Friday, January 8, 2016

capitulo 64

- No fue culpa tuya, sé que te eché las culpas en el banco, pero dije lo que primero que se me ocurrió. Tú no tenías la culpa, pero eras la hija de Max, y la presión con la que había vivido hasta su muerte combinada con el descubrimiento de la caja que no contenía lo que yo buscaba, me hicieron perder la cabeza. Tal vez sea un poco tarde, pero lamento el modo en que te enteraste de los tratos de tu padre. Lali estaba extrañada de que no hubiesen llegado ya a la casa de su madre. Por lo que había dado a entender Peter, no era muy lejos. Pero luego pensó que tal vez no quería que conociera a su familia en un momento de tensión como ése que atravesaban: prefería guardar las apariencias. -Creo que es importante que seamos sinceros el uno con el otro. Me has dicho que tú me amabas al principio de nuestro matrimonio... ¿Cuándo dejaste de amarme? – preguntó él bajando la mirada. - Simplemente te excluí de mi vida. No recuerdo cuándo. - ¿Entonces por qué seguiste conmigo? - Mi padre estaba tan orgulloso de mi boda contigo, que también quería ganarme tu amor. Peter suspiró profundamente. - Mira, de todos modos no pretendo que te sientas mal por ello. Tuviste la mala suerte de dar conmigo, y que yo estuviera como estaba contigo. Max nunca me hizo caso, y luego tú tampoco. No fue un trato ventajoso. Pero era algo a lo que estaba acostumbrada, a que me organizaran la vida. - Pero te hice daño. Debo haberte hecho mucho daño continuamente – la voz de Peter sonaba severa. - Si no tienes grandes aspiraciones y el suficiente respeto por ti misma, aceptas que te hieran, porque en cierto modo crees que tú lo has provocado. Y yo lo provoqué. - Tú no provocaste ni el diez por ciento de todo lo que yo te he hecho pasar. Lali dejó de mirar a la nada y fijó los ojos en Peter. Se pasaba nerviosamente los dedos por el pelo, y estaba pálido. - ¿Por qué te tienes que sentir culpable? – preguntó ella confundida -. Nosotros no estábamos casados realmente. - Pero ahora sí lo estamos. Tienes el vaso vacío. Déjame que te sirva otro trago – dijo él. Lali se sentía un poco mareada. Si no hubiese sido porque estaba bebiendo zumo de naranja, habría jurado que estaba afectada por el alcohol. - ¿Hemos pasado por esta calle antes? – preguntó ella viendo una iglesia que resultaba familiar. - Tal vez Giorgio esté tratando de encontrar un atajo – dijo Peter. - Me da la sensación de llevar toda una vida metido en este coche. - Las conversaciones importantes pueden tener ese efecto. - Pensé que eran indignas de ti. - No, cuando mi matrimonio está en juego. Lali no podía creer lo que oía. No era el tipo de afirmación que pudiera hacer Peter. Bebió nuevamente el zumo. - ¿Sabes? Eres magnífico... – murmuró Lali como si hablase sola, y era verdad, no había más que verlo tan alto, moreno. Peter se sentó más cerca y le tomó la mano.

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