Wednesday, April 29, 2015

capitulo 15

Peter nunca la había llevado a Grecia, aun sabiendo que ella quería visitar de nuevo ese país. Aunque su única hermana, Euguenia, estaba casada con un inglés y vivía en Londres, nunca se la había presentado. Lali se decía a sí misma que, con el tiempo, las cosas cambiarían. Pero no había sido así.
También se convenció a sí misma de que era irrelevante que Peter no le presentase a sus amigos, pero la verdad era que él nunca le había dado opción.
También era cierto que él jamás había hablado del futuro... al menos, no de un futuro lejano. Hacían planes de mes en mes porque eso era todo lo que le permitía su abultada agenda. Nunca había mencionado el matrimonio o los hijos. En cuanto al amor, solía hacer comentarios irónicos al respecto y Lali intentaba evitar el tema.
Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras entraba en el ático que se había convertido en su hogar. Peter no aceptaba ningún compromiso, pero eso no significaba que fuera su querida. ¿O sí? Por naturaleza, Peter era un hombre reservado y cauto...
Entonces otra duda la asaltó: ¿cómo podía decir que vivían juntos? En realidad, él seguía usando un dúplex que tenía en Londres. Le había dicho que era necesario porque estaba más cerca de su oficina. Además, sus parientes se alojaban allí cuando estaban de visita en Londres. Pero Lali nunca lo había visto.
De repente, veía las bases de su felicidad desaparecer como la arena bañada por las olas. Adoraba a Peter. Había creído que su relación era maravillosa, pero la franca opinión de Candela empezaba a destrozar esa confianza.
¿Cómo había podido estar tan ciega?, se preguntó. ¿Sería posible que, como el dúplex, ella sólo fuera un objeto útil para Peter? Un objeto sexual.
El teléfono empezó a sonar entonces y, después de un momento de vacilación, Lali contestó.
—¿Por qué tienes el móvil apagado? ¿Dónde estabas?
Era Peter, naturalmente.
—Tomando un café con Candela... se me olvidó encenderlo.
—Llegaré mañana, a las ocho. Cuéntame algo.
Por supuesto, estaría tomando un café entre reunión y reunión y necesitaba que ella rellenase ese tiempo libre. Estuviera en el país que estuviera, la llamaba por teléfono y esperaba que Lali lo entretuviese con su charla. Ella nunca le contaba nada desagradable, nunca hablaba mal de nadie, le hacía favores a todo el mundo, lo veía todo por el lado positivo...
Y siempre se le ocurrían cosas que comentar.
Pero aquel día tenía la mente en blanco.
—¿De qué quieres hablar?
—Dime cualquier cosa... que la ropa se acorta para fomentar el negocio de los productos dietéticos, las propiedades adictivas del chocolate, qué día hace, que incluso los días de lluvia pueden ser divertidos, la gente tan encantadora que te has encontrado en el vestíbulo, en la calle, en la
tienda... Estoy acostumbrado a que me cuentes esas cosas.

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