Tuesday, January 26, 2016

capitulo 55

Lali todavía no se había recuperado de la tensa reunión que acababa de mantener con Catriona Ferguson cuando recibió la visita del abogado de Peter. La joven le pidió que le leyera el documento en voz alta, para enterarse bien de todas las cláusulas. Si hubiera sido una mujer tan ambiciosa como Peter creía que era, se habría quedado extasiada: a cambio de su discreción, el millonario le ofrecía una cuantiosa asignación mensual, además de pagarle todos los gastos; cuando el matrimonio acabara, recibiría una cuantiosa suma. Sólo cuando terminó se dio cuenta de que se había clavado las uñas con tanta fuerza que casi se había hecho daño. Sólo se decidió a firmar al pensar que al cabo de seis meses, toda aquella amargura habría terminado por fin y le podría tirar a la cara a Peter aquel documento. La iglesia estaba en la cima de una colina de Yorkshire. Como era un día laborable, el pueblo estaba muy tranquilo. Lali consultó su reloj por enésima vez. Peter ya se retrasaba más de diez minutos. El sacerdote y su esposa esperaban a su lado, sin saber muy bien qué decir. No era posible que la hubiera dejado plantada, se repetía una y otra vez, no tenía sentido. Aquella mañana Peter la había enviado un coche que la condujo hasta el pueblo. Y recordó que en los días anteriores a la boda la había telefoneado un par de veces... aunque, se dijo con amargura, hubiera sido mejor que no lo hiciera. Toda posible naturalidad se había desvanecido como por ensalmo al darse cuenta de la excitación que le producía el simple hecho de oír su voz. «Hoy voy a casarme. Éste es el día de mi boda», se repetía incrédula. No podía apartar a aquel hombre de sus pensamientos en ningún momento; en cuanto se quedaba dormida, su imagen venía a turbar sus sueños. Como en el fondo sabía que aquella boda no era más que una farsa, se había puesto su vestido rojo: un traje atrevido para una mujer atrevida, se había dicho a sí misma. Seguramente Peter pensaría que era una buena elección. Poco después, se puso tensa al oír un coche. A los pocos segundos apareció un flamante Mercedes en el que iba Peter, seguido de otro coche. Se había puesto para la ocasión un traje azul marino, con una camisa blanca de seda y una corbata a juego. Se detuvo un instante para esperar a su abogado, quien se apeó del otro coche. ¡Como si tuviera todo el tiempo del mundo!, pensó Lali, enfurecida ante semejante descortesía. Por fin, Peter subió los escalones calmosamente hasta llegar a su lado.

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