Wednesday, January 20, 2016

capitulo 30

-El mayor especialista en este campo es muy amigo mío. Como respondiste muy bien al tratamiento, no vio la necesidad de trasladarte. -¡Nadie me preguntó nada! -se quejó Lali, y empezó a rascarse en la cadera. Sin previo aviso, Peter retiró la sábana. -¡No se te ocurra rascarte! Tendrás cicatrices por todo el cuerpo si lo haces. Si vuelvo a pillarte, te ataré las manos para impedírtelo -le amenazó. -Eres un cerdo -le insultó Lali, a punto de perder los estribos ante aquella arrogancia-. No tenías ningún derecho a traerme aquí. -No estás en condiciones de decirme lo que tengo o no que hacer -le recordó Peter brutalmente-. No pienso discutir mientras sigas convaleciente. Si te sirve de consuelo para tu maltrecha vanidad, te diré que esas manchas me han acabado pareciendo de lo más atractivo... -¡Cállate! -gritó Lali, y acto seguido se desplomó sobre los almohadones agotada por el esfuerzo. A pesar de su debilidad, Peter le había parecido tan atractivo como le recordaba: llevaba un traje beige con una corbata color caramelo y una camisa de seda a juego. Aquellos colores tan suaves contrastaban de maravilla con su piel morena. Por contraste, Lali se veía más desaliñada que nunca; furiosa, se dio la vuelta para no verlo. -Estaré en Atenas diez días -dijo Peter conciliador rodeando la cama-. Espero que te recuperes del todo en mi ausencia. -No pienso estar aquí cuando regrese... ¡Oh, no! ¡La casa de Liz se ha quedado vacía todos estos días! -exclamó Lali sintiéndose muy culpable. -No, he contratado a una persona para que vaya a cuidarla. A Lali le dio un vuelco el corazón: aquel hombre no sólo se había hecho cargo del préstamo de Leland, sino que había pagado el tratamiento médico que estaba recibiendo, y, para colmo, también se había ocupado de la casa de Liz. No podría devolverle todo aquello ni en lo que le quedaba de vida. -Gracias -murmuró secamente, aunque sólo fuera por el favor que le había hecho a su amiga. -De nada -replicó irónicamente-. Y espero que estés aquí cuando vuelva, pues, de lo contrario, iré a buscarte... -¡No se te ocurra hablarme como si fueras mi dueño! -exclamó Lali frenética-. Hace tan sólo unos cuantos días estabas con esa actriz francesa... y me dijiste que nunca más volverías a llamar a mi puerta. -Eres tú la que ha llamado a la mía... ¡Ah! Te refieres a esto... -dijo, y sacó una joya de oro de su cartera, dejándosela al Iado en la cama. Lali se quedó mirando atónita el brazalete que había empeñado. -El titular del periódico decía Reina de Hielo en el Monte de Piedad -dijo Peter enarcando las cejas sardónicamente-. Supongo que el mismo dueño llamó a los periodistas. Encontré el recibo en tu bolso y pude recuperarlo. Lali lo miró boquiabierta.

No comments:

Post a Comment