Friday, September 25, 2015

capitulo 19

A lo mejor, sólo se trataba de un par de citas, de salir a cenar e ir al cine, pero, a lo mejor los llevaba a algo más, a lo mejor Peter se daba cuenta de que jamás se tendría que haber casado con Suzanne, a lo mejor se daba cuenta de que debería haberse casado con una mujer como ella.
Con un poco de suerte, a lo mejor, Peter se daba cuenta de que debería haberse casado con ella.
Se dijo que aquello era esperar demasiado, pero estaba dispuesta a arriesgarse. El riesgo tampoco era demasiado teniendo en cuenta que, si las cosas salían bien, la recompensa sería enorme, todo lo que ella siempre había soñado.
Y, si no salía bien, seguiría siendo la única persona en el mundo en saber de sus sueños y sus deseos con aquel hombre, sería la única en sufrir.
—Muy bien —contestó mirándolo a los ojos.
—Muy bien —dijo Peter sacándose la billetera del bolsillo y dejando unos cuantos billetes sobre la mesa—. Te recojo a las seis —añadió poniéndose en pie.
Y, dicho aquello, sin mirar atrás, salió de la cafetería dejando a Lali sola con su café y su tarta sin tocar.
Lali se dijo por enésima vez que debería haber llamado a Peter para cancelar su cita de aquella noche.
Peter no se había comportado exactamente como un príncipe encantador cuando la había dejado sola en la cafetería. Además, no le había pedido una cita sino que le había dicho directamente a qué hora pasaría a buscarla.
Ya solamente por eso se merecía que lo dejara plantado.
Aun así, allí estaba, ante el espejo de cuerpo entero, fijándose en su apariencia por última vez antes de que llegara para recogerla.
Tras decirle a su padre que no la esperara para cenar porque, aunque no sabía exactamente los planes de Peter suponía que tomarían algo por ahí, había subido a su habitación en busca de algo que ponerse.
Al no tener claro su destino, no le había sido fácil elegir, pero, al final, se había decidido por una falda vaquera y una blusa amarillo pálido. Mientras se colocaba el pelo, oyó que llegaba el coche de Peter y lo escuchó saludar a su padre y conversar con él.
Lali tomó aire, se puso los zapatos y se dijo que, a pesar de que le resultara difícil, había accedido a salir con él y que, a pesar de tener los nervios de punta, le apetecía un montón.
—Lali, cariño, ha llegado Peter —le dijo su padre desde abajo.
¡Como si no se hubiera dado cuenta! De hecho, se le había puesto la piel de gallina en cuanto había oído su furgoneta.
—Ya voy —contestó.

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