Thursday, January 21, 2016

capitulo 33

Si tenía la valentía suficiente, podría empezar de nuevo. A fin de cuentas, en Londres sólo le quedaban los miserables restos de una carrera de modelo que le había dado más sinsabores que alegrías. Suponía que podría encontrar un trabajo en la comarca como camarera o dependienta, puestos en los que, además, contaba con cierta experiencia. Cuando Liz regresó, Lali estaba ya más que decidida, así que se limitó a exponer sus planes ante su cada vez más atónita amiga. -Si la casa está realmente mal, te costará una fortuna ponerla en condiciones, Lali -le recordó preocupada-. No quiero descorazonarte, pero me parece que... -Liz, escucha: nunca he querido ser modelo y, ahora, además, no tengo ningún trabajo -argumentó Lali-. Ésta puede ser mi oportunidad para empezar una nueva vida. Cueste lo que cueste, quiero intentarlo. Dejaré la dirección en la agencia, por si quieren contratarme para algo, pero lo cierto es que no puedo permitirme quedarme sentada sin hacer nada. Por lo menos, si consigo ganar algo de dinero, podré empezar a devolverle el préstamo a Peter. Lali hubiera querido evitar tener que contarle a su amiga que había estado enferma, pero no le parecía justo no decirle que un extraño había estado cuidando de la casa durante su ausencia. Sin embargo, Liz pareció preocuparse más por su enfermedad y el papel desempeñado en ella por Peter . -¡Juraría que ese hombre está completamente enamorado de ti! -exclamó, sacudiendo la cabeza. -¡Ja! ¡Ni siquiera sabe lo que significa esa palabra! Lo que pasa es que haría cualquier cosa por conseguir lo que desea. Debe creer que cuantos más favores me haga, más obligada me sentiré a corresponderle. -Lali, si te hubiera dejado aquí sola, probablemente habrías muerto. ¿No deberías estarle agradecida? -preguntó Liz incómoda-. Podía haberse limitado a llamar a una ambulancia. -¿Y perderse la oportunidad de tenerme en sus garras? -replicó Lali cínicamente-. ¡Ni hablar! Sé muy bien cómo funciona su cerebro. -Puede que tengáis mucho más en común de lo que estás dispuesta a admitir -comentó su amiga reflexivamente. Lali llegó al chalet dos días después. A la luz del atardecer, tenía un aspecto un poco sombrío, pero estaba situado en un lugar muy hermoso. Había un sendero que llegaba hasta la puerta bordeado de preciosos árboles. Había conseguido ingresar algo de dinero en su cuenta vendiendo la mayor parte de su guardarropa. Tras explorar detenidamente su nuevo hogar, su entusiasmo no decayó un ápice. Aunque las paredes pedían a gritos una mano de pintura, decidió que las reparaciones de las que le habían hablado en la agencia inmobiliaria podrían esperar.

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