suiza. Cuando llevaban una hora de vuelo, Lali decidió dejar de lado el orgullo y acercarse a él, que estaba trabajando.
Peter la ignoró.
-Muy bien, mensaje recibido. Quieres que desaparezca, ¿verdad?
Peter la miró con indiferencia.
-No me mires así -dijo Lali con las manos en las caderas-. ¡Si no me aguantas, divórciate de mí!
Peter se puso en pie y se acercó a ella.
-Me estaba preguntando cuánto tiempo ibas a tardar en decir eso. Siento mucho decepcionarte, pero eso no va a suceder.
-¿Por qué dices eso?
-Te vas a quedar en Suiza, donde yo pueda vigilarte.
A Lali le pareció interesante que, aunque la creyera una ambiciosa cazafortunas, a Peter no se le ocurriera un castigo peor que mantenerla a su lado. Aquello la hizo albergar ciertas esperanzas.
-¿Qué opinas de tener un hijo? -le preguntó armándose de valor.

capitulo 86

-Hoy mismo me has dicho que estabas convencido de que no era una cazafortunas.
-Eso ha sido antes de que me dijeras que estabas embarazada.
-¿Y cómo iba yo a suponer que me iba a quedar embarazada en una semana? -se defendió Lali-. Si por mí hubiera sido, no hubiera elegido tener a mi primer hijo así.
¿Por qué iba a querer tener un hijo con un padre que me odia?
-Yo no te odio.
-¿Ah, no? Me odias porque mientras tuviste amnesia no te conté la verdad sobre nuestro matrimonio. -Me mentiste.
-Por tu bien. Es cierto que me dejé llevar un poco, estaba viviendo un sueño hecho realidad y...
-Por fin dices la verdad -la interrumpió Peter con satisfacción-. Estabas tan seducida por mi estilo de vida que no te importó mentirme para seguir disfrutando de él.
Aquello hizo que Lali se riera con amargura.
-Para tu información, mi sueño era tener un matrimonio de cuento con un hombre que me tratara como una igual... sí, patético creer que ese hombre podías ser tú. ¡Un hombre que ni siquiera me pidió una cita cuando era obvio que yo hubiera dicho que sí! Claro que era mi sueño y no el tuyo y...
-¡Así que me hiciste vivir tu estúpida fantasía!
-Por muy raro que te parezca, estabas muy feliz viviendo mi estúpida fantasía -le aseguró Lali levantando el mentón en actitud desafiante.
Peter se quedó como si lo hubiera abofeteado.
-Hablemos del bebé -dijo al cabo de un rato.
-Por favor, escúchame -contestó Lali desesperada porque Peter entendiera que no se había quedado embarazada adrede-. Cuando me acosté contigo, no consideré las consecuencias. Nunca antes me había tenido que preocupar por ello. Fui ingenua e irresponsable, pero nada más. Tú tampoco tomaste medidas.
-La primera noche que nos acostamos, abrí el cajón de la mesilla en busca de preservativos y, al no encontrarlos y dando por hecho que eras mi esposa, asumí que estabas tomando la píldora.
-Así que a ti tampoco se te ocurrió tomar medidas.
-Sinceramente, entonces aquel asunto no me preocupaba. Tenía amnesia y una esposa a la que no reconocía.

capitulo 85

Durante la siguiente hora, llamó en dos ocasiones al móvil de Peter y una de ellas oyó una risa femenina de fondo que la hizo colgar mortificada.
Peter volvió a casa cerca de la una de la madrugada y fue directamente a la habitación de su mujer, que había dejado la puerta abierta para oírlo llegar y que no dudó en levantarse de la cama a la carrera para ir a abrazarlo.
Había vuelto y eso era lo único que importaba en aquellos momentos.
-No -le advirtió Peter levantando las manos.
Lali se apartó de él.
-He tomado una serie de decisiones -anunció Peter-. Quiero que te examine un médico para que determine las fechas relevantes del embarazo. Antes de que nazca el niño, quiero estar todo lo seguro que pueda de que es mío.
Lali lo miró anonadada.
-¿Lo dudas? -murmuró dolida.
-Hay mujeres que matarían por estar en tu lugar porque ese niño te va a reportar increíbles ganancias -contestó Peter.
-No creo que ninguna mujer matara por estar en mi piel en este momento -murmuró Lali.
-Por supuesto, quiero que le hagan una prueba de ADN en cuanto nazca -continuó Peter como si ella no hubiera dicho nada-. Podrías haberte quedado embarazada de otro hombre durante las dos semanas que estuviste en Londres. No me parece muy probable, pero sería una estupidez por mi parte no asegurarme.
-Sí... -intentó sonreír Lali-. ¿Cómo no ibas a aprovechar la oportunidad de humillarme?
-¿Y qué esperabas? No creo que este embarazo haya sido un accidente. Al fin y al cabo, tener un hijo conmigo te asegura una vida de ensueño.
-No estás siendo justo. Si no confías en mí, ¿cómo te voy a demostrar que te equivocas conmigo?
-No me he equivocado contigo.

