Sunday, January 17, 2016

capitulo 20

Y sí, tenía que reconocer que se había comportado de forma melodramática. Se había desbocado como un caballo enloquecido, lanzando acusaciones que no tenía la menor intención de hacer, exponiendo ante su peor enemigo sus más íntimas inseguridades y temores. Sin duda, todo aquello se debía a la tensión de los últimos días: la enfermedad de Leland, la mala prensa, la muerte de la madrina. La presión a la que estaba sometida la había hecho perder los papeles delante de aquel hombre implacable. ¡Falta de amor propio! ¿Cómo se había atrevido a decirle semejante cosa? Una limusina se detuvo unos cuantos metros por delante de ella. Peter salió del interior y se quedó mirándola. -¡Mira que andar de ese modo bajo la lluvia! ¡Vamos, métete en el coche! Lali se detuvo, retirándose los mechones de pelo mojado de la cara. -¡Vete al infierno! -le espetó desdeñosamente. -¿Vas a ponerte a pedir socorro si te meto en el coche? -preguntó Peter impaciente. Lali sintió que le traspasaba una oleada de rabia como nunca antes había sentido. Se plantó delante de él, con el vestido pegado al cuerpo, delineando cada una de sus fabulosas curvas. Sabía que, aunque lo estaba deseando, Peter no haría el menor movimiento hacia ella. -¿Por qué me estás siguiendo? -No me hacen mucha gracia los trenes de juguete... demasiado tranquilos -admitió Peter. -Pues a mí no me hacen ninguna gracia los tipos como tú, que piensan que me conocen mejor que yo misma. Lali vio que él también se estaba empapando. Finas gotas de lluvia relucían en su pelo negro como el ébano. Por alguna razón misteriosa, le agradó que él se estuviera calando por su causa. -Si lo que pretendes es que te diga que puedo cambiar, lo siento, no vaya hacerlo. Yo soy como soy -declaró Peter. Sería muy tonta si no aprovechaba la oportunidad de que la llevaran a casa, se dijo Lali, sobre todo teniendo en cuenta que empezaba a sentir un poco de frío. Disfrutando ante la perspectiva de dejarle asombrado, se subió en la limusina. -Quería que te enfadaras para que me dejaras sola -le dijo en cuanto se pusieron en marcha. -Entonces, ¿por qué no te mantuviste alejada? ¿Por qué te has metido en el coche? -preguntó Peter implacable. Por toda respuesta, Lali asió la manecilla de la puerta, pero antes de que pudiera salir del coche, Peter le asió la mano con fuerza para impedírselo. -¿Acaso quieres suicidarte? -preguntó. Ella se desasió con un gesto y se quedó acurrucada en silencio. Sabía que él tenía razón: ¿si realmente había querido evitarlo, por qué había subido al coche? Sin duda, no por algo tan trivial como la lluvia o la ropa mojada.

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