Saturday, January 23, 2016

capitulo 36

¿cómo iba a saber que aquel hotel era de Peter? Recordó la inmensa lista de empresas que había en el Edificio Lanzani de Londres, en la que se mencionaban desde compañías petrolíferas, hasta industrias de telecomunicaciones, pasando por los seguros y otros servicios. -Lali... digo, señorita Esposito, por favor -la llamó Dennis humildemente. Se preguntó qué le habría dicho Peter para amansarlo hasta ese punto-. El señor Lanzani dice que puede tomarse la tarde libre. -No puedo, estoy trabajando -replicó. -Pero... -Dennis estaba pasmado. -Estoy contratada para trabajar esta noche y necesito el dinero -continuó Lali, y levantando la barbilla desafiante se acercó a la mesa de Peter para servirle el brandy-. No eres más que un presuntuoso y un egoísta -le espetó. Antes de que pudiera evitarlo, él le puso la mano en el codo y la obligó a permanecer a su lado. La lanzó una mirada tan verde y ardiente . -Si te diera una pala, seguro que te ponías a cavar tu propia tumba tan contenta. Vete a por tu abrigo y vámonos. -No, éste es mi trabajo y no pienso... -Te pondré las cosas fáciles: estás despedida -dijo Peter con rudeza. Con la mano que tenía libre, Lali asió la copa de brandy y se la echó por encima de los pantalones. Peter se echó hacia atrás sorprendido y furioso. -Si no puedes soportar el fuego, será mejor que te mantengas alejado de la cocina -murmuró Lali, y alzando la cabeza con la misma arrogancia que una reina, se dio la vuelta. Cuando Lali salió del vestuario del personal, se encontró con que Dennis la estaba esperando. -Debes estar loca para tratar de ese modo a Peter Lanzani. -Me importa un bledo, ya no trabajo aquí -replicó Lali sacudiendo la cabeza-. ¿Puedes darme mi paga, por favor? -¿Tu... tu paga? -Sí, ¿pasa algo? -preguntó beligerante. Se hizo un largo silencio. -Está bien, te la daré -admitió Dennis por fin-, pero no sé qué pensará el señor Lanzani... Cuando salió a la calle, estaba lloviendo a mares, y, a pesar de que llevaba paraguas, Lali se empapó de pies a cabeza. Cuando apenas había caminado unos pasos, se detuvo a su lado un fantástico coche deportivo. -Sube -dijo Peter desde el interior. -¡Vete a paseo! Podrás tiranizar si quieres a tus empleados, pero no a mí. -¿Tiranizar? -Peter estaba sinceramente sorprendido-. ¿Pero tú te has fijado bien en qué condiciones estaba ese local?

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