Wednesday, April 29, 2015

capitulo 3

Lali sabía que no se ganaba nada perdiendo los nervios por algo que uno no puede cambiar. Sin embargo, incluso para ella era difícil olvidar las ilusiones con las que había salido de casa para acudir a la entrevista...
Ahora se sentía como una ingenua por haber puesto en ella tantas esperanzas. ¿No llevaba meses buscando trabajo? ¿No sabía lo difícil que era encontrar un empleo fijo? Desgraciadamente, no estaba cualificada para ningún empleo. No tenía nada que hacer en un mundo que parecía obsesionado por los títulos universitarios. Además, no contaba con experiencia profesional y así era un problema conseguir referencias.
Lali tenía veintiocho años y llevaba más de una década cuidando de su madre enferma. La relación de sus padres se había deteriorado a causa de la enfermedad y su padre se había marchado de casa. Después de un año, había cesado todo contacto entre ellos. Su hermano, Agustin, que era diez años mayor que ella, era ingeniero. Vivía en el extranjero y sólo hacía visitas ocasionales.
Casado ahora e instalado en Nueva Zelanda, el Agustin que volvió para el funeral de su madre unos meses antes casi le había parecido un extraño. Pero cuando su hermano se enteró de que él era el único beneficiario del testamento se sintió tan aliviado, que le habló francamente de sus problemas económicos. De hecho, le había dicho que el dinero de la venta de la casa sería un salvavidas para él. Sabiendo que tenía que mantener a sus tres hijos, Lali ni siquiera le recordó que sería un salvavidas para él, pero ella no recibiría ni un céntimo. Entonces, no sabía que le iba a resultar tan difícil encontrar trabajo o alojamiento.
El silencio del paisaje cubierto de nieve fue roto entonces por el ruido de un motor en la distancia. Sonriendo, Lali se acercó a la carretera para llamar la atención del conductor...
Peter no vio a la mujer mientras tomaba la curva y luego no le quedó más remedio que dar un volantazo. El deportivo patinó en el hielo, dio una vuelta sobre sí mismo y se deslizó por la carretera hasta chocar contra un árbol...
Con los oídos retumbándole por el terrible crujido del metal, Lali se quedó donde estaba, inmóvil. Incrédula y boquiabierta, observó al conductor, un hombre alto y moreno, salir del coche a toda velocidad. Se movía tan rápidamente como su coche, fue lo primero que pensó.
—¡Apártese! —le gritó él, pues el fuerte olor a gasolina le había alertado del peligro—. ¡Apártese de ahí!
El coche se incendió y Lali intentó apartarse, pero el hombre tiró de su brazo para alejarla más rápidamente. Tras ellos, el tanque de gasolina ex-plotó y la fuerza de la explosión la levantó del suelo. El extraño evitó la
caída sujetándola por la cintura, pero la tumbó en el arcén y se colocó en-cima para protegerla.

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