Friday, January 15, 2016

capitulo 12

Tenía una mente realmente brillante, pero a la vez una personalidad malévola y manipuladora: le gustaba controlar a la gente. En comparación, Leland Coulter resultaba absolutamente inofensivo, ni siquiera había pretendido simular que era su único amigo en un mundo hostil. En aquel momento, sin embargo, sentía cernirse sobre ella una terrible amenaza. -Sé muy bien a dónde quieres ir a parar -se oyó decir a sí misma. Peter bajó la mirada hacia ella. -Entonces, ¿a qué viene toda esta comedia? Lali se quedó un tanto desconcertada. No se esperaba que él, simplemente, reconociera que era lo suficientemente lista como para darse cuenta de sus artimañas. Era como si la estrujara una mano de hierro envuelta en un guante de terciopelo. -Ven a cenar conmigo esta noche -continuó Peter suavemente-. Así podremos hablar tranquilamente. Ahora necesitas un poco de tiempo para pensar. -Nada de eso -replicó Lali al instante; quiso devolverle la mirada desafiante, pero lo único que consiguió fue una extraña sensación, como si el suelo se desvaneciera bajo sus pies. Sacudió la cabeza para aclarar un poco sus ideas-. No pienso ser tu amante -declaró. -Todavía no te lo he pedido. Lali rió cínicamente mientras por fin conseguía ponerse en pie. -No hace falta que lo hagas: ni por un momento he imaginado que ibas a ofrecerme algo más respetable. De todas formas, no tengo la menor intención de seguir hablando de este tema -afirmó, pero al mismo tiempo procuró desviar la mirada-, así que muy pronto se verá si tienes buen o mal perder... -No he perdido -la interrumpióPeter en voz baja-. Puedo ser muy insistente. Si te resistes, lamentaré el tiempo que pierda en conseguirte, pero eso te hará también más deseable. Lali se estremeció sin saber muy bien por qué. Una especie de casi imperceptibles señales de alarma le recorrieron la espina dorsal. Sin poderlo evitar, volvió la cabeza para quedar bajo el hechizo de su malévola mirada. -Y también me enfadaré mucho contigo -continuó Peter entre dientes, acercándose aún más a ella. Tú no tuviste ninguna compasión de Leland, así que, ¿por qué tendría yo que tenerla de ti? Además, pienso tratarte mucho mejor que él: sé lo que les gusta a las mujeres. Y puedo darte lo que necesitas para sentirte segura, feliz, y satisfecha... Lali estaba pasmada, se sentía como un niño a punto de cometer una terrible travesura. Notó que se le aceleraba el pulso, sintió la sangre que le recorría las venas, una corriente tal de excitación y poder que casi la dejó paralizada. -¿A... Peter? -susurró, más confundida que nunca. -Me gusta cómo dices mi nombre -murmuró. Ella lo repitió de nuevo, como si fuera una súplica. Peter la miró satisfecho, sus ojos convertidos en esmeraldas. Lali se echó a temblar, nunca en toda su vida había sido tan consciente de su propio cuerpo. Notó cómo se erguían sus pechos debajo de la camiseta de algodón, casi le dolían los pezones al contacto con la tela.

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