Thursday, January 14, 2016

capitulo 8

-Firmé aquel papel con todas las consecuencias para salvar a mi padre -le recordó Lali-. Desde entonces, no me ha vuelto a pedir dinero. -Lali..., no le ves desde hace tres años -puntualizó su amiga. -Está realmente avergonzado, Liz, se siente muy culpable. Liz levantó la cabeza y acarició el lomo de Bounce, su perro labrador, tumbado a su lado. -Me pregunto quién viene a vernos. No espero a nadie... y nadie excepto los de tu agencia saben que vives aquí -Liz se levantó un instante antes de que sonara el timbre de la puerta, y reapareció al cabo de dos minutos-. Tienes una visita: es un hombre alto, moreno, con una voz muy atractiva. Dice que es amigo tuyo. -¿Amigo mío? -repitió Lali perpleja. Liz asintió. -Debe serIo para haberte encontrado aquí. Bounce le ha hecho el reconocimiento habitual, y parece que le ha dado el visto bueno, así que le he hecho pasar al salón. Escucha, atiéndele mientras yo voy al estudio a terminar el pedido que tengo pendiente. Lali se preguntó a quién habría dejado pasar Liz. Esperaba que no fuera algún horrible periodista. En cuanto entró en la pequeña estancia, se quedó como clavada en el suelo, incapaz de afrontar la situación que se le venía encima. -Lali... ¿cómo estás? -la saludó Peter Lanzani, extendiendo una mano hacia ella. Ella dio un paso atrás, como si enfrente tuviera una serpiente; el corazón le latía a toda velocidad. ¿Cómo era posible que Liz hubiera creído que se trataba de un amigo? -Señor Lanzani... -Llámame Peter -le pidió sonriente. Lali parpadeó atónita. Nunca le había visto sonreír antes. En los últimos tres años habían coincidido apenas media docena de veces, y aquella era la primera vez que él parecía reparar en su existencia. En las demás ocasiones, no sólo no le había dirigido la palabra, sino que se había puesto a hablar en griego cuando ella había hecho algún intento por entrar en la conversación. Sin embargo, plantado delante de ella, parecía incluso divertido ante su evidente confusión. -No entiendo para qué ha venido hasta aquí... o cómo ha conseguido encontrarme -dijo Lali al fin. -¿Es que acaso te habías perdido? -repuso Peter con voz ronca, recorriendo su cuerpo con la mirada de una forma que a ella le pareció insultante-. A mí me parece que sabes muy bien para qué he venido.

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