capitulo 84

-Supongo que estarás enfadado y lo entiendo porque no esperabas que esto sucediera, pero yo tampoco. No podría soportar la idea de abortar, así que ni la menciones.
Peter se giró hacia ella y la miró con dureza.
-Tal vez, ni siquiera se te había pasado por la cabeza esa opción, pero prefería dejarlo claro desde el principio. Aunque el hijo que voy a tener no entraba en nuestros planes, lo voy a querer igual -le aseguró-. Aunque admito que ahora mismo estoy asustada...
Peter se sirvió un whisky y se lo tomó de un trago.
Lali se puso en pie.
-Por favor, di algo.
-Vas a ser la madre de mi hijo -contestó él en un tono insolente que hizo que Lali palideciera-. Debo tener mucho cuidado con lo que te digo. Una mujer embarazada tiene muchos derechos y hay que tener cuidado con su situación. ¿Desde cuándo lo sabes?
-Desde que vino la doctora cuando me desmayé.
-¿Desde hace tanto? -se rió Peter-. ¿Y cómo es que no me lo has dicho en toda esta semana?
-Lo cierto es que hubiera preferido no tener que decírtelo nunca porque no quería... no quiero perderte.
-Nunca me has tenido -le aseguró Peter con dureza-. Sólo de la manera más básica, eso sí.
-Lo sé -murmuró Lali-, pero sé que hasta eso se va a romper.
-No des por hecho que sabes lo que pienso, siento o lo que voy a hacer a continuación -le advirtió Peter.
-Dime lo que estás pensando, no me voy a ofender -le aseguró Lali desesperada por tapar el abismo que se había abierto entre ellos.
-Muy bien. ¿Por qué me iba a sorprender de tu logro? En la familia Lanzani los niños siempre han llegado con una etiqueta con un precio muy elevado.
-Nuestro hijo no... -se defendió Lali.
Peter pasó a su lado como si no existiera y se metió en el salón. Lali lo siguió y lo alcanzó en el vestíbulo, justamente cuando se disponía a salir de la casa.
-Nuestro hijo no -repitió-. ¿Te vas?
-¿Tú qué crees?
-¿Dónde vas?
-¿Y a ti qué te importa?
Lali se quedó sola en el vestíbulo. Cuando consiguió recuperarse un poco, volvió a la terraza. El servicio ya había recogido la mesa, pero Lali ordenó que le llevaran una taza de chocolate con tostadas porque no quería que su hijo sufriera por su falta de apetito.

capitulo 83

Peter sonrió con irreverencia. -No te lo tomes como una crítica porque lo cierto es que me encanta la vena dramática que tienes, pero, ¿te importaría que cenáramos primero? Estoy muerto de hambre.
Lali estaba nerviosa como una gata sobre un tejado de zinc y se mordió el labio inferior. Se sentó a la mesa y su única contribución a la conversación durante la cena fueron monosílabos.
-Cuando estás así de callada, me preocupo -comentó Peter.
-A veces, hablo demasiado -contestó Lali incómoda.
-Ahora que me he acostumbrado, me gusta -dijo Peter acariciándole la mano-. Veo que me he equivocado creyendo que lo que me tenías que contar no era importante. -Sí... -dijo Lali tragando saliva-. En cualquier caso, no es algo que te puedas imaginar y...
-¿Te has acostado con aquel hombre que estaba en tu casa en Londres? -le preguntó Peter de repente.
-¿Con Gaston? -exclamó Lali-. ¡Claro que no!
-Eso era lo peor que me podía imaginar y me quería cerciorar de que no era así.
-¿Te importaría escucharme antes de volver a hablar? -le espetó Lali nerviosa.
-No acostumbro a interrumpir a nadie.
-No te enfades... esto no te va a gustar, pero no te enfades conmigo -suspiró Lali despreciándose por su propia debilidad-. Somos los dos responsables.
Peter apretó los dientes.
-¿Qué pasa? Mi paciencia tiene un límite.
-Estoy... -dijo Lali jugueteando nerviosa con el tenedor-. Me he quedado embarazada.
Ocurrió la primera semana que estuvimos juntos.
Peter se quedó mirándola atónito.
-Yo también me llevé una buena sorpresa -admitió Lali.
Peter la miró de arriba abajo, retiró la silla y se puso en pie. Se acercó a la barandilla y se quedó mirando el mar, que fue lo único que se oyó durante el silencio que se produjo a continuación.
-No había pensado en acostarme contigo y, cuando sucedió, no me di cuenta de tomar medidas. Tenía muchas cosas en la cabeza...
Peter estaba de espaldas a ella y Lali quería que se diera la vuelta.

capitulo 82

Lali se puso unos pantalones de seda cafe con un top de encaje a juego. Aquel color, el mismo que el de sus ojos, le quedaba bien.
La mesa estaba dispuesta en la terraza para cenar. Habían colgado farolillos en las ramas de la higuera y la luz de las velas se reflejaba en la cristalería.
Peter solía ir a aquella casa un par de veces al año porque tenía muchas casas por el mundo y no le daba tiempo de ir a todas muy a menudo.
No le gustaban los hoteles e incluso allí, en un apartado rincón del planeta, Peter tenía contratado a un cocinero fabuloso que los deleitaba con sus maravillosas comidas. Aquel hombre lo tenía todo siempre bajo control, pero, ¿cómo reaccionaría cuando Lali le dijera lo que le tenía que decir? Aquella situación no la iba a poder controlar.
-Date la vuelta -le dijo Peter al salir a la terraza.
Lali obedeció.
-Estás impresionante... podría comerte aquí mismo -confesó Peter excitándola-. Vas a tener suerte si logro controlarme hasta que terminemos de cenar.
Lali se mojó los labios y bebió agua.
-Una vaca lechera, ¿eh? -bromeó Peter-. A mí no me lo pareces.
Lali se sonrojó y sintió deseos de abrazarlo y de decirle lo feliz que había sido durante aquellos días.
-Estás muy rara últimamente -añadió Peter.
-Eh... yo... -dijo Lali desconcertada.
-De repente sonríes y al minuto siguiente te enfadas -le explicó Peter-. Tú no eres así, así que supongo que es el síndrome premenstrual.
Lali tuvo que hacer un esfuerzo para no ponerse a llorar.
-Te tengo que decir una cosa -anunció.

