Sunday, September 20, 2015

capitulo 38

¿Cómo iba a cuidar de un hijo ella sola? No podría ocuparse de su negocio de restauración de coches y criar un niño a la vez. En poco tiempo, su vida había pasado a ser un desastre y todo gracias a Peter Lanzani.
¿Por qué la única vez que había decidido arriesgarlo todo por un hombre, las consecuencias habían sido tan nefastas? En menos de veinticuatro horas, Peter había conseguido llevarla a la cama. Ella se había dejado llevar y ahora se sentía como una estúpida. Estaba claro que Peter no sentía ningún respeto por ella y por eso pretendía que fuera su amante.
Pero, ¿qué había de todas aquellas promesas que le había hecho? Le había dicho que estaría a su lado si se quedaba embarazada. No confiaba en él y, además, estaba a punto de casarse con otra mujer.
Lali no podía dejar de llorar. Desde el primer momento en que lo vio, le había parecido muy atractivo e irresistible. Cada vez que él sonreía, se sentí como una adolescente. Había cocinado para él y le había lavado las camisas a mano; y todo lo había hecho encantada.
Se había enamorado de él y su única preocupación había sido satisfacerlo. Ahora iba a tener un bebé, su bebé. Aquella noticia sería una bomba para Peter.
Él se comportaba con la confianza y seguridad de un hombre al que la vida le sonreía. El secuestro había sido el único inconveniente al que se había tenido que enfrentar. Aun así, Peter había sido secuestrado en una lujosa mansión de una isla paradisíaca, con toda clase de provisiones y una mujer con la que compartir la cama.
Sin embargo, su buena fortuna estaba a punto de terminar, pensó Lali con tristeza. Tenía que darle la noticia y no sería fácil. Después de todo, ¿cómo podía decirle a un hombre a punto de casarse con otra que esperaba un hijo suyo? Un bebé al que seguro que no deseaba.
Pero tenía que decírselo. Tenía que pensar en lo que era mejor para su hijo y para ella misma. Al fin y al cabo, aquel hijo lo habían concebido los dos.

ESTABA incómoda con el sobrio traje de chaqueta marrón que se había puesto, sentada en un elegante salón de la planta ejecutiva del Edificio Lanzani. Tomó una revista de arquitectura de la mesa mientras esperaba y la abrió al azar. Se encontró con un sonriente primer plano de Peter. Rápidamente, cerró la revista y la dejó donde estaba.
-¿Señorita Esposito? -dijo la mujer que la había recibido y le entregó un teléfono inalámbrico-. El señor Lanzani me pide que lo disculpe en su nombre. Está en una importante reunión y quiere hablar con usted.
Lali se acercó el auricular a la oreja.
-Estoy muy contento de que por fin hayas venido a verme. Comeremos juntos -dijo Peter al otro lado de la línea. Al fondo se oían voces masculinas.
-Pero... -comenzó a decir Lali.

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