Sunday, January 3, 2016

capitulo 50

Pero ahora veía que el motivo por el que había hecho el amor con ella era aún más humillante. Ella había caído en las redes de su maestría sexual. La había seducido para dejarla más confusa aún. Lali se sentía degradada por su propia vulnerabilidad. El cansancio la había llevado a un sueño intranquilo pero largo. Se despertó pasada la medianoche, y se dio cuenta de que llevaba durmiendo doce horas. Era evidente que físicamente le había hecho bien, si bien se sentía muy hambrienta. Se puso la bata y fue a buscar comida. Su mente vagaba por pensamientos oscuros y angustiosos cuando de pronto se encontró a Peter, silencioso, a su paso hacia la suite. Se llevó el susto de su vida. - ¿Buscas un teléfono, pequeña? En la penumbra, los rasgos de Peter parecían los de una escultura. - ¿Un... teléfono? - Por la duración de tus llamadas a Woods, pareciera que encuentras en ellas un buen sustituto del sexo – murmuró con insolencia -. Y llevas como cuarenta y ocho horas sin tu ración. De todos modos, si eso es lo que quieres, podría aceptar el desafío y llamarte desde un teléfono interno. Estoy dispuesto a demostrarte que también eso lo hago mejor que él. - ¡Eres perverso! - Me estás empezando a dar pena, tu pobre Adonis. ¿Cuánto lleváis juntos? ¿Dos meses y medio de manitas, suspiros, y dulces conversaciones? - ¡Es cosa mía! – gritó ella apretando los dientes de rabia. - Pero ya ves, me muero por conocer todos los detalles... - Tengo hambre – dijo con debilidad. - No creo que estuvieses hambrienta de él. Tal vez sí de un romance y de que te prestasen atención. Lo comprendo. - Eres tan primitivo. ¡Deberías estar en una jaula! – Lali perdió el control ante la arrogancia de Peter. - ¡Por lo menos me intereso de los motivos que te llevaron a sentirte atraída por un tipo de tercera clase como Amadeo! – le soltó él lleno de rabia. - Tengo mal gusto, Peter. ¿No lo sabías? Después de todo una vez fui capaz de elegirte. Lali se estaba poniendo cada vez más furiosa. Peter no estaba celoso de Benjamin, sino que se sentía herido en su orgullo de macho. No podía soportar que su esposa prefiriera a otro. Y no era momento para admitir que Benjamin era tan de tercera como Peter había dicho. - Necesitas... – empezó Peter. - Bueno, no necesito que me quites la ropa como la última vez. Hubo un silencio impenetrable. Peter se quedó mirándola, y de pronto soltó una risotada. Lali estaba roja de rabia y desconcertada. Cuando hizo ademán de seguir su camino, él la retuvo y la devolvió a la habitación que acababa de salir. - ¿Has dicho que tenías hambre, no? Pediré que te traigan comida – dijo abruptamente. Peter la sentó en un sofá. Ella entrelazó sus manos en un gesto de ansiedad que pretendía sofocar la revolución interna que le producía sentirse bajo la influencia y el poder de Peter. Era imprevisible. Alguna vez eso le había atraído enormemente. Era tan distinto a ella. Pero ahora se daba cuenta del carisma que tenía. Lo había notado cuando se había reído.

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