Wednesday, April 29, 2015

capitulo 11

Él empezó a desabrochar el abrigo y luego se detuvo, con un brillo de confusión en los ojos. No sabía cómo habían llegado a esa situación, pero no estaba preparado para detenerse.
—Nos hemos vuelto locos...
Lali se agarró a las solapas de su chaqueta.
—Calla... no lo estropees.
Peter la tumbó de espaldas y desabrochó el abrigo del todo.
—Dime cuándo debo parar...
Sin intención alguna de detenerlo, Lali temblaba disfrutando de sus caricias. Durante veintiocho años había sido buena y, por una vez, durante una noche, iba a ser mala y, además, iba a disfrutar.
Peter le desabrochó el sujetador y dejó escapar una especie de rugido al ver sus blancos pechos a la luz de la hoguera.
—Tienes un cuerpo increíble.
Ella lo miró, con una mezcla de vergüenza y deseo, para ver si le estaba tomando el pelo. No, en sus ojos de color verde envejecido veía sinceridad. Con reverencia, él empezó a jugar con sus delicados pezones, que ya habían empezado a endurecerse. Por dentro, Lali sentía que se estaba quemando. En unos segundos, el mundo entero se había centrado en aquel hombre y en lo que le estaba haciendo.
Él empezó a acariciar sus pezones con la lengua y el escalofrío interior se hizo tan poderoso, que Lali no podía estarse quieta. Su piel era in-creíblemente sensible y la humedad entre sus piernas la avergonzaba y la excitaba al mismo tiempo.
—Peter... —murmuró su nombre, hasta que él la tocó donde quería que la tocase.
La sensación fue electrizante y la llevó a un sitio en el que nunca había estado, donde lo único que importaba eran sus caricias y el deseo que nacía con ellas. Lali se movió, se envolvió en él, perdida en el olor de su piel, de su pelo, en la dureza de su cuerpo masculino.
—No puedo esperar... —le confesó Peter, la pasión rompiendo las barreras de su poderoso control, excitado como no lo había estado nunca.
Con un gemido ronco, se enterró en su húmeda cueva y... se encontró con una inesperada resistencia.
—¿Eres virgen? —murmuró, atónito.
—No te pares... —dijo ella, enredando los brazos alrededor de su cuello.
Peter se movía con un ritmo frenético, tan primitivo como las sensaciones que experimentaba. La excitación la llevó al éxtasis, a un sitio donde sólo importaba el placer. Después, se sintió asombrosamente feliz, emocionada.
Él la miró un momento y luego volvió a abrochar el abrigo, besando su frente.

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