Wednesday, January 27, 2016

capitulo 58

Pero todo lo que ella pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza y rezar entre dientes. -Había olvidado que tienes mucho vértigo -se disculpó cuando por fin aterrizaron-. Siempre vengo a Chymos en helicóptero, así que dentro de poco te acostumbrarás -Lali lo miró espantada ante la perspectiva de pasar otra vez por un trago semejante-. Lo que a ti te hace falta es un poco de práctica -continuó Peter convencido-. Como tengo carné de piloto, te sacaré todos los días a dar una vuelta en el helicóptero para que superes esa fobia. Petrificada al oír semejante amenaza, Lali lo miró atónita. -¿Acaso crees que tu misión en la vida es torturarme de ese modo? Peter pareció considerar por un momento aquella pregunta; sus labios se curvaron en una sensual sonrisa mientras la miraba con toda intención. -No, pethi mou, sólo quiero matarte de placer, en mi cama... Poco a poco, Lali fue recuperando el color. Ya se podía ver la villa, reluciente en lo alto de una colina. A sus pies se extendía una preciosa playa de arena fina y desde la misma se divisaba una serie de impresionantes acantilados que caían sobre un un mar del azul más brillante. -Nací en Chymos -le explicó Peter-. Cuando era pequeño siempre pasaba aquí las vacaciones. Aunque soy hijo único, nunca me sentí solo porque tengo multitud de primos. Desde que murió mi padre, vengo a la isla cuando quiero retirarme del mundo. Tienes mucha suerte, pethi mou -le dijo mientras la guiaba al interior de la villa-, nunca hasta ahora había venido con ninguna mujer. El vestíbulo daba paso a un confortable salón. Todas las paredes estaban cubiertas de fotos, y estanterías con libros; había varios sofás de cómodo aspecto y cálidas alfombras cubrían el suelo. -¡No se parece en nada a tu apartamento! -exclamó Lali agradablemente sorprendida. -La casa de Londres la decoró una de mis primas. La expliqué lo que quería, pero la verdad es que no la vigilé mucho mientras trabajaba -Peter la abrazó por la espalda-. Estamos solos, he dado vacaciones al servicio. Lali se puso tensa. Peter la besó tan delicadamente justo al Iado de la oreja que se sintió desfallecer; él rió brevemente, y levantándola en vilo como si pesara menos que una pluma, la llevó a través de un largo pasillo. -Peter -murmuró Lali nerviosa. Era su última oportunidad-, ya sé que crees que me acosté con... -No quiero saber nada de los hombres que me han precedido -la interrumpió categórico-. ¿Por qué os empeñaréis las mujeres en hacer semejantes confesiones en los momentos más inoportunos?

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