Sunday, January 17, 2016
capitulo 17
Por eso le parecía aún más terrible lo que estaba a punto de hacer, una auténtica
traición a la memoria de su madre. Pero necesitaba desesperadamente el dinero y no
poseía nada más de valor. Tenía que demostrarle como fuera a Peter que
aunque se hubiera hecho cargo de la deuda, eso no le daba ningún derecho sobre ella. Y
el amargo sacrificio de la única herencia de su madre sólo contribuía a hacer más
firme aquella decisión.
Media hora más tarde subía al piso más alto del rascacielos que albergaba las
oficinas centrales de las empresas de Lanzani. Decidida, se acercó a la mesa de la
recepcionista.
-Quiero ver a Peter -anunció.
-¿Se... señorita Esposito? -la chica se levantó con los ojos como platos al
reconocerla. Lali se había puesto un vestido de un rojo furioso, escandalosamente
ceñido, y se había soltado la hermosa melena rubia que caía como una cascada de oro
hasta la cintura. Completaban el conjunto unos zapatos de tacón vertiginoso.
-No se preocupe, ya sé dónde está su despacho -dijo, y sin más preámbulos se
encaminó hacia el pasillo, dejando a la empleada boquiabierta.
Abrió la puerta con decisión, pero, por desgracia, el despacho estaba vacío. Sin
vacilar se dirigió a la sala de reuniones contigua, sin hacer caso de los aspavientos de
la recepcionista, que había conseguido llamar la atención de otras dos secretarias.
¡Eureka! Lali irrumpió en una habitación repleta de hombres de negocios que se
quedaron sin habla ante su súbita aparición.
Peter, que presidía la reunión, se levantó, mirándola con una terrible
expresión.
-Quiero hablar contigo ahora mismo -dijo Lali. Sus ojos relampagueaban .
-Puede esperar en el despacho del señor Lanzani, señorita Espsoito -intervino
una mujer de mediana edad, presumiblemente una de las secretarias.
-No, gracias, no quiero esperar -le espetó Lali. Peter le lanzó una mirada
cargada de furia. Nunca nadie le había hecho semejante escena. Lali le sonrió
dulcemente; sabía que no podía hacerle ningún daño porque ya no tenía absolutamente
nada que perder: ni dinero, ni empleo, sólo su orgullo y su buen juicio. Costara lo que
costara, estaba dispuesta a que Peter pagara por lo que le había hecho el día
anterior.
Impetuosamente, Peter se acercó a ella y la asió por la muñeca. Lali gimió,
como si le hubiera hecho mucho daño. Él la soltó de inmediato, pero a cambio le dirigió
una mirada que hubiera hecho temblar a mujeres mucho más fuertes que ella.
-Gracias -dijo Lali, y como un corderito se dirigió hacia la puerta que
comunicaba con el despacho. Sabía que él la seguiría. En cuanto estuvieron a solas,volvió a la carga. -Las visitas inesperadas que se comportan de forma poco adecuada
son de lo más cargante, ¿verdad? - le espetó irónicamente.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment