capitulo 41

-Sí... -contestó Lali retorciéndose los dedos. Peter la miraba atónito.
-¿Por qué te había dejado una propina? ¿Era una broma nuestra o algo así?
Lali palideció. Entre ellos se estaba abriendo un abismo imposible de cerrar. Peter estaba empezando a comprender que ella no pertenecía a su privilegiado mundo.
-Te había cortado el pelo -le explicó.
-¿El pelo? -repitió Peter estupefacto. Lali apretó los labios y asintió.
-Soy... peluquera. Aquella vez en la que me diste esa propina fue la primera que nos vimos.
-¡Inferno! ¡Recuerdo perfectamente lo que estaba pensando y sintiendo en ese preciso instante! Estaba completamente excitado -admitió Peter con brutal sinceridad-. Quería meterte en la limusina, ir a un hotel y no salir en todo el fin de semana. Lali se sonrojó de pies a cabeza. Bueno, por lo menos no le estaba mintiendo. Por una parte, era halagador que la hubiera encontrado atractiva, pero Lali no se sentía halagada. Se sentía furiosa.
¿Y después de ese fin de semana qué? Nada, ¿verdad? Para él, sólo habría sido una fresca con la que pasar un par de noches. ¿Cómo se atrevía a pensar que se hubiera ido con él si no lo conocía de nada?
¿Qué la estaba llamando?
De repente, sintió una inmensa angustia. Lo cierto era que, tal vez, se hubiera ido con él. No el primer día, por supuesto, pero si Peter se lo hubiera pedido más adelante habría accedido porque estaba completamente anonadada con él y estaba dispuesta a hacer lo que fuera con tal de estar a su lado.
Incluso acostarse con él.
Sintió que la rabia hacía que se le saltaran las lágrimas.
-Perdón, no debería haber dicho eso -se disculpó Peter apoyándose en la pared.
Obviamente, estaba agotado.
-No te preocupes, no soy una mujer débil -mintió Lali intentando sonar natural-. Por favor, túmbate un rato. Estás muy cansado.
Peter se aflojó la corbata y se desabrochó la camisa mientras avanzaba hacia el dormitorio contiguo.
-Creo que voy a llamar al médico -dijo Lali desde la puerta.
-¡No me pasa nada! —le espetó Peter—. Deja de darme la lata.