Saturday, January 23, 2016

capitulo 39

-No me atrevo. Eres tan gafe que si ahora salgo del coche seguro que me ahogo en el arroyo. -¡Pero si no es nada profundo! -Me tranquiliza oír eso -forcejeó con la portezuela hasta que consiguió salir al camino embarrado. -¡Lo siento! -se disculpó Lali-. Me asusté mucho cuando vi tanta agua en el camino. -¡Pero si no es nada! ¿Qué harás cuando veas el océano entonces? -Pensé que el arroyo se había desbordado, y que la corriente nos arrastraría en la oscuridad, por eso frené tan de golpe -intentó explicar Lali mientras se encaminaban a la casa. Por fin abrió la puerta principal y encendió la luz. Peter tuvo que agacharse para entrar, y se quedó mirando la desnuda estancia sin hacer el menor comentario. Lali tuvo que reconocer que cuando el fuego no estaba encendido, parecía aún más triste y desolada. -El piso de arriba está un poco mejor. Si quieres, puedes acostarte en mi cama. -No sé si merezco tanta amabilidad. ¿Dónde está el teléfono? -No tengo -confesó Lali. -¿Estás bromeando? -¿Es que no tienes un móvil? -replicó un poco molesta. -Debió caérseme durante la pelea -dijo Peter, y jurando por lo bajo en griego empezó a subir las escaleras tambaleándose un poco. -Tendría que verte un médico -insistió Lali preocupada. -¡Tonterías! Lo único que necesito es descansar un poco... -¡Cuidado con la cabeza! -le advirtió Lali justo un segundo antes de que se chocara con el dintel de la puerta-. ¡Oh, no! -gimió, corriendo a su lado. Rápidamente le condujo hacia el interior del dormitorio antes de que se hiciera más daño. -Hay charcos en el suelo -señaló Peter parpadeando confuso. -No digas bobadas -dijo Lali, y precisamente entonces le cayó en la nariz una enorme gota de agua. Levantó la cabeza hacia el techo cubierto de vigas de madera y, horrorizada, descubrió un montón de goteras. De hecho, el suelo estaba casi completamente cubierto de agua. -Esto parece una cabaña -dijo Peter. Lali maldijo entre dientes y se acercó a comprobar cómo estaba la cama. Por suerte, era lo único en la habitación que estaba completamente seco. Peter se dejó caer en una esquina del colchón. Quiso colocar su chaqueta en uno de los postes de la cama, pero no tuvo fuerzas y ésta cayó de lleno en un charco. -No tenía que haberte hecho caso -se reprochó Lali mirando la prenda hecha un trapo--. Tenía que haberte llevado a urgencias. -Sólo me duele un poco la cabeza, nada más -protestó Peter arrogante-. Deja de tratarme como a un niño. -¿Cuántos dedos ves? -preguntó ansiosamente plantando delante de él el dedo gordo. Estaba tan nerviosa que no fue capaz de extender ninguno más.

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