Wednesday, January 27, 2016
capitulo 57
Para ser un hombre de apariencia tan sofisticada y controlada, Peter parecía
haber estado a punto de perder el control. Si se había puesto así sólo por un beso,
¿cómo reaccionaría aquella noche?
Sin dudar, saldría a la luz su temperamento griego, fiero y viril, dispuesto a
saciar su pasión por ella de una vez por todas. Probablemente, como sospechaba que
ella había tenido numerosos amantes, no se entretendría mucho en los preliminares...
quizá hasta esperaba que a ella la consumiera la misma impaciencia.
Por Dios Santo, se dijo exasperada: Peter no era ningún adolescente. Lo más
probable es que fuera un amante consumado y delicado y que nunca se enterara de que
ella era virgen. Recordaba haber leído en una revista que la mayor parte de los
hombres eran incapaces de advertir la diferencia.
Avergonzada de sí misma, decidió que lo mejor sería concentrarse en el paisaje.
Notaba que, a medida que declinaba la tensión de aquel día, se iba sintiendo cada vez
más cansada.
-¿Estás bien? -le preguntó Peter preocupado por su palidez cuando llegaron al
aeropuerto.
-Sólo un poco cansada -replicó evasivamente. Subieron a su avión privado que les
conduciría directamente a Grecia. Nada más despegar les sirvieron un exquisito
almuerzo del que ella apenas probó bocado. De repente, advirtió que todavía llevaba
puesto el anillo de boda.
Y sin embargo, no quería pensar en Peter como en su marido, pues era
plenamente consciente de que él no la consideraba en absoluto su esposa. Con una
mueca, se quitó la joya del dedo y la colocó en la mesa, frente a Peter.
-Toma, te lo devuelvo -le dijo descuidadamente.
Peter la miró como si lo hubiera abofeteado.
-No hay duda de que eres una mujer muy hermosa -empezó a decir lleno de ira-,
pero a veces me dan ganas de ahogarte. ¿Por qué te quitas el anillo ahora que estamos
solos?
-Porque no me siento cómoda con él puesto -replicó, y sin darle más
explicaciones, reclinó el asiento y cerró los ojos. Por mucho que le ofendiera, no
pensaba llevar un anillo que sabía que tendría que quitarse muy pronto. Y con aquel
convencimiento se quedó dormida.
Peter la despertó poco después de que el avión aterrizara en Atenas.
-No se puede decir que seas una compañera muy animada -bufó.
-Lo siento, estaba completamente agotada.
-Sí, ya me he dado cuenta...
Se trasladaron a un helicóptero que les llevaría hasta la isla. Cuando el aparato
empezó a elevarse, Lali tuvo que reprimir un grito de miedo. Se quedó mirando
fijamente la nuca del piloto, dispuesta a no dejar traslucir el pánico que sentía.
-Ya casi hemos llegado -anunció por fin Peter-. Quiero que veas la isla
mientras nos acercamos a la bahía -le indicó, mientras el helicóptero viraba peligrosamente.
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