Saturday, January 23, 2016

capitulo 37

-salió del coche y se plantó frente a ella-: El personal era insuficiente y mal preparado, los clientes llevaban horas esperando a que se les atendiera, las mesas estaban sucias... ¡Pero si hasta la alfombra estaba hecha un asco! Si el director no toma las medidas oportunas, pienso despedirlo. Lali se quedó sin habla, no sólo por su vehemencia sino porque se había cambiado de ropa, y el ligero traje gris pálido que llevaba puesto le sentaba como un guante. Se lo quedó mirando mientras notaba correr la adrenalina por sus venas. -Te odio por haberme seguido hasta aquí... -empezó. -¡Pero si estabas esperando que lo hiciera! -la interrumpió Peter, y en cuanto lo hubo dicho ella supo que era cierto. -Me voy a casa andando, no pienso meterme en tu coche -se fijó en que, una vez más él estaba calándose por su culpa. -No quiero desperdiciar toda la noche esperándote a la puerta de tu casa -gruñó. -¿Así que ya sabes donde vivo? -Lali apenas podía dar crédito a lo que acababa de oír-. Pues no te molestes en ir hasta allí, no pienso abrirte la puerta. -¿No te das cuenta de que pueden agredirte por alguno de esos caminos tan solitarios? ¿Acaso merece la pena? Lali asió el paraguas con fuerza y emprendió el camino con decisión. No había recorrido ni diez metros cuando vio delante de ella un grupo de jóvenes que la miraban aviesamente. Cuando pasó a su lado, empezaron a decirle groserías que la hicieron acelerar el paso. Notó que una mano se posaba a sus espaldas, y antes de que pudiera desasirse, los acontecimientos se precipitaron: Peter apareció a su lado y soltó un puñetazo a su atacante; de inmediato, sus compinches acudieron en su ayuda, por lo que pronto se organizó una tremenda pelea. Lali se puso a gritar con todas sus fuerzas, absolutamente aterrorizada. -¡Soltadlo! -gritaba, al tiempo que propinaba patadas y paraguazos a los gamberros, que se dieron a la fuga en cuanto empezó a acudir gente de los bares cercanos, alarmados por el griterío. Lali se agachó al lado de Peter, sosteniéndole la cabeza mojada. -jEres un tonto! -repetía una y otra vez. Por fin Peter meneó la cabeza muy lentamente; tenía una herida que sangraba en una de las sienes. -Eran cinco contra uno -murmuró dolorido. -Súbete al coche, no vaya a ser que regresen -dijo Lali ayudándole a incorporarse-. Podían haberte machacado. -Bueno, no creo que sea para tanto... -protestó Peter. -Hay una comisaría justo al final de la calle... -No pienso poner una denuncia a esos gamberros desharrapados -gruñó Peter poniéndose en pie-. Total ya han recibido un par de buenos puñetazos... -No tantos como tú -puntualizó Lali ayudándole a acomodarse en el asiento delantero.

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