Lali se sonrojó de pies a cabeza mientras Peter jugueteaba con sus pezones. Se sentía intimidada y emocionada a la vez por sus caricias. En ese momento, Peter inclinó la cabeza y sus labios siguieron el mismo rastro que sus dedos.
-Oh... -exclamó Lali sorprendida mientras una deliciosa sensación, entre placentera y dolo-rosa, se apoderaba de ella.
Era una sensación que nacía en el pezón y viajaba por todo su cuerpo hasta su entrepierna. Lali dejó caer la cabeza sobre su hombro en señal de rendición. -Desde que te vi en la clínica, he soñado con este momento, con tenerte en mi cama -confesó Peter-. ¿Ocurrió lo mismo cuando nos conocimos?
-Nunca me lo has dicho -murmuró Lali escondiendo el rostro en su hombro.
-Así que no comparto mis secretos cuando me despierto a tu lado, ¿no?
-Oh...
Peter la apoyó contra las almohadas para poder admirarla y besarla bien. Cuando se dio cuenta de que Lali movía rítmicamente las caderas, sonrió satisfecho.
-Me deseas, bella mía.
Era inútil negarlo. Lali sentía todo su cuerpo en tensión, jamás se había sentido tan viva. No podía pensar con claridad, sólo podía sentir. Alargó el brazo para atraerlo hacia ella.
-No tengas prisa -dijo Peter con voz sensual mientras le quitaba el camisón y se fijaba en los rizos rubios de su pubis.
-Peter...
Al saberse imperfecta y no pudiendo aguantar el escrutinio, Lali se dio la vuelta y se tapó con la sábana. Acto seguido, Peter se puso en pie y se quitó la toalla. Lo que vio dejó a Lali sin aliento.
Peter estaba completamente excitado.
Sin darle importancia, se tumbó junto a ella en la cama y Lali creyó que se iba derretir de deseo.
-Te deseo -rugió Peter besándola con fuerza-, pero también quiero atormentarte de placer...
Lali se regocijó al sentir el peso de su cuerpo encima, le pasó los brazos por el cuello y lo besó con pasión. Aquellos besos y aquella situación eran mucho mejor de lo que jamás había soñado.
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