capitulo 81

Estar en compañía de Peter era maravilloso e incluso cuando tenía que trabajar un par de horas ella se quedaba leyendo a su lado.
Aquella semana había sido increíblemente feliz para Lali, pero también había sido muy difícil asumir que estaba embarazada de él.
Físicamente, se sentía muy bien, pero tenía que tener cuidado con lo que comía y tenía que descansar mucho. Las náuseas se habían evaporado y sólo se había vuelto a marear en una ocasión por levantarse demasiado aprisa.
Peter había empezado a darse cuenta de que su cuerpo estaba cambiando. Ocultarle el embarazo no iba ser posible durante mucho más tiempo. La perspectiva de confesarle que iban a tener un hijo se le hacía insoportable.
Aquella vez, Lali tenía muy claro que no debía hacerse ilusiones, que tenía que enfrentarse a la relación que tenía con Peter tal y como era.
Por eso, todas las mañanas, cuando Peter le daba los buenos días acompañados de unos cuantos besos, Lali se recordaba una serie de cosas:
Peter no estaba enamorado de ella. La deseaba y por eso se preocupaba por ella. El hecho de que conversaran durante horas, que fuera tierno y divertido con ella era irrelevante. Al fin y al cabo, era un hombre sofisticado y era imposible imaginárselo haciendo que una mujer se aburriera.
No era su mujer de verdad. Se había casado a cambio de dinero. Era la mujer que Peter había comprado, no la mujer que había elegido.
Además, ella jamás cumpliría con el tipo de mujer perfecta que le gustaba a Peter. Lo cierto era que, sin darse cuenta, Peter había ido dándole a entender qué tipo de mujer le gustaba.
Le gustaban las mujeres de pelo castaño y piernas largas, exactamente igual que su última pareja. También le gustaban las mujeres de buena familia y le parecía que los estudios universitarios eran importantísimos.
Lali no cumplía ni una sola de esas condiciones, así que era imposible que la hubiera elegido jamás como esposa.
Teniendo todo eso en cuenta, cuando Peter se enterara de que iba a tener un hijo suyo aquello iba a ser un desastre. Por eso, no se lo quería decir. Por eso había aprovechado aquellos siete días como si fueran los últimos de su vida.
Sin embargo, había llegado el momento de contarle la verdad.

capitulo 80

-Me encantan tus pechos -confesó Peter poniéndola a horcajadas sobre él y acariciándoselos-. Juraría que te han crecido desde la primera vez que hicimos el amor.
Lali desvió la mirada presa del pánico.
-No me quejo, no me malinterpretes -añadió Peter-. Ya me he dado cuenta de que te encanta el chocolate suizo.
¡ Peter se creía que había engordado porque estaba comiendo mucho chocolate! Lali intentó apartarse de él, pero Peter se lo impidió.
-No seas tan quisquillosa. Tienes un cuerpo maravilloso -le aseguró-. Me encanta estar con una mujer que come todo lo que le viene en gana.
Además de llamarla gorda, la tenía por una gorrona. Maravilloso. ¡Ojalá el culpable de que le hubiera aumentado el pecho en una talla de sujetador fuera el chocolate!
-Me voy a dar una ducha -anunció Lali levantándose de la cama.
-¿Por qué tienes tan poca autoestima? -dijo Peter frustrado.
-¡He visto a Belen y a su lado parezco una vaca lechera! -contestó Lali.
Peter la miró furioso y se levantó de la cama.
-¡Menuda idea! Belen cumplía con mis necesidades, pero tú las provocas. No puedo dejar de tocarte. Incluso he tenido que tomarme unas vacaciones para estar contigo.
Lali sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas.
-Eso es sólo sexo -lo acusó.
Se hizo un terrible silencio durante el cual Lali rezó para que Peter le llevara la contraria, pero él se limitó a mirarla con intensidad con una expresión difícil de leer en el rostro.
Lali sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Peter no le había llevado la contraria. ¿Cómo había sido tan ingenua como para creer que lo que había entre ellos era algo más que sexo?
Consiguió sonreír como si le pareciera muy bien que su relación fuera puramente sexual, se metió en el baño y cerró la puerta con pestillo.
Inmediatamente, abrió los grifos de la ducha y se puso a llorar. Lo único que ella le había ofrecido desde el principio había sido sexo y Peter lo había aceptado gustoso.
En ese aspecto, no se había quejado. Llevaban una semana en Cerdeña, siete días en los que no se habían separado. Habían comido en la playa, habían nadado en el mar por la noche, habían compartido cenas románticas, maravillosas siestas e incontables conversaciones.

capitulo 79

-Me gustaría explicarte un par de cosas. Cuando nos conocimos, mi hermana y yo vivía-mos en una mala zona y sus amigos eran chicos a los que les parecía muy divertido robar en las tiendas. Luz empezó a faltar al colegio y yo no tenía tiempo para controlarla.
Peter la escuchaba con atención.
-No sabía que tuvieras una vida tan dura. Siempre estabas alegre.
-Poner mala cara no cambia nada -contestó Lali-. El dinero que nos diste nos permitió empezar de nuevo. Alquilé otro piso, abrí la peluquería y matriculé a Luz  en un colegio mejor. Nuestros problemas se terminaron. Pude dejar de trabajar por las noches y comencé a quedarme en casa mientras mi hermana estudiaba. Al año siguiente, consiguió la beca y, desde entonces, todo le va bien.
-Deberías estar orgullosa de ti misma. Ojalá me hubieras contado todo esto entonces.
Lali lo miró a los ojos y tuvo que desviar la mirada porque se quedaba sin aliento.
-Entonces, a ti no te interesaba lo más mínimo mi vida.
-No quise conocerte y tú pagaste el precio, pero eso fue entonces y esto es ahora... -dijo Peter agarrándola de la mano y besándole la palma.
Lali se estremeció, sintió que le temblaban las piernas y que le ardía la entrepierna.
Entonces, Peter le abrió la camisa y le soltó el sujetador.
-Es de día... -murmuró Lali.
-Te sorprendes con facilidad -contestó Peter apoyándola contra la pared caliente por el sol y quitándole el pareo que llevaba como falda-. Tranquila, ya lo hago todo yo.
Lali lo dejó hacer y pronto estuvo desnuda.
Estaba deseando sentirlo dentro de ella mucho antes de que Peter introdujera sus dedos entre la selva rubia de su entrepierna y la hiciera gemir de placer.
-No pares -gritó Lali.
-Me encanta verte perder el control -contestó Peter levantándola y penetrándola.
Lali jadeó de placer mientras sus cuerpos se imbuían de pasión animal. Tras alcanzar el clímax, Peter la tomó en brazos y la llevó a la cama, donde se tumbó a su lado y sonrió encantado.
Lali quería gritar a los cuatro vientos lo mucho que lo quería, quería que aquel momento no se acabara nunca.
Peter le apartó el pelo de la cara, la besó y la abrazó haciéndola sentirse como la mujer más afortunada del mundo.

capitulo 78

-¿Ah, sí? -contestó Lali confusa.
Le costaba pensar con claridad pues se encontraba aliviada y feliz.
-Y hay hombres que jamás piden perdón y que son capaces de comprarte brillantes con tal de hacerte creer que no están suplicando que los perdones.
Aquello hizo sonreír a Lali, que estuvo a punto de reírse a carcajadas al recordar que una vez Peter le dijo que suplicar era de paletos.
Una hora después, ya en casa, Lali salió a la terraza donde Peter se estaba tomando una copa.
Una enorme higuera proporcionaba sombra y se agradecía porque aunque ya era última hora de la tarde seguía haciendo mucho calor.
-Es cierto que tiene sus ventajas esto de estar contigo —bromeó Lali agitando el reloj de platino que le había comprado.
Peter la miró con una ceja enarcada pues todavía no se podía creer que no hubiera aceptado nada más que aquel reloj.
-Yo hubiera preferido cubrirte de diamantes.
-No me hubieran quedado bien.
-Desnuda hubieras estado como una increíble diosa pagana, bella mia.
Lali sintió que el corazón le daba un vuelco. Jamás nadie le había dicho algo así. -¿Por qué has cambiado de opinión sobre mí? ¿Por qué ya no crees que sólo busco tu dinero?
-Cuando me dijiste en Londres que me habías devuelto la mayor parte del dinero que te di al casarnos, no te creí, pero lo he comprobado y ese dinero lleva en la cuenta más de tres años.
-¿Y qué pasó con la carta que le escribí a tu abogado?
-No llegó. Por esas fechas, Pablo se cambió de despacho y tu carta debió de llegar a la antigua dirección y se perdió. Ahora está muy descontento con todo este tema porque sabe que es el eslabón que falló y que por ello se han producido muchos malos entendidos entre nosotros.
Lali se sentía inmensamente aliviada de que el tema del dinero estuviera por fin arreglado.
-Nunca quise aceptar tu dinero, pero acabé aceptándolo, así que supongo que tu abogado tiene razones para no tener una buena opinión de mí.
-No tiene derecho a emitir un juicio así.

capitulo 77

Lali tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para controlar el dolor.
-¿Y a qué esperas? ¿Por qué no lo haces ya?
-De momento, me lo sigo pasando bien contigo. Eres diferente a las mujeres con las que solía salir.
-¿Hay cabida para cómo me siento yo en todo esto?
-Tú te sientes maravillosamente bien porque yo te hago sentir así y lo sabes -le recordó Peter con crueldad y muy seguro de sus dotes amatorias.
Lali se dejó caer sobre las almohadas y cerró los ojos.
Se dijo que lo mejor era dejarse llevar. Tal vez, Peter nunca se enterara de que había tenido un hijo. ¿Debía decírselo? Lo más seguro era que no se volvieran a ver y ella quería a ese hijo y podía darle mucho amor. Estaba dispuesta a trabajar todo lo que fuera necesario para darle un buen hogar.
¿Cómo podía ser tan cobarde como para no decirle inmediatamente a Peter que estaba embarazada?
-Te dije que no quería nada -susurró Lali en cuanto el vendedor se apartó un poco-.
¿Qué estamos haciendo aquí?
-No tienes joyas -contestó Peter-, así que te voy a comprar unas cuantas.
-No es muy inteligente por tu parte -dijo Lali intentando aparentar naturalidad-. Podría salirte mal.
-Ya me ha salido mal. Lo cierto es que cualquier cazafortunas que se precie no dejaría pasar una oportunidad tan buena como ésta.
Lali lo miró sorprendida y Peter la tomó de la cintura para que no se apartara. -Por si no te has dado cuenta, acabo de admitir que me equivoqué contigo hace cuatro años -confesó-. Ahora comprendo que no te casaste conmigo por dinero.
-¿Lo dices en serio?
-Completamente -contestó Peter indicándole que se sentara en, el elegante taburete que había junto al mostrador-. Hay hombres patéticos que piden perdón con flores.

