Monday, January 25, 2016

capitulo 50

-Sé razonable: ¿acaso crees que puedo presentar a mi familia a una esposa que ha sido la amante de Leland? -preguntó Peter en el mismo tono que usaría para convencer a un niño tozudo-. Hay cosas que, sencillamente, no pueden hacerse. ¿Cómo van a respetarme si hago algo tan bajo? Ellos me consideran un ejemplo de conducta. Lali mantenía los ojos cerrados; en aquel momento entendió porqué muchas mujeres pierden la cabeza y son capaces de matar. Se sentía llena de dolor y de ira: le estaba ofreciendo un matrimonio del que nadie llegaría a saber nada porque su conducta había sido tan escandalosa que no merecía ser aceptada o comprendida por la exquisita familia Lanzani. -Me siento mal -murmuró al fin. -No, nada de eso -la contradijo Peter. -Me... siento... muy mal . -El lavabo está al otro lado del hall -dijo Peter desaprobadoramente-. La verdad, no me esperaba esta reacción. Puedo entender que los detalles del trato no te hagan mucha gracia, pero, al fin y al cabo, te estoy ofreciendo un matrimonio legal. -¿Ah, sí? -se limitó a decir Lali sin darse la vuelta. Se encerró por fin en el lavabo, donde un espejo enorme le devolvió una imagen de sí misma desconocida, pálida y desencajada como la heroína de una tragedia antigua. Se repitió una y mil veces que no amaba a aquel cerdo, que lo único que sentía por él era pura atracción animal. Deseaba gritar, echarse a llorar, romper cosas, pero se limitó a pasear frenética de un lado para otro, dándole mil vueltas a la oferta de Peter: Le había ofrecido todo un edificio, pero no quería vivir con ella; deseaba más que nada hacerle el amor, pero estaba dispuesto a presentarla en público. Amor y odio, las dos caras de una misma moneda. ¿Y aquella había sido su propuesta de matrimonio? Lali se echó a reír amargamente. Peter sólo quería utilizarla, continuaba considerándola una especie de muñeca que deseaba conseguir a cualquier precio... por alto que éste fuera. Con un gesto de dolor, pensó en los dos hombres que, antes que Peter, habían tenido una gran influencia en su vida: su padre y Leland. Por primera vez pensó en su padre sin sentimentalismos inútiles. Russ se había jugado todo su dinero y después se había marchado, dejando que se enfrentara sola a sus deudas. Leland no sólo le había robado tres años de su vida, sino que, además, había destruido su reputación. ¿Cuántas veces se había repetido que no volvería a consentir que ningún hombre la utilizara? Por primera vez le vino a la mente la idea de cambiar los papeles. ¿Qué pasaría si, para variar, fuera ella la manipuladora? ¿Acaso no le hacía falta un marido para heredar parte de la fortuna de su madrina? Hasta aquel momento, la idea de atrapar a algún incauto con tal fin le había parecido casi un crimen. Curiosamente, nunca se había sentido tan bien. Aquel cambio debía ser producto de la mala influencia de Peter. No sólo la había humillado y turbado hasta extremos inimaginables, sino que se había propuesto, además, convertir el sagrado vínculo del matrimonio en una especie de broma cruel. Seguro que se había propuesto que el suyo durara apenas el tiempo necesario para cansarse de ella.

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