Mientras le explicaba las condiciones del matrimonio de conveniencia, Lali se dio cuenta de que se le había quitado el apetito. Cuando Peter le ofreció una ingente suma de dinero como compensación a aquel favor que estaba dispuesta a hacerle, Lali se negó. -Piénsalo detenidamente y ya hablaremos.
-Si hubiera querido dinero, no me habría ofrecido a hacer esto. No me parece bien aceptar dinero por casarme. Tú lo único que quieres es no perder la casa que ha pertenecido a tu familia durante generaciones y a mí no me parece bien aceptar dinero para hacerte ese favor.
Sin embargo, durante los siguientes días se lo pensó mejor y se dio cuenta de que el dinero que Peter le ofrecía les haría la vida más fácil a su hermana y a ella. Podrían mudarse a un barrio mejor y podría abrir su propia peluquería para estar más tiempo con Luz.
Al final, Lali acabó aceptando una décima parte de la cantidad que Peter le había ofrecido en un principio. En cuando aceptó el cheque, se dio cuenta de que había perdido su respeto.
Lali suspiró, pues el pasado ya nadie podía cambiarlo y volvió al presente. Unos segundos después, oyó una puerta que se abría y Peter encendió la luz.
Lali se quedó mirándolo fijamente mientras le apartaba la colcha y la tomaba en brazos.
-¿Qué haces? -le preguntó mortificada.
-A partir de ahora, vamos a dormir juntos, cara -contestó Peter llevándola a su dormitorio.
-No me parece una buena idea -murmuró Lali.
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