Tuesday, January 19, 2016
capitulo 21
Desde el otro extremo del asiento, Peter extendió una mano amistosamente.
-Ven aquí.
Por toda respuesta, ella se acurrucó aún más en el rincón. No sabía qué le estaba
pasando, se sentía aterrorizada ante la oleada de sentimientos contradictorios que la
presencia de aquel hombre despertaba en ella. Peter era un peligro letal
para una mujer como ella; lo único sensato era evitarle como si fuera una plaga.
Con un largo suspiro, Peter se despojó de la chaqueta, y, sin más preámbulos,
la asió por la mano y la atrajo hacia sí. Lali se debatió con furia para desasirse de su
abrazo.
-¡Déjame! ¿Qué haces...?
-¡Estáte quieta! -tronó Peter; al tiempo que la soltaba extendió los brazos,
como para demostrarle que no llevaba ningún arma escondida-. No aguanto a las
mujeres histéricas.
-No... yo no... no lo soy -musitó Lali avergonzada mientras él le colocaba la
chaqueta por encima de los hombros. Aún notaba el calor y el aroma de su cuerpo en la
suave y cálida tela. Era un olor nítido y masculino, con una pizca de limón. Agachó la
cabeza y aspiró profundamente, sorprendiéndose ante lo que la conmovía aquel gesto.
-Eres tan testaruda como mis caballos de carreras: cada vez que me acerco, tú
te alejas.
-Ayer no lo hice -replicó Lali ácidamente.
-No tuviste oportunidad de hacerlo -dijo Peter con toda intención. Alargó las
manos y asió las mangas de la chaqueta, tirando de ese modo de ella.
-¡No! -suplicó Lali con los ojos muy abiertos. Para su desesperación, lo único
que podía hacer era extender las manos hacia su pecho.
-Sólo te soltaré si me das un beso -le advirtió Peter juguetonamente.
Sólo tocarlo por encima de la camisa le resultaba ya tan íntimo, que Lali sintió
que un escalofrío de culpabilidad le recorría la espina dorsal. Notó los remolinos de
vello por debajo de la tela, y se sintió absurdamente excitada. Solía trabajar con
modelos que se afeitaban el torso, y, por contraste, sentía un irreprimible deseo de
desabrocharle la camisa.
-Pareces un niño al que le han pillado en falta -le interrumpió Peter con una
sonrisa perezosa.
Aquel gesto tuvo el poder de dejarla paralizada, como hipnotizada de nuevo.
Fascinada, era incapaz de apartar la vista de aquellas increíbles pestañas sedosas y de
la firme línea de su mandíbula.
-No me convienes en absoluto -dijo, presa del pánico.
-Demuéstralo -replicó Peter con aquella voz de terciopelo que parecía una
caricia. Le pasó la mano por el cabello, deteniéndose en la curva de la nuca-.
Demuéstrame por qué no te convengo.
Era tan atractivo que Lali no podía pensar con claridad. El corazón le latía a tal
velocidad que parecía que se le iba a salir del pecho. Sintió una oleada de creciente
excitación recorrer su cuerpo. Se ruborizó al darse cuenta de cómo Peter miraba
sus pechos, erguidos bajo la tirante tela del vestido.
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