Se había puesto un vestido verde con los hombros al descubierto que acentuaba la perfecta palidez de su piel.
La puerta nunca se abrió, así que bajó las escaleras y se encontró con Peter en el vestíbulo.
-Estás muy bien -le dijo mirándola de arriba abajo con interés.
Lali se sonrojó.
-No hace falta que parezca que estás sorprendido.
-Se me había pasado por la cabeza que ibas a intentar ganar puntos poniéndote algo totalmente inapropiado -admitió Peter.
-Nunca haría algo tan infantil -contestó Lali-. Por cierto, me he vuelto a poner la alianza -carraspeó.
-¿Por qué no? Te lo has ganado -se burló Peter.
Lali se sonrojó como si la hubiera abofeteado.
-¡Cuando me hablas así, te odio!
Peter se rió.
-Es tradición en mi familia que el odio prolifere entre las parejas casadas.
-Tu madre se enamoró de otro hombre, pero eso no quiere decir que odiara a tu padre. -¿Ah, no? Ya estaba enamorada de ese hombre cuando se casó con mi padre. El amor de mi padre se tornó odio cuando se dio cuenta de la verdad.
-Entonces, ¿por qué diablos se casó con él?
-Por el dinero -contestó Peter guiándola a la limusina que los estaba esperando-. Mi abuela fue igual de ambiciosa, pero tenía más principios. Ella le dio a mi abuelo, Alejo, un hijo y luego le dijo que había cumplido con su deber. Aunque siguieron viviendo juntos hasta que murieron, no volvieron a hacer vida marital.
-Desde luego, parece que tu madre hizo mal al casarse con tu padre, pero tal vez hubiera presiones que tú no conoces o puede que ella creyera que estaba haciendo lo correcto y se convenciera de que algún día Llegaría a amar a tu padre -dijo Lali intentando que Peter fuera menos duro con los errores de los demás.
-Esa posibilidad nunca se me había ocurrido -contestó él con sequedad—. ¿Y tú crees, entonces, que me tuvo con la esperanza de aprender a quererme también?
Lali se dio cuenta de que estaba poniendo su teoría en ridículo.
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