Thursday, January 7, 2016

capitulo 61 y 62

Ella continuó. - Pero es algo natural en los hombres, es algo que las mujeres no podemos comprender – dijo ella recordando las palabras de él, y hubiese querido callarse, pero descubrió que no podía frenar su deseo de hablar -. Sólo hice lo que tú, pero más tarde que la mayoría, como dijiste. Eso sí, no he sido tan retorcida como tú, justificándome, ni haciéndolo para hacer daño a nadie ni humillarlo. Peter se dio la vuelta en silencio y se marchó, dejándola sola, temblando y dolorida en su interior. Se preguntaba de donde le habrían salido sus palabras. Pero supo que desde dentro de su ser. Tantos años aguantando la amargura y la pena, habían desembocado e esa explosión. Peter se había sentido humillado. Algo muy grave para un griego que aún estaba en la época de las cavernas. Su apreciado honor, era lo que más le pesaba. Había esperado que le pidiera perdón a sus pies. Con menos no se hubiera conformado. Lo que menos esperaba era el desafío de sus palabras. Él se regía por unas reglas, pero ella debía regirse por otras. Lali se tapó la cara con las manos. Se sentía vacía. Había sido una tonta una vez más. Peter no la había dejado abandonarlo, la había llevado a la cama, había desplegado nuevamente sus encantos sobre ella, y ella había vuelto a caer. ¡Y en realidad le importaba tan poco a él! Era muy doloroso saber que al hombre al que amaba no le importaba nada. La limusina viajaba a gran velocidad entre el tráfico de Atenas. Por el rabillo del ojo veía a Peter servirse un trago. Le sirvió otro a ella sin que se lo hubiera pedido. Bebió sin fijarse en el contenido. Parecía zumo de naranja. La atmósfera era tensa. Ella se sentía nuevamente amenazada. ¿Dónde había dormido él la noche anterior? Era de madrugada y él aún no había llegado. Tampoco había ido a almorzar. Aunque ella no podía decir que se sintiera decepcionada por su ausencia. Eso sí, había tenido que maquillarse a fondo para disimular el rojo de sus ojos. No le apetecía en absoluto conocer a la familia de Peter en ese estado. Estaba hecha un manojo de nervios. Se había alzado un silencio denso entre ellos. Por momentos lo toleraba y por momentos hablaba de cosas intrascendentes para disimularlo. Cuando volvamos a Londres intentaré arreglar el escritorio de mi madre. Max me dijo que lo cuidara. Tal vez podría tener un... - ¿Cajón secreto? – dijo él sarcásticamente. Lali estaba resuelta a encontrar ese certificado, se lo había jurado. No era justo que ella fuera el rehén para que la familia de Peter estuviera a salvo de algo. Aunque pensaba que era paranoico de parte de Peter pensar que ese certificado fuese aún una amenaza, a pesar de la muerte de Max. Sin querer, Lali dejó escapar ese pensamiento por la boca. - No pienso correr ese riesgo – dijo Peter. - ¡Voy a terminar pensando que estás tapando un crimen o algo así, algo verdaderamente horroroso! – dijo ella temblorosa. - ¡No es nada tan dramático! – dijo él con una risotada -. Puedes tener la conciencia tranquila. - Me gustaría que me dijeras algo sobre el certificado – dijo ella dudando. - ¿Y poner a tu alcance la tentación? ¿Crees que no sé lo desesperada que estás por ser libre? ¿Me crees tan estúpido? - No le haría daño a tu familia – dijo Lali pálida. - Espera a conocerlos. - ¿Y eso qué quiere decir? - Ya verás. Peter se apartó de ella. Decididamente tenía un gesto amargo. Lali comenzó a pensar que la reunión familiar que iban a tener no iba a ser muy tranquila. ¿O estaba equivocada? ¿Por qué se obstinaba en actuar como si para ella las fotos con Benjamin no hubieran sido una sorpresa? Los nuevos y frágiles lazos que ellos habían trazado se habían visto destruidos por el recuerdo brutal del pasado. Lali reconocía que en su intención de defenderse, había usado esas fotos para desahogarse, y que tal vez había sido un error. Estaba furiosa. La culpa no era de Peter. Estaba furiosa porque no era capaz de tomar las riendas de su vida. Se sentía víctima de su padre, de quien había intentando ganarse la aprobación hasta el fin de su vida, e incluso víctima de Benjamin. Debía aceptar que la frustración, el arrepentimiento y la humillación habían sido producto de su pasividad. Peter no había participado en su decisión de aceptar el matrimonio que le había propuesto su padre. Ésa era una realidad devastadora. Y lo peor era que ella no la había querido ver hasta ese momento.

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