capitulo 76

-Me gustaría estar a solas con la doctora -anunció Lali al ver que Peter no se iba.
Contestó a las preguntas de la doctora con sinceridad y dejó que la examinara. -Creo que usted ya sospecha lo que le ocurre -sonrió la mujer al cabo un rato-. Está usted embarazada.
Lali palideció al pensar en el horror que aquella noticia iba a provocar en Peter.
-¿Está segura?
La doctora asintió.
-Prefiero no decírselo todavía a mi marido -le confesó Lali.
Su cuerpo la había sorprendido. Iba a tener un hijo con Peter. Quizás, fuera un niño de pelo negro y sonrisa irresistible o una niña que tuviera sus preciosos ojos verdes y la creencia de que era la dueña del mundo.
Sí, iba a tener un hijo con Peter y estaba convencida de que él la iba a odiar por ello. De hecho, cuando entró en la habitación, Lali no pudo mirarlo a los ojos e intentó levantarse de la cama.
-¿Qué haces? -le preguntó.
-Ya estoy mejor y me voy a vestir.
Peter le cerró el paso y la obligó a volver a la cama.
-No, la doctora ha dicho que tienes que comer y dormir mucho y me voy a asegurar de que sigas sus consejos.
-La benevolencia no te queda bien -le espetó Lali mientras Peter vigilaba que se tomara la deliciosa comida que le habían llevado en una bandeja con flores.
Peter sonrió de una manera que hizo que a Lali le diera un vuelco el corazón.
-Lo hago por mí.
-¿De verdad?
-Vas a tener que estar al cien por cien para cumplir con mis expectativas. He decidido tomarme unas vacaciones...
-Tú nunca te tomas vacaciones.
—Contigo, una cama y un ordenador puedo tomármelas.
Lali se sonrojó de pies a cabeza.
-Estoy decidido a olvidarme de ti o a morir en el intento, cara -murmuró Peter con voz ronca. -¿Y luego qué?
-Luego, te llevaré a Inglaterra y volveré a llevar la vida que llevaba antes, libre y fácil, la vida de un soltero.

capitulo 75

El helicóptero aterrizó en un impresionante yate; cuyos dueños les dieron la bienvenida como si fueran príncipes.
A pesar de que había mucha gente, Lali sólo tenía ojos para Peter, pero él se tuvo que ausentar cuando su anfitrión insistió en que quería presentarle a un viejo amigo.
A su vez, la anfitriona le presentó a Lali a un sinfín de invitados. Los colores de los vestidos y los brillos de las joyas le nublaban la visión, así que parpadeó, pero el vaivén del barco la estaba mareando.
Lali se giró buscando un sitio donde sentarse, pero ya era demasiado tarde. Cuando recobró la consciencia, Peter estaba a su lado.
-Tranquila, cara. Nos vamos a casa —le dijo tomándola en brazos y despidiéndose de los preocupados anfitriones-. Nunca había visto una actuación tan buena -añadió una vez a solas.
Lali se dio cuenta de que Peter creía sinceramente que lo había fingido todo porque él quería irse pronto de la fiesta.
El movimiento del helicóptero no hizo sino acrecentar sus náuseas y no le apetecía hablar. Ya tenía suficiente con preguntarse a sí misma por qué se había desmayado. Jamás se había desmayado antes, pero recordó que su amiga Maria le había dicho que aquello era normal durante los primeros meses de embarazo. Al llegar a casa, Peter se apresuró a ayudarla a bajar del helicóptero.
-Ha sido un desmayo buenísimo -sonrió con sensualidad-. Incluso yo me lo he creído al principio.
-No lo he fingido -contestó Lali apoyándose en él porque las piernas no la sostenían-.
Me he mareado porque no estoy acostumbrada a los barcos.
-Pero si sólo has estado un cuarto de hora -dijo Peter sorprendido.
Una hora después, Lali estaba acostada y Peter la estudiaba con atención desde los pies de la cama.
-Ahora ya me encuentro mucho mejor, me gustaría levantarme -dijo Lali.
-La gente sana no se desmaya -contestó Peter-. En cuanto la doctora diga que estás bien, podrás levantarte.
-¿Qué doctora?
En ese momento llamaron a la puerta.
-Supongo que será ella. La llamé desde la limusina para decirle que viniera a casa.
-No quiero un médico -dijo Lali presa del pánico-. ¡No necesito a ningún médico!
-Eso lo decido yo.
-¿Y a ti qué más te da?
-Soy tu marido y soy responsable de tu bienestar aunque tú no me lo agradezcas. Lali se sintió culpable y no dijo nada más mientras Peter abría la puerta y aparecía una mujer mayor de pelo cano.

capitulo 74

-El dinero había desaparecido y eso ya nadie lo iba a cambiar. Además, tenía cosas más importantes de las que preocuparme... como encontrar una casa más barata y ocuparme de mi hermana -se defendió Lali.
En un inesperado gesto de solidaridad, Peter la agarró de la mano.
-Confiaste en Mercedes porque era de tu familia. Supongo que su traición fue espantosa.
-Sí... -contestó Lali dándose cuenta de que tenía unas horribles ganas de llorar. -Cuando tenía amnesia, no tuve más opción que confiar en ti -murmuró Peter-. Creía que eras mi esposa...
Lali se soltó de su mano con violencia.
-No hace falta que digas más... he entendido el mensaje. Yo lo único que hice fue intentar actuar como si fuera tu esposa. No me acosté contigo por ningún otro motivo ni tengo intención de enriquecerme con nuestro matrimonio.
-Sólo el tiempo demostrará si eso es verdad.
-¿Qué te pasa? ¿Tienes algún problema? Eres un hombre increíblemente guapo, pero parece que te cuesta aceptar que las mujeres te quieran por ti mismo -le espetó Lali.
-Tampoco tengo mal cuerpo -bromeó Peter.
De repente, Lali explotó.
-Ésa es una de las cosas que no puedo soportar de ti. Siempre tienes que decir la última palabra. Estás tan convencido de que tú nunca te equivocas que me echas a mí la culpa de todo. ¡ Si el cielo se cayera ahora mismo sobre nosotros, dirías que ha sido culpa mía!
-Bueno, ahora que lo dices, gritar provoca avalanchas.
Lali tomó aire para intentar controlarse y en ese momento el chofer abrió la puerta.
-¡Te odio! -le dijo Lali mientras se sentaba en el helicóptero.
Peter se inclinó sobre ella y la besó.
-Sólo estaremos media hora en la fiesta.
Lali estaba alterada y asustada por la intensidad de sus emociones. Miró en su interior y entendió por qué se había peleado con él, por qué intentaba mantener las distancias. Peter tenía un increíble poder sobre ella, podría hacerle daño y, aun así, ella seguía amándolo.
-Peter...
-Te deseo con todo mi cuerpo. En Londres, apenas dormía, pero ahora vuelves a ser mía y seguirás siéndolo hasta que yo lo decida.

