Thursday, January 21, 2016

capitulo 31

-No tendrás que soportar el acoso de la prensa mientras estés conmigo -le ofreció Peter muy seguro de sí mismo-. Yo te protegeré. Tampoco tendrás que volver a empeñar nada. Y mucho menos volver a hacer esos tontos anuncios en los que salías peinándote las trenzas en medio de un prado alpino cubierto de flores... Ella se limitó a cerrar los ojos, sin fuerzas para pelear con él. Era como un tanque que lo arrasara todo a su paso. Sólo un misil podría detenerlo. -El silencio te sienta bien -comentó satisfecho. -Te odio -murmuró Lali. -Lo que odias es desearme tanto -la contradijo Peter con énfasis-. Y me parece justo, no creas: cuando te imagino tumbada al Iado de Leland, tan tiesa como un bloque de hielo, a mí tampoco me hace gracia la idea de desearte tanto. Lali escondió la cara entre las sábanas, muerta de vergüenza. -Limítate a comer mucho y a descansar -le aconsejó Peter agachándose hacia ella-. Para cuando vuelva de Grecia tienes que estar totalmente recuperada. Lali dio un mordisco a la almohada, hirviendo de rabia. En aquel momento habría vendido su alma al diablo a cambio de poder darle una buena bofetada. Al cabo de un rato se atrevió a asomar la cabeza, suponiendo que ya se había ido. Sin embargo, él aún estaba en la puerta. -Por cierto -le dijo antes de salir-, espero que seas discreta con la prensa acerca de esta relación... -¡No tenemos ninguna relación! -le interrumpió-. No admitiría haber estado en tu apartamento aunque los paparazzi me sometieran a tortura. Peter se la quedó mirando satisfecho un instante antes de marcharse, dejándola tan abatida y acobardada como un ratoncillo que acabara de escapar de las garras de un gato. Por fin acabó de empaquetar sus cosas. Mientras yacía enferma, Peter había hecho que le llevaran todas sus ropas de la casa de Liz. Se había puesto furiosa al enterarse. ¿Acaso pensaba de verdad que se quedaría con él después de curarse? Durante los dos días que siguieron a la marcha de Peter, hizo todo lo posible por recuperarse cuanto antes. Por fin el especialista le dijo que estaba ya curada, aunque le recomendó que se tomara las cosas con calma. Decidió que lo mejor sería ser sensata y aprovechar la oportunidad que se le presentaba de descansar tranquilamente en la casa de Peter, atendida por sus sirvientes griegos. Sin embargo, decidió marcharse antes de que volviera Peter, el mismo día en que Liz tenía previsto regresar. Dos de los guardaespaldas de Peter se la quedaron mirando inquietos mientras amontonaba sus cosas en el vestíbulo. Ninguno de ellos hizo el menor intento por ayudarla. -El señor Lanzani... -empezó a decirle el más veterano.

1 comment: