Sunday, January 24, 2016

capitulo 45

Por supuesto -replicó Peter cortante-. Elegiré a mi esposa con la cabeza, no con mi líbido. Lali hizo un gesto de repugnancia ante semejante declaración. Le estaba costando mucho mantenerse en calma para poder enfrentarse a aquel formidable antagonista. -Me parece que tu sitio está en el Museo de Ciencias, con los dinosaurios -se mofó. -Lo único que te digo es que si ahora me marcho, no regresaré nunca más, ¿qué dices a eso? -Que te marches ya de una vez -replicó Lali al instante. -¡Dios! Cómo me gustaría arrastrarte escaleras arriba hasta esa cama y demostrarte lo que te estás perdiendo... Sorprendida, Lali se lo quedó mirando sin saber qué decir. Se sentía como si estuviera ardiendo en un incendio provocado por ella misma. -¡Sigue soñando! -le espetó por fin con todo el desprecio que fue capaz de reunir, aunque un temblor en su voz estuvo a punto de traicionarla. Entonces se oyó el motor de un coche que se acercaba por el camino. Peter hizo un gesto con la cabeza para despedirse, y se marchó. Lali pasó los siguientes cinco días como en un trance. Vinieron unos hombres con una grúa para llevarse el ferrari, y también le pidió a un constructor que revisara el tejado y le diera un presupuesto. Como ya se temía, había que retejarlo completamente, lo que, dado el estado de sus finanzas, por el momento le resultaba imposible. Salió a cenar con Patrick Devison, e hizo lo que pudo para sentirse atraída por él. Se trataba de un hombre atractivo y simpático, y aunque consintió en que la besara, no sintió absolutamente nada. Cuando él le pidió otra cita, ella le rechazó con una excusa cualquiera. Para empeorar las cosas, era incapaz de dormir. Pasaba las noches imaginando que peleaba con Peter... o que hacía el amor con él salvajamente, cuando no, y aquello era lo más humillante de todo, que se casaba con aquel griego odioso. Apenas se reconocía a sí misma. Una tarde se sentó e hizo una lista de todos los defectos de Peter. Llenó dos páginas, y acabó llorando, amargamente encima de ellas. Detestaba a aquella especie de Neanderthal, pero, por otra parte, su recuerdo la obsesionaba hasta tal punto que apenas podía comer o pensar en otra cosa. ¿Cómo se había dejado llevar hasta ese punto? Nunca hubiera creído que la simple atracción sexual pudiera ser tan devastadora. Se sentía furiosa consigo misma, y terriblemente avergonzada además. El quinto día, a media mañana, oyó que un coche se acercaba por el sendero. Un porsche plateado aparcó ante su puerta y de él salió la mismísima Catriona Ferguson.

No comments:

Post a Comment