capitulo 73

-Lo único que te estoy diciendo es que en un matrimonio infeliz siempre hay dos versiones que escuchar y que, además, podría haber habido circunstancias que desconoces... sólo estaba intentando animarte.
-No necesito que me animes -contestó Peter con acidez-. Ni siquiera me acuerdo de mi madre. Murió antes de que yo cumpliera cuatro años.
-¿Cómo?
Peter se encogió de hombros.
—Se ahogó.
-Siento mucho que no tuvieras oportunidad de conocerla. Supongo que pensarás que soy una sentimental, pero si supieras lo que daría por poder hablar con mi madre durante sólo cinco minutos... daría lo que fuera...
-Si no eres capaz de sufrir en silencio -la interrumpió Peter-, prefiero ir a la fiesta solo. -Creo que eso sería lo mejor -contestó Lali con un nudo en la garganta-. Me parece que no quiero pasar ni un minuto más en compañía de una persona tan fría como tú.
-Ya casi hemos llegado al aeropuerto, así que cálmate. Eres demasiado emocional. -No como tú, ¿verdad? -le espetó Lali-. Para que lo sepas, yo no me avergüenzo de mis sentimientos.
-Yo no te estoy diciendo que te avergüences, sólo te estoy pidiendo que los controles -insistió Peter.
-Quería mucho a mis padres y los echo mucho de menos. Me enseñaron a pensar lo mejor de la gente y, aunque pronto aprendí que el mundo no es el mejor sitio...
-¿Quién te enseñó eso?
-Mercedes, la prima de mi padre. En cuanto se enteró de que nuestros padres habían muerto, tomó la iniciativa. Convenció a los servicios sociales de que era la persona perfecta para hacerse cargo de nosotras. Yo era muy pequeña y me daba mucho miedo que me separaran de mi hermana. Así que nos fuimos a vivir con Mercedes a una casa alquilada muy grande -recordó Lali.
-¿Y?
-Mercedes y su novio nos quitaron todo el dinero que pudieron. Se gastaron el dinero que tenían mis padres, que no era mucho, pero hubiera sido suficiente para que Luz y yo hubiéramos vivido unos cuantos años sin preocupaciones. Cuando se acabó, simplemente se fue y nunca volvió.
-Supongo que llamarías a la policía. Eso es un delito.

capitulo 72

Se había puesto un vestido verde con los hombros al descubierto que acentuaba la perfecta palidez de su piel.
La puerta nunca se abrió, así que bajó las escaleras y se encontró con Peter en el vestíbulo.
-Estás muy bien -le dijo mirándola de arriba abajo con interés.
Lali se sonrojó.
-No hace falta que parezca que estás sorprendido.
-Se me había pasado por la cabeza que ibas a intentar ganar puntos poniéndote algo totalmente inapropiado -admitió Peter.
-Nunca haría algo tan infantil -contestó Lali-. Por cierto, me he vuelto a poner la alianza -carraspeó.
-¿Por qué no? Te lo has ganado -se burló Peter.
Lali se sonrojó como si la hubiera abofeteado.
-¡Cuando me hablas así, te odio!
Peter se rió.
-Es tradición en mi familia que el odio prolifere entre las parejas casadas.
-Tu madre se enamoró de otro hombre, pero eso no quiere decir que odiara a tu padre. -¿Ah, no? Ya estaba enamorada de ese hombre cuando se casó con mi padre. El amor de mi padre se tornó odio cuando se dio cuenta de la verdad.
-Entonces, ¿por qué diablos se casó con él?
-Por el dinero -contestó Peter guiándola a la limusina que los estaba esperando-. Mi abuela fue igual de ambiciosa, pero tenía más principios. Ella le dio a mi abuelo, Alejo, un hijo y luego le dijo que había cumplido con su deber. Aunque siguieron viviendo juntos hasta que murieron, no volvieron a hacer vida marital.
-Desde luego, parece que tu madre hizo mal al casarse con tu padre, pero tal vez hubiera presiones que tú no conoces o puede que ella creyera que estaba haciendo lo correcto y se convenciera de que algún día Llegaría a amar a tu padre -dijo Lali intentando que Peter fuera menos duro con los errores de los demás.
-Esa posibilidad nunca se me había ocurrido -contestó él con sequedad—. ¿Y tú crees, entonces, que me tuvo con la esperanza de aprender a quererme también?
Lali se dio cuenta de que estaba poniendo su teoría en ridículo.

