Wednesday, April 29, 2015

capitulo 10

Pero estaba más interesada por lo que había dicho antes. Aunque pareciese un milagro, había dicho que le parecía sexy. Lali se veía a sí mis-ma como una chica más bien normal... y un poco gordita. Llevaba toda la vida deseando ser delgada. Para eso, había hecho dietas, ejercicio... su peso variaba de mes en mes, pero nunca había conseguido la figura que deseaba. Incluso su madre solía lamentar que tuviera tan buen apetito.
Sin embargo, Peter, un hombre guapísimo, la encontraba sexy. Y lo había probado sucumbiendo a unos encantos que ella no creía poseer. Lali pensó que lo querría para siempre por permitirle, aunque sólo fuera una vez, sentirse como una mujer guapa. Había esperado lo que le parecía una eternidad para oír esas palabras y de verdad creyó que moriría sin oírlas.
—¿A qué se dedica? —le preguntó.
—Inversiones.
—O sea, que está todo el día delante de un ordenador haciendo números... supongo que será un poco aburrido, ¿no? Pero, en fin, alguien tiene que hacerlo.
Peter había conocido a muchas mujeres que fingían interés por las finanzas sólo para impresionarlo. Lali, sin embargo, hacía todo lo contrario.
—¿Quiere chocolate? —preguntó ella entonces, sacando del bolso una enorme chocolatina.
—Sí, antes de que se derrita —rió Peter, tomando la chocolatina que Lali, sin querer, había puesto demasiado cerca de la hoguera.
Pero al recordar el sabor de sus labios la risa desapareció, reemplazada por un turbador deseo de volver a besarla. Tomó un trozo de chocolate, pero en lugar de comerlo lo puso entre sus labios.
—Oh —Lali cerró los ojos—. Qué rico.
Peter se quedó transfigurado por su expresión. No podía apartar los ojos de ella. Se preguntó si reaccionaría así en la cama... Intentaba controlar aquel absurdo ataque de deseo, pero su normalmente disciplinada libido se portaba como un tren a punto de descarrilar.
—Haría cualquier cosa por un trozo de chocolate...
No terminó la frase al ver el brillo en los ojos del hombre. Reconociendo el deseo en esos ojos, se inclinó hacia delante, sin pensarlo siquiera, para buscar sus labios. Con un gemido ronco, Peter se puso de rodillas en el suelo y la besó hasta que empezó a darle vueltas la cabeza.
—Yo te compraría chocolate todos los días —dijo absurdamente.
—No quería... no quería que fuese una provocación —murmuró Lali.
—Lo sé —sonrió él, tomando su cara entre las manos—. Pero que seas tan sincera me parece muy refrescante —añadió, tuteándola.
—Otras personas piensan que soy demasiado extrovertida.
—Yo no conozco a mucha gente así. Y te deseo tanto que me duele... Es la primera vez que me pasa esto.
Lali sintió como si estuviera fuera de sí misma. Era como si aquel beso se hubiera convertido en un alien dentro de su cuerpo. Se sentía provo-
cativa, feliz y tan tentadora como Cleopatra. Tantos años reprimiendo estoicamente sus deseos, viendo pasar la vida, controlando los anhelos y sueños que poblaban su fecunda imaginación, escondiéndolos tras una fachada de persona práctica... y por fin podían volar libres. Peter era su fantasía hecha realidad.
—A mí también —consiguió decir.

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