Wednesday, January 27, 2016

capitulo 56

-¿Dónde demonios has estado? -le reprochó- ¿Por qué has tardado tanto en llegar? Peter pareció encontrar muy divertida semejante pregunta. -Tuvimos que esperar media hora en el aeropuerto antes de aterrizar... no pude hacer nada para arreglarlo, te lo aseguro. -Ah, bueno -Lali sintió que le ardían las mejillas. -Gracias por ponerte mi vestido favorito. Estás espectacular -le murmuró roncamente antes de acercarse a estrechar la mano del sacerdote. Cuando comenzó al fin la ceremonia, Lali miró desolada sus manos vacías. Ni siquiera tenía un ramo de flores, y su vestido le parecía más inadecuado que nunca, por contraste con la sencillez y el recogimiento de aquella antigua iglesia. Antes de que pudiera evitarlo, se le llenaron los ojos de lágrimas, que luchó por reprimir con todas sus fuerzas. Peter le puso un anillo en el dedo y todo terminó. Cuando el novio se agachó para besarla, ella hizo un rápido movimiento para presentarle la mejilla. -¿Qué es lo que te pasa? -le preguntó enfadado cuando bajaban los escalones-. ¿A cuento de qué vienen esas lágrimas? -Me siento muy culpable... hemos hecho unas promesas que no pensamos mantener... Se sentó en el Mercedes que, por lo visto, iba a conducer Peter personalmente. El silencio entre ellos iba espesándose por segundos. -Dime si hay alguna posibilidad, por pequeña que sea, de que muestres un poco de alegría nupcial -dijo Peter al fin sardónicamente. -No me siento como una novia -repuso Lali-. Creí que eso te gustaría. Peter se desvió por un camino secundario y detuvo el coche. Lali se quitó el cinturón de seguridad, y antes de que pudiera preguntarle para qué se habían parado, Peter se volvió hacia ella y la besó en los labios con toda su alma. Al principio, ella intentó resistirse, pero pronto sintió que le arrasaba la misma pasión arrolladora. La cabeza empezó a darle vueltas, los latidos de su corazón se hicieron cada vez más ensordecedores e, inconscientemente, le rodeó el cuello con sus brazos. Cuando Peter introdujo la lengua en su boca, casi gimió de puro placer, y entonces, tan bruscamente como se había abalanzado sobre ella, él se desasió de su abrazo. -Ahora no tenemos tiempo para esto. No quiero que tengan que esperamos en el aeropuerto. Lali agachó la cabeza avergonzada, pero cuando Peter se acomodó en su asiento y puso el coche en marcha, se dio cuenta de que estaba visiblemente excitado. Ruborizándose, desvió la mirada: sólo entonces empezó a preocuparse por las imprevisibles consecuencias de su inexperiencia.

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