capitulo 71

AL DÍA siguiente, Lali tampoco tuvo ganas de desayunar. Tenía náuseas y no era la primera vez que le ocurría en los últimos días. ¿Tendría algún virus? Lo cierto era que no se sentía enferma sino, más bien, como si algo no fuera bien.
De repente, se dio cuenta de que su cuerpo se estaba comportando de manera extraña. Calculó rápidamente con los dedos y se dio cuenta de que se le había retrasado el periodo. Volvió a contar, pero lo cierto era que nunca había controlado los ciclos y así era imposible tener las fechas claras.
Se dijo que se estaba equivocando, pero entonces se dio cuenta de que nunca había tomado medidas para no quedarse embarazada. Peter tampoco.
Jamás se le había ocurrido que pudiera concebir un hijo. ¿A Peter tampoco se le había ocurrido? ¿Habría asumido que estaba ella tomando la píldora?
No pasaba nada. En el último mes se había acostado con él sólo una vez. Las posibilidades de haberse quedado embarazada eran mínimas. Además, había leído en el periódico que la tasa de fertilidad iba en descenso.
Decidió que el estrés había alterado su ciclo menstrual y que esa misma alteración estaba haciendo que todo su sistema se alterara y ella se sintiera mal.
Esperaría unos días y, si seguía sintiéndose mal, se haría una prueba de embarazo. Mientras tanto, decidió no volver a pensar en ese tema pues no quería volverse loca por algo que no era probable que sucediera.
Humberto le llevó el teléfono. Era Peter.
-Quería haberte llamado ayer por la noche, pero la reunión terminó muy tarde -le dijo su marido.
Lali se enfureció consigo misma por alegrarse de oír su voz.
-No pasa nada. No esperaba que me llamaras.
-Esta noche tenemos una fiesta.
-Vaya, así que, me sacas una noche por ahí por haberme portado bien, ¿eh? -se burló Lali.
-Algo así, pero prefiero que te portes mal -contestó Peter-. Te advierto que no me gustan mucho las fiestas.
Mientras se vestía aquella noche, Lali esperaba con la respiración entrecortada que se abriera la puerta que comunicaba sus dos habitaciones.

capitulo 70

había aprovechado de él en un momento en que era vulnerable.
Vulnerable. Lali estudió a Peter. Un hombre de condición física insuperable, un hombre que la miraba con lujuria, un hombre capaz de acostarse con ella y olvidarla a los dos minutos.
Resumiendo. Un hombre que le podía hacer mucho daño si no tenía cuidado.
-Esto no se va a volver a repetir -le aseguró Lali girándose y yendo hacia la puerta. -Desde luego, no en las próximas veinticuatro horas porque me voy a Zurich esta noche, así que nos veremos mañana por la noche.
Lali estuvo a punto de decirle que no tuviera ninguna prisa por volver a casa, pero se mordió la lengua porque, después de cómo se había comportado con él hacía unos minutos, le pareció que era mejor guardar silencio.
A salir del despacho de Peter, había unos cuantos empleados de chaqueta y corbata que le hicieron un pasillo para dejarla pasar.
Ella se dirigió al ascensor a toda velocidad pues le parecía que llevaba escrito en la cara lo que acababa de suceder dentro.
Peter había descubierto la combinación mágica para transformarla en una mujer que se comportaba como una fresca. Debería odiarlo por ello, pero al recordar que le había prohibido la entrada en su despacho se dio cuenta de que eso era porque tenía cierto poder sobre él.
Echó la cabeza hacia atrás y sonrió satisfecha.

capitulo 69

Peter le separó las piernas y descubrió su lugar más íntimo. Lo acarició con dedos expertos y, tras colocarla en la posición deseada, la penetró de una sola estocada. Lali sintió que perdía el control. Aquello era demasiado excitante. El placer era insoportable. Cuando llegó al orgasmo, Peter la besó para que no gritara.
-No me puedo creer que hayamos hecho esto -comentó Peter al cabo de unos segundos mirándola a los ojos-. No puedo creer que estés desnuda sobre mi mesa.
Lali se levantó de la mesa como una gata escaldada y se vistió a toda prisa con manos temblorosas.
-Te prohíbo que vuelvas a venir a mi despacho -le dijo Peter.
-¿Cómo? -dijo Lali mientras se ponía el vestido.
-Todo esto lo tenías planeado. Has venido a verme con un vestido provocador por algo. ¿De verdad creía que se había cavado su propia tumba? ¿De verdad creía que su idea al venir a verlo era acostarse con él encima de la mesa de su despacho? ¿Se había vuelto loco?
-Desde que me has visto entrar por esa puerta, no has pensado en otra cosa, así que ahora no me eches la culpa a mí -se defendió Lali-. ¿Quién ha cerrado la puerta con pestillo? ¿Quién me ha ignorado cuando le he dicho que estábamos en un banco? ¿Quién ha dicho hace unos minutos que dos semanas sin sexo era como pasar dos vidas privadas de él?
-Lali...
-Y en cuanto tienes lo que querías, me acusas de haber sido yo la que me he abalanzado sobre ti -continuó Lali furiosa yendo hacia la puerta-. ¡En cualquier caso, no te preocupes, no pienso volver a este banco!
Peter le pasó su abrigo.
-Tienes pintalabios en la camisa -le dijo ella con satisfacción.
-¿Podríamos repetir esto?
Lali se quedó mirándolo con los ojos muy abiertos.
-¿Después de que me hayas acusado de haberlo planeado todo?
-Me encantaría que lo repitiéramos, cara mia.
-¡Ni lo sueñes!
-No es fácil encontrar un sexo así -murmuró Peter.

capitulo 68

-Y sigues sin serlo, pero estás aquí -contestó Peter amarrándola de las caderas y apretándose contra ella.
-¿Te crees que besándome vas a conseguir que se me pase el enfado? -le espetó Lali. Peter la besó de todas maneras y Lali tuvo que apoyarse en sus hombros para no perder el equilibrio.
-Estoy deseando que lleguen las siete -rugió Peter mordisqueándole el lóbulo de la oreja. -Oh...
Lali se dio cuenta de que se suponía que no debería estar besándolo porque estaba furiosa con él. En ese momento, Peter le bajó la cremallera del vestido.
-No... no lo hagas -le dijo sorprendida.
-Demasiado tarde...
Lali se tapó avergonzada y presa del pánico.
-Estamos en un banco... ¡podría entrar alguien!
-La puerta está cerrada con pestillo, así que estamos a salvo -contestó Peter apartándole las manos y observando su atrevido conjunto de lencería-, pero tú no...
Lali intentó apartarse para volver a ponerse el vestido, pero Peter la tomó en brazos con facilidad y la depositó sobre la mesa.
-¡Peter! -exclamó Lali cuando intentó desabrocharle el sujetador.
-Irresistible... -comentó él acariciándole los pezones.
Sus ojos se encontraron y cuando Lali vio el deseo en los ojos de Peter se quedó muy sorprendida. Aquel deseo encendió un fuego en su interior.
Aunque no la quisiera, la deseaba y eso no lo podía negar. Orgullosa, lo tomó de la corbata y tiró de él hacia abajo.
-Me pones a mil -dijo Peter con voz ronca.
Le acarició los pechos haciéndola gemir de placer y jugueteó con sus pezones hasta hacerla jadear. Lali sintió una cascada de líquido caliente entre las piernas y, mientras Peter le lamía el cuerpo entero, Lali dejó de pensar con claridad.
Lali hizo un movimiento hacia adelante con las caderas y en ese momento comenzó a sonar el teléfono, pero Peter lo desconectó.
Le acarició el pelo y la volvió a besar.
-Te deseo —murmuró Lali.
-No tanto como yo a ti, bella mía -contestó Peter quitándole las braguitas-. Me has enseñado que dos semanas sin ti pueden ser como dos vidas.

capitulo 67

-Te aseguro que fui muy feliz en la cama contigo -sonrió Peter-. En cuanto a eso que has dicho de que te obligo a quedarte aquí, ¿no va siendo ya hora de que te enfrentes a los hechos? -¿A qué hechos?
-No he tenido que obligarte en ningún momento a acostarte conmigo. Tú también me deseas.
-No lo suficiente como para permitir que me utilices.
Peter deslizó su dedo índice entre los pechos de Lali y se detuvo en su ombligo.
-¿Que necesitarías para que fuera suficiente?
Lali apretó los dientes.
-El sexo no es suficiente.
-Yo podría hacer que lo fuera -le aseguró Peter con voz ronca.
-Me tengo en mucha más estima.
-Hace cuatro años no era así. Si hubiera chasqueado los dedos, habrías venido corriendo.
Lali se quedó de piedra y recordó lo que había pasado años atrás. Entonces, estaba tan desesperadamente enamorada de él que hubiera hecho cualquier cosa para estar con él. Saber que Peter se había dado cuenta de ello y, aun así, no había dudado en alejarse de ella le provocó un horrible dolor.
-Canalla —le dijo-. Tú también te sentías atraído por mí y no hiciste nada.
-Fui razonable.
-Tú lo que eres es un esnob -le espetó Lali dolida-. ¡Me apuesto el cuello a que si hubiera sido rica, no te lo habrías pensado!
-Yo no soy un esnob. Tengo expectativas en algunos temas y no me avergüenzo de ello. -Di lo que quieras, pero yo sé que te sentías atraído por mí exactamente igual que yo por ti -insistió Lali entre furiosa y dolida-. Lo admitiste mientras tenías amnesia.
-Te dejé porque no habrías podido vivir conmigo. Eras demasiado joven.
-Me dejaste porque eres más frío que el hielo.
-¿Ésa es tu definición del sentido común?
-Me dejaste también porque no era de tu clase social.

capitulo 66

-Mi abogado ya me advirtió que no me fiara de ti y le partí la nariz la semana pasada -le espetó .Peter
Lali se quedó mirándolo con la boca abierta.
-¿Le has partido la nariz? ¿Por qué?
-Tuvo la mala suerte de sugerirme que, tal vez, mi esposa no era la que yo creía, pero lo hizo antes de que hubiera recuperado la memoria.
Lali se sonrojó.
-Oh... bueno, volvamos al tema del dinero.
-No me consta que devolvieras una parte de ese dinero.
Lali se cruzó de brazos.
-Pues lo hice. Cuando me di cuenta de que no había necesidad de comprar una casa pues alquilarla era suficiente, sólo me quedé con lo que necesitaba para alquilar un piso y abrir una peluquería en el local comercial de abajo. Aunque a ti te parezca que mi peluquería no es gran cosa me sirve para pagar el alquiler y las facturas y nunca me he quejado.
-¿Adonde quieres ir a parar con esto?
-Cuando mi hermana termine la universidad, puedo vender la peluquería y devolverte todo el dinero que me dejaste. Se me ha ocurrido que, si te prometo que lo haré, estaríamos en paz y podría volver a casa.
-¿Te has vestido así de sexy para venir a hacerme esa oferta?
Lali tomó aire porque era obvio que Peter no se estaba tomando aquello en serio. -En lo que a mí respecta, esto no es por dinero. Nunca ha sido por dinero. ¿No te habías dado cuenta? -murmuró Peter apoyándose en la mesa de nuevo.
-Entiendo que creas que estoy en deuda contigo y entiendo que no sueles perdonar.
—Se te da muy bien eso de entender —dijo Peter divertido.
-Lo que no entiendo es por qué te empeñas en que siga aquí.
Peter sonrió con ironía.
-Tengo mis razones. Para empezar, el poder de hacerte hacer lo que a mí me dé la gana.
— ¡Qué asco! ¡Debería darte vergüenza!
-¿No te produjo a ti una satisfacción similar aprovecharte de mi amnesia?
-Yo no soy como tú —le aseguró Lali-. ¡Yo no me aproveché de ti! -añadió dolida-. Yo sólo quería que estuvieras tranquilo y que fueras feliz.